Miedo, TIC y Productividad en Tiempos de Coronavirus
Así como el análisis de la vida social es inabarcable, los impactos del coronavirus en la sociedad global también lo son. Por tanto, las pretensiones que aquí se buscan no van más allá de pensar el modo en el que el Covid-19 está modificando nuestra propia cotidianeidad. Se trata, entonces, de encontrar rupturas y continuidades entre dos estados de situación (sin Covid-19 – con Covid-19) en relación a tres elementos principales: el miedo, las tecnologías de información y comunicación, y las nuevas formas de “productividad” instaladas en este escenario.
Por Santiago Peralta y Joaquín Ambroggio para La tinta
Acostumbrados a que los cambios en las estructuras sociales “sucedan” de manera paulatina de modo casi imperceptible para quienes son sus contemporáneos nos encontramos hoy ante un “arrebato” histórico. Un golpe de frente que nos detuvo de manera casi inmediata, nos encerró en nuestros hogares y modificó nuestra cotidianidad de manera radical.
Miedo
Algunas investigaciones propias de las Ciencias Sociales plantean que nuestras sociedades emplean estrategias de control del peligro ubicando sujetos y lugares “evitables”. Es decir, hay territorios y personas a las que les atribuimos determinadas características que los vuelven peligrosos. Pero entendemos que esta situación ha se ha modificado (al menos momentáneamente) producto de la pandemia generada por el Covid-19.
Consideramos entonces que no se trata ya de un sujeto o lugar peligroso, sino que “lo inseguro” se encuentra disperso, difuminado o lo que creemos: presente en todo lugar y en todo sujeto (Kessler, 2009). De este modo pensamos que es posible recrear la categoría de sujeto peligroso y convertirla a sujetos de peligro. ¿En dónde radicaría la diferencia y por qué es necesaria? La diferencia la encontramos en que ya no se trata de un sujeto con determinadas características que lo vuelven peligroso, sino que todos son potenciales sujetos de peligro y resulta necesario el cambio de esta categoría, porque se modifican los modos en que percibimos subjetivamente la relación nosotros-otros, incluso percibiéndonos nosotros mismos dentro de la categoría de sujetos de peligro.
La pregunta sobre este giro radicaría en pensar si todos de pronto fuéramos sujetos de peligro en caso de que la pandemia tuviese origen en algún país de América del Sur o en alguno del África. En tal situación nos preguntaríamos ¿qué características se imputarían al sujeto peligroso? y no plantearíamos una reconfiguración en el sentido de la categoría. Es válido pensar que ahora estaríamos construyendo nuevamente un sujeto peligroso y no un sujeto de peligro. Por ejemplo, si traemos aquí el origen situado en África del VIH notamos que los estigmas corporizados fueron y son aún significativos. Campillay y Monárdez recuperan a Dos Santos para mencionar que en estudios realizados en el continente mencionado evidenciaron que «más de la mitad de los participantes describieron que vivieron estigma y discriminación tras la revelación de su estado serológico respecto al VIH» (2019: 96). Sumado a que la población homosexual de los años 80 fue profundamente discriminada corporizando el estigma y acentuando las desigualdades. Es decir, encontramos un sujeto peligroso con determinados atributos asignados que es menester evitar.
Por este motivo, se vuelve importante vincular el replanteo del sujeto peligroso con el impacto que tuvo el Covid-19 en los países centrales del globo. En este sentido, consideramos, a modo de hipótesis, que percibimos sujetos de peligro y nos auto-percibimos como tales debido que la pandemia obtuvo una magnificencia (¿impensada?) en los países centrales que son los que imponen hegemónicamente diversos paradigmas de sentido con dirección global.
De este modo, las percepciones subjetivas relativas al “control social” también se vinculan a lo mencionado anteriormente (no es lo mismo la percepción del control con sujetos peligrosos que con sujetos de peligro). En este marco, el accionar de las fuerzas de seguridad (Estado) tiene impacto novedoso en muchas subjetividades debido que ahora todos somos peligrosos y somos pasibles de terminar con algún tipo de complicación legal si violamos las regulaciones propias de la cuarentena. De tal manera entendemos que, si todos nos percibimos subjetivamente y percibimos al otro como sujetos de peligro, las estrategias “ciudadanas” de control del peligro se trastocan comenzando a advertir que tenemos potestad sobre las acciones de los otros, y los otros sobre nosotros (es decir, vigilamos a nuestros vecinos y nuestros vecinos nos vigilan a nosotros).
Entendemos así que el mecanismo de disciplinamiento que “conecta” a Estado y sociedad se actualiza mediante la posibilidad que tiene cada ciudadano de denunciar a aquellos que se encuentren violando la cuarentena (incluso por momentos sin “prueba documental”). Pero además de la denuncia, el escenario de la “vigilancia social” se extiende, ante el caso de que, si existe una sospecha respecto a una persona contagiada en nuestra cercanía, comenzamos a establecer estrategias para reconocer de “quién se trata” y poder guardar distancia e incluso confinar aún más a esa persona restringiéndole el acceso a ciertos espacios o evitando contactar con ella o, finalmente, denunciándola. Este elemento nos trae a la memoria una idea de Rodríguez Alzueta que refiere que “a medida que los lazos [con los otros] se debilitan o resquebrajan, la manera de continuar vinculados entre sí será a través de un pacto con la policía donde la vigilancia y la delación serán consideradas las maneras correctas de habitar la ciudad” (2018: 12). En este caso de “habitar la pandemia”. Es decir, hemos recreados nuestras estrategias de vigilancia como ciudadanos. Renunciamos al estigma. Accedimos a quedar dentro de un sujeto de peligro. A cambio, nos apropiamos del derecho a vigilarlo todo.
TIC y Redes ¿Sociales?
La ruptura abrupta de nuestros vínculos sociales en términos genéricos no es fácil de sobrellevar, pero a esto se han colado las nuevas y novedosas formas de comunicación digital que se están, incluso, recreando ahora. Podríamos decir re-inventando subjetivamente dado que allí estaban, pero los usos que les estamos dando en este momento son distintos a los que solíamos acostumbrar, lo que modifica nuestros modos de comunicarnos y de vincularnos con el entorno social. A pesar de esto nos preguntamos ¿es suficiente para sostener nuestras necesidades sociales, laborales, afectivas, etc. mantener un contacto a través de una pantalla? Creemos que la respuesta a esto es negativa.
Las TIC nos resuelven en este ¿estado de excepción? una vía para mantenernos “en contacto”, para sostener nuestros vínculos sociales, pero ¿los completa? Evidentemente no, si no, la situación actual de encierro seria “un trámite” que no constituiría un “esfuerzo” por aplanar la curva de contagios sino una situación absolutamente normalizada, un día más en nuestras vidas.
Por lo tanto, ¿en qué medida las TIC influyen en nuestra cotidianeidad, principalmente en nuestros modos de comunicarnos y de vivir los espacios transitados? creemos que hay una necesidad construida subjetivamente de privilegiar la vinculación social físico-espacial y de recuperar las comunicaciones digitalizadas como un complemento de aquellas relaciones. Se trataría de dos “espacios” de relación que a lo largo de las últimas décadas se han complementado de manera novedosa y dinámica pero que hoy nos permite observar esta necesidad subjetiva del vínculo físico-espacial que mencionamos anteriormente. Entonces la pregunta sería ¿nos permiten las TIC como las redes sociales “pasar” este momento de angustia social e incluso continuar con las actividades productivas que desarrollábamos normalmente? O más bien ¿se trata de una profundización del lugar que ocupan las TIC en los procesos de vinculación social y de un cambio de las formas de productividad que anteriormente venían desarrollándose de manera más lenta?
Productividad
Por último, nos interesa pensar de qué manera los modos de productividad transformaron sus modelos de funcionamiento en poco tiempo. No hablamos de una productividad meramente económica sino de aquella que, simplemente, nos hace hacer las cosas que tenemos para realizar.
En el marco de la crisis del Covid, los sentidos asociados a la productividad de nuestras actividades se suspendieron como así se modificaron radicalmente los vinculados a nuestros modos de establecer relaciones sociales con una multiplicidad de agentes en nuestro mundo. Pareciera que, en este confinamiento las actividades con sentidos asociados a la productividad se redujeron al alimentarse, higienizarse y recrearse, ¿Cuáles son entonces, los sentidos que se despliegan en relación a estas actividades en términos de productividad?
Queremos traer a colación, por lo tanto, el sentido “sustantivo” de lo económico. Como explica Polanyi, esa noción de “productividad”, tan arraigada en nuestros cuerpos y en la forma de estar en el mundo, está estrictamente asociada, en realidad, a los procesos de reproducción de la vida social. En tal sentido, lo que subyace es la construcción hegemónica (neo)-liberal y la creación ideal de sociedades de mercado, en las cuales se generan “mercancías ficticias”, como la fuerza de trabajo, la tierra y el dinero; en definitiva, una visión política, dominante y utópica de sociedades globales y autorreguladas. En palabras de Linera: “si se globalizan los mercados de acciones, pero no la protección social; si se globalizan las cadenas de suministros, pero no el libre desplazamiento de las personas; si se globalizan las redes sociales, pero no los salarios ni las oportunidades, entonces la globalización es más una coartada de unos cuantos países, de unas cuantas personas para imponer su dominio, su poder y su cultura, que una verdadera integración universal de los logros humanos en beneficio de todos” (Linera, 2020).
Podríamos argumentar entonces, que está restructuración de los cambios en los modos de productividad en el contexto del Covid-19 profundiza una crisis social amplia generada por una reconfiguración del modelo dominante de globalización y los proyectos políticos neoliberales, que tienden a pensar la sociedad desde la lógica del individuo atomizado, para seguir produciendo exclusión. A su vez, ante los augurios de los fines de la historia y de los Estados Nacionales, en Argentina, emerge el fortalecimiento de la figura e intervención de los Estados, en sus diferentes niveles departamentales y la necesidad de pensar una salida desde la solidaridad y lo colectivo.
Comentarios Finales
Dar sentencia, conclusiones apresuradas o pretender “conocer el futuro” es una tarea intelectual no solo imposible sino irresponsable. Aventurarse a decir cómo va a ser el mundo una vez “superado” el Covid-19 es de una ilusión intelectual no recomendable. Los acontecimientos son de por más dinámicos y no hay ciencia que pueda anticiparlos. Creemos que no queda más que analizar los acontecimientos recuperando el “estado de situación social” anterior y este que se presenta como un posible “estado de excepción” aunque no lo sabemos a ciencia cierta. Es decir, no queda más que poner las ciencias sociales al servicio de pensar porqué las sociedades actúan como actúan en esta situación y qué vinculaciones tiene con las construcciones de sentido locales y globales que existían “hasta ahora”.
*Por Santiago Peralta y Joaquín Ambroggio.
*Licenciados de la Universidad Nacional de Villa María.
1 Es decir, no sería un infectado de Covid-19 sino un “boliviano infectado de Covid-19” (u otros cientos de posibilidades) si la hipótesis se comprobara (aunque antecedentes como el VIH-Sida pueden dar cuenta de esto).
2 No estamos intentando exceptuar las siempre presentes relaciones de clase y las actitudes de las fuerzas de seguridad respecto de éstas. Lo que intento realizar es un mapeo general de la situación sin caer en un “análisis cotidiano” de entendimiento del mundo social.
3 Habría que pensar de qué modo se desarrollaría esta situación sino estuviéramos en medio de una pandemia. Cómo se construirían estos vínculos a través de la pantalla sin pandemia alrededor.
4 Con físico me refiero al contacto directo con otra u otras personas y con espacial a un lugar en particular donde se celebren tales vinculaciones.
5 Refiero a “lentamente” por la rápida transformación o los cambios de uso que hubo respecto de las TIC desde el comienzo de la pandemia. Con esto no quiero decir que no haya sido acelerado el modo en que estas tecnologías intervinieron en la vida social.
6 Conferencia Virtual Inaugural Grado IAES- UNSAM- Argentina. https://www.youtube.com/watch?v=LKF8uSwkk_g consultado el 5/04/2020
7 Las comillas no quieren decir que tales construcciones se vayan a modificar radicalmente, pero a los fines del análisis es interesante “ponerlas en pausa” y compararlas con lo que sucede con tales sentidos en medio de esta pandemia.