El silencio mordaza

El silencio mordaza
23 noviembre, 2017 por Redacción La tinta

Por Hugo Seleme para La tinta

El 2 de abril de 1976 el rector del Colegio Manuel Belgrano – el teniente Carmelo Barceló – recorrió la biblioteca seleccionando los libros que había que callar. Es que desde los estantes hablaban las voces de Karl Marx, Margarita Aguirre, José Luis Martí. Seleccionó diecinueve, y en el patio del Colegio les puso una mordaza de fuego. Tres semanas más tardes el ritual se repetía en el III Cuerpo del Ejército por orden de Luciano Benjamín Menéndez. El objetivo era eliminar la “literatura marxista” que esta vez silenciaba a Eduardo Galeano, García Márquez, Cortazar, Freud y Saint-Exupery.

Las palabras fueron quemadas por el odio y, por años, todo fue cubierto con las cenizas del silencio. Las cenizas cegaron ojos y obstruyeron oídos, y nadie vio los cuerpos arrojados desde aviones ni escuchó los gritos de la carne torturada. Nadie advirtió que las fábricas se cerraban, y el endeudamiento externo crecía con la misma velocidad con que los dólares que debíamos pagar se iban del país en los bolsillos de los mismos que decían que la solución era endeudarnos. Nadie escuchó el ruido que en los estómagos recién vaciados provocaba el hambre. 


Entre 1975 y 1983 la deuda externa creció 37.000 millones de dólares. El 60% de estas divisas se fugaron del país. Entre enero del 2016 y septiembre del 2017 creció 41.921 millones de dólares (más de 50.000 millones si se le suman los 8.659 millones de deuda contraídos por la provincia de Buenos Aires). El 75% de los dólares ingresados ya han sido fugados.


Una de las razones en el pasado para mantener esta política económica ruinosa fue que altos funcionarios del gobierno de facto eran sus beneficiarios. Hoy sabemos que uno de los acreedores de la deuda externa que Argentina contrajo recientemente a 100 años es una empresa offshore fundada por el Ministro de Finanza del gobierno de Macri. Luis Caputo aparece así como uno de los beneficiarios del endeudamiento que él mismo ayudó a llevar adelante.

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Entre 1975 y 1983, para hacer frente al pago de la deuda se llevó adelante una política de congelamiento y control de los salarios. Esto produjo que los asalariados pasaran de quedarse con el 45% de los ingresos nacionales en 1974 a retener sólo el 26% en 1983. El actual gobierno nacional sigue el mismo camino, como muestra el congelamiento de salarios hasta el 2020 impuesto a la UOM en Tierra del Fuego. Nuevamente una empresa fundada por el propio presidente y su amigo Nicolás Caputo – Mirgor – salió beneficiada de la pérdida salarial. El establecimiento de un techo a las paritarias, o la directa desaparición de las mismas, es otro modo de alcanzar el mismo objetivo. El resultado de estas políticas en el pasado fue un cambio regresivo en la estructura de distribución del ingreso. Este ha sido el legado perdurable de las políticas de la dictadura. En 1970, la población en hogares pobres era del 3,2%, mientras que en 1982, luego de haber implementado las políticas con las que hoy el gobierno de Macri dice reducirá la pobreza a cero, el porcentaje había ascendido al 28%.

Cuando el poder lo detenta un gobierno conservador, el mejor modo de adivinar el futuro es mirar el pasado. Aunque hoy las mordazas no son de fuego, el odio que quema las palabras sigue generando cenizas y una pátina muda lo ha cubierto todo. Sin embargo, el silencio es frágil y se quiebra con sólo nombrarlo. Por eso: si puede, hable. Al final no nos juzgarán sólo por las palabras que dijimos, sino también por todas las que callamos.

*Por Hugo Seleme para La tinta.

Palabras claves: ajuste, Cambiemos, corrupción, Dictadura Cívico-Militar, economia, Luis Caputo

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