“Plantamos árboles para recuperar el Ambiente”
La «Cooperativa de Cartonerxs y Recicladores Podemos», en conjunto con «Ecosistemas Argentinos» y la Secretaría de Extensión de la Universidad Provincial de Córdoba, realizaron una plantación de árboles autóctonos en la Ciudad de las Artes, creando un jardín serrano.
Por Agustin Mingorance para La tinta
La primavera llega de a poco, se siente cerca en días como el que nos tocó el martes 30 de julio. A dos días de la Pacha, nos encontramos en el portón de la entrada a la Ciudad de las Artes con lxs ocho compañerxs de la Cooperativa de Cartonerxs y Recicladores Podemos, quienes llegaron desde el barrio a realizar la plantación de árboles autóctonos.
Entramos, pasamos por al lado de las coloridas facultades y comenzaron a surgir las preguntas de lxs compañerxs sobre qué enseñaban en cada una. Como llegamos más temprano que el resto, seguimos hablando de la universidad y las carreras mientras esperábamos en el corazón de cemento de Ciudad de las Artes. Marcos comentó que le gustaba la agrimensura, el Enano se inclinaba por la ciencia. Cuando notamos que estábamos al frente de la Escuela Superior de Teatro Roberto Arlt, Marcos cambió de carrera, ahora quería ser actor y posó para una cámara invisible, nos reímos.
Podemos participa de la regional cordobesa de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores, una de las ramas de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), y es parte del Encuentro de Organizaciones (EO).
De la villa a la Ciudad… de las Artes
Sentados allí, Rosalía expresó su tranquilidad por haberse puesto las pecheras, porque, a su parecer, de lo contrario, quienes los vieran ahí se preguntarían ¿qué hacen estos acá? Las pecheras facherazas: rojo vivo, de frente, el logo de un árbol, el nombre de la cooperativa y una consigna “Ni un árbol menos»; detrás, “FACCYR – Trabajadores del Ambiente, CTEP”.
Nadie les preguntó, pero ¿qué hacían ellos ahí? Hace un año y medio, la cooperativa firmó un novedoso convenio con la Universidad Provincial de Córdoba (UPC) para retirar residuos secos, principalmente, papel, en distintas instituciones: el Rectorado, la Escuela de Arte «Lino Spilimbergo», la Escuela Normal Superior «Dr. Agustín Garzón Agulla» y el IPEF. Además de esta actividad de reciclado, con la cual los trabajadores del ambiente suman a su salario, el convenio preveía hacer actividades en conjunto con la Secretaría de Extensión. De allí, surgieron las plantaciones de árboles, que se realizaron, por primera vez, el año pasado en el predio del IPEF.
Esta vez, la plantación fue en la Ciudad de las Artes, abierta a cualquier interesadx y estuvo a cargo de Elisa Sosa, coordinadora del “programa de Educación y Sensibilización Ambiental para un Desarrollo Sostenible” e integrante de la ONG Ecosistemas Argentinos, acompañada por Darío de la Secretaría de Extensión y Bienestar Estudiantil.
Cuando ellxs dos llegaron, trajeron los veinte plantines de árboles. Gracias a la jornada de aquel día, en unos años, crecerá bajo la sombra de árboles autóctonos.
Lxs compañerxs agarraron las palas, como tantas veces reclama la hipócrita clase media gorila, y se pusieron a cavar pozos, siguiendo un orden no lineal, tratando de parecerse a un jardín silvestre, como explicó Elisa. Bajo el sol, las manos se ensuciaban con tierra y, desde un celular, sonaba Jiménez para amenizar la labor, al ritmo de Córdoba.
Tomando un mate de descanso, una compañera confesó que le gustaría ser artista y pensé en la frase del Papa Francisco de que los movimientos populares son poetas sociales. “Son sembradores de cambio, promotores de un proceso en el que confluyen millones de acciones grandes y pequeñas encadenadas creativamente, como en una poesía”, supo caracterizarlos en un Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Allí, creando un jardín serrano y autóctono en medio de Ciudad de las Artes y de la Ciudad de Córdoba, lxs trabajadores del ambiente le daban la razón al sumo pontífice: eran artistas y a la compañera le salía tan natural que ni lo notaba.
La plantación
Llegando la tarde, los pozos cavados, empezaron a acercarse estudiantes de distintas carreras, profesorxs, funcionarixs de ambiente, un par de fotógrafxs, niñxs, hasta un grupo de voluntarixs asiáticos de una ONG.
Hicimos una ronda y Elisa comenzó el diálogo informando acerca de la importancia de los árboles autóctonos en los jardines urbanos, la función que cumple la forestación nativa en los usos de suelo, el efecto esponja que evita que el agua se escurra generando inundaciones. Y otros servicios ambientales que brindan, como el mejoramiento del hábitat, que, a su vez, permite que haya más diversidad de aves u otras especies polinizadoras. Luego, explicó cómo íbamos a sembrar los árboles y nos pusimos manos a la obra.
En grupos de tres o cuatro, unx sostenía el plantín, otrx lo sacaba de la bolsa de plástico, otrx lo enterraba, entre todxs tapaban con tierra y quedaba ya sembrado un Molle, Manzano de Campo, Algarrobo, Sen de Campo o Lagaña de Perro. Si un extrañx pasó en ese momento, habrá visto conjuntos de personas agachadas, de orígenes tan distintos que, si no fuera por esta actividad en su vida, no habrían compartido tan de cerca algo.
Al finalizar la plantación, de nuevo en círculo, muchxs comentaron con una sonrisa cómo se habían sentido con la actividad, destacando la relevancia de la misma. Cuando cada unx se despidió del resto y el sol caía dando paso a la baja temperatura, nos acercamos a rescatar unas últimas palabras de lxs protagonistas.
Elisa subrayó la pluralidad de personas y organizaciones que participaron, y dijo al respecto: “Eso es lo que me parece más rico de estas actividades, que no son cerradas a un círculo de gente, nadie es especialista en nada, sino que, simplemente, a través del aprendizaje de lo que es la restauración de ecosistemas nativos, estamos generando instancias de participación y acción en ese sentido”.
Afirmó que es posible cambiar el perfil de urbanización de la ciudad para tener más espacios de jardines con biodiversidad, pero que, para ello, es fundamental entender que “el ambiente nos toca a todxs: no es una cuestión de ambientalistas, biólogos o ecologistas, todxs impactamos, degradamos y consumimos los recursos del ambiente, de la misma manera, todxs somos responsables y tenemos que accionar bien en ese sentido, es la única manera de lograr algo positivo a largo plazo”.
También dieron su testimonio compañerxs de la Cooperativa Podemos. Marcos nos comentó que “fue una experiencia muy relajante, en el sentido de, no sé, no te podría decir, no te podría explicar, la emoción la llevo dentro. Plantamos árboles para recuperar el ambiente”.
También habló Rosalía, a quien le pareció muy linda la experiencia. “Vamos aprendiendo, de a poco, lo que se vive en otros ambientes, aparte de ser recicladores”, analizó, “está bueno para que nos conozcan más, no quedarnos en nuestro ambiente de trabajo, sino salir y que otras personas nos conozcan, vean nuestro trabajo y que podemos ser mucho más, aparte de ser cartoneros”.
Y, por último, pudimos conversar con Santiago Gamboa que remarcó: “Por un lado, el convenio está bueno porque, como decía Rosa, te permite hacerte conocer un poco más y legitimar así el trabajo que ya venimos haciendo como cartoneros y aprender también otros laburos”.
“El Marcos decía que estaba emocionado recién, lo que estuvo bueno también me parece que fue eso: conectarse con la tierra, que, por ahí, al ser trabajadores del ambiente, como que estamos desvinculados de eso y es algo que es importante recuperar, no solo como trabajadores, sino también como personas y como sociedad. Todos los compañeros contentos”, concluyó.
*Por Agustin Mingorance para La tinta.
*Integrante de Trabajadores del Ambiente – FACCyR regional Córdoba.