Red de Psicólogxs Feministas: «Una psicología para todes»

Red de Psicólogxs Feministas: «Una psicología para todes»
5 abril, 2019 por Redacción La tinta

Esta Red, que funciona en varias provincias, apuesta a una psicología que no culpe ni revictimice, que no reproduzca estereotipos de género y que no patologice las identidades, expresiones de género y orientaciones sexuales que no cumplen con lo que impone la cis hetero norma. Entrevistamos a Mila Francovich, una de sus integrantes.

Por Redacción La tinta

—¿Cómo se crea la Red de Psicólogxs Feministas (RPF)?

La Red se crea en Buenos Aires a principios de 2016. Un grupo de profesionales que trabajaba con casos de violencia de género se da cuenta de la cantidad de consultas que recibían acerca de si conocían psicólogxs feministas en distintas localidades. También a partir de la escucha atenta de los relatos de personas que habían atravesado malas experiencias por falta de una perspectiva de género de sus terapeutas. Así es como identifican la demanda.

En ese momento, se armó una lista de profesionales y hoy, tres años después, la Red es Asociación Civil y está integrada por casi 200 profesionales. Rápidamente, adquirió presencia nacional; en Córdoba, se formó al poco tiempo que en Buenos Aires y, además, está presente en La rioja, San Juan, San Luis, Mendoza, Rosario, La Plata, Tandil, Bahía Blanca, Bariloche y Esquel.

—¿Qué une a quienes se definen como psicólogxs feministas? ¿Existe una corriente particular dentro de la psicología?


—Es importante aclarar que la psicología feminista no constituye en sí misma una teoría psicológica como lo son la cognitiva conductual, el psicoanálisis o la gestalt. Sino que es una perspectiva de trabajo, de análisis y de intervención que se puede incorporar a cualquiera de las teorías ya existentes y que, por lo tanto, permite hacer una revisión constante y minuciosa de teorías que, al haber sido construidas en otra época, han quedado desactualizadas.


Esto quiere decir que, dentro de la Red, hay pluralidad de marcos teóricos, lo que nos nuclea es el ejercicio profesional con perspectiva de género. La apuesta es una psicología que no culpe ni revictimice, que no reproduzca estereotipos de género y que no patologice las identidades, expresiones de género y orientaciones sexuales que no cumplen con lo que impone la cis hetero norma. Quizás es una obviedad mencionarlo, pero también nos une nuestra postura a favor de la legalización del aborto.

—Entonces, ¿cómo se puede definir la psicología feminista?

—En primer lugar, hay que mencionar que es una psicología para todes, que su campo de ejercicio no se limita al consultorio y que las consultas que recibimos no son sólo por casos de violencia doméstica. Es importante aclarar esto porque son preguntas que surgen muchas veces cuando contamos que somos psicólogxs feministas.

El primer punto tiene que ver con que mucha gente piensa que nuestro trabajo está dirigido a mujeres y personas con identidades de género u orientaciones sexuales disidentes. Esto es un error, porque, además de que trabajamos con personas de cualquier género, sabemos que la sola delimitación del grupo de trabajo no garantiza un abordaje con perspectiva feminista. Es muy común encontrar espacios que trabajan con mujeres y que terminan revictimizando y reproduciendo estereotipos de género presentes en la sociedad.

El segundo punto tiene que ver con el hecho de que la incorporación de la perspectiva de género es necesaria en todas las áreas en las que nos desempeñamos profesionalmente; en el consultorio, pero también en los gabinetes escolares, en la docencia y en las organizaciones, entre muchos otros.

Por último, acerca de los motivos de las consultas que recibimos, se tiende a asociar la palabra género con violencia. Esta asociación no es arbitraria teniendo en cuenta los índices de violencia por razones de género que hay en la sociedad, pero la realidad es que ni género equivale a violencia ni la psicología feminista se limita a eso. La perspectiva de género es una herramienta de análisis necesaria para comprender e intervenir ante cualquier motivo de consulta.


La psicología feminista cuestiona la práctica profesional que reproduce los roles estereotipados de género, ya que comprende que estos mandatos juegan un rol clave en cómo las personas construyen sus proyectos de vida, en lo que se permiten o se prohíben hacer, decir y sentir, y que, por lo tanto, esto genera un padecimiento psíquico específico. La psicología feminista no sólo cuestiona, también propone. La incorporación de esta perspectiva de trabajo permite ofrecer espacios seguros, libre de prejuicios, de problematización y deconstrucción de privilegios, y en los cuales sea posible identificar la violencia en todas sus dimensiones y no sólo cuando se presentan en sus formas más extremas.


—¿Cuáles son las áreas de trabajo?

—Si bien, al inicio, el objetivo principal era la atención en consultorio, la Red fue creciendo y, de esta manera, se diversificaron las tareas e intervenciones. La demanda de psicoterapia sigue siendo muy grande, pero, actualmente, también se realizan numerosas actividades de formación y capacitación, se trabaja en articulación con organizaciones feministas de otras disciplinas y se apuesta a la democratización de la información a través de difusión y comunicación.

—¿Cómo se vincula la Red y esta forma de ejercer la psicología con el movimiento feminista?

—Desde el punto cero. El feminismo como movimiento social y posición política nos lleva a replantearnos nuestros marcos teóricos y a enfrentar el desafío de construir nuevas formas de trabajo, nuevas formas de entender a las personas y, por lo tanto, de acompañarlas. 

Al no ser solo un movimiento de resistencia, sino, por sobre todo, de conquista, el feminismo ha logrado avances legales que inciden directamente en nuestra práctica profesional. No era lo mismo abordar una situación de violencia de género en 2008, que hoy, a diez años de la sanción de la Ley de Protección Integral de la mujer, la cual permitió tipificar y establecer la ilegalidad de estas formas de violencia. Tampoco es lo mismo antes y después de la Ley de Matrimonio Igualitario ni de la Ley de Identidad de Género. La conquista de derechos gracias a la lucha feminista transforma nuestro quehacer profesional constantemente.

—¿Cuál fue su formación académica para llegar a trabajar desde este paradigma?

—La mayoría de quienes formamos parte de la Red somos activistas feministas desde hace varios años, por lo que transitamos distintos espacios colectivos de aprendizaje y organización que nos dejaron muchísimos conocimientos, aprendimos cosas que no se encuentran en los libros. Con el tiempo, la oferta de formación académica fue creciendo y nos fuimos especializando. Pero es cierto que, durante la carrera de grado, no fue fácil acceder a esta perspectiva.

Particularmente, les profesionales de Córdoba nos recibimos antes de que el tema estuviera tan instalado y de que existiera el Programa de Género de la UNC. Hoy, las cosas son distintas –y, a la vez, no tanto– y sabemos que, en cada facultad, además de les estudiantes, hay docentes, no docentes y autoridades feministas trabajando para que las cosas cambien, pero todavía las resistencias siguen siendo enormes.

Por ejemplo, cuando yo cursé la carrera, el sesgo androcentrista era muy fuerte. Esto quiere decir que, en los contenidos, siempre el sujeto de referencia era el varón cis heterosexual, se invisibilizaban las particularidades de las mujeres y se patologizaba todo lo que no cumpliera con la cis hetero norma. Un ejemplo claro de este sesgo en ese momento era la no mención del aborto. En cinco años de carrera, ni siquiera se mencionaba el aborto espontáneo como acontecimiento posible en la vida de las personas con cuerpos con capacidad de gestar. No cuesta imaginar lo lejos que estábamos de egresar con las herramientas necesarias para acompañar a alguien que decide ejercer su derecho a no maternar y practicarse un aborto en las condiciones de clandestinidad y juicio social que te impone la sociedad actual. A causa de este sesgo, la incorporación de una perspectiva feminista quedaba supeditada y condicionada a la búsqueda de cada une por fuera de la educación formal universitaria que ofrecía la carrera.

Esto no quiere decir que los espacios de formación por fuera del sistema educativo formal estén mal. Lo que sucede es que significan un privilegio extra, ya que, además de poder acceder a la educación universitaria, se necesita contar con el tiempo extra y, en muchos casos, con fondos para costear esa formación.

Dicho de otra forma, en ese entonces y hoy aunque en menor medida, la posibilidad de incorporar una perspectiva de género que nos permita no reproducir todas las opresiones, discriminaciones y violencias en nuestra sociedad constituye un privilegio.

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(Imagen: Juan José García)

*Por Mila Francovich para La tinta.

Datos de contacto de la red
rpfcordoba@gmail.com
contacto@redpsicologxsfeministas.com
IG: rpf_cordoba / redpsicologxsfeministas

Palabras claves: feminismo, Psicología, Red de Psicólogxs Feministas, Salud Mental

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