Dengue en Tartagal. Crónica de un tremendo teatro de lo absurdo
“Amigos, mientras aquí seguimos velando y llorando nuestros muertos,
la Cámara de Diputados rechazó el tratamiento sobre tablas del
Proyecto de Declaración de Emergencia Sanitaria para los dptos. San Martín, Orán y Rivadavia.
Dios justo y todopoderoso, haga que estos hijos de mil putas
que viven de la teta del poder años y años, le pique a ellos
y tengan que atenderse en el hospital de Tartagal.”
Del Facebook de una vecina de Tartagal.
“Duele en el alma, aún no siendo de aquí lo precario
que es el hospital de Tartagal y además de la mala atención.
Es triste! las personas que estamos de paso por Tartagal,
realmente nos da pánico el hospital de aquí”.
Comentario a la trasmisión por Facebook de la conferencia de prensa.
Por Mariana Espinosa¹ para La tinta
Veintitrés de abril de 2019. El verano ya pasó, pero siguen en aumento los casos de dengue en la ciudad de Tartagal. El hospital regional está colapsado y muchas personas que manifiestan sintomatología de dengue resisten en sus casas. Funcionarios del gobierno salteño fueron a la ciudad y, junto a autoridades locales, ofrecieron una conferencia de prensa sobre el flagelo. El actual intendente interino y uno de los representantes del Ejecutivo Provincial inauguraron el acto. El primero insistió en el “descacharrado”; el segundo recordó a los pobladores que los brotes son casi permanentes desde mediados de los ‘90. El tono sacerdotal del señor de Salta, la impericia política de un funcionario que ocupa controversialmente el cargo de intendente y la conferencia en su conjunto, como veremos, confirmaron, por defecto, que el dengue es un problema urgente.
Los y las periodistas estuvieron a la altura de la circunstancia. “¿Cuántos muertos se necesitan para declarar la emergencia sanitaria?», preguntó una comunicadora, tras advertir que hay “casos de dengue hemorrágicos”². Otro hizo eco de su compañera y agregó: “Espero no tener la misma suerte de un colega que quedó sin trabajo justamente por mostrar este vaciamiento (del sistema de salud pública)”³. Señaló, además, que los criaderos no se erradican apenas aleccionando a los vecinos, sino controlando debidamente a las empresas altamente contaminantes que generan criaderos de gran escala. Por otra parte, resaltó que las zonas del departamento San Martín de mayor avance del dengue son las que están “avasalladas por el desmonte”.
Oídos sordos, los funcionarios insistieron con la prevención y eludieron la existencia de un problema severo. La epidemióloga de turno estuvo más preocupada por instruir a los presentes en un correcto uso del léxico médico que en explicar las causas de fiebre de la población.
Si es que de números fiables se trata, otra periodista preguntó: “¿Cuántos casos de dengue confirmados hay hasta el momento en Tartagal?”, denunciando que la página del Ministerio de Salud “no actualiza los casos”⁴. La epidemióloga “ignoró” dar el número de casos; negó que la página esté desactualizada, aunque no descartó “chequearla”⁵. Ya con tono vehemente, otro comunicador insistió que no se trata sólo de prevención, que “el problema está instalado aunque las autoridades lo nieguen”. A seguir, enumeró casos de muerte por dengue y sentenció: “Dejen de tomarnos el pelo, señores! Yo no tengo obra social y tengo que llevar a mi familia al hospital. Estoy acá como ciudadano, además de como periodista. Hace dos meses que voy prácticamente todos los días al hospital y la situación es la misma: está abarrotado de gente, cinco horas de espera porque no hay un médico (…) ¿Medicamentos? ¿Paracetamol? Ni siquiera dan en el hospital”⁶.
Al término de la conferencia, un conocido periodista agregó: “Todas las personas que estamos acá sabemos que no hablamos de cientos, sino de muchos más. Bueno, vamos a respetar los elementos técnicos que ustedes vienen a presentar aquí (…) ¿Pueden decirnos qué tuvieron esas personas con fiebre y si tienen los registros de las personas que, por suerte, tienen obra social y van a una clínica privada? (…) No venimos a confrontar. Los medios de comunicación venimos aquí a buscar un elemento de certeza respecto a lo que está pasando y, hasta el momento, lamentablemente, ustedes no lo han dado”⁷.
Responder las preguntas que allí se hicieron hubiera sido aceptar que no existe capacidad operativa del sistema de salud para ofrecer atención médica, menos aún para realizar un monitoreo estadístico. Los gestos decían más que las palabras. Toda la conferencia fue un teatro de muecas, miradas tensas, incómodas posiciones corporales de los estupefactos periodistas que, al anteponer una preocupación ciudadana, ponían en juego su trabajo.
A los funcionarios del intendente Eduardo Leavy y del gobernador Juan Manuel Urtubey, quizás inmunizados por el perfume del repelente que deben usar para acercarse al pauperizado chaco salteño, no se les movía ni un pelo.
El 24 de marzo, según informa El tribuno, el médico y legislador Manuel Pailler presentó un proyecto de ley a fin de declarar la Emergencia Sanitaria para los departamentos de San Martín y Orán. Argumentó que «son de público conocimiento los problemas en el sistema de salud del norte provincial, por lo que se hace necesaria la presencia del Estado en esta situación. La respuesta no debe ser otra que la reasignación de recursos para la prestación, atención y asistencia sanitaria para todos aquellos pacientes que presentan síntomas de padecer dengue o fiebre amarilla».
El miércoles 24 de abril, Mario Mimessi, otro legislador provincial por Tartagal, publicó en su cuenta de Facebook: “El oficialismo no quiso que se trate anoche en la Cámara de Diputados sobre tablas el proyecto de ley en donde solicitamos que se declare la Emergencia Sanitaria en San Martín, Orán y Rivadavia presentada por el bloque radical”⁸.
Dos solicitudes, dos fracasos. Mientras tanto, cada vecina y vecino de Tartagal conoce varios casos de dengue en su barrio, en su entorno personal. Por las redes, se multiplican testimonios severos y trágicos, como rezan los epígrafes de nuestra nota. El hospital público está colapsado, los medicamentos no son gratuitos, no se reparten repelentes. El peor pronóstico, no cabe duda, es el clima de la política; epidemiología de un tremendo teatro de lo absurdo.
* Por Mariana Espinosa¹ para La tinta / Imagen de tapa: Agencia Timon.
¹ Socióloga, antropóloga y poetisa. Es investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Córdoba.
² https://web.facebook.com/vtnoticias/videos/350682188885306/?hc_location=ufi
³ Ibidem.
⁴ Ibidem.
⁵ Ibidem.
⁶ Ibidem.
⁷ Ibidem.
⁸ https://web.facebook.com/profile.php?id=100013760356827&fref=search&__tn__=%2Cd%2CP-R&eid=ARBvj_8AZGa1Au1-9-U_PEqEjhYSNt8e1Hvj7hTnkZ86j1fJU4n1n_sqqihESzMOCKbcj8RvZjvKIAGf