Toda educación es sexual
Por Candela Molina para La tinta
En este momento en alguna escuela del país:
Un/a profe reproduce estereotipos de género en el aula, otro/a dice comentarios homofóbicos.
Un/a profe de gimnasia se opone a hacer grupos mixtos porque argumenta que hay deportes fuertes que son de varones.
En algún recreo de una escuela primaria, algunos niños ocupan todo el patio para jugar mientras las niñas van a los pasillos o a las aulas “con sus” juegos.
También hay profes que conforman un proyecto institucional de Educación Sexual Integral (ESI) y realizan actividades en el aula y en la escuela abordando los ejes de la ESI.
Profes que logran incorporar la perspectiva de género en sus clases, haciéndolo un tema transversal en la currícula.
En alguna escuela, el Centro de Estudiantes invita a una organización social para debatir sobre el aborto.
La ESI está presente en todas las escuelas del país sean escuelas primarias, secundarias; públicas o privadas; escuelas del interior o de capitales. Está presente con su legalidad mediante leyes que garantizan los derechos de niñas, niños y adolescentes, y también está presente latiendo, incomodando, cuando se la intenta ocultar, minimizar y no se garantiza el Programa Nacional de Educación Sexual porque se adopta una posición conservadora.
Decimos que toda educación es sexual porque la sexualidad se vive, se siente y se manifiesta en todo momento. La ESI no se reduce en un contenido curricular (por lo general asociado al sistema reproductor biológico que no considera la intersexualidad), la ESI no se reduce a los discursos preventivos de embarazos e infecciones de transmisión sexual (por lo general los/as docentes “invitan a expertos médicos” para que den una charla sobre el tema).
La escuela es un importante espacio de encuentro social, un espacio de múltiples aprendizajes que desbordan al aula y a los/as docentes. En las escuelas se aprenden modos de relacionarse y de ser. En múltiples espacios, no sólo se aprende educación sexual en el aula, se aprende en el recreo, en los pasillos, y en los baños; en la entrada y en la salida de la jornada escolar, en la clase de gimnasia y en los actos escolares.
Se aprende cuando sabemos que con tal profe no se puede hablar de sexualidad porque para algunos/as aún es un tema tabú, un tema que incomoda y disloca. Algún niño, niña y adolescente puede aprender a ser terriblemente ignorado por los/as adultos que no quisieron o no supieron escuchar las señales que estaba dando, por estar sufriendo un abuso sexual en la escuela o en la familia. Ese niño, niña o adolescente puede aprender a callar.
Contenido oculto
Los/as docentes realizan muchas tareas del orden de la burocracia escolar: llenar el libro de temas, realizar las actas de reuniones, elaborar el programa de la asignatura, la planificación anual con las actividades a desarrollar, los objetivos (lo que se espera que aprendan los/as estudiantes) el modo de evaluar, entre otras tareas. Todo esto se hace explícito, se hace público, puede ser controlado y cuestionado.
Pero ¿qué pasa cuando lo que se enseña no se encuentra explícito, no se encuentra “abiertamente reconocido”? El concepto curriculum oculto nos ayuda a ver que también existe transmisión de saberes, prácticas, valores, estereotipos, mandatos y maneras de relacionarnos que aunque no se llegan a manifestar en papeles, están presentes en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Muchas veces se enseña ESI mediante el curriculum. oculto.
Consigna para resolver
La mamá de Juancito va a la verdulería, compra 2kg de papa, media docena de huevos, dos cebollas para hacer una tortilla para su marido e hijos. Son una familia conformada por 6 personas. Cuando llega a casa, Juancito está con 3 amigos que también se quedan a comer. ¿Cuánto más de papa, huevo y cebolla debe volver a comprar?
Parece un simple ejercicio de matemática, un ejercicio donde los/as estudiante deben resolver una situación problemática mediante una ecuación, ¿pero las situaciones problemáticas sólo se resuelven con ecuaciones? Si observamos y analizamos la situación cotidiana podemos ver algunas cosas más: sólo la mamá de Juancito se ocupa de las tareas domésticas, ella es la que debe resolver la alimentación para todos/as predominando la feminización del trabajo doméstico, además se da por sentado como única conformación de familia a la heterosexual.
Así desde un simple ejercicio de matemática ya naturalizamos y reproducimos estereotipos de género en un contexto áulico y escolar. ¿Sería posible cambiar el enunciado, preguntando cuánto más de papa, huevo y cebolla deben ir a comprar Juancito y sus amigos? ¿Podríamos desde matemática problematizar una situación cotidiana en dónde resolver la ecuación no sea lo más importante?
En algunas escuelas, en los acuerdos de convivencia se reglamenta la vestimenta del estudiantado prohibiendo a las mujeres ir a estudiar con calzas, musculosas, polleras y a los varones con bermudas ¿Se trata sólo de una cuestión de vestimenta “adecuada” para la escuela o seguimos profundizando una brecha de desigualdad de género porque todavía creemos que las adolescentes van muy provocativas?
¿Qué hacemos cuando nos enteramos de la homofobia del docente o del director que anda persiguiendo a lesbianas y gay en los recreos? En algunas escuelas está prohibido que estudiantes heterosexuales o gay se den besos en la boca, pues ¿se persigue al amor y a la demostración de afectos? porque pareciera que en la escuela aún reina la racionalidad que divide del cuerpo a la razón de la emoción.
La educación sexual está relacionada con la vida de las personas y con su modo de estar en el mundo, la educación sexual se hace partiendo del respeto hacia los/as estudiantes al concebirlos en su integralidad; entendiendo que es un saber que incluye al deseo y al placer como dimensiones esenciales en la construcción de la subjetividad.
La ESI no es un tema más que sobrecarga el trabajo de los/as docentes, tampoco merece ser pensado como un tema de especialistas. La ESI nos propone reflexionar y producir propuestas para cambiar las prácticas y conectarnos de otro modo con el deseo de aprender de niños, niñas, adolescentes/jóvenes, y con los nuestros también.
*Por Candela Molina para La tinta.