La casa del Che
Por Lucas Gatica para La tinta
La inexorable marcha de los negocios inmobiliarios barre con todo. Uno de sus focos, desde hace años, es el barrio Nueva Córdoba, donde gran cantidad de casonas que le otorgaron perfil distintivo al barrio se tiraron abajo para emplazar edificios de diez pisos.
Todavía no se entiende cómo, de este afán por levantar edificios de departamentos minúsculos en cualquier terreno del barrio, se salvaron edificios emblemáticos como el Palacio Ferreyra.
Muchos edificios de Nueva Córdoba destacan por su valor arquitectónico, pero hay otras viviendas que guardan -o guardaban- historias y personajes de la historia argentina. Ese es el caso de la casa de la calle Chile 288, donde, hace unos años, vivió la familia Guevara Lynch.
Construida en los años cuarenta del siglo XX y situada a poco más de cien metros de la antigua Casa de Gobierno provincial, se derrumbó en el año 2006 para levantar un edificio. No hay placas ni nada que haga mención al Che. Esa casa marcó, por muchos años, la vida del futuro Che.
Los Guevara Lynch la ocuparon entre 1943 y 1947. El asma del pequeño Ernesto los trajo, primero, a Alta Gracia y, luego, a la ciudad de Córdoba. Llegaron a Córdoba movidos por el nuevo trabajo del padre Guevara Lynch, que había conseguido un puesto en un estudio de arquitectura. En esos años, nadie imaginaba que ese pequeño con problemas respiratorios se convertiría en el líder más emblemático de la revolución cubana y la izquierda mundial.
Es verdad que los caminos del Che por Córdoba están ubicados, sobre todo, en Alta Gracia, donde pasó once años de su vida en cinco casas distintas -una es hoy el famoso Museo Casa del Che-. Sin embargo, algunos biógrafos y su propio padre ubican a esta vivienda de la calle Chile como una de las más importantes que abrigó al Che. Puede leerse “Mi hijo el Che” de Ernesto Guevara Lynch, donde narra episodios que ocurrieron ahí.
Era una cuestión de tiempo el derrumbe de la casa: Nueva Córdoba es una de las zonas más cotizadas para las constructoras e inmobiliarias, y la demanda de alquiler en el barrio es de las más altas. Son pocas las casonas que han podido resistir el embate de la demolición.
En un momento, la Municipalidad de Córdoba quiso comprar la casa, mantenerla en pie, pero su precio fue considerado excesivo para la Administración Pública -190 mil papelitos verdes-. Incluso, el ex intendente Germán Kammerath intentó expropiarla antes de su demolición, pero la empresa no llegó a buen puerto. En ese derrotero, los obreros borraron la estructura de la casa que emergía como un recinto antiguo cercado de los grandes edificios de departamentos de esa zona y lo que hoy hay es un edificio como tantos en la zona.
Colegio Deán Funes
El Che estudió el secundario en el Colegio Deán Funes, ubicado en la esquina de Perú e Independencia, a unas cuatro cuadras de la casa de la calle Chile. Cursó sus estudios secundarios entre 1942 y 1946, época de cambios y transformaciones de relevancia en nuestro país. En ese mismo colegio, hay un busto del Che, un poco tapado por las plantas y poco cuidado, pero ahí está.
En la época que Ernesto Guevara se mudó a la capital cordobesa, la ciudad contaba con poco más de 350.000 habitantes, empujada por las transformaciones del proceso de industrialización que comenzó el peronismo. Hubo un momento en que la ciudad fue conocida como la “Detroit argentina” a causa de su incipiente carácter obrera. Como es bien conocido, el peronismo tuvo un apoyo fundamental de la clase obrera y, al mismo tiempo, un rechazo evidente de las clases media y alta. Córdoba, ciudad de impronta universitaria, cobijaba a un importante número de estudiantes que, en un primer momento, está movilizado en contra del peronismo naciente, bajo el lema de «no a la dictadura de las alpargatas».
Ya instalado en Córdoba y cursando el colegio, Ernesto nunca mostró militancia ni interés en la política: “No tuve preocupaciones sociales en mi adolescencia ni participé en las luchas políticas o estudiantiles de Argentina”, declaró alguna vez. Fue su viaje en moto, con su amigo Alberto Granado, y la constatación de otras realidades las que transformarían a Ernesto en el Che.
Baldosa conmemorativa
En junio de 2018, el Concejo Deliberante de Córdoba aprobó una ordenanza a instancia del edil del Frente Federal de Acción Solidaria Marcelo Pascual, proponiendo la construcción y colocación de una baldosa conmemorativa en la vereda donde estaba ubicada la casa, con motivo del 90º aniversario de su natalicio el 14 de junio del año pasado.
El texto de la baldosa propuesto es el siguiente: “En este solar, vivió entre los años 1943-1947 el médico y revolucionario argentino-cubano ERNESTO ‘CHE’ GUEVARA. «Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario»”.
Por lo que este escriba sabe, todavía no hay placa alguna ni noticias de ella.
*Por Lucas Gatica para La tinta / Foto de portada: Archivo La Voz.