La provincia de Córdoba resiste: hermanadas y en manada
«Más sororidad» es un colectivo que le hace frente al acoso callejero, la política tradicional y la violencia machista e institucional que atraviesa el sur provincial. Son cerca de treinta mujeres de Bell Ville y la zona (Morrison; Monte Leña) que se juntaron en febrero de este año para organizar la marcha internacional del 8 de marzo, que fue masiva y emocionante. “Ser muchas nos da fuerza y la sentimos porque ponemos el cuerpo todos los días, en nuestros trabajos, en nuestras casas y ahora en la calle todas juntas”.
Por Delfina Saab para La tinta
Es un colectivo de mujeres, lesbianas, trans y travestise. Se autoconvocaron para organizar la huelga feminista y eso bastó para estar organizadas hoy. Transitan su lucha en esta ciudad de Córdoba que se mantiene como el segundo distrito con más femicidios, según los datos del Observatorio de Femicidios del Defensor del Pueblo de la Nación, relevados en 2017.
El desafío es que está todo por armarse, buscan aportar desde lo legal, desde talleres para de-construir conceptos/ideas hegemónicos: hablar de parto respetado, sanaciones de útero, de botones antipático. “Nuestra forma de organizarnos nos identifica y nos hace sentir cómodas: nadie prevalece en las decisiones, nos amoldamos según los momentos, lo que vamos organizando y nuestros tiempos”, nos cuenta Patricia, mamá, trabajadora social y docente. Liliana, profesora de historia de nivel medio agrega: “En la diferencia de edades aprendemos un montón, porque yo soy de otra generación con otras formaciones, ideas y costumbres; encontrarme con las más jóvenes me devuelve energía”.
Las puso en marcha el reconocimiento de la violencia hecha cuerpo en los femicidios, en sus trabajos, en la intimidad misma. “Yo soy víctima de violencia de género y me reconozco así. Me uní al grupo buscando contención, acompañando a otras que pasaron por el mismo problema. Busco luchar por lograr un feminismo que acá está tapado: hay que visibilizarlo”, afirma Nora Flores, vecina de la ciudad.
Se preguntan cómo llegar a aquellas compañeras que están silenciadas o rezagadas por el mismo sistema patriarcal que las aleja. Explican que hay mujeres que no tienen acceso al facebook, twitter o la televisión, que tampoco habitan el centro de la ciudad. Uno de sus objetivos es llegar a ellas, hacer actividades en los barrios, visibilizar la lucha.
El 8 de Marzo como bandera
Aquello que empezó a planificarse como una marcha por el paro internacional de mujeres generó eco y hoy se transformó en una apuesta cultural y política. Como dijo Silvia Federici, “el paro mostró en la sociedad una crisis de trabajo, de falta de tiempo para sí mismas, una crisis de la relación con los otros: es el no tener recursos, no tener tiempo ni acceso a los servicios más fundamentales. Se enfrentaron a la violencia individual pero también a la violencia del estado, de la policía, a la violencia en las cárceles: la militarización de la vida que aquí se ve mucho más fuerte”.
“Para nosotras fue difícil marchar porque los municipios no acompañaron. Ese mismo día el concejo deliberante declaró de interés municipal la Cena del Día de la Mujer, organizada anualmente por el Club River de la ciudad. Fue el intendente y dio un discurso donde resaltó el rol típico de la mujer, al que estamos acostumbradas, y por el que nosotras marchamos en contra”.
Sin embargo la estrategia fue clara: salir como colectivo y tomar la calle, mostrar que eran muchas y que estaban hermanadas. El paro las juntó para construir otra política. “Estamos con la idea de organizar una feria autogestiva, encontrarnos todas las mujeres que tenemos algo para intercambiar/vender. Parecido a la grupa de Feministas Trabajando en Córdoba. Vamos mirando qué pasa en otras ciudades, otras experiencias y ver qué podemos hacer acá”, cuenta Eli, abogada trabajadora del Poder Judicial.
La lucha trans: una voz escondida
Según el informe de 2014 de la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida de los argentinos aumentó tres años entre 1990 y 2012. Sin embargo las travestis, transexuales y transgéneros del país sólo alcanzan en promedio los 35 años de edad. La responsabilidad del Estado es evidente en el abandono, pero también en la persecución y la violencia.
Muchas de las compañeras del espacio coinciden en que la Ley de Educación Sexual Integral no se materializa, que no se habla de diversidades, de las decisiones sobre el propio cuerpo: no se habla de que la comunidad trans en Bell Ville existe y está de pie en esta lucha.
Laura, militante trans de ATTTA, contó que “yo milito y milité en muchos espacios políticos, desde los 15, 16 años que veo muertas a mis amigas por VIH y otras enfermedades. Muchas veces cuando era más chica dormía en la calle porque no tenía dónde, en mi casa no me querían, pero juntas, con otras compañeras fuimos transformándonos. Hoy perdí muchas amigas y por eso estoy acá militando por el cupo laboral trans, por las enfermedades de transmisión sexual en nosotras. Acá también el código de faltas nos afecta, nos llevan por merodeo, porque tienen ganas”.
El 28 de Junio es el Día Internacional del Orgullo LGTB. Más sororidad está peleando para que el municipio adhiera a la fecha, promulgando que cada año se haga una actividad de reconocimiento. “Vamos a hacer una fiesta el 30 de junio y un taller/capacitación durante el día para que se visibilice. Estamos re pilas”.
“El feminismo nos encontró”
El feminismo como concepto, como fenómeno, como ideario, como movimiento social y político se enfrenta al patriarcado: el sistema de dominación más antiguo de la historia de la humanidad y posiblemente, al más sutil y difícil de identificar en algunos momentos. Las mujeres que lo desafían se convierten en sujetas políticas que cuestionan las estructuras de poder y de opresión, dando una batalla ética, en tanto su propia existencia plantea una crítica a los valores establecidos. “El feminismo a nosotras nos muestra otra forma de hacer política que a muchas nos alejó de espacios partidarios, sindicatos donde nuestras voces no eran tenidas en cuenta, estaban silenciadas, eran secundarias. Por eso este espacio es una forma de encontrarnos”.
Responsabilizan a los municipios de Belle Ville y la zona por el escaso avance en torno a las problemáticas de violencia de género, mientras afirman que el feminismo transforma. Las complejidades que encuentran las personas que se organizan no son solo materiales (falta de insumos, de presupuestos, de trabajo integral sobre todo en la salud, etc.) sino también ideológicas: la reacción de la sociedad ante sus acciones, tildándolas de “feminazis” o “aborteras”, por marchar y explicitar una posición política.
“Seguimos pensando en cómo laburar esto porque adonde nosotras apuntamos es a otro lado, en estas ciudades chicas y conservadoras cuesta mucho. Seguimos de pie: en nuestras casas, en las escuelas, los lugares de trabajo y sobre todo éste 3 de Junio en la calle”.
*Por Delfina Saab para La tinta.