El cuidado es colectivo
Frente a la crisis social y económica que atraviesa el país y las consecuencias que implica para las familias de menos recursos el aislamiento social obligatorio debido al COVID-19, el equipo de la Práctica Sociocomunitaria «Infancias y territorios en movimiento» de la Secretaría de Extensión lanzó una campaña comunitaria con las organizaciones que conforman la Mesa del IPV de Argüello, lugar donde estudiantes, docentes y egresadas de la FFyH realizan esta práctica.
Por Pablo Giordana para Alfilo
“La idea de la campaña “El Cuidado es Colectivo” en IPV de Argüello, nace de este conocernos y encontrarnos con las realidades que se viven en estos territorios. Una campaña comunitaria en consonancia con lo que venimos construyendo de forma colaborativa y entretejiendo con las organizaciones e instituciones. En este sentido, ser parte de la Mesa y conocer de cerca lo que se está viviendo en estos barrios nos problematizó, nos tensionó; nos mueve, nos moviliza. Por eso pensamos la campaña como una forma de colaborar en el cuidado colectivo de las infancias y sumar un pequeño aporte a los gestos y medidas concretas que ha asumido el Estado Nacional para acompañar a los sectores más vulnerables y postergados”, cuentan Paula Basel y Carla Pedrazzani, integrantes de la Práctica Sociocomunitaria que surge en 2015 en la Escuela Hugo Leonelli y se desarrolló durante 2019 en la escuela Ricardo Nassif.
Dada la situación de aislamiento obligatorio, la campaña consiste en reunir fondos a través de pequeñas transferencias a una cuenta bancaria. “Con lo recaudado en la primera semana, se realizó una transferencia a las referentes de las organizaciones comunitarias “Flores Silvestres” y “Las Juanas”, quienes se encargaron de comprar a distribuidores en el mismo barrio provisiones de alimentos y productos de limpieza e higiene para las familias que tienen mayores dificultades económicas”, señalan Basel y Pedrazzani, quienes, a partir de la decisión del Gobierno Nacional de extender la cuarentena, decidieron continuar con la campaña y reunir mayores fondos en los próximos días, para priorizar distintas urgencias en colaboración con el Centro de Salud N° 57. “La decisión sobre qué comprar y cómo invertir lo recaudado fue conversado con las organizaciones comunitarias que ya conocen directamente las situaciones y necesidades que han ido surgiendo desde la cuarentena, por ser organizaciones que vienen sosteniendo comedores comunitarios, viandas de comida y alimentos, cuentan con un diagnóstico barrial y una red de cuidado para quienes se encuentran en peores condiciones y no acceden a los módulos alimentarios que se comenzaron a distribuir desde las escuelas, la tarjeta Alimentar y otras medidas”.
Las colaboraciones se pueden hacer a través del 𝗖𝗕𝗨: 0070197230004019153127
Banco Galicia / CTA: 4019153-1 197-2
CUIL: 27-39494971-5 / ARCON.MULITA.GROSOR
—¿Cómo se está viviendo en el barrio este contexto de aislamiento?
—Estamos muy agradecidas por la invitación a realizar esta nota, por el interés, la preocupación y los sentires compartidos entre quienes somos parte de nuestra Facultad. La apertura de este espacio nos permite, de alguna manera, visibilizar no sólo nuestro transitar conjunto en la propuesta de Práctica Sociocomunitaria (PSC) “Infancias y territorios en movimiento: intervenciones poéticas, cartografías, memorias visuales”, sino también posicionamientos y acciones que compartimos en este contexto de aislamiento preventivo y obligatorio con otras instituciones públicas y organizaciones comunitarias en asentamientos populares y barrios de la zona noroeste de Argüello, en la periferia de la ciudad de Córdoba (Argentina).
En este sentido, tomamos la decisión de dar una respuesta conjunta como equipo y no de forma individual, porque lo que enunciamos es parte de los recorridos, praxis, reflexiones y construcciones colectivas que hacen a nuestro horizonte de sentido común en un equipo conformado por estudiantes, egresadas y docentes de la Escuela de Ciencias de la Educación, el Departamento de Geografía y la Facultad de Ciencias de la Comunicación. A través de nuestra narración vamos a intentar también recuperar y tramar diversas voces que posibiliten una comprensión más cercana y situada de lo que se está viviendo en algunos barrios.
Pensamos que esta situación crítica de emergencia sanitaria, que se suma a la emergencia alimentaria en el contexto local, se vuelve una oportunidad para nombrar algo del orden de la complejidad de lo que significa “quedarse en casa” para la diversidad de personas, familias de y en los barrios y asentamientos populares. Como equipo, consideramos que es necesario enunciar y denunciar los problemas que enfrentan también las instituciones públicas, que aun así sostienen estrategias vitales, redes de afecto y de co-cuidado desde experiencias barriales que tienen toda una historia de organización y resistencia en la zona.
Nuestro punto de partida y de enunciación es el propio intercambio que sostenemos desde hace varios años en la Mesa de Organizaciones de Argüello, que de hecho no refiere solo al barrio 2 de Septiembre o IPV de Argüello, sino que se organiza como una trama territorial que de forma reticular articula a barrios y asentamientos populares de la zona noroeste de Argüello, como Granja de Funes II, Hermana Sierra, entre otros. Desde el espacio de la Mesa y el trabajo en red con algunas instituciones y organizaciones, en particular las escuelas “Ricardo Nassif” y “Hugo Leonelli”, el Centro de Salud N° 57, la Radio Rimbombante, el centro para la primera infancia “Las Juanas”, el Jardín “Garabatos”, el grupo de Mujeres “Flores Silvestres”, entre muchas más que la conforman, podemos decir que en el barrio se está viviendo con una intensa preocupación el impacto de las medidas de aislamiento obligatorio dispuestas a nivel nacional, e implementadas en el ámbito provincial y municipal, porque esta situación atraviesa todas las dimensiones de la vida y pone en evidencia las distintas formas de la vulnerabilidad.
La cuarentena está haciendo más visibles y palpables desigualdades socio-económicas, de género y generacionales que se profundizaron dramáticamente en los últimos años en nuestro país. Recordemos que cerramos el año 2019 con un índice alarmante de personas bajo la línea de pobreza y en situación de indigencia. El 2020 comienza así con una economía de hogar muy afectada en estos barrios, con un gran deterioro de los ingresos económicos de las familias. Al comienzo de la cuarentena, existía un mayor miedo al contagio de dengue, debido a casos positivos en la zona, que al propio COVID-19. Desde la Mesa se venía siguiendo con preocupación la ausencia de campañas y acciones concretas para evitar la circulación de la enfermedad, a través de un plan de descacharrado (abundante en la zona dadas las condiciones de vida y los basurales a cielo abierto que existen) o de limpieza de baldíos. Gracias a la acción del Centro de Salud N° 57, que realizó un relevamiento y mapeo de la problemática del dengue en la zona, se pudo lograron una respuesta del gobierno municipal para llevar a cabo acciones de prevención, aunque esto sucedió recién la semana pasada.
El contexto de aislamiento muestra de una forma dramática la precariedad de las condiciones de vida de las familias y la vulneración de derechos básicos para el cuidado preventivo de la salud -alimentos, medicamentos, agua potable-. La imposibilidad de movilidad fuera del barrio repercute directamente en el único ingreso diario de muchos hogares, como nos contaba una de las familias que no está pudiendo realizar la venta de ropa usada en las ferias o la venta de los treinta sandwiches de milanesa que preparaban y salían a ofrecer caminando hasta llegar incluso a Villa Allende.
El testimonio de una de las vecinas y referentes del barrio duele y alerta: “Yo sé que es importante quedarme en mi casa y estar con mi familia pero no es fácil quedarte acá, estar pensando mañana qué les doy a mis hijos de comer y cómo hago porque hay una comida que no tienen para comer. Te angustia estar encerrada, es triste sentarme y perder la dignidad frente a mis hijos por no poder traer el plato de comida que se merecen”.
La campaña es de alguna manera un abrazarnos, a pesar de las distancias que se suceden en el aislamiento. Por eso mismo, nombramos la campaña “El Cuidado es Colectivo”, somos conscientes que el aislamiento social, preventivo y obligatorio no puede significar un distanciamiento social. Los problemas que atraviesan quienes viven en estos barrios son sociales, no tiene explicación en individualidades; sino en procesos de desigualdades sociales e injusticias espaciales que son de larga duración y se han vuelto estructurales. En este escenario de urgencias que nos atraviesan como pueblo, somos conscientes de que este tipo de iniciativas no modifica condiciones estructurales, pero creemos necesario de habitar esta coyuntura y estar presentes desde las redes y tejidos solidarios que venimos co-construyendo en la Mesa y los barrios. En ese sentido, es propuesta de ayuda mutua que nos vincula y, a la vez trasciende como equipo. Nosotras somos parte de ese trabajo en red, de ese poner en circulación la campaña, pero las decisiones son horizontales y se focalizan en la ayuda mutua de quienes viven en estos barrios.
—¿Cómo está el trabajo de la práctica sociocomunitaria en este marco?
Nosotras somos parte de la Mesa de Organizaciones, este espacio de intercambio y trabajo colaborativo entre organizaciones e instituciones barriales. Nos mantenemos en contacto de forma constante, en este momento, a través de un grupo de WhatsApp. Tanto allí como a través del diálogo con las compañeras del Centro de Salud N° 57, las maestras de las escuelas, madres y padres de lxs niñxs que fueron parte de las actividades que desarrollamos en la PSC, seguimos conversando sobre zonas, problemas y dinámicas críticas en el barrio, acciones implementadas, situaciones puntuales que se están viviendo y preocupaciones por los casos de dengue y la cuarentena (como la dificultad para acceder a cajeros fuera del barrio, la falta de control del precio de los alimentos y almacenes del barrio que no reciben la Tarjeta Alimentar, entre otras).
Como parte de una práctica extensionista sostenida en el tiempo (que iniciamos en el año 2015), realizamos diversas acciones conjuntas con la Mesa. Durante los años 2018 y 2019 participamos en la campaña “El Barrio es Familia”, propuesta pensada desde la Mesa para movilizar acciones de cuidado comunitario desde la corresponsabilidad frente a situaciones críticas que se estaban viviendo. A partir de un mapeo colectivo surgieron actividades concretas a viabilizar y sostener. El año pasado, con la escuela Ricardo Nassif y las maestras del CAI (Centro de Actividades Infantiles), hicimos distintos recorridos en el barrio y un primer mapeo como forma de desafiar los relatos e imaginarios que suelen existir sobre estos barrios, y construir colectivamente otras miradas y acercamientos en diálogo con los saberes y experiencias cotidianas de las organizaciones e instituciones barriales, y especialmente con lxs niñxs. Esto significó otra manera de habitar los territorios, para chicos y grandes.
En cuanto a las actividades previstas para este año, tuvimos necesariamente que reprogramar las actividades que habíamos acordado llevar a cabo, como los talleres de mapeo colectivo para cartografiar los espacios de cuidado comunitario, necesidad que surgió de una de las escuelas para trabajar institucionalmente con sus docentes la mirada sobre las infancias, las familias, las redes comunitarias. A lo largo de estos años se fue generando una disposición, un sentimiento de crear un entramado más profundo con la comunidad, un salir de las aulas hacia los territorios y que estas experiencias sean parte de los saberes que circulan, se construyen y comparten en el ámbito escolar.
—¿Cómo podría aportar la Universidad en este contexto, más allá de iniciativas como las que hicieron ustedes)?
La universidad pública puede aportar activamente en este contexto de urgencia articulando redes territoriales que permitan producir información inmediata y con regularidad que tiene un valor fundamental para orientar las decisiones de las políticas públicas. Por ejemplo, participamos, junto a un grupo de investigadoras/es de la FFyH, en el Relevamiento Nacional sobre el impacto social de las medidas del “Aislamiento social, preventivo y obligatorio”, al que fuimos convocadxs colegas de diferentes disciplinas de las ciencias sociales y las humanidades de todo el país, en el marco de una comisión creada para acompañar las acciones que se están llevando a cabo en el ámbito del MINCyT (donde se ha constituido la Unidad Coronavirus).
Pero, también, a través de propuestas de intervención situada, podemos acompañar a las organizaciones comunitarias y escuelas públicas que producen interrupciones vitales en las lógicas de exclusión y son irremplazables en el cuidado de lo común. En las escuelas en los márgenes, es posible escuchar relatos de experiencias que nos enseñan la importancia del cuidado de las infancias entre varixs, contra el desamparo. En la Escuela Nassif de IPV de Argüello, por ejemplo, estamos participando en una comisión integrada por maestras y el equipo directivo de la escuela para diseñar un itinerario de trabajo institucional en el marco del mes de la Memoria. En este momento, surgió como idea de la seño Alicia pensar la vuelta del encuentro y abrazo en la escuela desde un hacer memoria con lxs chicxs y sus familias, en el presente y futuro que soñamos para el barrio. Un ritual de bienvenida a partir de historias, recuerdos y deseos compartidos en cada casa, como en el pueblo dibujado, un cuento de Laura Devetach censurado en la última dictadura cívico militar por promover la “fantasía ilimitada”.
Asimismo, sentimos necesario que los aportes de la universidad sucedan más allá de las situaciones de urgencia en este contexto. Las necesidades son múltiples, de hecho trascienden esta situación y consideramos que no hay recetas, sino un posicionamiento político de co-construir de forma situada conocimientos, estrategias y metodologías otras para el propio re-existir que acontece en estos territorios, que como sociedad suelen ser invisibilizados, estigmatizados, olvidados en los márgenes. Conocer las realidades desde cerca implica también problematizar las formas de producción de conocimiento. Como sugieren Boaventura de Sousa Santos y otrxs pensadorxs latinoamericanos, es imprescindible salir de las aulas universitarias a otros territorios y posibilitar que otras voces y saberes pueblen las aulas. Para ello el diálogo de saberes es clave, pero también la decisión de incrementar los presupuestos para proyectos extensionistas que permitan de manera más profunda ese construir conjunto. Como dice bell hooks, “Viviendo como lo hemos hecho -en el borde- desarrollamos una forma particular de ver la realidad. Nosotros miramos tanto afuera como adentro. Enfocamos nuestra atención en el centro así como en el margen. Entendemos ambos”.
El trabajo en red nos ha permitido estos años conectarnos, para entretejernos, generar otras sensibilidades, cuestionar lo dado y aprender otros saberes no siempre legitimados, de una enorme fuerza y potencia. En este espacio de encuentro, festivo, poético y creativo, compartimos la apuesta a una disputa de sentidos que tensiona los imaginarios que se construyen y circulan sobre estas realidades y territorios Por eso confiamos en que las construcciones y diálogos que se producen en la universidad sean desde y con estas comunidades y territorios.
*Por Pablo Giordana para Alfilo / Imagen de portada: Georgina Ricardi (Secretaría de Extensión) y Natalia Riveros (integrante de la Práctica Sociocomunitaria)