Luchar por los derechos a la salud de personas trans

Luchar por los derechos a la salud de personas trans
17 septiembre, 2018 por Redacción La tinta

Por Candela Molina y Martín De Mauro para La tinta

Fernando Rodríguez es el primer hombre trans operado en el sistema de salud pública de la Provincia de Córdoba. Nos juntamos a charlar y registrar en primera voz su experiencia, para visibilizar y darle importancia a los derechos a la salud de las personas trans. Esta nota la realizamos Fer, Martín Rucovsky De Mauro y compañeras de La tinta. La dividimos en dos partes, la primera se llama “Luchar por los derechos a la salud de personas trans” y la segunda, “Masculinidades trans”. A continuación, la primera entrega.

Martín y Fer

Martín y Fer llevan muchos años de amistad y militancia juntos. Se conocieron en la organización Encuentro por la Diversidad. Fueron de los primeros en organizar la Marcha del orgullo en Córdoba Capital. Desde el comienzo de la organización, buscaron visibilizar y tensionar una agenda trans. Recuerdan “una organización LGTB, con mayor presencia o liderazgo gay, luego secundado por lo lésbico y, en algún momento, llegaba la agenda trans”. En este contexto, se comienza a trabajar la agenda política de la disidencia sexual, al principio, muy ligada a lo legal. Martín y Fernando siguieron encontrándose y militando juntos en el Frente Nacional por la Identidad de género (en la versión local de Córdoba) donde, junto a distintas organizaciones, redactaron uno de los proyectos que fuera la base de la Ley de Identidad de género.

En paralelo, Martín y Fer militaron y participaron en la redacción del proyecto que hoy es la Ordenanza 9/11 que declara a la Universidad Nacional de Córdoba una institución libre de discriminación por expresión e identidad de género. Esta ordenanza sirvió de antecedente a la Ley de Identidad de género.

Hombres Trans Argentinos (HTA)

Fernando es actualmente parte de la organización HTA de Córdoba. Al realizar una mirada hacia atrás, recuerda de su militancia haber apoyado la Ley de matrimonio igualitario, la Ordenanza 9/11 y la Ley de Identidad de género. A lo largo de su militancia, hubo siempre dos ejes fundamentales para la Comunidad Trans. El primero es el acceso a la salud que todavía es un obstáculo y una dificultad en todo el país, y el otro, el acceso al trabajo digno. Si bien ahora se ha presentado a nivel nacional un proyecto de ley por el cupo laboral trans, siguen siendo temas que no se hablan en la sociedad y en organizaciones sociales. El acceso al trabajo digno para toda la comunidad trans es imprescindible, así como la disconformidad con el trabajo precarizado, impulsado muchas veces por el mismo Estado.

Hace 5 años, la Izquierda socialista y Hombres Trans Argentinos presentaron en la Legislatura provincial, mediante el Frente de Izquierda y la diputada Liliana Olivero, un proyecto por el cupo laboral trans. Sin embargo, hasta el día de hoy en Córdoba, no es Ley. “Un guante que nadie quiere agarrar”, dice Fernando. “Vemos que los pocos laburos para las personas trans son obtenidos por contactos políticos y no porque haya una sociedad abierta a la igualdad para todas las personas”.

Desde que se aprobó la Ley de Identidad de género, desde HTA también vienen trabajando fuerte por el acceso a la salud. Realizan acompañamientos a los más jóvenes. Para Fernando, si bien “es indudable que hay avances que permiten que los pibes ahora puedan vivir su identidad de género de una manera diferente. En comparación como fue para las personas trans que ahora somos más grandes”.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Luchar por los derechos que nos faltan

—El activismo disidente por allá en los 80, en relación con la problemática del VIH-SIDA, pone al descubierto que somos cuerpos precarios y vulnerables. Rescato que este activismo logró disputar ese reconocido saber médico cristalizado en la corporación biomédica y en la industria farmacológica. Se conoce como la “revolución de los corderos”, es decir, los pacientes le disputan al saber médico, a la industria farmacológica y a los ministerios. Si miramos toda la genealogía del activismo trans, se pueden observar largas décadas de disputas al tutelaje del saber médico establecido por una relación de poder y jerarquía, establecido entre médicos y pacientes. Las disputas giran en torno a cómo quieren ser tratados, con qué médicos/as, qué medicamentos quieren y cuáles no, incluso en el activismo HIV hubo pacientes que se especializaron en ese saber médico para disputar con fundamentos. ¿Cuáles son los horizontes de disputa con los médicos, las instituciones hospitalarias y los ministerios de salud? y ¿Cómo Hombres Trans Argentinos ha logrado acá en Córdoba modificar las relaciones en estos espacios de saber-poder que son los hospitales?

—Al comenzar mi transición, yo estaba muy solo y los espacios de organización han sido espacios de contención, espacios que me han dado herramientas para no perder y generar la esperanza. Yo tengo 43 años, en aquel entonces, me operé de forma clandestina, imaginate que, estando anestesiado, me desperté en la mitad de la operación. De esta problemática hablo, ahora los chicos se están operando, por ejemplo, la mastectomía en hospitales públicos, gracias a la ley que se volvió una herramienta para luchar contra la clandestinidad.

Mientras militábamos la “Campaña por la despatologización” con muchos compañeros trans, comprendimos que había que posicionarse desde otro lugar con respecto a las instituciones médicas. La ley de identidad de género en Argentina es una gran herramienta que nos permite saltarnos un paso muy importante. Ya no es lo mismo ir al hospital, presentar esa ley y sentirse avalados. Ahí es cuando los médicos, aunque no les guste y nos han tratado como enfermos muchas veces, se tienen que correr un poquito y empezar a escuchar. La ley nos ha otorgado derechos, somos sujetos de derechos.

Es un problema si nos ponemos en el papel de víctimas y no vemos que somos sujetos de derechos y tenemos que pelear por ellos. Muchos no lo hacen y avalan el trato del médico y, lamentablemente, hemos tenido un montón de experiencias así. En el Hospital Nacional Clínicas, a pesar de la ordenanza de la Universidad, a pesar de los avances legislativos a nivel nacional, era un trato sumamente patologizante que violaba una Ley Nacional. Hay una sola endocrinóloga en todo Córdoba que está atendiendo a personas trans y un sólo hospital que está dando los tratamientos hormonales. El Rawson. Y eso es responsabilidad del Estado. Igual que el de especializarse sobre el tema. Hay pibes que se vienen desde el interior a la capital. Hay que abrir más áreas especializadas en todos los hospitales públicos de la provincia. Yo soy un cuerpo trans y tengo una sexualidad como cualquier persona, entonces, me preocupaba antes de la operación ¿qué iban a hacer, qué van a tocar, qué van a cortar en la operación? y los médicos se están capacitando. Entonces, también está, de nuestra parte, llevar información a los médicos porque no están capacitados.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Pasó con los tratamientos hormonales. Nosotros nos presentamos en las reuniones con directores de hospitales y, al principio, nos decían: ¿Ustedes quieren hacer el cambio a chica? (nos veían así todos peluditos) y nos decían: te tendrías que afeitar. Es decir, ni siquiera sabían lo que era un varón trans, que es nacer con un cuerpo femenino y hacer el cambio a la identidad que vos sentís que es la masculina. No lo entendían, pero ¿por qué no lo entendía? Porque yo hice toda mi transición de forma clandestina, la ley no existía. Y gracias a los chicos de España, en el mejor de los casos, iba y compraba en la farmacia cuando podía, y este era el resultado. Es todo un tema, hay una exclusión muy grande. Está el poder del saber médico sobre el nuestro y, en ese sentido, la ley está buena porque avanza en la despatologización de personas trans. A veces, pasaba que médicos piolas con buena voluntad tomaban algún protocolo de otro país, pero te trataban de una manera patologizante y tenías que ir a un examen psicológico. A veces, me pasaba con los chicos del propio grupo, yo digo la ley dice esto, yo te firmo un papelito de consentimiento y vos me das el tratamiento hormonal, y me decían: che, Fer, “mirá el problema que podemos generar porque los médicos son los que saben”. Entonces, también hay que hacer un trabajo hacia adentro de la organización, a mí me ven como el problemático, “oh, ahí viene el tipo este con las carpetitas para audiencias” y es todo un tema porque recibís piñas de todos lados. Dentro de la diversidad, también hay que hacer un trabajo de autorevisión para pensar: ¿Qué siento? ¿Cuál es mi identidad? ¿Hasta dónde quiero llegar? Para empoderarnos al momento de sentarnos con los médicos, que también se están capacitando. Tuvimos que hacer una lucha legal, nos acompañó mucha gente. Entonces ahora, nos toca hacer todo un laburo pedagógico, porque si yo en el hospital o en el consultorio me paro y pego el portazo porque un médico con un cargo jerárquico me diga: “Vos querés la histerectomía (extirpación de útero/ovarios) por tu histeria”, porque sigue pasando, y no. Te tenés que quedar ahí y decirle que se equivoca, algo que el Estado no lo está haciendo. Y yo hago un montón de cosas que si no las hago yo, nadie las hace. Hay un montón de cosas por hacer y con los médicos nos encontramos que a veces a algunos no les gusta que un tipo trans o una chica trans les diga: “¡Che, me parece que te equivocas porque esto es así!”. Hay otros que sí, son permeables y consultan, piden ayuda y lo hacemos.

Hemos tenido problemas en los hospitales, pero también hemos perdido el miedo y buscamos soluciones. Por ejemplo, el Rawson cerró los quirófanos, discutí con el director, pero también nos sentamos en una mesa de trabajo en el Ministerio de Salud para plantear el problema y también para buscar una solución. Habiendo tantos hospitales públicos en la provincia, que lo agarre otro al guante. Y así fue, ahora en el hospital Florencio Díaz, están haciendo la mastectomía (cirugía para la adecuación del pecho a características masculinas), fue una propuesta nuestra esa y eso habla también de las autoridades del hospital. Nos encontramos con todas las respuestas, pero hay pequeñas grietas. También pasa por una cuestión de sensibilidad de ese interlocutor hacia arriba. Entonces, hay pequeñas grietas que se están abriendo y eso es a partir de la ley, de mucha gente que se expone a pesar de muchas dificultades.

—A partir de la Ley de identidad de género y vos lo relatás en primer persona, creo que pasamos de un modelo de judicialización, clandestinidad, que se asemeja mucho con la problemática del aborto cuando no hay margen para ejercer el derecho a la autonomía del cuerpo, repito un modelo absolutamente patologizante, a un modelo de acceso al sistema de salud, de reconocimientos legales a cuestiones identitarias como derechos humanos fundamentales. Creo que hubo una gran inteligencia en el activismo trans de anudar el derecho a la identidad, con la larga herencia que tienen los organismos de derechos humanos como Abuelas y madres de Plaza de Mayo, con el derecho a la identidad de género. Y te quería preguntar: ¿Qué pasa con la ley de identidad de género, hoy, en el contexto neoliberal con una clara insensibilidad social, sobre todo, a nivel nacional? Pensemos un Estado en proceso de retirada, se retira de los hospitales públicos, como decías recién de los derechos sanitarios, educativos, cultural, derechos al trabajo, pero también está ocurriendo que, al mismo tiempo y creo que es algo que está demostrando el activismo, hay protesta pública y resistencia política. Por ejemplo, estamos ahora acá, haciendo la nota en la toma de la Universidad Nacional de Córdoba y uno de los pliegos de las reivindicaciones es por la plena efectivización de la Educación Sexual Integral en toda la universidad. Hubo una clara insistencia de compañeros/as de filosofía para que se ejerzan los derechos sanitarios de las personas trans. Veo un doble contexto, un Estado que se retira de los hospitales, que se retira de un sistema de salud siempre en crisis, con poca voluntad política para que mejore, pero, a la vez, el laburo de ustedes, hombres trans, o esta oleada de nuevo para insistir sobre lo trans. Otra pregunta: ¿Cuál ha sido el laburo de Hombres Trans Argentinos en hospitales públicos?


—Las cuestiones con el Estado son complejas, el artículo 11 de la Ley de Identidad de género demoró 3 años en reglamentarse. O sea, la ley se aprobó, nos dieron el DNI, políticos se sacaron la foto con nosotros, pero después no reglamentaron el artículo 11. Antes de la Ley, en los hospitales, estaban prohibidas las operaciones a personas trans, eso quedó presente en médicos. Quedó el miedo de perder la matrícula. Salió la ley, ibas al hospital, pero nos encontrábamos con la negativa, ya que el artículo 11 no estaba reglamentado y eso nos podía llevar de nuevo a la clandestinidad. Muchos activistas trans salió la ley y se relajaron. Quedamos muy poquitos luchando por la reglamentación.


Lo político en las organizaciones trans también es muy complejo. Luego, se reglamenta y entonces el Estado le dice a las provincias: usted, señor, tiene que hacer tal cosa. El Ministerio de Salud sacó una guía de Atención de la Salud Integral de personas trans que despatologiza y fue otra herramienta para disputar con los médicos. Hemos hablado y planteado cuestiones en el Hospital Rawson, en el Clínicas donde nos dieron la mano, nos felicitaron por la ley, pero nos dijeron: los médicos ahora se tienen que capacitar. ¡Apa! Y en el mientras tanto, ¿qué? Les dijimos que nos hagan controles endocrinológicos porque veníamos de la clandestinidad, de operaciones, prótesis, aceites, medicamentos obtenidos en la ilegalidad del mercado. Los médicos no sabían qué hacer.

Tuvimos una muy buena respuesta de la doctora Laura Cauca en el Hospital Rawson. Lo mejor que nos pudo decir fue que no tenía ni idea, pero que se iba a poner a estudiar y creo que eso es fundamental. Debería pasar en todo el país, porque si no hay capacitación, es sentarse a estudiar, hablar entre médicos e interesarse. Algo que la Universidad Nacional de Córdoba tiene que empezar a hacer. El médico que me operó a mí se capacitó con sus propios recursos en otro país.

El hospital Gutiérrez de La Plata ha hecho muchas operaciones a la población trans, tiene una visión más humana sobre el acceso al derecho a la salud y se trata un poco de eso porque somos un grupo, diferenciando problemáticas de varones trans y mujeres trans, un colectivo que viene cagado a piñas, se han muerto muchas chicas y de eso no nos olvidamos. Hay que conocer sobre nuestra historia como colectivo trans. Que ahora esté la ley y pueda ser mejor para los pibes más jóvenes, no debemos olvidar todas las muertes. Todavía hay que seguir luchando por el acceso al trabajo y por los derechos sanitarios que nos faltan.

Volviendo, creo que con la doctora Cauca en el hospital Rawson ha sido el único espacio que se ha venido sosteniendo porque ella levantó el guante. Además, es el único hospital que da los tratamientos hormonales. Al principio, nos daban Testovirón, que es testosterona, una hormona que se coloca cada 15 o 18 días y genera, a largo plazo, complicaciones físicas. Lo que nosotros tuvimos que hacer fue un relevamiento, buscar información de otros países y presentarle también un par de carpetitas al director del hospital y a la doctora en relación a otro medicamento, que es mejor porque se asimila mejor en el organismo, se sostiene más en el tiempo y no genera picos, que es lo que produce a largo plazo los problemas en el cuerpo. Entonces, nosotros pedimos Nevido. Conseguimos que nos lo empiecen a dar porque lo perseguimos al médico un año seguido, preguntándole qué pasaba con la obtención del medicamento. Hicimos un relevamiento de precios en farmacias de zona sur y zona norte, armamos un presupuesto y se lo presentamos porque el gasto en sí para el Ministerio era el mismo. Así, los pudimos convencer y también, obviamente, con el aval de la doctora Cauca que Nevido era mejor porque se sostiene más en el tiempo en el organismo. Lo conseguimos. Es un laburo invisible, subterráneo, pero necesario. Hasta el día de hoy, ese medicamento se sigue sosteniendo.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

—Fer, contanos: ¿cómo fue hacer un ateneo médico en hospitales, organizado por una organización trans?

—Hicimos ateneos en el Hospital Infantil, gracias a gente piola, doctoras jovencitas que querían saber porque esta problemática también se les va a plantear desde niños. Además, logramos después de mucho esfuerzo, convenciendo al director del Hospital Rawson, de generar un ateneo e hicimos uno también ahí. Ahora, estamos trabajando con el Hospital Florencio Díaz, donde también lo vamos a hacer. El tema de la capacitación y de la sensibilización recién ahora se está tomando en serio y nos estamos involucrando más. Algo que veníamos solicitando al Rawson desde hace un montón de tiempo, donde hubo avances, pero luego se paró en relación al tema de las operaciones y que ahora se abrió la posibilidad en el Florencio Díaz. Laburo hay un montón por seguir haciendo, hemos llevado la propuesta que, por lo menos, se abran más espacios para personas trans en otros hospitales. En el sur de la provincia, en Río Cuarto sí se puede y otro en el norte, en San Francisco porque hay muchos chicos que tienen inconvenientes económicos y no se pueden trasladar a Córdoba. Porque si no, va a pasar como en Buenos Aires, donde sólo hay dos hospitales que hacen las cirugías genitales y hay una demora entre 2 a 5 años para acceder a esa operación.

Se va a hacer la primer operación del interior del país, acá en Córdoba, en un hospital público. Esa es la garantía que se viene, que sea en hospitales públicos con profesionales de planta permanente. Es importante que haya un área especializada para personas trans porque pasa que, en hospitales públicos, sacás un turno y tenés demoras de 2 o 3 meses y nosotros venimos de la clandestinidad y de autotratamientos, entonces hay urgencia de un control. Hay experiencias de consultorios trans, espacios amigables con profesionales especializados. Estos espacios se tienen que expandir, es un servicio que no se puede cerrar y, si pasa, vamos a hacer quilombo. Así de simple. Tenemos que generar el antecedente porque si lo hacemos, no hay vuelta atrás. Y en eso me parece que las organizaciones tenemos que ser conscientes de eso. Los derechos sanitarios durante el proceso transicional implica muchas cosas, lo mínimo, controles endocrinológicos después el acceso a tratamientos hormonales y parte del proceso en algún momento acceder a cirugías.

Pensemos en la situación que al médico se le presenta un pibe con cero transición, ¿qué pasa con la imposición sobre las ideas del cuerpo? Hay chicos que quedan embarazados por violaciones, otros dejan el tratamiento hormonal para ser padres. Son situaciones que no se hablan, salvo ahora, con el aborto, se empezó a hablar de cuerpos gestantes. Hay aborto trans de pibes que son violados en sus propias familias. Y cuando el doctor me decía que queríamos la histerectomía (Extirpar útero/ovarios) por la histeria, seguramente no contemplaba estas situaciones. Además que es una operación que se hace en todos los hospitales del país, ¿por qué no se la quieren hacer a un varón trans? En muchas provincias y en Córdoba, también falta más acceso a la salud. Acá estamos hablando de un solo centro en la Capital de Córdoba. Todavía falta un montón y el laburo que hacemos nosotros no lo ve nadie. Es un trabajo fundamental porque, aunque sean pequeños espacios, son re importantes para un montón de gente.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Candela Molina y Martin Rucovsky De Mauro para La tinta.

Palabras claves: cupo laboral trans, Fernando Rodríguez, Hombres Trans Argentinos, LGBT, trans, travesti

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Nacho Levy: «Lo que está mal es que no grites»

Nacho Levy: «Lo que está mal es que no grites»
20 diciembre, 2018 por Ezequiel Luque

Dialogamos con uno de los voceros de La Poderosa para discutir sobre las próximas elecciones, las expectativas del campo popular y la organización de las villas para frenar la avanzada conservadora.

Él es Nacho Levy, tal vez, una de las personas más identificables de la organización social La Poderosa, aunque el mote de vocero no sea algo que le siente muy cómodo. «Me toca ser una de las cuerdas vocales de La Garganta Poderosa, que son muchas», se excusa. Durante casi una década, la organización decidió que todas las personas que integraban el movimiento permanecieran en el anonimato ante los medios de comunicación y se reflejaran a través de un grito colectivo. Y que ese grito colectivo, quienes hablen en nombre de La Garganta, siempre debían ser vecinxs de las villas.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

«Para nosotrxs, fue siempre un resguardo esa identidad colectiva, un resguardo del afuera y un resguardo para adentro. Para adentro, porque, de alguna manera, domaba nuestros propios egos y nos corría de discusiones más mezquinas. Y para afuera, porque no les permitía individualizar el proceso. Una experiencia que nosotrxs aprendimos del recorrido histórico que tiene la lucha en nuestros barrios, donde, muchísimas veces, a emprendimientos y colectivos genuinos se los podía personificar y después eran muy fáciles de derribar (…) Durante un montón de años, lxs vecinxs que tomaban la referencia se expresaban siempre a título colectivo; no íbamos a televisión y, en radio, éramos La Garganta», expresa Nacho desde «La Choza Poderosa», la casa comunitaria que tiene la organización en barrio Yapeyú, en la zona oeste de la ciudad de Córdoba.

En el último tiempo, el crecimiento de las políticas represivas de la gestión Cambiemos obligó a modificar la estrategia comunicacional. El 24 de septiembre de 2016, efectivos de Prefectura Naval Argentina torturaron a Iván y Ezequiel, dos vecinos de la villa 21-24. Esa noche, un grupo de prefectos detuvo y trasladó a los jóvenes a una garita policial para golpearlos. Acto seguido, los llevaron a la vera del riachuelo, donde los obligaron a hacer flexiones de brazos mientras se les tiraban encima, los amenazaron con tirarlos al río esposados y los hicieron correr una carrera de la muerte, en la que les dijeron que iban a matar a quien perdiera.

«Iván y Ezequiel denunciaron las torturas manteniendo el anonimato de espalda a una cámara y la denuncia pasó por inverosímil. Entonces, tenían que dar la cara. Entendíamos, además, que ir a la televisión era ponerse a resguardo», recuerda Nacho. Iván fue a televisión y, al regreso, en las escasas cinco cuadras que tuvo que caminar solo, fue perseguido por Prefectura, de nuevo.


«Ahí, lo que, hasta ese momento, se veía como un gesto de altruismo político hacia afuera porque nadie acaparaba la representación política, se transformó en una interpelación hacia adentro respecto de la responsabilidad que nos cabía por en qué lugar quedaban quienes presentaban las denuncias cuando las amenazas y las respuestas represivas caían sobre eso», aclara.


Sin cambiar la cláusula de que sean vecinxs de los barrios quienes hablen en nombre de La Garganta, la organización decidió empezar a aparecer en espacios comunicacionales en los que antes no aparecían. En ese momento, empieza a llamar la atención en los medios de comunicación la figura de Nacho Levy.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

La Poderosa ante las urgencias de la política electoral

A diferencia de las últimas elecciones nacionales, en los próximos comicios presidenciales, no serán pocas las organizaciones sociales que se metan de lleno en la contienda electoral. La mayoría de los movimientos populares -aún atravesando rupturas internas- dan por hecho que no hay mucho más margen posible que apoyar o formar parte de un frente anti-Macri para poner un freno a las políticas de hambre del gobierno de Cambiemos.

Consultados sobre la opción electoral, desde La Garganta, esbozan que se trata de dos luchas paralelas, la de base y en las urnas, a largo y corto plazo; ambas igual de válidas y en diálogo permanente. «La Poderosa surgió como una plataforma complementaria de cualquier expresión del campo popular que pudiera presentarse desde una estructura partidaria. Nunca jamás nos van a encontrar en la tribuna de la antipolítica demonizando a quienes, por suerte, dan esa batalla del corto plazo«, sostienen desde la organización.

El sentido común poderoso remarca que no da lo mismo quién ocupe el sillón de Rivadavia, debido a que es, tal vez, la variable que más condiciona el marco de posibilidades concretas que tienen las organizaciones de base para poder avanzar en las transformaciones que se intentan impulsar desde los barrios. Sin embargo, reconocen que ya existen diferentes alternativas partidarias que están trabajando para reivindicar las decisiones urgentes del campo popular y que La Poderosa no debe hipotecar el proceso de base que lleva adelante para partidizarse o convertirse en un panfleto de una candidatura.


«A ninguna expresión del campo popular, La Garganta le serviría más como oficina de prensa que pudiendo interpelar y llegar al espectro que llega, sabiendo qué respeto tenemos por las distintas tradiciones del campo popular (…) Hoy, hablamos con todo un arco de la sociedad, que nos cree y escucha, y, tal vez, volviéndote la expresión comunicacional de un llamado partidario, podrías dar cuenta de la demanda de uno de los sectores, pero no serías más efectivo ni siquiera para ese propio sector. El mismo sector que te podría pedir que te partidices no sacaría tanto provecho de esas funciones como sí lo hace del trabajo de territorio y unidad que tiene esta plataforma de comunicación popular».


En este sentido, Levy señala que poner el proceso de La Poderosa a trabajar al ritmo de la dinámica y los tiempos de la democracia representativa y la lógica electoral haría inviable la continuidad del trabajo de base que están realizando. «Tenemos muy en claro los condicionamientos del corto plazo y somos respetuosos de lxs compañerxs que disputan las elecciones. Pero también pedimos el mismo respeto para entender que hay procesos que no pueden ser descabezados, procesos que apuntalan la unidad desde otro lugar y que, desde distintos lugares, se puede ir construyendo un frente mucho más grueso que un armado electoral«, expone.

Es que, para La Garganta, la unidad «no es una foto, es una película» y, a pesar de que sueñan con un gran frente popular que derrote a la derecha como enemigo común, al mismo tiempo, comprenden que entre el peronismo y la izquierda haya diferencias entre sí, distancias que son históricas, legítimas y respetables.

Finalmente, dos sugerencias respecto a las elecciones: por un lado, valorar y cuidar a lxs compañerxs que den el paso electoral; por otro, que la disputa por las urnas no nos haga poner en la lista de enemigos a quienes en realidad deberían estar en el círculo cercano de nuestrxs amigxs.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

La resistencia: creatividad y comunidad

Levy señala que la frase/slogan «El ajuste no cierra sin represión» puede haber sido representativo de los primeros dos años de gobierno de Mauricio Macri, que se caracterizaron por la represión de cualquier expresión que intentara frenar el avance neoliberal y el avasallamiento de derechos. Sin embargo, teniendo en cuenta el pico de hechos que se produjeron en el último año, ya la frase debería ser «La represión no cierra sin represión».

«Este presupuesto es represión, no es ajuste, no hay más nada que ajustar, no hay otro paso para dar para atrás. Patricia Bullrich no es su ministra de Seguridad, es su ministra de Economía. Ellos nos quieren llevar a nosotrxs a escindir la discusión económica de la represión estatal como si fueran dos cosas separadas. Acá de hambre entendemos todxs nosotrxs y entendemos que lo que hace falta es repartirla, es lo único que tenemos que discutir de economía», expone.

No son pocas las organizaciones que se acostumbraron a que la represión implicaba un coste político para el Ejecutivo que ordenaba la acción. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la demagogia punitiva ha tenido tan buen recibimiento en las capas medias de la sociedad que probablemente sea el caballito de batalla de Cambiemos para las próximas elecciones, emulando la campaña presidencial del fascista Jair Bolsonaro en Brasil.

Ante esto, Nacho afirma que la respuesta es «movilización, creatividad, empoderamiento real, empoderamiento intelectual y unidad».

«Tenemos que aprender de esta ola verde que, de alguna manera, logró una fusión de fuerzas políticas que desde la discusión de clases siempre nos había parecido inviable. Le pasó por arriba a todas esas mezquindades y diferencias. Entonces, al final, se podía. Hay que poner a revisión privilegios que tenemos por nuestra condición de hombres y por nuestra condición de clases. El feminismo instaló muy fuerte la idea de renunciar a tus privilegios para sumarte a la lucha y, desde la condición de clases, hay que poder tomar ese ejemplo. Hay una caterva de aprendizajes que están efervescentes y que me llena de esperanza. Porque es cierto lo de la ola bolsonarista, fundada sobre conceptos de marketing y fascismos, que no tiene nada de banal, pero tampoco nada de sustento. A la larga o a la corta, se cae por su propio peso infrahumano que trae. Y a contraluz de eso, viene una generación que es un lujo. Hay que confiar en los pibes y, hoy más que nunca, hay que confiar en las mujeres, que son las que mantienen en pie de lucha a pesar de todo».

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Ante el incremento de la represión, el avance conservador sobre derechos ganados históricamente y el ajuste económico, y frente a la precarización de la vida en los barrios y la derechización de los afectos, desde La Garganta, ratifican que la respuesta, hoy más que nunca, es poner al ser humano en el centro de la escena.


«Esa es la estrategia política con la que los barrios históricamente postergados sostuvieron la dignidad humana. Hoy más que nunca, la clase política tiene que mirar a los sectores populares. Los nuevos pobres tienen que aprender de los viejos pobres y tienen que mirar de qué manera la cultura villera viene reivindicando, desde hace muchos años, la dignidad humana. No hay un regocijo de la precariedad, nadie celebra un barrio sin ambulancias, sin tendido eléctrico, lo que reivindicamos es la cultura de la solidaridad, de construir colectivamente a pesar de todo».


«Hay que poder escuchar, darle voz y espacio a las villas. Y, a veces, la mejor manera de comunicar es callarse, correrse, para que hablen los que faltan y que se escuchen, y que ellos decidan qué y cómo. Porque, a veces, hablamos gritando. Y cuando vos podés hablar de la Revolución Francesa con el mismo tono solemne y monocorde con el que hablás de la pobreza, es porque la tenés a la misma distancia. Cuando a vos la mierda te sube por la pierna o se va por la canaleta la sangre de tu hijo, lo que está mal es que no grites«.

* Por Ezequiel Luque para La tinta / Imágenes: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: La Poderosa, medios comunitarios alternativos y populares

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