Centro Oftalmológico Dr. Ernesto «Che» Guevara. ¿Un imposible?
Hace días le vengo dando vueltas para escribir una nota. Una de esas que logren transmitir algo que es un imposible, un contrapelo de esta era. ¿Cómo se puede explicar un silencioso andar de quienes trabajan para volver a ver?
Por José Fernandez para Laucha
Pensaba arrancar contando formalmente qué es ese lugar, luego pensé que mejor era dar contundentes estadísticas para que cada palabra fuese irrefutable. Pero no. No viene el tema por allí. Lo más cerca que siento, que me aproximo es a contar quién es María, la de la foto. Ella está esbozando una sonrisa, parada en el hall central junto a su amiga, a la cual le debe estar muy agradecida por haberla acercado hasta ese lugar.
Ella me lo contó, “era muy difícil que yo me riera”. A su problema visual se le sumaba otros problemas de salud y como en un círculo vicioso se fue abandonando. “Primero perdí la visión de un ojo, luego la del otro, y un día estaba totalmente ciega”. Le pregunté desde cuándo, y me respondió que no recordaba.
La ceguera, esa oscuridad, no tan sólo te hace perder la visión, sino que perdés la dimensión del tiempo, ese constante de días y noches, atardeceres y amaneceres ya no está y el tiempo se borra y de a poco te va tragando.
No voy a contar de los otros problemas de salud que ha padecido María, por respeto a ella, pero créanme, que la dignidad se le iba apagando.
Cuando pedí entrevistarla me dijeron que era de pocas palabras, escueta. La mañana que la entrevisté pensé que habían exagerado, ya que las emociones y palabras fluían de su corazón de una forma incontenible. Algo en ella estaba volviendo.
“Ahora me río” y dibujó una sonrisa y no es para menos, hace poco fue operada de cataratas de un ojo en el Centro Oftalmológico Che Guevara y volvió a ver. “Quiero terminar la secundaria, volver a tejer, buscarme un trabajo. Lo voy a lograr”, de esa forma fue proyectando sus próximos días, semanas, amaneceres, atardeceres; la vida.
En el corazón de barrio San Martín está el Centro Oftalmológico, un imposible, un acto de amor indescriptible de un pueblo para con el nuestro. Un acto de compromiso del gobierno más solidario que hay en nuestra América Latina. Quienes conozcan un poco sobre la realidad cubana sabrán de la escasez económica, de las dificultades que tienen en el día a día, pero nadie absolutamente nadie puede desconocer su dignidad, su compromiso, su revolución.
Mientras escribo esto pienso una y mil veces que la revolución cubana, esos “endemoniados” enemigos del capitalismo, tienen esa necia conducta de ayudar, de “invadir” otras sociedades con médicxs, maestrxs y compromisos. Qué distante está esa conducta a la del gran imperio donde flamea la bandera de la “libertad”.
María es una de las miles que volvió a ver y esas historias van tomando dimensiones distintas con singulares despojos, pero con nuevos amaneceres. “El día que me operaron yo tenía miedo, pero aquí me alentaron y me cuidaron (…) estoy muy agradecida. Nunca, nunca voy a olvidar lo que han hecho por mí”, dijo de todo corazón y nuevamente se rió.
Ese día, luego de la entrevista, me fui pensando que lejos estamos de poder explicar qué es una revolución o qué es el socialismo; pero me quedé seguro que por allí se muestra el camino.
*Por José Fernandez para Laucha / Las fotos que acompañan este artículo fueron realizadas por Julia Torres Castaños, Erika Gallo, Guillermo Fabiani y Julieta Luna en el contexto de la cátedra de Prácticas Fotograficas II de la UPC, a cargo de la Prof. Alicia Cáceres. Se trata del registro de una pesquisa oftalmológica, la forma que la Operación Milagro encontró para llegar a los sectores más vulnerables, articulando con movimientos políticos y sociales, cooperativas y vecinos organizados.