Patricia Altamirano: “El tema de género es, para nosotros, una política de Estado”

Patricia Altamirano: “El tema de género es, para nosotros, una política de Estado”
15 mayo, 2019 por Redacción La tinta

Este jueves, se llevarán adelante las elecciones para el rectorado en la UNC, en las que, por primera vez, se aplicará la elección directa. Patricia Altamirano es candidata a rectora por el espacio Avanzar. Decana y profesora en la Facultad de Psicología, habla de los desafíos y las propuestas vinculadas con las luchas feministas desde su plataforma electoral.

Por Redacción La tinta

Patricia Altamirano es, hoy, candidata a rectora por la lista Avanzar junto al candidato a vicerrector Jorge Martínez. Decana y profesora en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), comenzó esta entrevista reflexionando acerca de lo que implica llevar adelante propuestas feministas en un marco electoral y dentro de una institucionalidad como es el Rectorado de la UNC.

En el 2017, Altamirano impulsó, junto a colegas de la Facultad de Psicología, una jornada de 89 talleres de “Género y psicología” en distintos espacios de la UNC. Desde aquel año en el que se aprobó la Ley Micaela, promocionó que la misma se desarrolle en el ámbito universitario.


En ese marco, presentó un proyecto de capacitación para el personal docente y no docente en temáticas de géneros y violencias contra las mujeres. Dicho proyecto fue aprobado hace poco tiempo por el Consejo Superior de la Casa de Trejo. Así, se estableció la capacitación obligatoria en género a todas las personas que se desempeñen en la función pública, en todos sus niveles y jerarquías dentro de la universidad.


Patricia ha realizado investigaciones vinculadas con las dificultades de las mujeres para ocupar cargos electivos en la estructura política. Gran parte de los resultados se han puesto en debate en uno de los dos seminarios optativos de los que es docente, denominado “Género y psicología desde una perspectiva de derechos”.

“El análisis que hacíamos con otras investigadoras era que los partidos políticos, con diferencias entre ellos, tenían una fuerte cultura organizacional patriarcal y que, tanto en su estructura como en sus procedimientos, imposibilitaban, aunque no lo dijeran en ninguna orgánica, que las mujeres ocuparan esos sitios. A su vez, lo que caracterizaba a las mujeres que ocupaban esos sitios era ser “la esposa de”, “la hija de”, una vinculación más ligada al haber estado tutelada por un varón que a tener una propia trayectoria política”, manifestó Altamirano.

Esto la lleva a reflexionar acerca de la importancia de que, desde el espacio Avanzar, se proponga a una mujer como candidata a rectora, pero aclara: “En ese punto, creo que no es simplemente que sea una candidata mujer y ya está bien. Nuestros espacios políticos han mostrado una política sistemática y consecuente en relación a presionar a la universidad, que en estos temas es bastante conservadora”.

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(Imagen: Avanzar)

Altamirano nos comenta que uno de los desafíos a nivel institucional es que el Consejo Superior debata las violencias en la UNC. Desde Avanzar, propusieron distintos puntos, donde se incluye un área específica denominada Oficina de Sumarios, que se dotaría de personal específico en el marco de un plan de acciones que evite que quienes fueron víctimas de violencia se alejen de la universidad.

“A pesar del esfuerzo del Programa de Género, las denuncias son muy pocas en la UNC. Nosotras apoyamos ese programa hasta la actualidad, pensamos que tenemos que tener muchísimos más recursos, pero gran parte del problema está en la hermenéutica de las reglamentaciones de la universidad”, expresa. Con esto, Altamirano se refiere a la necesidad de incluir figuras como hostigamientos sexuales y otra serie de violencias: “Es necesario generar un glosario, un instructivo no solo para cuando el procedimiento ya llega a denuncia, sino antes de que la denuncia esté hecha”.

La decana cuenta que, en la Facultad de Psicología, crearon la Prosecretaría de Género, Diversidad y Feminismos cuando asumieron la gestión: “Pensamos que era importantísimo institucionalizar un área dentro del organigrama para dejar un mojón y que esto tenía que cumplir una cuestión más transversal. En ese sentido, de las acciones que se han hecho, muchas están vinculadas a la capacitación de género con los distintos estamentos”, afirmó.

Para la candidata a rectora, también es importante el trabajo con infancias. Su experiencia se remonta a un programa que busca interpelar la crianza de niñxs no machistas, de “infancias libres”. En sintonía con ello y como otro eje a abordar, en el curso de nivelación de la facultad que conduce, tuvieron tres jornadas taller de Psicología y Género, donde se trabajó con estudiantes respecto a la importancia de la perspectiva de género.

Las denuncias y la formación en torno al género

—¿Cómo abordar las violencias dentro de la Universidad?

Nos interesa el tema de los vínculos y denuncias, pero nuestra preocupación está puesta, primero, en generar la masa crítica, que la gente pueda identificar cuando un vínculo significa alguna situación de violencia. Tomar conciencia de eso es un primer paso y es algo que no solamente tenemos que hacer las mujeres, también los varones, diverses, en un constante diálogo respecto a estos temas sin que esto sea vivido como amenazante para los varones. Esto debe ser política de Estado. ¿A alguien se le puede ocurrir que la universidad no tiene que investigar? No. ¿A alguien se le puede ocurrir que la universidad no tiene que hacer docencia? No. Bueno, el tema de género es para nosotros una política de Estado y, como tal, tiene que ser tomada, no en el margen, no como algo eventual, sino participando de la reflexión sobre los planes de estudio. Las formas en que se enseña y se aprende están atravesadas por estas cuestiones.

Respecto a lo que implica posicionar en los espacios curriculares de las carreras la transversalidad de las discusiones de género, Altamirano cuenta que, dentro de la Facultad de Psicología, generaron un acuerdo con un porcentaje importante de cátedras, para incluir, en el corriente año, temas de género y salud mental en los programas.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

—¿Qué lectura hacés de las denuncias de violencia de género dentro de la UNC?

La violencia de género es una preocupación nuestra como espacio político en dos sentidos. Primero, la violencia, en general, es el tema epocal con que el género se ha visto más como un problema emergente. El Ni Una Menos, sin duda, tiene, hoy por hoy, una aceptación por parte de la sociedad que nunca hubiéramos imaginado diez años atrás y es bueno que así sea. Efectivamente, los problemas de género no están centrados en la violencia necesariamente. Es un problema estructural, donde la violencia es ejercida como tal en las acciones de salud, educación, medio ambientales, en los vínculos que tenemos en la vida cotidiana, al interior de las familias, al interior de los grupos de pares. Por lo tanto, una se pregunta: ´¿Violencia es solamente cuando hay una denuncia o cuando una mujer muere?´. Cuando una mujer muere es que ya nada pudimos hacer con diversas acciones. Pero, efectivamente, no empieza ahí, sino mucho antes. La mirada general del problema es algo que la universidad tiene que darse.

Altamirano cuenta que, el año pasado, hubo 40 denuncias de género en la UNC y plantea que esto no refleja la realidad de situaciones de violencia que ocurren dentro del ámbito universitario:


“Hay una masa crítica que no se anima, o que no ve que es una acción violenta, o no ha tomado conciencia. Hay un montón de situaciones que hacen posible que uno diga 2018, 40 denuncias. Mi opinión es que son muy pocas, no representativas. Las situaciones de violencia son muchísimas más en la universidad, en todos los estamentos y claustros. La mirada de prevención e interpelación a un problema estructural es central”.


—¿Cuáles son los debates en el ámbito de la universidad en torno al cupo laboral trans? ¿Cómo considerás que debe darse la aplicación de políticas de género?

Yo participé del equipo que, finalmente, aprobó el tema de la inclusión en la libreta universitaria del género auto percibido y, como tal, viví la resistencia de la universidad en todos los niveles. Todavía no había salido la Ley de Identidad de Género cuando esto, finalmente, se aplicó. En ese momento, también hablamos del cupo laboral trans y, efectivamente, hay una serie de resistencias, en principio, en las formas de contrato que la universidad tiene. No hay políticas que prioricen algún sector sobre otro cuando se inscriben en un concurso docente ni no docente. Incluso, los propios gremios no siempre incluyen y, en este caso, no acompañaron el cupo laboral trans. Lo pueden tener en una plataforma, pero, a la hora de ser interpelados por esto, no piensan que frente a un cargo no docente hay que priorizar unx trabajadorx trans. Hay que trabajar la forma de que ese cupo tenga incidencia, que la práctica lo contemple y se vea cristalizado. Requiere de mucho posicionamiento de parte de los colectivos diversos. Tiene que ser algo transversal que, con paciencia, cambie las culturas organizacionales, aun sabiendo que eso, en el marco del capitalismo y el patriarcado, tiene muchas dificultades institucionales.

Para Altamirano, las políticas de género deben ser pensadas como políticas de Estado y, por ello, manifiesta que, más allá de quién asuma el rectorado, van a acompañar a quienes tengan una mirada “que sea integral, sistemática, que presente un proyecto no para vigilar y castigar, sino para generar un cambio cultural en la estructura y los procedimientos de la universidad, y en la misma línea, que no sea sectario, que no nos divida”. En este sentido, reflexiona:


“El sistema patriarcal está más allá de los hombres y mujeres, y la interpelación que tenemos que hacer es política. No caigamos en la trampa que las miradas neoliberales nos quieren inculcar; muchas veces, una cree que las cosas que no puede hacer son culpa de uno en lo individual. No hay culpabilidades individuales, sino que hay un sistema que nos excede, pero eso no significa que no podamos cambiar el sistema».


En este sentido, la decana agrega: «Cambiar el sistema requiere un nivel de madurez con intervención en política de género; algunas son extremas, en otros casos, uno tiene que ir con agendas mucho más básicas, pero lo importante es que todas esas cuestiones lleven a la interpelación fuerte del sistema patriarcal. Avanzar aprecia los distintos niveles de interpelación vinculados a las masas críticas: se trata de una tarea orgánica, sistemática, donde no hay lugar para sectarismos mientras sea en pos de que el patriarcado caiga».

*Por Redacción La tinta. Imagen de portada: Colectivo Manifiesto

Palabras claves: elecciones 2019, Patricia Altamirano, UNC, Violencia de género

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