Educar: abrir la posibilidad ante la posición

Educar: abrir la posibilidad ante la posición
1 febrero, 2017 por Redacción La tinta

Educación y política son actos complementarios que definen una posición, un destino y una responsabilidad individual y colectiva. La educación es un pensamiento que tensiona la realidad. Esa tensión debe estar incorporada a las prácticas docentes.

Por Pablo Aranda para La Tecl@ Eñe

Crear la decisión era crear la libertad
Diana Bellessi

Los discursos en términos políticos son posiciones. La educación en términos políticos debe abrir la posibilidad ante la posición de los que defienden el destino como responsabilidad individual. En esto, educación y política se com-prenden. Hablar sobre educación es una forma de pensamiento vertiginoso que tensiona la realidad. Las tensiones de lo real afectan a la escuela, una obviedad de este tipo no debería ser necesaria remarcarla. Pero sabemos que lo obvio pasa con frecuencia desapercibido. Por lo tanto, los docentes debemos, en nuestras prácticas, tensionar la realidad.

Propongo realicemos, en conjunto, un ejercicio mental, es decir que recuperemos de nuestras memorias escenas educativas que por algún motivo nos han dejado una huella. Estoy seguro de que lo que vamos a encontrar en esta rememoración son gestos docentes. Por lo tanto, en este texto el acto educativo se plantea como gesto y para ello voy a recuperar esa gestualidad solidaria en algunos ejemplos celebres:

-El primer ejemplo que propongo está en el video “Grandes de nuestra cultura – Diana Bellessi” del Canal Encuentro. En el cual la poeta santafesina, de alto impacto nacional, narra su vida, sus lecturas, sus estudios y, sobre todo, lo que provocó en ella la experiencia lectora en la escuela secundaria. Particularmente en esta experiencia el papel de un docente [Aldo Oliva] que con sólo un gesto le marcó el camino, le propuso el convite, le tocó el hombro y le dijo: “así que vos escribís versos”. En este gesto de toque, de nombramiento, de reconocimiento y de provocación encontramos la gestualidad solidaria del acto educativo que insta a ser-más.

-El segundo ejemplo que comparto es la carta que le escribe Albert Camus a su maestro de primaria al recibir el premio Nobel de literatura en el año 1957. Transcribo:

Querido señor Germain:

He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Le mando un abrazo de todo corazón.

Albert Camus

En este “corazón generoso” que rescata Camus y en el gesto de nombramiento que recupera Bellessi es en donde posicionamos la educación como gestualidad amorosa que instituye una apertura a las posibilidades de ser para, de esta manera, crear, como dice la poeta, la libertad.

Para finalizar quiero compartir una idea que desarrolla el profesor e investigador mexicano Lauro Savala cuando sostiene que “una clase es puro cuento (…) Una clase es buena no sólo por lo que aprendemos, sino que lo aprendemos porque logra el tono justo para que lo aprendamos” (1999).

Entendida de esta forma las clases son la lectura anticipada de las posibles mentes de nuestros alumnos. Clases en donde se inauguren espacios de alternativas, de transformaciones y de refutación de la realidad como posición dada.

El educador democrático, popular (el sustantivo debería comprender estos adjetivos, implicarlos, al no ser así, demandan este paréntesis) debe reconocer que nuestro carácter es contingente, que “cada uno es un proceso y un proyecto y no un destino” (Freire, 2003: 47) y que las clases son creación. En ese proceso, en ese proyecto estamos nosotros y nuestros alumnos: la vida. La vida es una posición irrenunciable. La escuela debe promover prácticas de libertad que creen la decisión para así tensionar las posiciones y dar pie a la posibilidad.

*Por Pablo Aranda para La Tecl@ Eñe


Profesor y Licenciado en letras de la ciudad de Santa Fe. Docente en la educación superior no universitaria en el ISPI N°4031 «Fray Francisco de Paula Castañeda» y en la educación secundaria en el EESOPI N°2020 «San Isidro Labrador».

Palabras claves: educación, educación popular

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