“Mirá ese monte”: un modo de vida y producción que los cordobeses necesitamos defender
Este viernes 12 de abril se inaugura en el Museo de Antropología de Córdoba la muestra foto-etnográfica “Mirá ese monte. Vida y trabajo en Traslasierra”. Con fotografías y textos de la antropóloga Julieta Quirós, en colaboración con la Unión Campesina de Traslasierra y técnicos en desarrollo rural, esta muestra nos acerca a la vida de los productores familiares del oeste cordobés que resisten al agronegocio, metiéndonos de lleno en sus modos de habitar, crear riqueza y construir comunidad.
Por Victoria Perissinotti y Victoria Reusa para La tinta
Traslasierra es guardiana de numerosas especies de flora, fauna y recursos naturales. Es la región cordobesa que hoy alberga una gran parte del escaso 3% de bosque nativo que logró sobrevivir al avance progresivo del desmonte y del monocultivo.
Pero Traslasierra no es solo monte, es también gente: una comunidad, un modo de vida y de trabajo, o, en palabras de Julieta Quirós, “una manera de poblar y cultivar campo argentino”. Desde una mirada etnográfica, las fotografías de “Mirá ese monte” proponen desplegar este modo de vida y trabajo en su cotidiano, a través de un recorrido que tiene como protagonistas a familias y pequeños productores del departamento de San Javier.
Si algo queda claro en este recorrido es que Traslasierra produce. Produce monte, produce soberanía alimentaria y produce comunidad. Por ello, lejos de ser “atrasada” o de haber quedado “en el pasado”, debemos comprender que la agricultura campesina contiene la agricultura del futuro y que defenderla es un asunto de todos.
Traslasierra produce monte nativo
De las 12 millones de hectáreas de bosques nativos que comprendía la provincia de Córdoba, hoy, quedan apenas 300 mil, es decir, el 2,27%. Estudios satelitales muestran que las áreas ocupadas por las comunidades serranas tienen una tasa notablemente mayor de renuevo de las especies autóctonas. Esto se debe a que el uso productivo y sustentable que las familias de campo hacen del monte cordobés es también una manera de preservarlo y fortalecerlo.
Gracias a la conservación de su monte nativo, esta región ha podido cobijar a buena parte de la actividad apícola que, en las últimas décadas, se vio obligada a migrar desde otras zonas de la provincia debido al avance de la deforestación y la tala indiscriminada. De allí que Traslasierra concentre, actualmente, el 50% de la producción de miel de la provincia.
Traslasierra produce soberanía alimentaria
En el último año, el campo argentino generó comida para 440 millones de personas (10 veces su población) y, sin embargo, entre 2 y 3 millones de personas pasaron hambre en nuestro país. En efecto, tal como indican los datos publicados recientemente por el Observatorio de la Deuda Social Argentina, el 7,9% de la población de nuestro país sufre de “inseguridad alimentaria severa”, es decir, tiene experiencias frecuentes de hambre. Si bien se trata de una problemática compleja, es preciso decir que, en parte, esto ocurre por el modelo de producción de alimentos vigente. Nos referimos a que el avance del monocultivo de soja y maíz para la exportación ha convertido a la agricultura argentina en agronegocio, priorizando el comercio internacional y no la alimentación de los pueblos.
Esta configuración del modelo productivo trae aparejada otra problemática que, en los últimos años, ha cobrado notoriedad de la mano de luchas como las de las Madres de Ituzaingó y el colectivo Paren de Fumigar: el agronegocio produce alimentos envenenados. Entre 1991 y 2017, el uso de agroquímicos en el campo argentino aumentó más del 860% (pasó de 39 millones a 3800 millones de litros), causando daños irreversibles para la salud de las poblaciones y la naturaleza.
En contraposición a este escenario, las familias y pequeños productores de Traslasierra buscan producir alimentos y territorios libres de veneno, ambos imprescindibles para nuestra soberanía alimentaria. ¿A qué nos referimos con este concepto? Al derecho y la capacidad que tenemos todos los pueblos de producir y acceder a comida sana y de calidad. Sólo por poner un ejemplo, el pollo de campo -uno de los productos típicos de la zona serrana- no tiene agregados ni de antibióticos ni de hormonas y está libre de las enfermedades que causa el hacinamiento en su crianza.
Traslasierra produce vida en común
Por último, tal como da cuenta el recorrido que nos propone “Mirá ese monte”, la forma de trabajo de las familias serranas produce, también, una forma particular de hacer comunidad. Sucede que, para la gente de campo, la organización colectiva es una herramienta imprescindible. A través de las acciones cotidianas que despliegan las familias de Traslasierra, acompañadas e impulsadas tanto por organizaciones campesinas como por agentes estatales, el trabajo colectivo busca fortalecer las economías regionales y domésticas. Entre dichas acciones, destacan las compras y ventas comunitarias, así como las ferias y locales de venta al público que organiza el Movimiento Campesino de Córdoba, que resultan fundamentales para garantizar que los productores familiares puedan comercializar sus productos y recibir un precio justo por ellos.
Este modo de organización permite, además, que estos alimentos puedan trascender las fronteras de los territorios en donde se cultivan y llegar a la gente de la ciudad. Asimismo, el intercambio con técnicos rurales, como los de la Subsecretaría de Agricultura Familiar -actualmente en proceso de desmantelamiento por parte del Estado nacional-, resulta imprescindible para desplegar campañas que posibilitan el sostenimiento y desarrollo de las producciones locales.
En suma, Traslasierra produce un modo de vida y trabajo ecológicamente sustentable que son patrimonio y derecho de todos los cordobeses, y que necesitamos valorar y defender.
*Por Victoria Perissinotti y Victoria Reusa para La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.
*Integrantes del Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR).
En el Museo de Antropología de Córdoba, ubicado en Av. Hipólito Yrigoyen 174.
La muestra permanecerá expuesta hasta el mes de mayo, con entrada libre y gratuita para toda la comunidad.