Etchecolatz aún tiene su aparato represivo intacto

Etchecolatz aún tiene su aparato represivo intacto
12 agosto, 2016 por Redacción La tinta

Afronta cinco cadenas perpetuas por crímenes de lesa humanidad pero aún cuenta con una estructura mafiosa para intimidar a testigos y forenses. Desconocidos dejaron un cuchillo ensangrentado en la puerta de la casa de la médica que negó que el represor necesite ser trasladado a su domicilio.

El Tribunal Oral Federal 1 (TOF 1) de La Plata debe decidir este viernes si otorga o no el beneficio de la prisión domiciliaria al ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense durante la dictadura, Miguel Osvaldo Etchecolatz, condenado a prisión perpetua en varios juicios por delitos de lesa humanidad.

Los jueces debían fallar el pasado miércoles pero el Tribunal adujo que los jueces subrogantes no fueron designados a tiempo.

Los abogados defensores de Etchecolatz (87) solicitaron el beneficio de prisión domiciliaria en el marco de las causas Circuito Camps y La Cacha por considerar que «su cuadro de salud empeoraba con la situación de encierro».

57aa6e61782ebExpresaron que Etchecolatz manifestaba «incuestionables problemas de salud» como lipotimia, hipertensión, hipoacusia y deterioro cognitivo. Además que «por su avanzada edad, los problemas de salud que presenta y el riesgo de sufrir descompensaciones que pueden llevar a la muerte súbita» y remarcaron que «en caso de descompensación el tiempo que insumiría su traslado a un centro asistencial de alta complejidad sería mayor a media hora».

El Cuerpo Médico Forense ya había dictaminado anteriormente que el ex comisario puede ser atendido sin inconvenientes en el hospital penitenciario de Ezeiza. Sin embargo, el TOF Nº 1 de La Plata le otorgó en junio la prisión domiciliaria.

La forense que revisó a Etchecolatz, Virginia Creimer, señaló a radio Estación Sur: «Había ciertos puntos específicos que planteaba la defensa como patologías que presuntamente tenía, las cuales había que discernir si eran ciertas o no y, dada su existencia, ver si eran condición sine qua non para enviarlo a su domicilio”.

“Desde el punto de vista neurológico y clínico, Etchecolatz no tuvo ninguna patología que indicara riesgo de vida o debiera ser trasladado a otra institución, sino a una cárcel común”, Virginia Creimer.

Luego del reconocimiento, Etchecolatz denunció por torturas a la doctora por «violar su dignidad durante su examen físico».

En este punto, Creimer expresó que resulta “bastante irónico que el gran torturador necesite denunciar a una simple médica. Está claro que es parte de una estrategia para obstruir y advertir a cualquiera que quisiera hacer un informe que le resultara desfavorable a los genocidas que fueran en contra de ellos”.

 

 

 

Mafia intacta

18 de septiembre de 2006. Jorge Julio López, principal testigo en el juicio contra el represor Miguel Etchecolatz, volvía a desaparecer por segunda vez en su vida. Desde ese día, se desconoce el paradero del albañil del barrio de Los Hornos que intentaba demostrar ante la Justicia la sistemática crueldad de las fuerzas armadas durante la última dictadura.

24 de octubre de 2014. La sentencia había entrado en la etapa final. Fiel a su estilo, el exjefe de investigaciones de la policía provincial, se concentró en Estela de Carlotto. Agarró un papelito y lo desplegó de un lado a otro. Al terminar la lectura, quiso entregárselo al Tribunal. No lo dejaron. Algunos pensaron que había escrito algo en contra del proceso que lo condenó. Sin embargo, cuando hicieron foco sobre sus manos, los fotógrafos de Infojus Noticias descubrieron un detalle macabro. Decía, de su puño y letra, “Jorge Julio López”.

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Aún a pesar de que está preso hace años y que fue condenado a cinco prisiones perpetuas por crímenes de lesa humanidad, Etchecolatz mantiene su aparato represivo intacto.

La médica forense que le negó la prisión domiciliaria denunció que el año pasado -luego de los exámenes- encontró un cuchillo de carnicero ensagrentado en la puerta de su casa, que la decidió a abrirse de seguir atendiendo los casos de genocidas presuntamente enfermos.

«Salí por media hora y al volver encontré eso en la puerta. No sabía si la sangre era de mi hija adolescente que estaba durmiendo adentro. Eso realmente fue desestructurante. Fue un acto de tortura liso y llano, si lo que querían lograr era aterrorizarme lo tengo que admitir, lo lograron”, indicó Creimer.

 

 

Palabras claves: Dictadura Cívico-Militar, Miguel Etchecolatz

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