No todo es coronavirus: llamar a emergencias médicas y morir en el intento
La impotencia y el horror ante el abandono de una mujer que agoniza. ¿Qué pasa con nuestro sistema de salud? ¿Qué muertes está invisibilizando el coronavirus? ¿Por qué el Estado prioriza el envío de policías antes que de ambulancias frente a una emergencia médica?
Por Redacción La tinta
El domingo 19 de abril en un barrio de Córdoba, a 25 cuadras del centro de la ciudad y a 10 del Polo Sanitario, una mujer de 27 años se desangró por dentro esperando asistencia médica. A pesar de los esfuerzos de una vecina que llamó de inmediato al 107 -número destinado a urgencias médicas-, la mujer se desvaneció esperando porque la ambulancia llegó una hora más tarde. Antes, claro, enviaron policías. ¿Para qué? «Para corroborar».
Al día siguiente la joven falleció.
Qué pasa con nuestro sistema de salud? ¿Por qué el Estado prioriza el envío de policías ante una emergencia médica? ¿Qué muertes está invisibilizando el coronavirus? ¿Qué acciones tomará el Ministerio de la Mujer de la provincia de Córdoba? No queremos más mujeres muertas por abandono de persona, ¡nuestras vidas valen!
Compartimos la narración de la vecina que acompañó con horror e impotencia la agonía, Natalia Di Marco, integrante de la Asamblea Ni Una Menos de Córdoba y del equipo de educación popular Pañuelos en Rebeldía.
«Laura tiene 27 años. Vive al lado de casa con Agus, su hijo de 8 años.
Hoy al mediodía Agus vino a pedir ayuda porque su mamá estaba muy mal y vomitando. Cuando corrimos a su casa, Laura estaba tirada en el suelo a los pies de la cama. Con la piel lívida. Sin fuerza.
Llamamos al 107. A emergencias. Les dije que Laura estaba tirada en el suelo. Que casi no respiraba. Que estaba totalmente blanca. Que necesitábamos un médico con urgencia. Una ambulancia.
Nos mandaron policías.
Nosotrxs pedimos una ambulancia, les grité. No policías. Qué pueden hacer ustedes. «nos mandan a corroborar», nos dijo el cana.
Una hora demoró la ambulancia. Una hora. Mínimo.
Nigunx vecinx salió a ofrecer ayuda. Seguro que pensando que se iban a contagiar del virus de mierda. De ese virus que se come la solidaridad de alguna gente, si es que la tienen.
Laura se fue yendo en mis brazos, pidiéndome ayuda, sin que yo supiera qué hacer. Fabián abajo trataba de conversar con Agus y escuchaba mis intentos de retener la vista y la vida de Laura. Cuando llegó la ambulancia ya no tenía pulso. Nos fuimos con Agus a casa. Bajaron el material para reanimarla. 40 minutos después, se la llevaron. Hacía un par de minutos había llegado su hermana.
Hace un rato vinieron su pareja y su hermana, a buscar a Agus. Fue un embarazo ectópico. Se desangró por dentro. Laura ahora está en terapia intensiva. No irrigó sangre al cerebro por no saben cuánto tiempo. Está entubada. No saben si sobrevivirá, ni cómo.
Nosotrxs durante horas le dijimos a Agus que todo iba a estar bien.
No puedo dejar de pensar que si la ambulancia hubiera venido cuando la llamamos, Laura no se me hubiera escurrido de las manos.
Ahora sólo quiero pedirles si pueden encender una vela y enviar fuerza y paz para Laura, acá en Córdoba. En casa ya lo hicimos.
Laura y Agus son víctimas del coronavirus. De ese discurso de mierda que hoy pretende instalar que nuestro único problema, o el más importante, es el virus. La muerte encarnada en algo invisible y que, sin embargo, quiere tapar la realidad de que nos sigue matando, por femicidios, por hambre o por abandono de un sistema que hoy sólo quiere que veamos el virus.
Les mando un abrazo fuerte, con un dolor hondo, con los ojos, el cuerpo y el alma desbordados de lágrimas de bronca e impotencia. Y un grito atravesado en la garganta, que se resiste a permitir que este sistema de mierda nos arranque la humanidad.
Esto sucedió el domingo 19 de abril en un barrio de Córdoba, a 25 cuadras del centro de la ciudad y a 10 del polo sanitario. El lunes 20 de abril, nos avisaron que la joven falleció. Los nombres de lxs protagonistas de este relato han sido cambiados para preservar la identidad de las víctimas, pero la narración es totalmente fiel a lo que sucedió«.
*Por Redacción La tinta.