Científicos del marketing
Durante la última semana de abril y la primera de mayo, la agenda mediática y virtual estuvo marcada por la crisis social y económica que atraviesa el país. Dólar, deuda, riesgo país, FMI y default eran los términos que se escuchaban en la televisión y la radio, y se leían en los diarios y redes sociales. Pero, desde el 8 de mayo hasta acá, hemos sido testigos del inicio de las operaciones mediático-judiciales más fuertes hasta el momento, impulsadas por el gobierno nacional y jueces-periodistas (¿qué tanta diferencia queda?) cómplices. Y no hay nada que indique que, en los próximos meses, la intensidad de las operaciones disminuirá, sino todo lo contrario. Finalmente, entramos en campaña y la estrategia será la de tierra arrasada.
Por Esteban Viu para La tinta
El hecho que sirvió como punta de lanza para sacar de los medios la crisis socio-económica fue la participación de Marina Simian en el programa televisivo “¿Quién quiere ser millonario?”. Lo que, a primera vista, parecía ser la exposición de la crisis que vive el sistema de Ciencia y Técnica en el país fue virando hasta dejar en una zona gris su veracidad. Es que Simian, además de ser bióloga molecular y dirigir un grupo de investigadores del CONICET, es la esposa de Esteban Galuzzi, Subsecretario de Tránsito y Transporte de la ciudad de Buenos Aires. Es decir, funcionario del PRO.
Hilando fino en las palabras de Simian, podemos advertir que el problema que plantea no es estructural, sino particular. Su discurso nunca entra en la destrucción y desfinanciación del sistema científico, sino que aborda problemas individuales: su grupo de estudio encuentra dificultades por la fuerte devaluación que imposibilita la compra de determinados reactivos y el atraso en los pagos de las becas. Marina Simian, en realidad, no representa al sistema científico en sus palabras, sino a la clase media nacional, a la que cada vez le alcanza para menos y el Estado le dice que tiene que ajustarse porque tampoco puede seguir pagándole los subsidios de los servicios públicos.
En el discurso de la investigadora, hay una construcción muy clara del emisor y el destinatario. Y es acá dónde esa construcción toma sentido. Mauricio Macri, asesorado, recibe a Simian el viernes 10 de mayo. Al finalizar la reunión, la bióloga twittea: «Hoy tuve una muy buena reunión con el presidente Macri. Hablamos de lo que hay que hacer a corto plazo para empezar a aliviar la situación de los científicos”. La utilización pública de la palabra alivio fue una de las órdenes que bajó la cúpula de Cambiemos a sus funcionarios desde la última corrida cambiaria.
Pero eso no fue todo. Simian agregó en otro tweet: «Yo me comprometí a empezar a reunirme con los funcionarios que correspondan para impulsar los cambios. Y me comprometo con la comunidad a mantenerlos informados sobre la ejecución de los mismos». ¿Por qué una investigadora se hace cargo de impulsar y comunicar la ejecución de cambios dentro del CONICET? ¿Y las autoridades? Durante esos días, un grupo importante de responsables de diferentes áreas del CONICET presentaron su renuncia. Dora Barrancos, uno de los nombres más importantes dentro del organismo, aseguró en su renuncia: “Esto es el ajuste del ajuste”.
Mientras, Mauricio Macri construye una imagen que lo posiciona como un funcionario abierto al diálogo y a solucionar los problemas, ya no del sistema de Ciencia y Técnica, sino de la clase media, la clase que definirá esta elección.
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El 9 de mayo, se produjeron dos hechos centrales. A las 6:50 de la mañana, en la Plaza del Congreso, el diputado radical Héctor Olivares y su asesor Miguel Yadón fueron baleados desde un auto. Ambos fallecieron. Ese mismo día, por la tarde, Cristina Fernández presentó su libro Sinceramente en La Rural, a calle repleta. Estos dos hechos marcaron una ruptura y terminaron de configurar una nueva agenda mediática: el primero porque, desde el retorno a la democracia, no había un político asesinado en nuestro país. El segundo porque la política argentina aún gravita entorno a la ex Presidenta.
Estos 3 temas se llevaron el podio de los medios y de las redes durante el fin de semana. Sin embargo, había más. El lunes 13 de mayo, cerca de las 9 de la mañana, Francisco Muñiz arrojó un arma sobre las rejas de la Casa Rosada, luego de inventarle al personal de seguridad que tenía una audiencia con el Presidente. Con el correr de las horas, se comprobó que Muñiz fue militante de Cambiemos y que ni él ni el arma tenían balas. Por lo menos, llamativo.
La última, pero esencial en la estrategia mediático-judicial. Luego del apriete a la Corte Suprema por parte del gobierno nacional, se aprobó la televisación del juicio a Cristina Fernández.
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Todo esto coincide, por la profundidad que alcanza la crisis económica, con el llamado del gobierno al psicoanalista español Roberto Zapata, que suele trabajar con Duran Barba, para medir los humores sociales y afilar el famoso marketing político.
No es propósito de esta columna asegurar que todos los hechos ocurridos y descritos acá fueron preparados de manera deliberada en su integridad. Más bien, se propone ser un doble llamado de atención. Por un lado, para revisar todos los hechos en su totalidad, los servicios están a la orden del día. Pero, también, para profundizar en lo que casi nadie nos cuenta con fuegos de artificio. Hay mucho además de candidaturas y operaciones: no solo perdimos profesionales como Dora Barrancos. El peso argentino tuvo dos devaluaciones más, el gobierno de Cambiemos entregó puntos estratégicos para la explotación de petróleo en los mares del sur, el Estado vendió (privatizó) $1.131 millones en bienes inmuebles que nos pertenecen a todxs, solo por nombrar algunas de las barbaridades a la que nos someten.
“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación”.
Rodolfo Walsh.
*Por Esteban Viu para La tinta.