«El periodismo se ha convertido en instrumento del poder económico»
En una charla a solas con La tinta, el periodista Ezequiel Fernández Moores habló de todo: Messi y su “liderazgo con la pelota”; la actualidad de la Selección; la experiencia del FPT y su final; y la organización de hinchas para defender derechos. Desde su extensa trayectoria y conforme a un estilo que supo forjar, entiende que el periodismo deportivo antes que nada es periodismo, es contar historias: “Como es tan grande el escenario del deporte, te amplifica, te amplía la posibilidad de contar historias de las más diversas y contactarte con lo popular”.
Por Sebastián Tafuro para La tinta
“A mí me enseñaron una vez que informar quiere decir dar forma”. Cuando día tras día el oficio del periodista entra en un estado de degradación que parece no tocar fondo, una voz como la de Ezequiel Fernández Moores se destaca en medio de esa caída libre. Con su claridad habitual, se prestó a dialogar con El Diego sobre una serie de ejes, como la crisis del Seleccionado y la conexión con la situación de la AFA, la figura de Lionel Messi y su “liderazgo con la pelota”, la televisación de los partidos y el efecto “caja de resonancia” que tiene el fútbol en relación a la política a implementar y, como no podía ser de otra manera, un análisis crítico de la actualidad del periodismo. Referente indiscutible para el entrevistador, los invitamos a un recorrido por la aguda mirada de un escriba del deporte, un camino para contar historias.
La Selección, la AFA, la FIFA y Messi
—¿Hay una relación entre la situación institucional del fútbol argentino y lo que ocurre en la cancha con la Selección?
—La tentación más fácil es decir que sí, que la tiene que haber. También es cierto que a veces, en otras circunstancias, esto ha sucedido, había una crisis institucional y sin embargo se salía adelante y parecía no influir en el fútbol. Entonces la primera respuesta es que sí, que tiene que influir. La segunda respuesta es más sutil y te diría que a veces no ha influido esto, a veces la crisis estaba y el juego iba por su propio camino.
—¿Hay negocio para la FIFA si Argentina y Messi no estuvieran en Rusia o el negocio sigue igual?
—Yo creo que el negocio sigue igual, es obviamente mejor negocio con Messi. Pero bueno, Cristiano Ronaldo ha estado afuera de un Mundial. Y hoy por hoy Cristiano es un poco lo que era Messi antes. También recordemos que la FIFA avaló la actuación de oficio de la CONMEBOL en el tema este del jugador boliviano – se refiere a la inclusión de Nelson Cabrera en los partidos con Chile y Perú – y esto afectó a Argentina. Así que si realmente hubiera querido cuidar esos intereses de modo más grosero, no hubiese permitido eso porque estaba el espacio reglamentario para decir: “Señores, esto no corresponde”. Sin embargo interpretaron reglamentariamente otra cosa y ese fallo perjudicó a la Argentina de Messi.
A veces hay cosas que van sumando. Vos decís, el Mundial 78 era para que lo ganara la Argentina, estaba todo… pero si Resenbrik no pegaba la pelota en el palo ganaba Holanda.
—O el Mundial 94 donde parecía que a Diego lo necesitaban y después aparece el famoso “me cortaron las piernas”
—Es así, el Diego era un negocio para ese Mundial. Es cierto que tal vez mayor negocio podría haber sido que Brasil lo ganara porque Havelange se estaba yendo de la FIFA y Brasil nunca había ganado el Mundial durante su mandato y eso era como un golpe. Por ahí Havelange prefería eso. Pero son lecturas. A veces las líneas no son todas rectas, toman algunas curvas, algunas sinuosidades. En toda institución, por más sólida, poderosa y unida que parezca ser, se juegan también internas. A veces, los grises hay que saberlos leer.
—¿Qué es Lionel Messi para Ezequiel Fernández Moores?
Para mi es el mejor jugador del mundo lejos y supongo yo que está entre los mejores de la historia. No te puedo decir si es el mejor de la historia porque las comparaciones me resultan tan forzadas, pero sí que creo que esta entre los cinco mejores de la historia seguro y hasta puede que esté entre los tres mejores. Principalmente porque lo que está haciendo lo hace ya desde una década; es una regularidad como muy impresionante.
Como es argentino y es lo que nos sucedió a Maradona, entonces es inevitable el juego de comparaciones. Y en ese juego de comparaciones no es Maradona. Es argentino y lo sucede a Maradona, pero no es Maradona. No tiene por qué ser igual a Maradona.
Maradona era más extrovertido fuera de la cancha, Messi es una personalidad de más bajo perfil. Esa extroversión que tenía afuera de la cancha, Maradona también la trasladaba adentro de la cancha. Su liderazgo era no solo con la pelota, sino también de presencia. A veces esa presencia no es la misma con Messi. Messi, su liderazgo, lo impone con la pelota. Cuando no tiene la pelota, su liderazgo se opaca. Es una característica, no lo digo ni para bien ni para mal.
De todas formas se supone que el fútbol es un deporte colectivo. Como le pasó al propio Maradona en el ´85 con Perú en el Monumental, era un Maradona opacado y apareció otro jugador, que en ese momento fue Pasarella, liderando una reacción más anímica que futbolistica pero que finalmente le permitió a la Argentina ir al Mundial. Acá pareciera ser que apagado ese liderazgo de Messi, cuando no tiene la pelota, es como que se apaga todo el equipo. Yo creo que a Messi se le puede responsabilizar de algunas cosas pero no se le puede decir que es el responsable de todo.
El Fútbol para Todos, pagar para ver, los hinchas, la pasión y la defensa de derechos
—¿Cuál era tu mirada sobre el Fútbol para Todos?
—Cuando nace el Fútbol para Todos tenía para mí algo muy interesante que era frenar un abuso del monopolio, un abuso de posición que dejaba a buena parte de la población afuera, convirtiendo al fútbol en un objeto suntuoso, de consumo suntuoso. Que eso se frenara para mi tenía algo interesante. No vivo en Marte, así que sabía que tenía un componente político, que no solo era para que el fútbol lo pudiera ver toda la gente, sino también para que el Gobierno – enfrentado al Grupo Clarín – pudiera quitarle a Clarín una herramienta de su poder. Esa lectura también la hago.
Dicho esto también en ese momento me parecía raro, así como el monopolio Torneos-Clarín era raro en términos de cómo se podía difundir un gol y había que esperar más de 48 horas para poder ver un gol que se había hecho el viernes a la noche, así como eso me parecía raro, también me pareció raro una asociación Estado y AFA. Es decir, siempre la política estuvo dentro de la AFA, pero en el modo de asociación comercial ya me parecía como un exceso. Me pareció un poco excesivo, que todo el fútbol fuera por la Televisión Pública. A mí me parecía que un sistema mixto -siempre me pareció y lo escribí- podía ser algo interesante. No soy de rasgarme las vestiduras si un partido iba por TV paga.
—¿Y ahí donde queda la gratuidad?
—Gratuito no es nunca, porque si no pagamos el cable se paga con dinero público. A mí siempre me gustó usar más la palabra “público” que gratuito. Gratuito no es nunca, nada sale gratis. Pero sí, yo defendía el fútbol como un hecho público, un consumo cultural público. No me gusta la cosa fundamentalista, si la negociación implicaba que algún partido tenía que ir por TV paga me parecía interesante, siempre y cuando eso hubiera generado más dinero para el fútbol.
—¿Y el modelo actual qué opinión te amerita? ¿También hay política pese a que digan lo contrario?
—Lo actual también es político. Primero, hay un Gobierno que cree más en la iniciativa privada como motor de la economía. El anterior gobierno creía que el Estado tenía un poder fuerte como motor económico. Como el fútbol es una caja de resonancia enorme, siempre resulta muy interesante trasladar hacia él esas políticas. Meter a TNT y FOX, dos empresas norteamericanas que invierten en el país, suena como mensaje poderoso para quienes quieren lanzar ese tipo de mensaje.
Esto igualmente es político, porque sabemos que Clarín es uno de los grandes beneficiarios de esta decisión, y este Gobierno decidió restablecer ese vínculo de buenas relaciones con Clarín, como tantos otros gobiernos que han elegido tener buenas relaciones con el grupo más poderoso de prensa de la Argentina. Político es siempre.
—¿El fútbol es por definición deficitario? ¿Están los clubes argentinos atados sí o sí a los ingresos de la TV o hay otras alternativas?
—No veo otro modo, necesitan ingresos de la tele y venta de jugadores, sino no hay forma de sostenerlo. No lo digo en términos críticos, sino que forma parte de las reglas de juego, de una descripción del fútbol argentino que es “fabricante de jugadores”, un semillero de buenos jugadores y eso está cotizado a nivel internacional. Es un ingreso que tiene el fútbol, que eso después conspire contra la industria local… sí, claro que conspira, pero ayuda a los clubes a mantenerse económicamente. La televisión también, en todos los clubes del mundo tienen como ingresos entre sus variables estas cosas, sino de por sí como negocio solo no cierra en términos económicos.
Encima, como se ha inflado la burbuja del fútbol en la actualidad… en el negocio del fútbol a veces 1 + 1 no es exactamente 2. Al PSG de ninguna manera pueden cerrarle las cuentas después de haber gastado 400 millones de euros en Neymar y Mbappe, pero hay una decisión política del gobierno de Qatar, que está en problemas, y que usa al fútbol como herramienta de vidriera para otras cosas. Hay que entenderlo desde ese lugar. Es “perdida” por un lado, porque por otro lado supuestamente ganan en imagen para contrarrestar otra imagen.
—¿Qué pensás de una experiencia como la Coordinadora de Hinchas quienes, por ejemplo, han planteado un boicot a Fox y Turner?
—La Coordinadora me parece súper interesante. El fútbol pareciera ser como que la pasión es más importante que cualquier otra cosa, lo único que importa es que mi equipo salga campeón, el resto como que casi no me importa. Que surja una coordinadora de hinchas que promuevan iniciativas que defiendan al hincha como consumidor del fútbol me parece interesante más allá de la medida que decidan, sea boicot, demandas judiciales, lo que fuere. Es curioso que el fútbol más comercializado del mundo que es el inglés tenga paralelamente las agrupaciones de hinchas más poderosas que hay en el mundo, que son hinchas que se agrupan, que han decidido cosas muy fuertes. Junto con Alemania, son los dos países donde están los hinchas más organizados.
—Hace unas semanas Belgrano inauguró una tribuna financiada en un 50% por los socios y hay otras experiencias similares, ¿cuál es tu posición sobre este aporte desinteresado del hincha?
—Sí, sí, hinchas que han pintado sus estadios, el predio Tita Matiussi – de Racing – fue prácticamente hecho por hinchas. Es y me parece una fórmula extraordinaria de asociación, de pertenencia, compromete inclusive a la dirigencia. Yo soy un convencido de que el fútbol le pertenece a la gente, así que todo lo que refuerce esa idea soy un fervoroso defensor, impulsor y todo.
El rol del periodismo y el estado de situación del oficio
—Desde El Diego buscamos hablar de deportes para hablar de otras cosas y juega mucho la influencia de periodistas como vos, al igual que observamos en otros espacios que vienen multiplicándose. ¿Por qué incursionaste en este estilo de periodismo y si lo podemos llamar periodismo deportivo?
—Yo le digo periodismo. El deporte puede ser una herramienta, un camino para contar historias, esencialmente es eso. Como es tan grande el escenario del deporte, te amplifica, te amplía la posibilidad de contar historias de las más diversas. Y aparte, como está muy conectado con lo popular, con las emociones populares, te lo hace más rico todavía. Porque también entrás a poder contar sobre quienes quieren manipular esas emociones populares. No solo hablar desde lo popular, sino también desde el eterno choque con el poder, al cual le interesa manipular todo lo popular.
Sabemos que el poder en general suele ser un poco obsceno por definición. Y si a mí me interesa esa cuestión popular que significa el deporte, me interesa también hablar de esos poderes que quieren manipular esas emociones populares.
—¿Cómo observas al periodismo en la actualidad?
—El periodismo en general, lo que yo veo, no me gusta mucho. Siento que hay un oficio que ha cambiado mucho su forma de ser, su naturaleza, que se ha convertido cada vez más en un instrumento que tiene el poder, el poder económico sobre todo. Siempre fue complicado, pero es cada vez más difícil intentar ser una especie de mediador entre lo que sería el pueblo y el poder. El periodismo dice representar los intereses de la gente, pero pareciera estar representando cada vez más los intereses del poder económico.
—¿Y en el caso del periodismo deportivo? ¿No se transmite un mensaje de mucha agresividad, como que no importa nada?
—A veces hay algo de interesante en esa posibilidad de libre expresión que tiene el fútbol donde el hincha va a una cancha y dice lo que quiere. Hay algo de interesante en eso. A su vez en ese “dice lo que quiere” hay algo muy arrasador sobre todo cuando ese “dice lo que quiere” es reflejado por el periodismo como si ese decir tuviese que expresar algo digno de ser tapa de un diario. ¿Viste cuando entrevistan a una familia después de que mataron al hijo, entonces la familia, la madre, el padre desbordado piden la pena de muerte? Y bueno, podes entenderla a esa gente que está en ese estado, pero se supone que los medios no están exactamente para expresar lo que la gente quiere en ese sentido. Si fuera solo eso, la gente quiere pena de muerte, entonces el periodismo: “viva la pena de muerte”.
Cuando uno escribe la información, también tiene que tener un poder de análisis, un poder de contextualización. A mí me enseñaron una vez que informar quiere decir dar forma. Yo creo que el periodismo tiene que estar atento a ese intento de dar forma. Por ejemplo el título “Ocurrió un asesinato de un pibe”. Demos forma, porque si no el reclamo de sangre y de ajusticiamiento termina en lo que vemos hoy, no solo en la Argentina sino en muchos otros países donde gobiernos que por expresar “eso que la gente quiere” terminan representando lo peor de la condición humana, la xenofobia, el racismo, extremismos, que en sectores de poder terminan siendo muy peligrosos.
*Por Sebastián Tafuro para La tinta