«La lucha por la tierra es esencialmente feminista»
Por Rute Pina para Brasil de Fato
La profesora de la Universidad de Ghana, Dzodzi Tsikata, es entusiasta de la emergencia de los movimientos populares en África, pero se ilusiona con ver en el futuro más conexiones entre la lucha por la tierra y los derechos de las mujeres.
Presidenta del Consejo para el Desarrollo de Investigaciones en Ciencias Sociales en África (CODESRIA), Tsikata investiga las relaciones de género y las cuestiones agrarias en Ghana, donde el sector agropecuario corresponde a 36% del PIB y 56% de la fuerza laboral.
La estructura agraria del país se basa en la pequeña propiedad, pero sufre la presión y la influencia de las empresas transnacionales en el sector, como explica Tsikata en entrevista con Brasil de Fato.
—En los últimos diez años la producción agrícola se incrementó en diversos países africanos, como Ghana y Etiopía. Aún así, la seguridad alimentaria permanece como un asunto crítico para el continente. ¿Cómo ve esa aparente contradicción?
—Creo que tiene razón cuando dice que la agricultura está incrementándose, pero no se han abordado algunas de las cuestiones más básicas de la seguridad alimentaria. En un país como Ghana hay enfermedades comunes relacionadas con la escasez de alimentos y algunas personas, en determinadas épocas del año, no tienen acceso a comida. Se trata de un problema muy grave, particularmente para los niños y las mujeres.
África es un continente de agricultores, de pequeños productores que no tienen una vasta producción. Lo que no significa que esa sea una mala estrategia, porque creo que la pequeña agricultura es promisoria y casi siempre subvalorada. Por ejemplo, Ghana se ha transformado en líder mundial en la producción de cacao basada en la pequeña agricultura. Esto debería enseñarnos que los pequeños agricultores pueden producir para el mercado con éxito.
Pero existe el equívoco de decir que no es necesario producir [otras cosas] porque, si se produce materias primas para exportación, se puede ganar el dinero suficiente para comprar alimentos. Entonces muchos agricultores no son alentados a seguir produciendo y no se está investigando cómo producir, almacenar, procesar y mejorar la seguridad alimentaria. La agricultura se enfoca en los commodities.
Entonces, hay muchos temas complicados que tenemos que enfrentar para asegurar la soberanía alimentaria. El primero es garantizar el acceso de los pequeños productores a la tierra para su propia producción, no sólo para el mercado. En segundo lugar, hay que garantizar las cuestiones alrededor de la posesión de la tierra. Algunos grupos de agricultores, especialmente las mujeres, no pueden adquirir de manera independiente tierras para la agricultura.
También hay que considerar las cuestiones laborales en la agricultura. A menudo los trabajadores reciben poco y ven a la agricultura como una actividad transitoria, de la cual piensan librarse rápidamente. Tenemos que solucionar eso. Y también hay que solucionar el problema del crédito en la zona rural. Muchos pequeños propietarios tienen deudas y son muy comunes los casos de suicidios causados por deudas.
Lo más importante: tenemos que apoyar a las mujeres en la agricultura porque muchas veces ellas no sólo producen los alimentos, sino que están implicadas en todas las actividades productivas que aseguran la supervivencia de toda la familia.
—¿Cuál es la relación entre la lucha por el acceso a la tierra y el feminismo?
—Creo que la tierra está conectada con muchas luchas. La razón principal es que somos un país agrario y la tierra es un recurso crucial. Para nosotros la tierra es identidad, la tierra donde vivimos es parte de lo que somos. Quienes tienen tierra pueden tener control político. Un sistema en el cual algunas personas no tienen pleno acceso, ni control ni posesión de la tierra sólo puede ser desigual. Conforme la ley, todos pueden tener acceso a la tierra pero hay una discriminación que sufren las mujeres, los jóvenes y los inmigrantes también.
En Ghana las mujeres producen en sus comunidades hasta que se casan. Para vivir con sus esposos, salen de sus comunidades y se vuelven extrañas en la nueva comunidad y el acceso a la tierra está mediado por los maridos. Después, cuando las mujeres envejecen, si no tienen hijos hombres, pueden perder el acceso a la tierra. Si se divorcian, lo pierden automáticamente.
Sin el control de la tierra las mujeres son ciudadanas de segunda clase. También se les niega el derecho a trabajar como agricultoras, porque es impensable ser agricultor sin acceso a tierra. No hay políticas que consideran a las mujeres como agricultoras. Entonces las mujeres son dejadas de lado y se perpetúa un ciclo de desventajas. No es una cuestión económica, sino de ciudadanía y de derechos. Cualquier persona que se declare feminista no puede dejar de reconocer la conexión entre los derechos de las mujeres y el derecho a la tierra.
—¿Existe un vacío de políticas públicas dirigidas específicamente a las mujeres en Ghana?
—Por un largo período hubo atención a las desigualdades de género. Muchos gobiernos a lo largo de los años se esforzaron para abordar la agenda de la desigualdad con algún éxito. En la lucha anticolonial en Ghana las mujeres fueron muy activas. Debido a ello, en los primeros años de la independencia hubo muchas políticas públicas sociales y económicas para apoyar a las mujeres. El gobierno apostó por la educación universal, por ejemplo, lo que aseguró que muchas niñas fuesen a la escuela.
Fue una iniciativa importante porque abrió espacio para que las mujeres participen de la vida pública. En los años 60 hubo muchas iniciativas afirmativas para asegurar que las mujeres tuvieran representación en el Parlamento.
Sin embargo, algunas de esas políticas eran muy limitadas porque se hablaba de desigualdad de género, pero los derechos de las mujeres afectan muchas esferas interconectadas que no se pueden separar. Si se enfoca solamente un aspecto y se ignora el resto, no se concretan los derechos de las mujeres. No hay, por ejemplo, un sistema que haga que la tierra sea registrada a nombre de las mujeres. Pero si hacemos sólo eso, sin dar la debida atención a la cuestión del crédito y la tecnología, las mujeres van a tener derecho a la tierra apenas nominalmente, pero no lo van a tener sustancialmente. Entonces es muy importante ver que no es apenas un acto puntual, sino una serie de cuestiones interconectadas.
—¿Cuál es el papel de las corporaciones transnacionales en la agricultura en Ghana?
—Es una pregunta muy interesante para un país basado en la pequeña propiedad. Las corporaciones transnacionales actúan en diferentes niveles en la agricultura.
En un primer nivel, se involucran en la producción comercial a gran escala. Existen plantaciones de grandes corporaciones transnacionales en cooperación con socios de Ghana. Ellas necesitan tener algunos ghaneses como asociados porque es muy difícil adquirir grandes áreas y latifundios. La tierra es dividida en pequeñas propiedades productivas. Para adquirir 100 hectáreas de tierra usted tendría que expropiar 100 campesinos. Entonces, generalmente, las empresas se alían con socios ghaneses detentores de capital y acaban expropiando a los más pobres.
Un segundo abordaje, que está creciendo y siendo alentada, es el contract farming. En este tipo de acuerdo, las corporaciones no necesitan de una gran área de tierra. Lo que hacen es incorporar a los campesinos a una cadena global y estos pasan a producir para mercados externos en su propia tierra, de acuerdo con las instrucciones de las empresas transnacionales. Las corporaciones los abastecen de insumos, les dan soporte técnico y los patrones que tienen que seguir.
Otro modo de acción de las empresas es creando insumos, como agro químicos, pesticidas, semillas, todos controlados por el capital transnacional.
Y, obviamente, ellos están involucradas también en la venta de las cosechas, como el cacao o cualquier otra commoditie de exportación. Ellos venden, se quedan con la mayor parte de la ganancia y los agricultores solo se quedan con una pequeña parte de lo que producen.
Pero también hay otra manera importante como las transnacionales están involucradas en el sector agrario, que es la construcción de políticas públicas. Lo que ellos hacen es trabajar con los gobiernos, por ejemplo, los EUA, que es muy influyente en el diseño de políticas para la agricultora. Ellos pagan por la elaboración de políticas, apoyan oficinas en el Ministerio de Agricultura y así consiguen crear leyes a través del apoyo de corporaciones transnacionales.
A través de estos tres niveles — producción, distribución de insumos para la agricultura y de creación de leyes — todo el sector de la agricultura acaba en manos de las corporaciones transnacionales.
—En su opinión, ¿cuáles son las iniciativas más interesantes de resistencia en la región?
—Hay muchas iniciativas interesantes en desarrollo. Hay un movimiento en varios países africanos para combatir la apropiación de tierras. En muchos países, hay una recuperación de tierras que fueron apropiadas en gran escala. Están saboteando actividades, rechazando trabajos e incluso a veces, destruyendo cosechas. Esto está relacionado con el hecho de que los gobiernos no están prestando atención a los medios de subsistencia de esas personas. Entonces ellos tienen que, básicamente, cuidar de sí mismos.
Por ejemplo, recientemente en Ghana, mineros artesanales de sal lucharon contra una empresa que ganó el derecho de explotar la sal industrialmente en una gran laguna sin prestar a atención a las personas que, por miles de años, se ganaban allí la vida con la minería artesanal en pequeña escala. Esa es una de las iniciativas interesantes recientes. Por causa de todos estos años de privación, los pequeños propietarios están comenzando a organizarse mejor en movimientos populares y están siendo más efectivos de lo que eran.
También tenemos ejemplos de movimientos de personas sin tierra, particularmente en Sudáfrica, que también es un grupo muy vibrante, enfrentando años de expropiación e integrado a movimientos globales como la Vía Campesina, al cual pertenece también el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil. Es un período animador en que los movimientos populares están encontrando sus voces en África y también se están se conectando con los movimientos globales por el derecho a la tierra.
Grupos por los derechos de las mujeres también hacen cosas semejantes. Y mi pesar es que no haya una interconexión fuerte entre los grupos de mujeres y los movimientos por el derecho a la tierra. Me gustaría ver eso. Me gustaría ver sinergias más fuertes entre estos grupos porque creo que sus luchas son muy similares; sólo parecen diferentes y a veces los movimientos que luchan por la tierra no consideran eso para enfrentar las cuestiones involucrando también los derechos de las mujeres.
*Por Rute Pina para Brasil de Fato publicado en Desinformémonos.