“Trump refleja la crisis del imperialismo estadounidense”

“Trump refleja la crisis del imperialismo estadounidense”
10 julio, 2018 por Leandro Albani

El periodista Grégoire Lalieu habla con La tinta sobre un nuevo mundo comandando por Donald Trump y en donde la derecha avanza en todos los continentes.

Por Leandro Albani para La tinta

El triunfo de Donald Trump en Estados Unidos dejó a muchas personas asombradas. El magnate inmobiliario, que forjó su carrera entre estafas, negociados turbios y una sobre exposición mediática, llegó a la Casa Blanca con un discurso en el que prometía un fuerte proteccionismo, la desescalada militar estadounidense en varias regiones del mundo y un combate frontal contra la inmigración.

El periodista Grégoire Lalieu escribió, junto a al investigador Michel Collon, el libro El mundo según Trump (co-editado el año pasado por Investig’Action y El Viejo Topo Investig’Action), con el objetivo de desentrañar las políticas de un outsider de la clase política, pero que acumuló sus millones siendo un alumno ejemplar dentro del sistema capitalista.

La tinta dialogó con Lalieu sobre qué le espera al mundo con Trump en la Casa Blanca, sus “promesas” de resolver las guerras en Medio Oriente, su polémica relación con los medios de comunicación y quiénes son sus seguidores en Estados Unidos.

—¿Qué importancia tiene la llegada de Trump en Casa Blanca?

La elección de Trump refleja una profunda crisis. Una crisis económica primero, que en Estados Unidos dura desde hace años. Desde el shock del petróleo de 1973, de hecho. Aquel choque no fue la causa de la crisis, solo fue un desencadenante. De hecho, la economía de Estados Unidos enfrenta una crisis de sobreproducción. En su carrera por el máximo beneficio, las empresas estadounidenses buscan producir más. Al mismo tiempo, gran parte de la producción se ha deslocalizado y, para la gran mayoría de quienes han podido conservar sus trabajos, las condiciones laborales se han deteriorado. Esto condujo a un empobrecimiento general. Entonces, ¿a quién podrán vender sus mercancías cada vez más numerosas, si las personas se vuelven más pobres? Este es el origen de la crisis. Es una crisis de sobreproducción propia al sistema capitalista.

La globalización ha brindado algunas oportunidades para la exportación mientras la situación estaba decayendo a nivel nacional. Pero hay límites. De modo que en los últimos años, la economía de Estados Unidos salta de una crisis a otra. Cada solución encontrada en el corto plazo conduce a un nuevo problema en el mediano plazo. Durante la crisis asiática de 1997, los inversores estadounidenses invirtieron en el Nasdaq, lo que provocó una burbuja que explotó en 2001 y 2002. Luego se embarcaron en préstamos arriesgados y volvieron a obtener ganancias, pero causando la crisis de las hipotecas subprime en 2008. Estados Unidos fue salvado por China, que inyectó miles de millones de dólares para no ver cómo el valor de sus reservas se derritiera como la nieve al sol. Pero incluso hoy algunos predicen un nuevo colapso, como el economista Eric Toussaint. Aprovechando las bajas tasas de interés desde 2010, las grandes empresas privadas se han endeudado de manera masiva. Primero para comprar sus propias acciones en el mercado de valores, lo que hace aumentar el precio y permite pagar a los accionistas. Luego para especular comprando deudas de otras compañías. Las empresas no financieras como Apple, Ford o Ebay son, de ese modo, particularmente activas en el mercado de la deuda. Pero una nueva burbuja se está formando y acabará por explotar.

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La elección de Trump también refleja una crisis del imperialismo estadounidense. Estados Unidos ha multiplicado las guerras para mantener su hegemonía. Pero el balance de estos conflictos es negativo para Washington, que no pudo evitar el surgimiento de otras grandes potencias como China y Rusia. Así, hemos pasado de un mundo unipolar a un mundo multipolar en el que Estados Unidos no puede hacer lo que quiere. Lo vimos en Siria.

Finalmente, la elección de Trump también refleja una crisis política y mediática. El establishment está perdiendo legitimidad, lo que explica el éxito, tanto en Estados Unidos como en Europa, de los candidatos que se presentan como antisistema. Por lo tanto, la élite de los Estados Unidos enfrenta una profunda crisis. Y la elección de Trump, así como las reacciones virulentas que desencadenó, muestra cuánto está dividida esta élite sobre cómo resolver la crisis.

—¿En qué se diferencia Trump de la política clásica de demócratas y republicanos?

—Para decirlo de manera sencilla, la política de los demócratas y los republicanos estaba dirigida hasta ahora a controlar el mundo. Era necesario debilitar a los competidores, desde las antiguas potencias coloniales europeas hasta la Rusia y la China de hoy, pasando por la Unión Soviética. Para lograr esto, Estados Unidos ha proyectado su poder en todo el mundo, construyendo bases militares en las cuatro esquinas del globo, librando guerras y organizando golpes de Estado. El objetivo era poder controlar las regiones más estratégicas. Lo que permite a las multinacionales estadounidenses encontrar salidas para sus productos y capitales, acceder a materias primas baratas y explotar mano de obra poco costosa. Por lo tanto, a través de instituciones como el Banco Mundial y el FMI, Estados Unidos impuso su globalización neoliberal que tenía que beneficiar a las grandes corporaciones.


Pero hay otra cara de la moneda. En primer lugar, mantener este imperio estadounidense es caro, incluso muy caro. Además, la globalización neoliberal no beneficia solo a las empresas estadounidenses, ya que sufren la competencia china, en particular. Finalmente, si bien la globalización neoliberal ha beneficiado a las grandes multinacionales, también ha perjudicado a muchas empresas en el país y ha socavado sectores importantes de la economía nacional.


Trump marca una ruptura con la política clásica de los demócratas y los republicanos, porque no quiere continuar en este camino, mientras que Hillary Clinton quería continuar como antes. Para Trump, el balance de esta globalización neoliberal es negativo. Y las guerras en todo el mundo no aportan lo suficiente. Prefiere volver al mercado nacional, de modo que privilegia las relaciones bilaterales a las multilaterales. Y para aquellos que quieran beneficiarse de la protección militar de Estados Unidos, deberán pasar por el cajero. Lo explicó en su libro, que fue, de alguna manera, su programa para las elecciones. Lo confirmó cuestionando el funcionamiento de la OTAN.

—¿Trump representa a una nueva derecha estadounidense?

—Ciertamente. Pero lo que podría llamarse una nueva derecha es, de hecho, una evolución lógica en el contexto actual. Las crisis económica, política y mediática llevan a la derecha a reposicionarse. Estamos saliendo de 30 años de neoliberalismo durante los cuales los líderes han dicho que se necesitan reformas duras, pero necesarias para desarrollar la economía. Pero la gran mayoría de la gente hoy ve que estas reformas no los han beneficiado y que la situación ha empeorado. Aquellos que quieren continuar en este camino son cada vez menos escuchados y cada vez más criticados. Están asociados con los principales medios cuya línea editorial propugna la ideología neoliberal. A los ojos del público en general, todo esto forma un establishment corrupto que miente para seguir imponiendo medidas injustas a las personas.

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La nueva derecha, por lo tanto, debe posicionarse fuera de este sistema, incluso si sobre el fondo económico -tan esencial- no tiene la intención de hacer ningún cambio profundo. Su diferencia, la expone criticando a “la elite corrupta” y machacando a los refugiados. Es más fácil nombrar a un chivo expiatorio que construir un modelo económico más justo. Tenga en cuenta también que la derecha clásica no es impermeable a esta derecha nueva y extrema. En algunos países, se han formado coaliciones entre las dos tendencias. Y la derecha clásica adopta un discurso más enérgico para no perder parte de su electorado a favor de la nueva derecha.

—Trump llega al poder con un discurso proteccionista en lo económico. ¿En la realidad esto es así?

—Este es el verdadero cambio que Trump quiere lograr económicamente. Empezó a ponerlo en práctica gravando las importaciones de acero y aluminio. Debemos ver si el presidente de Estados Unidos puede continuar en esta línea. Porque las grandes multinacionales estadounidenses que se benefician de la globalización no quieren seguirlo. Los países donde ellas exportan podrían replicar gravando los productos estadounidenses, lo que los dañaría. Por ejemplo, General Motors y Harley Davidson han criticado fuertemente las medidas proteccionistas del presidente.


La idea de Trump es reconstruir una base industrial en Estados Unidos para reactivar la economía y el empleo. Con la globalización, gran parte de la producción se ha trasladado a países donde la mano de obra era más barata. Trump quiere traer de vuelta estas fábricas a Estados Unidos. Y para que las fábricas funcionen, los estadounidenses necesitan comprar productos estadounidenses en lugar de automóviles alemanes. Incluso si otros países responden gravando las importaciones de Estados Unidos, el mercado estadounidense es lo suficientemente grande como para que esta política permita relanzar la máquina en una primera etapa.


Pero no es tarea sencilla y es una solución falsa, como dice Henri Houben en nuestro libro. Efectivamente, tarde o temprano, ese mercado estadounidense llegará a la saturación. Cuando las ventas de las empresas estadounidenses hayan alcanzado los límites del mercado nacional, tendrán que buscar en otra parte, es decir, conquistar nuevos mercados. El capitalismo está hecho así. Las empresas no producen según las necesidades, producen un máximo para generar ganancias máximas. Por eso siempre deben encontrar nuevas salidas. Esto explica el colonialismo de ayer y el neocolonialismo de hoy. Cuando las empresas estadounidenses ya no tienen suficiente con su mercado nacional, los problemas más graves pueden comenzar. Esto podría conducir a guerras no solo económicas.

En resumen, el proteccionismo es una falsa solución. No es posible salvar al capitalismo de sus propias contradicciones. Lo que se necesita es un modelo económico radicalmente diferente, más justo y más racional. Pero eso la nueva derecha que representa Trump no va a hacerlo. Entonces, cuando el súper hombre de negocios se presenta como el glorioso presidente que hará grande a Estados Unidos, podemos decir nuevamente que es una estafa.

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—¿Qué sector de la sociedad representa Trump?

Trump puede contar con los decepcionados de la globalización, tanto entre los trabajadores como entre los jefes. Hay quienes han perdido sus trabajos porque gran parte de la producción se ha deslocalizado. Y aquellos que perdieron contratos porque las multinacionales recurrieron a subcontratistas más baratos en el extranjero.

Luego están aquellos que piensan que el papel de Estados Unidos no es jugar a ser el policía en todo el mundo. Y esta idea está más extendida de lo que pensamos, incluso si en nuestros medios de comunicación usualmente son los heraldos del imperialismo estadounidense y los que monopolizan la palabra. Pero otros piensan que el imperialismo es contraproducente, que cuesta mucho dinero y, en última instancia, aporta poco. Para estos, Estados Unidos debe enfocarse en sus propios problemas antes de intervenir en África o Medio Oriente. El historiador Paul Kennedy, que estudió la caída de los grandes imperios, no les quita la razón. Pero hemos visto por qué Estados Unidos ha proyectado su poder en el mundo y construido este imperio. Si no cambiamos el modelo económico, no podemos poner fin a la dinámica del imperialismo.

Finalmente, al hacerse pasar por un candidato antisistema, racista y misógino, Trump se ha sentido atraído por los elementos más conservadores y reaccionarios de la sociedad estadounidense. Esto es particularmente preocupante, especialmente porque observamos fenómenos similares en Europa. A menudo se dice que el fascismo es solo la cara más horrible del capitalismo. Esto se confirma nuevamente. Después de 30 años de neoliberalismo, los países capitalistas de Occidente están en crisis. Y son los movimientos neofascistas los que toman el control, sin cambiar los cimientos de este modelo económico particularmente injusto y plagado de crisis.

—¿A qué se debe la tensión entre Trump y los grandes medios de comunicación?

—En primer lugar, debemos decir que la línea editorial de los medios dominantes sigue la ideología de la clase dominante. Esto se debe a varias razones, entre ellas el hecho de que los grandes medios de comunicación pertenecen a multimillonarios que dependen de los ingresos publicitarios de las grandes empresas, que imponen condiciones laborales difíciles a los periodistas, que luego deben trabajar principalmente a partir de fuentes oficiales porque no tienen tiempo para ver en otro lado.


En cierto modo, por lo tanto, los medios dominantes son una parte integral de este establishment que Trump critica. Un investigador belga, Geoffrey Guens, también lo ha demostrado muy empíricamente en su libro Todos los poderes combinados. Analizó la composición de las juntas directivas de los principales grupos de medios, los gobiernos y los cargos directivos del servicio público, las direcciones de las grandes multinacionales, los grupos de expertos más influyentes… Y encontramos a las mismas personas. Una clase social aparece muy claramente, la más acomodada. Lo que revela las relaciones endogámicas entre los poderes económico, político y mediático.


No es de extrañar entonces que Trump critique a los principales medios de comunicación. Además, en la era de las redes sociales entendió que un simple Tweet podría ofrecerle una mayor visibilidad que una larga entrevista en el Wall Street Journal. Durante la campaña los medios no dejaron de hablar sobre Trump en todo momento. Incluso si era para criticarlo, el hombre de negocios candidato a la Casa Blanca estaba en todas partes. En la jerga periodística, se dirá que Trump es un buen cliente. Esas salidas se vuelven virales. Además, creo que aplica esta idea de Oscar Wilde: “Que hablen de ti es horrible, pero hay una cosa peor: que no hablen”.

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—¿Por qué Trump pone a Corea del Norte como su principal enemigo?

Trump es un gran fanfarrón. Incluso escribió libros sobre el arte de ganar negociaciones, argumentando que así es como se convirtió en un magnate inmobiliario. Después de su elección, fue atacado por todos los lados por aquellos que querían continuar como antes e instalar a Hillary Clinton en la Casa Blanca. Ha habido sospechas de injerencia rusa en la votación, una estrella porno que lo acusa de chantaje, el asunto de la lluvia dorada en un hotel de Moscú… Los enemigos de Trump están sacando escándalos de debajo de las piedras. Por lo tanto, creo que es para liberarse de la presión sobre la escena nacional, por lo que el presidente está dando la vuelta alrededor del mundo. Kim Jong-Un fue el compañero perfecto para su pequeño número. Al principio, Trump hinchó su pecho. Incluso parecíamos cerca de una guerra. Entonces finalmente consiguió un acuerdo. Veremos qué vale en la práctica. Pero mientras tanto, el presidente puede pavonearse y demostrar que es efectivo: ha logrado en unos meses lo que ninguno de sus predecesores había podido hacer durante años. Y su actitud no es sorprendente. Al amenazar a Kim Jong-Un antes de darle la mano, Trump aplica uno de sus consejos favoritos: demuéstrale que eres el más fuerte antes de comenzar a negociar.

Corea del Norte, los ataques en Siria o incluso la madre de todas las bombas arrojadas en Afganistán, son principalmente efectos de la comunicación. Es difícil decir lo que traerá el mañana, pero no me sorprendería ver a Trump terminar su mandato sin lanzar una nueva guerra. Puede parecer paradójico porque ha aumentado el presupuesto militar como nunca antes. Pero en su libro, él dice muy claramente que ese ejército no debería ir a la guerra si no es necesario. Por otro lado, debe ser tan fuerte e impresionante que nadie se atreva a desafiar a Estados Unidos. Y luego, aumentar el presupuesto del ejército y los nuevos contratos de armas es una manera de evitar ponerse encima el complejo militar industrial y que la economía funcione. Como progresistas, argumentaremos que es contraproducente. Pero Trump está lejos de ser progresista.

—¿Cómo ve la política actual de Estados Unidos hacia Medio Oriente y América Latina?

—No creo que en el Medio Oriente, Trump repita los errores de Bush atacando países como Irak o Afganistán. Ni siquiera buscar la confrontación con Rusia, como lo hizo Obama en Siria. Todas estas guerras han sido emprendidas por Estados Unidos para controlar esa región estratégica y frenar el desarrollo de los principales competidores, que son China y Rusia. En la estrategia de Trump, esas guerras resultaron contraproducentes para la economía de Estados Unidos. Su principal enemigo es China, que inunda el mercado estadounidense y compite con las empresas locales. Y para luchar contra Beijing, Trump probablemente piense que es mejor normalizar las relaciones con Moscú. Especialmente porque estas relaciones podrían ser rentables para la economía de Estados Unidos. Incluso desde un punto de vista geopolítico no sería estúpido. El gran estratega Zbigniew Brzezinski había dicho que quien quiera controlar Eurasia controlaría el mundo, porque era la región más estratégica del globo. Washington debe evitar que sus enemigos controlen esta región. Pero con su política belicosa, Estados Unidos empujó a Rusia a los brazos de China. Vladimir Putin y Xi Jinping son aliados, y dominan esta Eurasia. Fue la pesadilla de Brzezinski lo que se hizo realidad.

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En Medio Oriente, Trump no debería lanzar nuevas guerras. Pero también tiene aliados que satisfacer. Estos son principalmente Arabia Saudita e Israel. Obama los había decepcionado con el acuerdo nuclear de Irán. Trump rompió ese acuerdo y presionó a Irán para el deleite de sus aliados tradicionales. A cambio, los Saud (monarquía que controla Arabia Saudita) se han comprometido a un contrato de armamento récord de 110 mil millones de dólares. En cuanto a los favores de Tel Aviv, le brindan el apoyo del influyente lobby pro-Israel. Durante la campaña, Clinton dijo sobre Trump que Estados Unidos no necesitaba un presidente neutral con Israel. El candidato republicano se había negado a comentar sobre el conflicto que desgarraba Medio Oriente. Incluso había prometido cobrar a Israel por la ayuda militar de Estados Unidos. Pero desde entonces ha mostrado signos de buena voluntad, incluido el reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel. Así que Trump fue aplaudido en la última concentración del AIPAC (Comité de Asuntos Públicos de Israel) en marzo. Un año antes, sin embargo, una encuesta reveló que el 77% de los judíos estadounidenses desaprobaba al presidente. La situación ha cambiado. Si Trump quiere terminar su mandato a pesar de los numerosos ataques, es mejor contar con el apoyo de los pro-israelíes que son numerosos en Estados Unidos.

Con respecto a América Latina, Trump no ha mostrado ninguna intención de romper con la tradición según la cual Estados Unidos considera este continente como su patio trasero. Las relaciones parecen continuar en el mismo camino. Washington apoya a las burguesías compradoras derechistas contra los gobiernos de izquierda que desean romper con el neocolonialismo. Hay una ofensiva muy fuerte en este momento en Venezuela, Nicaragua, Brasil y Ecuador. Incluso si es proteccionista, Trump no debería poner fin a los mercados que le ofrecen los mercados de “ese patio trasero”.

*Por Leandro Albani para La tinta

Palabras claves: Donald Trump, Estados Unidos, guerra

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«Es cuestión de tiempo hasta que haya empresas involucradas legalmente por su colaboración con Israel»

«Es cuestión de tiempo hasta que haya empresas involucradas legalmente por su colaboración con Israel»
12 febrero, 2025 por Redacción La tinta

Lydia de Leeuw, investigadora del Centro de Investigación sobre Corporaciones Multinacionales, se ha centrado en los últimos meses en la responsabilidad de las empresas en el genocidio contra el pueblo palestino. En esta entrevista, habla de las características de ese trabajo de documentación.

Por El Salto Diario para La tinta

El 17 de diciembre, Frank Barat mantenía esta conversación con Lydia de Leeuw, quien lidera el litigio estratégico de SOMO, el Centro de Investigación sobre Corporaciones Multinacionales, por el que el objetivo es conectar la investigación con el trabajo de cientos de organizaciones de la sociedad civil y juristas. En esta entrevista, De Leeuw presenta las principales conclusiones del informe “Alimentando la injusticia. Explorando las consecuencias legales para los Estados y empresas que participan en el suministro de energía a Israel”. En el informe, se examina cómo el comercio exterior y la inversión en el sector energético de Israel pueden contribuir a las graves violaciones del derecho internacional perpetradas por Israel en el territorio palestino ocupado, incluida Gaza. Considera las obligaciones de los Estados y las responsabilidades de las empresas involucradas en el suministro de energía a Israel.

Esta entrevista forma parte de una serie de diálogos que Frank Barat lleva manteniendo desde octubre de 2023 y que pueden encontrarse en su canal de YouTube subtituladas al castellano por el colectivo Viva Palestina Libre – Subtítulos contra la ocupación, que se encarga, además, de su edición en formato texto para este medio.

Frank Barat: Hola, Lydia. Me alegro de verte. Quería hablar contigo hoy porque SOMO, el Centro de Investigación sobre Corporaciones Multinacionales, la organización para la que trabajas, ha publicado un nuevo informe titulado «Powering Injustice«, que analiza las consecuencias legales para los Estados y las empresas involucradas en el suministro de energía a Israel. Diriges el litigio estratégico de SOMO y, por lo tanto, eres una de las principales personas detrás de este informe. Mi primera pregunta es: este informe se enmarca en torno a dos resoluciones hechas por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en 2024. ¿Puedes decirme cuáles son exactamente y por qué fueron relevantes para empezar a trabajar en el informe?

Lydia de Leeuw: Sí. Gracias, Frank. De hecho, son dos resoluciones tomadas por la Corte Internacional de Justicia apenas este año. La primera fue en enero de este año, donde la Corte determinó en sus medidas provisionales que era plausible que Israel estuviese cometiendo genocidio en Gaza. Y la relevancia de eso para todo el mundo, para las empresas, para los Estados, para todo el mundo que tenga una conexión, que tenga cualquier forma de influencia, es que ponen sobre aviso que se está desarrollando un genocidio potencial. Eso significa que los terceros Estados tienen una obligación —no es algo que puedan elegir, hacer o dejar de hacer—, es una obligación activa de tomar todas las medidas razonablemente disponibles para prevenir el genocidio en Gaza. De hecho, puede que ya tuvieran el conocimiento o la información necesarios antes de la decisión sobre las medidas preventivas de la CIJ, pero, sin duda, deben tener ese conocimiento e información desde entonces. Y para nosotras, también fue una información relevante ver que ahora tenemos que mirar, todo el mundo tiene que mirar, más allá de los suministros de armamento que van a Israel, más allá de los bienes estrictamente militares. Tenemos que mirar de manera más coherente y holística qué tipos de cadenas de suministro permiten a Israel continuar con este genocidio.

La segunda resolución que creemos que es realmente relevante para el suministro de energía a Israel es la que se hizo en julio de este año, el 19 de julio. Esa fue una opinión consultiva, pero es una opinión muy autorizada del más alto tribunal del sistema de la ONU. Encontró que toda la ocupación, toda la presencia militar de Israel en la Franja de Gaza y Cisjordania, incluyendo Jerusalén Este, es ilegal y debe terminar. Y lo mismo ocurre con la presencia de colonos, es ilegal y hay que acabar con ella. Con respecto a los asentamientos, eso ya se estableció o determinó en la opinión consultiva de 2004 de la Corte Internacional de Justicia, pero lo que la Corte también hizo esta vez fue detallar, muy explícitamente, todas y cada una de las obligaciones que tienen los terceros Estados de garantizar que sus Estados o las entidades dentro de su Estado, como las empresas, como no ofrecer ayuda para mantener esa situación ilegal creada por Israel. Así que, como acabas de decir, es importante para nosotras mirar holísticamente lo que está sucediendo y lo que está permitiendo a Israel, con total impunidad, cometer un genocidio en Gaza.

Frank Barat: Entonces, ¿cómo la energía, o el combustible para producir energía, juega un papel importante en la acción de Israel y en los crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza?

Lydia de Leeuw: Bueno, creo que un hecho clave a tener en cuenta es que Israel es extremadamente dependiente de la importación tanto de petróleo como de combustible. El 98,6% del petróleo de Israel se importa realmente del extranjero. Por tanto, esto nos dice algo acerca de la dependencia que el país tiene de las importaciones para permitir el abastecimiento de combustible de sus aviones, de sus tanques y otros vehículos del ejército que se utilizan en crímenes de guerra y en el genocidio contra el pueblo palestino. Así que uno de los ángulos que hemos analizado es de dónde proviene el petróleo y de dónde provienen los diferentes tipos de combustible, incluyendo el diésel y la gasolina. Y cuáles son las diferentes cadenas de suministro que podemos descubrir, que permiten establecer el vínculo con el ejército.

Luego, el segundo ángulo que examinamos en términos de suministro de energía son los diferentes recursos energéticos que contribuyen a la generación de electricidad en Israel. Y la razón por la que esto es importante es porque la red eléctrica a la que están conectados los asentamientos es la misma que la red eléctrica israelí dentro de las fronteras de 1948. Así que no hay distinción. Si estás exportando carbón a Israel que se utiliza para generar electricidad en una central eléctrica de carbón, ese carbón se va a utilizar para generar electricidad para toda la red. Así que, inevitablemente, va a alimentar una red contaminada por la ilegalidad.

Frank Barat: Y, durante la elaboración del informe, ¿qué países dirías que son los mayores proveedores de Israel, ya sea en armas o en energía?

Lydia de Leeuw: No hemos analizado las armas. Hemos mirado… quiero decir, lo más cercano a las armas sería el combustible para aviones militares porque eso sólo tiene un tipo de uso. Sólo puede ser utilizado por el ejército. La única cadena de suministro que encontramos es la que viene de los EE. UU. Se trata de contratos del Departamento de Defensa de EE. UU., por los cuales las empresas estadounidenses como Valero y Saltchuk Resources están exportando, o transportando, combustible militar a Israel, al ejército israelí. Otras cadenas de suministro desde el extranjero que hemos analizado son, obviamente, las de petróleo, debido a la gran dependencia. Y los principales proveedores de los principales exportadores de petróleo crudo son Azerbaijan, Kazajstán y Gabón. Pero también hay cantidades relativamente menores procedentes de Brasil, Nigeria y la República Democrática del Congo. No sólo nos hemos fijado en cuáles son los países exportadores, sino también cuál es el trayecto. Y ahí vimos que Turquía es un país de tránsito muy importante para el petróleo, por cuyos puertos se exporta el petróleo de Azerbaiyán, y el petróleo kazajo suele pasar por Rusia.

También es importante mencionar el papel de los Estados intermediarios, por así decirlo. Hemos visto diferentes tipos de combustible; diésel, gasolina, etc., que pueden ser utilizados en vehículos militares. Los mayores proveedores son Rusia y EE. UU., y, luego, cantidades mucho más pequeñas vienen también de Brasil, Grecia y Albania. Creo que es importante volver a mencionar el carbón. Esto está ligado a los asentamientos, no tanto al genocidio, y, en este caso, los proveedores son Rusia y Sudáfrica. Es bastante importante. Mucha gente se sorprende cuando escuchan Sudáfrica, debido a los increíbles esfuerzos que están haciendo para tratar de que Israel rinda cuentas por el genocidio. Pero sí, estamos viendo esto en un sentido más amplio. Tenemos que considerar la ocupación ilegal y la campaña genocida de forma holística. Luego, cuando se trata de otras cadenas de suministro de energía que están contribuyendo a la generación de electricidad, las energías renovables con inversiones extranjeras y el gas natural con inversiones extranjeras, también hemos analizado el papel de las empresas extranjeras.

Frank Barat: Entonces, ¿cuáles dirías que son las obligaciones de los Estados, pero también de las empresas, a la hora de suministrar energía a Israel?


Lydia de Leeuw: La obligación de los Estados es una obligación muy seria, especialmente, cuando se trata de la prevención del genocidio, porque el requisito que deben cumplir los Estados es que tomen todas las medidas razonablemente a su alcance para prevenir el genocidio.


Defendemos que, si desde su territorio se exporta petróleo o se exportan combustibles que podrían acabar en manos del ejército, o si empresas bajo su jurisdicción participan en esa cadena de suministro, deben tomar todas las medidas razonablemente disponibles para garantizar que sus cadenas de suministro no están, de hecho, alimentando crímenes de guerra y actos de genocidio. Y si no pueden afirmarlo al 100%, entonces, eso no es hacer tal contribución. Deben tomar medidas para detener esa cadena de suministro. Eso en relación a la prevención del genocidio. Pero, con respecto a la ocupación, de nuevo, de forma holística, la Corte Internacional de Justicia fue muy clara en su opinión consultiva del 19 de julio. Dijo que “los Estados deben abstenerse de hacer tratos económicos o comerciales con Israel, que puedan afianzar su presencia ilegal en el territorio”. Podríamos argumentar que, si van a garantizar el suministro de electricidad a los asentamientos, eso afianzaría la presencia ilegal. Hay otro requisito u obligación establecido por la Corte Internacional de Justicia que dice que “los Estados deben tomar medidas para evitar las relaciones comerciales o de inversión que ayuden al mantenimiento de la situación ilegal creada por Israel en los territorios ocupados”. Entonces, eso significa que los Estados están obligados por el derecho internacional a tomar medidas contra sus empresas para impedir esas relaciones comerciales, esas relaciones económicas, que contribuyen a la presencia ilegal de colonos y militares. Porque debo decir que, en relación con la ocupación ilegal, se trata tanto de los asentamientos como del ejército. Además, el ejército se abastece de combustible por todo Israel y los territorios ocupados. De manera que las estaciones de servicio en las que los jeeps militares y los camiones cisterna pueden repostar están esparcidas por todas partes. También se encuentran en los asentamientos. Están localizadas por todo Israel dentro de las fronteras de 1948. Es una misma reserva, es una red, es un mismo suministro que se está alimentando o, más bien, que las empresas están alimentando.

Las responsabilidades de las empresas… las empresas no se adhieren a los convenios ni a los derechos humanos ni a los instrumentos del derecho internacional, pero las normas y parámetros que se aplican a las empresas, como los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos, y las directrices de la OCDE para empresas multinacionales, obligan a las empresas a actuar con la debida diligencia y, especialmente, en las zonas afectadas por conflictos, tienen que actuar con la debida diligencia, lo que significa que tienen que identificar los riesgos, prevenir y mitigar los riesgos, y poner remedio cuando hayan causado un impacto. Y si no pueden hacer mitigación, si no pueden prevenir impactos perjudiciales y no pueden detenerlo, entonces, deben desvincularse responsablemente de esa relación comercial.

Entonces, yo diría que antes, del 7 de octubre del año pasado, los Estados tendrían que pensárselo muy bien para no contribuir a ninguna violación en el contexto de la ocupación. Pero con el genocidio en curso y la determinación explícita de que tanto los colonos como la presencia militar es ilegal, se vuelve, creo, muy, muy difícil para las empresas tener cualquier participación allí porque está manchada con la ilegalidad vinculada a la ocupación.

Frank Barat: Entonces, ¿cuáles son vuestras conclusiones? ¿Cuáles son las conclusiones de vuestro informe en relación a los Estados y en relación a las empresas? Y mi segunda pregunta sería, ¿pueden las empresas tomar medidas independientemente de los gobiernos? ¿O tienen el deber de actuar independientemente, incluso, si los gobiernos no toman las medidas adecuadas?

Lydia de Leeuw: Bueno, voy a empezar con los Estados. Los Estados tienen la enorme tarea de, como ya he dicho, examinar de forma holística la implicación que las empresas y los empresarios en su jurisdicción tienen en la ayuda al mantenimiento de la ocupación ilegal, los asentamientos, pero también en la contribución a que Israel pueda seguir cometiendo crímenes de guerra y genocidio. Los Estados son los principales titulares de obligaciones. Y creo que lo que debe ocurrir, a nivel nacional, es que estas obligaciones tienen que empezar a cumplirse. La gente protesta, la gente hace lo que puede para presionar a sus Estados, pero también creo que los tribunales tienen que empezar a tomar decisiones sobre si las cadenas de suministro se pueden mantener o si, de hecho, los Estados deben ser obligados a intervenir y tomar ciertas medidas políticas para detener, por ejemplo, las exportaciones de carbón, para detener la exportación de petróleo, para detener las exportaciones de varios combustibles.

Creo que estamos en el nivel que… las palabras sobre el papel son hermosas y estas opiniones consultivas y las medidas provisionales son hermosas, pero ahora se trata de traducir eso en acción y poner a prueba las políticas nacionales. Las empresas no tienen que esperar a que un tribunal les diga: “No pueden hacer esto”. Tienen su propia responsabilidad y se enfrentan a sus propios riesgos legales. Porque, por ejemplo, una empresa como Valero ha sido un proveedor constante de combustible para aviones militares a Israel. Han estado proporcionando ese combustible que se envía casi cada dos meses, creo, con pleno conocimiento de lo que está ocurriendo en Gaza y en Palestina en general. Así que esto plantea cuestiones relativas a la responsabilidad penal individual de los ejecutivos involucrados. Hemos escrito a la empresa y no han respondido a nuestras preguntas. Pero yo diría que es cuestión de tiempo hasta que ciertas empresas se vean involucradas en cuestiones de responsabilidad legal por su participación.

Frank Barat: Traes a colación mi última pregunta: ¿y si no se toman medidas? ¿A qué tipo de repercusiones podrían enfrentarse los gobiernos extranjeros —aunque quizá deberíamos centrarnos más en las empresas— y desde dónde?

Lydia de Leeuw: Voy a hablar muy teóricamente, porque dependerá de la capacidad y la voluntad de los sistemas jurídicos para actuar. Así que va a depender de la legislación que exista en determinados países y de lo que se pueda probar. Pero cuanto más se pueda probar sobre el conocimiento que estas empresas o sus ejecutivos tenían, y cuanto más se pueda probar sobre la naturaleza y la escala de su contribución a la comisión por parte de Israel de crímenes internacionales, crímenes de guerra, genocidio, crímenes contra la humanidad… Cuanto mayor sea la cantidad de pruebas, mayor será la posibilidad de que, en algún momento, los individuos tengan que rendir cuentas. Y realmente estoy pensando en, por ejemplo, empresas como Valero, que están enviando este combustible para aviones militares a Israel como si estuvieran enviando zapatos o calcetines. En ciertas jurisdicciones, las empresas también pueden ser consideradas responsables por su papel en crímenes internacionales. Así, por ejemplo, en los Países Bajos, tenemos una legislación que permitiría procesar a las empresas por su participación en crímenes internacionales. Ese tipo de legislación no existe en todas partes, por lo que debe estudiarse caso por caso.

Y luego creo que, como decirlo… me gustaría llamarlo “futuro idílico”, yo también esperaría y contribuiría con mi granito de arena para poder ver que los ejecutivos también estén en el foco de la Corte Penal Internacional. No hay nada en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional que impida a la Corte perseguir a los actores corporativos, líderes corporativos individuales. Al igual que lo que sucedió después del Holocausto, donde líderes corporativos individuales fueron procesados y condenados por su papel en el genocidio de la Segunda Guerra Mundial. El Estatuto de Roma lo permite, pero, por desgracia, hasta ahora, el enfoque de la Corte Penal Internacional se ha centrado únicamente en el liderazgo militar y político. Pero creo que crímenes de esta envergadura no pueden producirse sin la complicidad de las empresas. Así que me gustaría que, en algún momento en el futuro, eso también se convierta en realidad.

Frank Barat: En realidad, ahora tengo otra pregunta. Supongo que lo que estás diciendo es que vuestro informe, y supongo que el informe de Amnistía Internacional, también son muy útiles porque si se puede demostrar que lo que la empresa está haciendo, si se puede demostrar que saben que está mal y que saben que podrían enfrentarse a consecuencias, este es uno de los aspectos más importantes, ¿verdad?

Lydia de Leeuw: Sí, exactamente. Como has dicho al principio, es difícil saber y ver que lo que estamos haciendo no está salvando vidas en este momento, ¿verdad? Creo que todo lo que todas estamos haciendo es tratar de asegurar que este genocidio se detenga lo antes posible. Cada día que se consiga que este genocidio se pueda detener antes, se salvan vidas. Pero también, el punto que acabas de mencionar. Para el futuro, para la rendición de cuentas, para el ajuste de cuentas, para la búsqueda de los hechos y la verdad, es crucial que sepamos quién sabía qué y quién hizo qué y quién debería haber hecho qué. Lo que siempre hacemos en SOMO cuando investigamos y antes de publicar información es ponernos en contacto con las empresas mencionadas, con todas las empresas nombradas en el informe, y les escribimos una carta indicando lo que hemos encontrado. Pero también exponiendo nuestro análisis sobre ciertas cuestiones. Por ejemplo, cuando publicamos conclusiones sobre la posible responsabilidad legal, se lo planteamos a la empresa y le damos derecho de réplica. También lo hemos hecho con este informe. Sólo hubo una empresa que respondió con una pequeña elaboración de los hechos. Pero, además de garantizar que la investigación que publicamos es objetivamente correcta y está revisada por las personas que escriben sobre ello, también se trata de más tarde poder decir: «Les informamos en las fechas X e Y de tales y tales implicaciones, que estaban implicados en relación con el genocidio o los crímenes de guerra que Israel está cometiendo”. Así que se trata de reunir documentación, de reunir archivos, si no es para la acción legal ahora, para el futuro. Creo que esa es también una de las razones por la que estamos haciendo esto.

Frank Barat: Gracias, Lydia. Ha sido muy esclarecedor y, obviamente, animo a todo el mundo a leer el informe. Y sí, como dices, creo que todas lo estamos haciendo lo mejor que podemos. Todas nos esforzamos al máximo. Quiero decir, no todas, tal vez, pero muchas de nosotras. Y creo que, a pesar de que la situación sobre el terreno es catastrófica, horrible y paralizante, si miramos con perspectiva, no creo que Israel haya estado nunca en una posición tan mala. Nunca hemos tenido a la CIJ, a la CPI, las principales organizaciones de derechos humanos y de ayuda humanitaria publicando informes sobre el apartheid israelí, el genocidio israelí, las órdenes de arresto, un caso de genocidio en la Corte Internacional de Justicia. Por desgracia, no está trayendo acciones directas concretas para salvar vidas en Gaza, pero en el futuro, esperemos, podría permitir cambiar esto.

Lydia de Leeuw: Sí. Y creo que Francesca Albanese, la relatora especial de la ONU, también advirtió que la situación en Cisjordania está ahora en un continuo, que podría… que corre el riesgo de convertirse en un genocidio también. Esto es relevante para, creo, toda Palestina, el trabajo que se está haciendo ahora, pero también… ¿qué quedará del orden jurídico internacional o del sistema legal internacional cuando esto termine? Porque esto es la destrucción paralela del pueblo palestino en Gaza y del orden jurídico que supuestamente fue diseñado para garantizar que nunca más pudiera ocurrir un genocidio. Así que creo que estamos en un momento sin precedentes, un genocidio en directo, con los tribunales emitiendo conclusiones decisivas, mientras el genocidio sigue ocurriendo. Así que el nivel de aviso y el nivel de posibilidad y las obligaciones de los Estados para actuar e intervenir no creo que haya sido nunca más obvio y fuerte. Así que, sí, tenemos que seguir presionando.

*Por El Salto Diario para La tinta / Imagen de portada: A/D.

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Palabras claves: Franja de Gaza, genocidio, Israel, Palestina

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