«Hay que cambiar desde adentro la cultura homofóbica y machista del fútbol»

«Hay que cambiar desde adentro la cultura homofóbica y machista del fútbol»
24 octubre, 2018 por Redacción La tinta

Juan Cruz Komar charló con La tinta desde la toma de Casa Verde, en plena Ciudad Universitaria de la UNC. El futbolista de Talleres habló sobre el individualismo y el exitismo sobre el que se forman los jugadores desde inferiores, las charlas sobre géneros y machismos que ha logrado tener con sus compañeros y la importancia de apoyar al fútbol femenino. «Si bien, en los últimos años, sí se han dado estas discusiones en la sociedad, en el fútbol, los comportamientos son todavía bastante anacrónicos».

Por Gonzalo Reyes para La tinta

¿Qué hace un jugador de fútbol de Primera División, un comunicador, un licenciado en filosofía y una estudiante de la UNC sentados en cuatro pupitres en plena toma de las aulas de Casa Verde?

En solo dos años, Juan Cruz Komar ha jugado en otras canchas y equipos de Córdoba, además de hacerlo en el Estadio Kempes como central en la zaga del Club Atlético Talleres. Sus 22 años dejan ver ese deseo inagotable de querer hacer y ser muchas cosas. No es sólo un futbolista profesional, como tampoco nadie es solo una cosa en este mundo. Su participación en actividades y trabajos de base junto a organizaciones barriales lo han sabido mostrar como una rara avis en el mundo del fútbol. Más de uno se sorprende al verlo participar en ciclos de cine-debate sobre fútbol y política. Semanas atrás, Ignacio Bogino, jugador de Temperley, dijo en una entrevista a Pagina/12: «Antes decía que era futbolista, ahora me gusta decir que no soy nada y que puedo ser todo”. Cierro los ojos e imagino la misma frase en boca de Komar.

¿Qué pretendemos de los jugadores de fútbol, protagonistas indiscutidos de uno de los fenómenos culturales más importantes del mundo? ¿Solo esperamos que den todo de sí sobre el césped? ¿Y qué pasa cuando se corren de ese lugar predecible, cuando responden sin cassette y preguntan por lo que pasa fuera de las canchas? ¿Será que somos nosotros, los hinchas, los que tenemos que empezar a deconstruir ese prototipo de futbolista y escuchar a los que se corren de ese papel?

Juan Cruz nos cuenta que hablan mucho en el vestuario albiazul. Temas como deportes y género, aborto legal, actualidad política, surgen muchas veces por su iniciativa. Cuando lo hace, del otro lado recibe respuestas, preguntas y contrapuntos. Admite que, en el mundo del fútbol, los comportamientos y pensamientos son generalmente anacrónicos a los tiempos que corren, pero… ¿quién acaso les propone debatirlos?


«El jugador no es conservador con conciencia. No conocen, no se han podido comprometer con problemáticas sociales, entonces reproducen lo que maman del sistema”, nos explica. Un sistema dentro de otro micro-sistema que es el de la pelota, donde se profesa hipócritamente que lo importante es el equipo, cuando, en realidad, lo único que te salva para seguir en carrera es el rendimiento individual en las canchas y la capacidad de poder presentarte como una marca propia para vendérsela a los medios.


Eso hace un futbolista, un comunicador, un licenciado en filosofía y una estudiante universitaria en medio de las tomas estudiantiles de la UNC en defensa de la educación pública. Gonzalo, Martín y Victoria hablamos con Juan Cruz Komar, un pibe preguntón al que le gusta responder y que llega en bicicleta a Ciudad Universitaria para hablar con La tinta sobre un fútbol en deconstrucción.

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El imaginario individualista y exitista en el fútbol: «Desde inferiores hasta Primera, existe una lógica de búsqueda individual para poder seguir»

—Martín: Personalmente, pienso que, en el deporte, existe un imaginario del éxito que se acopla con la idea neoliberal de poner énfasis en el esfuerzo individual, en la gestión empresarial -es decir, como si uno fuese un empresario de sí mismo- y en la idea de fracaso como aspecto necesario para el éxito -´al que le va mal es porque le va a ir bien´-. Como ejemplo de todo esto, en el último Mundial, se le pedía a Messi «traeme la copa», es decir, vos (individuo) traeme (a mí) la copa. ¿Observás desde adentro este culto al éxito individual?

—Juan Cruz: Está bueno arrancar con esto del éxito y el fracaso, de resaltar lo individual por encima de lo grupal. Es verdad. Y me quedé pensando que también es verdad que cada vez se da menos en el fútbol ese sentido de pertenencia con una institución. Es como que el jugador hace su carrera y utiliza al club. Pero tampoco hay que demonizar a los jugadores porque los clubes también los utilizan como números y según sus necesidades, deshumanizándolos mucho. Hay un tire y afloje de ambos lados en esto.


«El hincha es el más sincero en todo esto. Después, podemos discutir si está influenciado y reproduce una cultura con ciertos valores que se exacerban. Pero es el más sincero en este círculo: paga la cuota y va a la cancha, paga la entrada, no duerme cuando al equipo le va mal. Es interesante eso».


Respecto a lo de Messi, a mí también me llamó la atención en su momento, cuando se viralizó la frase. Era como decir «Messi, traeme un paquete de arroz del super», muy simplista… ¡y hablamos de ganar un Mundial! Es como decís vos, un ejemplo claro donde queda al descubierto el culto al exitismo y al individualismo.

Sobre la idea de «ser tu propia empresa o marca», no hay nadie que te lo diga, pero sí está instalado en el ambiente, está implícita esa situación que te lleva a preguntarte «cómo me vendo yo, cómo me manejo yo, qué expongo de mí y qué no, qué digo a los medios y qué no digo».

—Gonzalo: A su vez, el fútbol y todos sus componentes reproducen la lógica dominante mercantil, capitalista e individual. Entonces, yo creo que otro de los complementos nobles del fútbol -además del hincha- es el jugador, porque parte de un sueño que es «ser jugador», que quizá empieza a los diez años y luego intenta desarrollarse en medio de representantes, dirigentes, gente que lo quiere comprar y vender, sumado a eso, el desarraigo temprano para poder progresar en clubes grandes. Creo que el jugador reproduce la lógica porque es parte de un engranaje que funciona así y también para poder sobrevivir y cumplir con su sueño. Entonces, no sé si podría juzgar a un jugador por intentar ser «su propia marca» o «el empresario de sí mismo».

—JCK: Coincido en eso. Cuando empieza el sueño de convertirse en futbolista profesional, uno lo hace realmente con total nobleza, voluntad y sacrificio personal, sabiendo que llegan menos del 1% del total que lo intenta, entonces ahí sí entra esto del individualismo. Pero nace de ese contexto, desde inferiores hasta llegar a Primera. En ese camino, desde los 13 o 14 años, obvio que uno compite para su club, pero en segundo plano. En primer plano, tenés la necesidad de destacarte para subir escalafones. No es lo más importante el equipo en ese momento. Es destacarse y llegar a primera. Hay razones por las que queda en segundo plano lo colectivo y se prioriza lo individual.

Hay equipos que se van al descenso con jugadores que, pese al mal resultado colectivo, se destacan y pueden quedar en Primera porque los busca otro club. Y no digo que esté mal, porque, en el momento que se destacan individualmente, ayudan al equipo, pero es clara la lógica de búsqueda individual para seguir en Primera.

—M: Claro, pero lo que yo quiero señalar es que esa lógica queda en evidencia y se refuerza cuando se destaca a un jugador, ya sea por jugar bien o mal, como si su performance no fuese parte de la performance de todo un equipo. Así, de pronto, vemos que existe un mercado de «figuras» que hacen «magia» sin importar el contexto, si jugás en Córdoba o en Ghana, si sos crack, vas a ser crack en cualquier lugar y tiempo.

—JCK: En ese sentido, me parece que el 99% de los jugadores -salvo un 1% que sí es crack- siempre dependen de un contexto que no se considera. Depende: del técnico, de cómo está tu vida personal, de cómo responde el equipo, de la presión que tiene ese equipo según los resultados que se le demanda -si peleás torneo, si peleás descenso, si tenés que salir campeón porque hace mucho el club no lo hace e invirtió mucho dinero, si peleás descenso siendo un club grande, si tenés que entrar a una Copa- depende de tu relación con la gente, con el hincha. Pero, de todos modos, es muy ambiguo todo porque se mezclan las sensaciones: si lo que hacés, lo hacés por vos, por el equipo o por el club. Al final, creo que depende mucho de la subjetividad de cada uno.

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Homofobia en el fútbol

—M: A metros de donde estamos, de Casa Verde en plena Ciudad Universitaria, están las estatuas a los pensadores occidentales clásicos: Platón, Pitágoras, Sócrates. En una de ellas, hay un grafitti que dice «gay». Quería preguntarte a partir de esto que, claramente, es un insulto anacrónico. Luego de un año en el que se discutió mucho sobre la ideología de géneros, el aborto: ¿cómo ves reflejada esta fobia en los códigos del fútbol, absolutamente machistas y patriarcales? ¿Qué pensás de la casi inexistencia de casos en los que jugadores se hayan manifestado abiertamente no heterosexuales?

—JCK: Lo pienso muchas veces y todo el tiempo lo hablo con mis compañeros. En los vestuarios, en las concentraciones. Creo que se da en toda la sociedad, pero es verdad que en el fútbol está mucho más exacerbada esta cultura homofóbica, machista, transfóbica.


Creo que está bueno realizar un replanteamiento desde adentro del fútbol. Porque los futbolistas maman todo esto desde siempre, nunca se lo replantean, nunca nadie se los plantea. Desde inferiores hasta Primera, naturalizan los chistes, escuchan en las tribunas canciones insultando al rival en el mismo sentido… entonces, si no hay una instancia que lo plantee dentro del fútbol, el jugador seguirá absorbiendo el misma odio y reproduciéndolo toda su vida.


Si bien, en los últimos años, sí se han dado estas discusiones en la sociedad, en el fútbol, los comportamientos son todavía bastante anacrónicos. Se siguen riendo de las personas trans, de los homosexuales, se jactan del machismo. Yo siempre que lo veo entre mis compañeros, lo marco.

—G: Entonces, sos de plantear estos temas entre tus compañeros. Recuerdo que, en plena discusión sobre el aborto, algunas jugadoras de Boca señalaron que les costaba plantear el tema dentro de los vestuarios porque temían por lo que pudieran decir o pensar de ellas dentro del mundo del fútbol o simplemente generar una discusión con una compañera. Entonces, me pregunto: ¿Se pueden problematizar las cuestiones de género, cuestiones políticas, dentro de los planteles? ¿Son permeables los jugadores?

—JCK: Sí, se puede. Mi idea es esa y trato de hacerlo en las concentraciones, los desayunos… y creo que si no planteo algunas cosas, muchas cuestiones quedarían afuera.

—Valentina: Me parece que también debe ser muy fuerte la construcción de la masculinidad dentro del fútbol, no sólo las prácticas machistas, sino el hecho de que alguien se salga de la norma. Por ejemplo, vos como jugador tenés otras actividades que se salen de la norma y debe ser jodido; yo como mujer cis he jugado al fútbol, me encanta el fútbol -soy hincha de Estudiantes- y he estado en asados en los que no me dejaban hablar de fútbol porque, al ser mujer, no debería gustarme el fútbol. Entonces, creo que esas construcciones se ven muy afectadas desde el deporte. Y en el fútbol, se ve remarcado, no solo desde la práctica machista, sino en las construcciones de sujetos. ¿Cómo lo percibís vos, desde tu masculinidad, si te lo planteás y si se lo planteás a tus compañeros?

—JCK: Sí, se han generado conversaciones al respecto, es decir, sobre géneros y deportes. De repente, alguien comenta, por ejemplo, sobre mujeres que juegan al rugby, se genera el debate y tirás: «Los deportes no tienen género». Entonces, sólo hablándolo es que podés esperar que el otro diga «claro, nunca me lo había planteado y no, no tiene sentido que los deportes tengan género».juan-cruz-komar-talleres-generos-latinta

—G: Pero… ¿Qué espacios tiene un jugador de fútbol en su desarrollo, desde inferiores hasta el profesionalismo, para replanteárselo? El fútbol no se lo va a dar.

—JCK: Yo lo vivo desde adentro y veo que los pibes no son conservadores con conciencia. No conocen, no se han podido comprometer en cuestiones sociales ni políticas y ese desconocimiento hace que reproduzcan lo que maman del sistema. Entonces, creo que hay una necesidad de planteárselos en algún momento. Porque cuando vos los pinchás, les planteás los temas y los invitás a pensarlos, se dan procesos muy interesantes de deconstrucción y de análisis sobre comportamientos que tienen naturalizados.

—G: En tu carrera, desde inferiores hasta hoy, ¿has conocido algún caso de algún compañero que se haya manifestado no heterosexual?

—JCK: La verdad, no. Pero estoy seguro que en inferiores debo haber tenido compañeros homosexuales totalmente reprimidos. Es muy difícil. Quizá en otros ámbitos, como en la Universidad por caso, existe un contexto que acompaña esa libertad de poder decirlo y vivirlo abiertamente. En cambio en el fútbol, no te acompaña nadie y el juzgamiento es muy grande. El mismo ambiente del fútbol -sin decirlo- te dice que tu carrera puede ser seriamente afectada si se sabe.

—M: A mí me parece que hay algo de los rituales en el fútbol que sí pueden poner en jaque a la masculinidad. El vestuario me parece que es un laboratorio homoerótico donde estás absolutamente desnudo frente a otros hombres. Y no lo señalo porque necesariamente vayas a desviar la norma, pero hay algo ahí que se pone en juego. Situación: todo un plantel en bolas festejando en la cancha frente a un público o en un vestuario.

JCK: Es muy paradójico eso que señalás y me lo he sabido preguntar. Es muy particular, ¿no? Porque uno está en un contexto machista, de represión a expresar sentimientos o realizar algunos comportamientos porque pueden ser tomados como propios de un homosexual, pero, a la vez, es un espacio en el que los hombres se abrazan, se dan cariño, palabras de aliento, se saludan con un beso, para festejar un gol se tira uno encima del otro… Si a todo eso nosotros, los jugadores, lo viéramos en otro contexto, lo criticaríamos diciendo «ey, este es puto”, “Este es homosexual». Pero, en el fútbol, un ambiente tan homofóbico, se dan y se aceptan estas manifestaciones.

—V: Yo creo que en esa paradoja, en ese contexto, justamente, hay como un encasillamiento de la heteronormatividad: están todos en bolas porque son todos heterosexuales. Es una forma de imponer la heteronorma, es decir, «entre nosotros no hay futbolistas gay».

JCK: Sí. Creo que todos estos comportamientos que mencionamos y que son aceptados dentro del fútbol, son aceptados justamente por eso, por considerar que todos son heterosexuales. Si se naturalizara que en los planteles existen jugadores homosexuales, tal vez ya no se darían con tanta naturalidad esos comportamientos: compartir un vestuario, celebrar juntos, etc.

—M: Pero todo bajo una presunción: se presupone qué son, pero nadie sabe qué es realmente. Por eso, digo que me parece un laboratorio interesante.

—G: Quizá un gran ejemplo son los picos que se daban Maradona y Cannigia, jugando en Boca, ante toda la Bombonera y en plena década del ´90.

—M: Si hay un código masculino es no demostrar sentimientos («los hombres no lloran») y el fútbol es un lugar en el que tenés que hacerlo.

JCK: Sí, tal cual.

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El crecimiento del fútbol femenino

—M: Qué pensás del fútbol femenino, de su auge y de la situación que denunciaron en su momento las jugadoras de la Selección Argentina durante la Copa América de Chile.

JCK: Creo que todo va de la mano del crecimiento del movimiento feminista y de poner en duda esto de que los deportes tienen géneros. Cuando yo era chico, parecía que directamente no existía el fútbol femenino. Actualmente, ha tomado mucha fuerza la práctica, aunque le falta un montón para desarrollarse y equipararse al nivel que tiene el masculino.

En la actualidad, se han dado decisiones nefastas como la que tomó la Liga Cordobesa de Fútbol. Que los clubes tengan la obligación de formar un plantel de fútbol femenino me parece una buena idea para promocionar la competencia. Sin embargo, mientras esta idea se implementó, por otro lado, cada equipo de mujeres dependía de la performance que lograba el equipo masculino de ese club y si los chicos salían últimos y descendían, las mujeres podían salir campeonas e igual se iban al descenso. Eso es tan malo como la eliminación de la obligatoriedad de tener planteles femeninos. ¡Es una careteada! Porque bien, las chicas compiten, están dentro de la Liga, existe la obligación para fomentar el desarrollo, pero siguen siendo dependientes del resultado masculino… ¡Es vergonzoso!

La conversación se extiende y ya nadie sabe dónde comenzó y cuándo debe terminar. La batería de los celulares piden la hora. Komar nos cuenta sobre sus últimas vacaciones. El 6 de Talleres visitó Palestina a mitad de año, donde vivió entre familias oprimidas por la violencia y persecución del Estado de Israel. Nos confiesa que el tema lo apasiona tanto como el fútbol. «Te animás a escribir sobre tu experiencia?» -le pregunto-. «Me encantaría», me responde Juan Cruz, un futbolista que también sabe que no es nada y, a su vez, puede ser todo… hasta columnista de La tinta.

*Por Gonzalo Reyes para La tinta


N del A: Esta entrevista fue realizada el 13/09/2018 junto a Martín de Mauro Rucovsky (licenciado y profesor en Filosofía – IDH, FemGeS, CONICET) y Valentina, en representación de les estudiantes que participaron de la toma de Casa Verde de la UNC).

Palabras claves: Géneros, Homofobia, Juan Cruz Komar, Talleres

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