Los niños de familias de bajos recursos tienen una concepción más “solidaria” del dinero
La investigación, realizada con niños de 5 a 7 años de escuelas públicas y privadas de Córdoba, se propuso indagar la percepción del dinero y su utilización en niños pertenecientes a diferentes niveles socioeconómicos.
Por Soledad Huespe para UNCiencia
Realizado por investigadoras de la Facultad de Psicología de la UNC, en 2013, el estudio identifica diferencias de percepción, lo cual evidencia, para los autores del trabajo, la influencia de su entorno a la hora de relacionarse con el dinero. En ese sentido, los niños de estratos más vulnerables muestran actitudes más solidarias con el dinero.
El niño comienza a relacionarse con la realidad económica desde sus primeros años de vida, a medida que entra en contacto con el mundo del dinero, a través de las prácticas económicas que observa en sus padres y otros adultos, por ejemplo, a partir de experiencias cotidianas como ir de compras o escuchar comentarios alusivos a «lo económico».
Estas interacciones tempranas con el dinero y sus significados se constituyen en la matriz básica donde los individuos se desarrollarán no solo como ciudadanos, sino también como consumidores.
Un equipo de la cátedra de Psicología Económica de la Facultad de Psicología de la UNC –integrado por Patricia Altamirano, Mariela Demaría, María de la Paz Echenique y Valeria Veloce– realizó un estudio de carácter exploratorio, donde desarrolla un análisis cualitativo de la percepción y utilización del dinero en niños de diferentes clases sociales.
Algunas de las conclusiones muestran que, si bien no existen grandes diferencias en cuanto a la percepción sobre el proceso de consumo, ya que los niños señalaron diversos usos que harían del dinero, sí se marcan diferencias en cuanto a la importancia del gasto como actividad de riesgo que evidenciaron –en sus respuestas– los pequeños de nivel socioeconómico bajo.
En efecto, muchos de ellos se manifestaron preocupados por el uso del dinero y lo ven más como un instrumento para ayudar a cubrir las necesidades de su familia.
La percepción del ahorro también permitió advertir diferencias. “En el colegio de clase media, se observó una mayor comprensión de la conducta de ahorro; la mayoría afirmó tener alcancía o un recipiente en el que juntan monedas, y reconoció utilizar parte del dinero ahorrado para gustos personales y diversión como golosinas, gaseosas o figuritas. En la muestra recogida en el colegio de clase baja, la comprensión acerca del ahorro fue baja, lo que pudo corroborarse por su falta de conocimiento del término ‘alcancía’, que luego fue reemplazado por el término ‘chanchito’. Igualmente, ninguno afirmó haber tenido o tener chanchito como práctica de ahorro”, explica Patricia Altamirano.
Otra diferencia que quedó establecida es la importancia sobre el gasto como actividad de riesgo, que evidenciaron los niños de nivel socioeconómico bajo a través de sus respuestas.
En ese sentido, muchos demostraron preocupación por el uso que podían hacer el dinero, principalmente, los billetes de montos más altos. Al tiempo que señalaban que les pedirían a sus padres que se lo guardaran o les preguntarían qué hacer con él.
“Esto puede relacionarse con resultados de investigaciones anteriores que indican que los niños de este nivel socioeconómico consideran destinar gran parte de sus recursos monetarios a necesidades que surgen dentro de la familia, viéndose al dinero más como un instrumento de ayuda a la familia por sobre las necesidades personales sumado a la sensación de falta de control de la economía individual”, describe Mariela Demaría.
Asimismo, en los estratos de menor poder adquisitivo, pudo observarse una mayor valoración hacia el dinero, evidenciada en un interés mayor por la prueba y una implicación de los sujetos en transmitir percepciones más detalladas sobre estas cuestiones.
Lo que permite esta prueba es investigar la inteligencia y la personalidad del sujeto en tres direcciones: su relación con la realidad; cómo imagina la dirección de su vida, es decir, su fantasía; y su sociabilidad.
Si bien se trata de un estudio de carácter exploratorio, permite evidenciar las diferencias en el grado de comprensión de las distintas conductas en relación con el dinero y permitió observarse la influencia de su entorno social a la hora de relacionarse con el dinero y su percepción.
Sobre el estudio
La muestra estuvo conformada por 12 niños de 5 a 7 años de ambos sexos, pertenecientes a una escuela privada y a una escuela urbano-marginal de la ciudad de Córdoba. Se tomaron seis alumnos de tres salas: dos de jardín de cinco años, dos de primer grado y dos de segundo grado, esto es, seis niños de cada colegio. La prueba se compone de siete preguntas, formuladas con el propósito de que el sujeto imagine cómo dispondría de siete montos de dinero (un peso, diez pesos, cien pesos, mil pesos, diez mil pesos, cien mil pesos y un millón de pesos).
El nivel socioeconómico se consideró a través de los siguientes indicadores: colegio al que asiste el alumno; importe de la cuota o cooperadora; ubicación geográfica del establecimiento educativo; barrio de procedencia. Y para la percepción y uso del dinero, se tomaron como indicadores conductas relacionadas al ahorro, al consumo, al gasto y a la inversión.
*Por Soledad Huespe para UNCiencia