Trabajadores golondrina: “nos dejaron abandonados como los perros”
Hay quienes no tienen voz ni derechos en esta cuarentena. Trabajadores golondrina que son empujados por decreto a seguir trabajando, pero en una situación de vulnerabilidad que es preexistente al estado de excepción de la epidemia. Son desechables y, por eso, hoy se encuentran varados, durmiendo con sus familias en una terminal de ómnibus. Son peones que trabajan en negro y sin ningún registro. Son el motor de la economía provincial. Llegan a Mendoza para levantar la uva o por otras “changas”. Pero nadie piensa en su regreso.
Por ANRed
La situación es la misma cada año: miles de trabajadores viajan junto a sus familias para aprovechar unos meses de vendimia y otras oportunidades. Duermen en galpones, carpas, gazebos y cuando hay suerte en algún cuartito. Colchones viejos, poco abrigo e higiene. “Cada año, trabajamos en la misma finca y le decimos al dueño que no podemos seguir durmiendo en ese galpón frió y lleno de ratas. A veces mejoran las cosas, pero otras es lo mismo”, nos comentaba Pedro.
La cuarentena los agarró levantando la cosecha de la uva, pero el trabajo continuó. Decretado como esencial, los empresarios no podían perder la fruta y vender el vino, aunque se escucharon voces cuestionando si la bebida era “esencial” ante la amenaza de vida de los trabajadores por el Covid-19. “Nosotros no sabíamos que pasaría esto. seguimos trabajando. La cosecha no fue buena, no hubo buen clima. Cayó helada y piedra”. En las fincas, la paga a los cosecheros es por tacho completo. Las jornadas laborales comienzan cerca de las 6:30 horas con un pequeño respiro para almorzar, en donde las familias hacen comidas colectivas para ahorrarse un mango. Luego, vuelven al viñedo hasta caer la tarde. “Las mañanas son muy frías, viajar en el camión. No estamos acostumbrados a este clima, lo sufrimos”, explicaba Pedro quien también contaba los padecimientos del frío durante la cosecha “la uva te ensucia y te moja”.
Pero el estado excepcional que dejó la cuarentena alteró la rutina de trabajo. Al terminar la cosecha, muchas de las familias no conseguían transporte para volver a sus casas en las provincias del norte del país. “No hay asientos o no hay permisos, hay que esperar, nos decían por teléfono”. Muchos aguantaron en las fincas algunos días, otros fueron puestos en la calle por los empleadores y quedaron a la deriva buscando refugio en lugares públicos. Pero todos, de a tandas, fueron llegando a la terminal de ómnibus de la capital mendocina. La policía los autorizó dormir en el único lugar disponible, el piso. Unas 160 personas, familias enteras con muchos niños, pasaron el frió sin ninguna ayuda del gobierno provincial y sin noticias del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales quien no autorizaba el arribo de los micros a la provincia.
Laura Rodríguez es de la Red de Derechos Humanos de Mendoza y junto con otras organizaciones sociales, asisten, desde hace días, a las familias varadas. “En Mendoza, los trabajadores rurales siguen trabajando como si nada pasara. Se les permitió trabajar para no perder las cosechas pero nadie se ocupo de garantizar su regreso – relata – debería haber una coordinación entre los gobiernos de Mendoza, Jujuy y Nación para que los micros estén autorizados a viajar con todas las medidas de seguridad. Nada de esto funcionó y por ello toda la semana tuvimos a cientos de trabajadores durmiendo en la terminal”.
El jueves pasado, un grupo de trabajadores rurales y sus familias se subieron a un micro ante la incertidumbre de no poder viajar, pero la policía se presentó y ordenó desalojar el ómnibus que al parecer era “trucho” (algo común en el transporte de obreros rurales). Las familias se negaron a bajar para evitar pasar la noche a la intemperie. Una joven embarazada tuvo perdidas y fue asistida por una ambulancia, pero se negó a ser hospitalizada para aprovechar un viaje de vuelta a su casa.
Pedro relató los padecimientos que sufrió su grupo: “llegamos el viernes pasado a la terminal, a la tarde. Pensábamos que estarían los micros pero nada. Solo salió un pequeño grupo que consiguió asientos. El sábado era feriado y no conseguíamos nada para comer. Los pibes lloraban. Nadie del gobierno vino, nos dejaron abandonados como los perros”.
Pedro y el grupo que entrevistamos agradeció la solidaridad de referentes del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) y amigas de los Derechos Humanos, “quienes donaron 10 mil pesos para comprar alimentos”, y a algunos “periodistas y a FM Roca que contaron lo que estaba pasando y luego nos ayudaron” .
Laura explicó que las autoridades no actuaron ante la situación que se estaba dando en la terminal: “Cuando llegamos a la terminal, nos encontramos con unas 150 personas que estaban abandonadas. No tenían agua, no había comida. Había muchos niños y niñas, y hasta bebés. Nos costó mucho que gente del gobierno nos atienda, solo se acercó alguien de turismo. Nosotros les reclamábamos que, al menos, garanticen un lugar donde dormir y comer. Solicitamos que habiliten los hoteles a disposición para repatriados, pero se negaron”.
El sábado por la noche, unos tres micros lograron partir hacia las provincias de Salta y Jujuy, en donde por fin, el gobierno de Morales había organizado los establecimientos donde los peones y sus familias realizarían la cuarenta. Unos 26 trabajadores no lograron embarcar y aún permanecen en un albergue cedido por la gobernación.
Hoy, nuevamente un grupo de familias volvieron a pasar la noche en la terminal. Desde la Red, crece la preocupación porque alertan que son cientos los obreros rurales que permanecen trabajando en el campo y que “tarde o temprano” buscarán transporte para volver a sus hogares. “Nosotros pedimos a quienes son responsables de esta situación que se hagan cargo, empezando por el gobierno de Mendoza. Esto se va a repetir si no coordinan y dan respuestas”.
*Por ANRed / Imagen de portada: ANRed.