El paro no es general si las demandas feministas y disidentes quedan por fuera
Esta semana, vivimos dos días históricos: el primero, el 30 de Abril, con fuerzas sociales y políticas en las calles haciendo frente a la crisis generalizada de hambre a la que nos lleva el gobierno neoliberal de Mauricio Macri; el segundo, el 1° de Mayo, más tibio porque, en un día de festejo de les trabajadores, algunos otros gremios, de esos más amigotes del gobierno, también “pararon” mostrando que las alianzas de “caballeros” comienzan a caerse. En este paro, como en tantos otros, las mujeres e identidades disidentes de los movimientos sociales salimos a la calle, pero nuestras demandas apenas se plantearon por parte de algún orador en el cierre del acto central.
Por Redacción La tinta
Somos la mayoría de la fuerza de trabajo informal y doméstico, sin embargo, esos lugares más precarizados que nos ponen en extrema vulnerabilidad en contexto de crisis no tuvieron centralidad en los reclamos. La historia nos muestra que hemos estado siempre en la retaguardia del movimiento obrero -o quizás siendo vanguardia tampoco la tuvimos fácil- y sigue siendo imprescindible que copemos los sindicatos y los espacios de negociaciones patronales para que nuestras demandas sean escuchadas. El trabajo como lugar de lucha también es nuestro. Bien lo sabían mujeres revolucionarias que hoy vamos a recordar como Domitila Barrios Cuenca, Flora Tristán, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo y Virginia Bolten.
Sí, la crisis nos afecta a todes y es por esto que debemos ocupar todos los lugares de lucha. El derecho al trabajo es mucho más que un paro o una huelga esperando pasivamente que las cosas cambien. Éste va ligado a ser parte de la organización del trabajo, es decir, apropiarse de los medios de producción. Estas eran las ideas del movimiento obrero revolucionario del siglo XIX y XX, ideas que no nos resultan tan lejanas cuando observamos a las fábricas recuperadas, a las cooperativas de trabajo y a las múltiples formas de la economía popular. Esta semana, el paro general por las medidas económicas de hambre y desocupación trajo de vuelta estas discusiones, y nos puso a nosotres de nuevo en la escena: la crisis impacta primero y con más fuerza en las mujeres e identidades disidentes. Somos también nosotres una de las trincheras de lucha más fuertes, pero nuestras demandas no siempre se visibilizan en estos momentos de masividad.
Para las mujeres, la carga del trabajo fuera de la casa se intensifica porque no alcanza. Somos nosotras las que hacemos los malabares para que todes coman, estudien y estén saludables. Somos las administradoras de las migajas que podemos conseguir. La sobrecarga, que viene de la mano con la “ideología del sacrificio”, como la llama María del Carmen Feijoo, tiene un peso importantísimo en las mujeres de toda Latinoamérica.
Las identidades disidentes la tienen también muy difícil, ya que su acceso al mercado del trabajo está siempre mediado por su identidad. Frente a un contexto de precarización de trabajadores formales, les informales sufren aún más porque se encuentran desprotegides. Pensemos, entonces, en aquelles que ni siquiera figuran en las nóminas del precariato.
Tradicionalmente, los sindicatos se nutren de trabajadores formales y las mujeres fueron ganando terreno en sus luchas desde los inicios, aunque no siempre reconocidas como iguales. En la marcha del martes en Córdoba, gran cantidad de mujeres marcharon con su pañuelo verde, el cual también, como ellas, quedó en las calles, no subió al escenario. Hoy, son los sindicatos que agrupan a la economía popular los que plantean formas más diversas del trabajo y de organización, pero todavía cuesta que las identidades disidentes encuentren lugar en estos espacios. Todes, sin embargo, reclamamos que el movimiento obrero necesita de la mirada feminista para que la revolución sea completa: sin nosotres, no hay cambio posible.
Mujeres, obreras, campesinas, feministas y, sobre todo, revolucionaries
Si buscamos en la memoria histórica, encontraremos muchas mujeres revolucionarias que pusieron la centralidad en el papel del movimiento obrero para hacer la revolución social. Revolucionarias con todas las letras, no dejaron nunca de lado su condición de mujeres explotadas y hablaron en nombre de la liberación de clases incluyendo la liberación femenina para la creación de un mundo no capitalista.
“Obreros, tratad de comprender bien esto: la ley que esclaviza a la mujer y la priva de instrucción os oprime también a vosotros hombres proletarios”.
Flora Tristán (1803-1844)
Flora Tristán fue una trabajadora socialista, feminista y escritora francesa que contribuyó a la organización del movimiento obrero. Para ella, la demanda de la igualdad de derechos mejoraría las condiciones de toda la clase obrera. Atención a la fecha, siglo XIX y Flora Tristán planteaba, en su libro Unión Obrera, el papel de las mujeres como oprimidas, alertando de ello a los compañeros de clase.
“Lo que hizo el trabajo de la mujer especialmente atractivo para los capitalistas no sólo era su precio más bajo, sino también la mayor sumisión de la mujer”.
Clara Zetkin (1857-1933)
Trabajadora comunista, fundó La Igualdad, revista bimensual para mujeres trabajadoras. Fue parte del grupo «Espartaco» y, luego, del Partido Comunista Alemán. Presidenta del Movimiento Internacional de las Mujeres Socialistas. Durante la I Guerra Mundial, fue abiertamente antibelicista y detenida en varias ocasiones por oponerse a la guerra. Diputada por el Partido Comunista desde 1920 hasta 1933 cuando Hitler comenzó a gobernar Alemania. Perseguida por el régimen nazi, debió exiliarse en la Unión Soviética como muchos otros compañeros y compañeras.
“¿Por qué no hay organizaciones de mujeres trabajadoras en Alemania? ¿Por qué se sabe tan poco del movimiento de mujeres obreras?”.
Rosa Luxemburgo (1871-1919)
Así empieza el discurso El voto femenino y la lucha de clases de Rosa Luxemburgo, pronunciado en las Segundas Jornadas de Mujeres Socialdemócratas en el año 1912. Tuvo que lidiar con la dirección del Partido Socialdemócrata Alemán cuando le sugirieron “que se ocupe exclusivamente de los problemas de la mujer”. Rosa no aceptó. No iba a dejar que la burocracia parlamentaria del partido socialdemócrata la corriera de otras decisiones políticas. En 1918, salió de prisión y comenzó a estar en la Liga Espartaco, que, luego, se transformó en el Partido Comunista Alemán. Amigas de lucha con Clara Zetkin, ambas son sinónimo de rebelión y revolución.
“Si vosotros queréis ser libres, con mucha más razón nosotras; doblemente esclavas de la sociedad y del hombre, ya se acabó aquello de ‘Anarquía y Libertad’ y las mujeres a fregar. ¡Salud!”.
Virginia Bolten (1876-1970)
Virginia Bolten fue una militante anarquista, sindicalista y feminista argentina. “Ni dios, ni patrón ni marido” fue el lema del Periódico La voz de la mujer, primera publicación anarcofeminista de Argentina, motorizado por Virginia Bolten. El primer número salió el 8 de enero de 1896.
“¿Cuál es nuestro enemigo principal, compañeros? La burocracia, respondían. ¡El imperialismo!, gritaban. “No compañeros, se equivocan. Nuestro principal enemigo es el miedo, y lo tenemos dentro”.
Domitila Barrios Cuenca (1937- 2012)
Algunes la nombran Domitila de Chungara. Pero ella decía: “No, yo soy Domitila Barrios Cuenca. Es que, cuando una se casa en Bolivia, a las mujeres siempre nos ponen el apellido del marido. Pero yo no soy de nadie. Ni de Chungara ni de nadie. De mí solita soy”. Líder obrera, campesina y feminista, en el 52′, fue Secretaria general del Comité de Amas de Casa del Distrito Minero Siglo XX apoyando las protestas mineras contra René Barrientos Ortuño y, luego, contra el dictador Hugo Banzer Suárez. Compartió los proyectos revolucionarios de los 60′ y 70′ latinoamericanos, en 1978, fue la primera mujer en ser candidata a la vicepresidencia acompañando la fórmula del Frente Revolucionario de Izquierda (FRI).
“Los derechos no se negocian, se ganan y se pelean”.
Pía Baudracco (1970-2012)
Pía se convirtió en una reconocida militante por la igualdad y los derechos de las personas trans. En el año 1993, fundó, junto a María Belén Correa, la Asociación de Travestis de Argentina (ATA), que actualmente cambió su nombre a A.T.T.T.A, Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina. Luchó por la Ley de Identidad de Géneros, pero murió sin poder tener su DNI.
«La sociedad, perversamente, ha generado un rol de que las personas travas sólo pueden prostituirse. No se piensa en nosotras en términos de políticas públicas, sino en términos de zonas rojas, sin que nosotras seamos las que las pidamos. Nunca vi una manifestación de travestis pidiendo una zona roja, por ejemplo; sí seguimos yendo a reclamar políticas públicas. Entonces, se ha generado esa historia: que nosotras sólo servimos para la prostitución y no nos ven como fuerzas productoras de trabajo, no nos ven con capacidades para hacer cualquier cosa».
Lohana Berkins (1965-2016)
Lohana Berkins nació en Salta y, siendo muy joven, se trasladó a Buenos Aires, donde sobrevivió como trabajadora sexual. Fue la primera travesti trabajadora del Estado, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y candidata a diputada nacional en el año 2001. En 2010, junto con otras, conformó el Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género que impulsó la sanción de la ley.
Todas estas mujeres e identidades disidentes tuvieron que luchar incluso contra el ninguneo de sus propios compañeros de partido y, por eso, las feministas de los años 60′ se cansaron de la burocracia de los compañeros de los partidos de izquierda y dijeron ¡basta! de primero la revolución social y después nosotras.
Este 1° de mayo, pusimos en evidencia que las mujeres y las identidades disidentes somos muches, estamos organizades y disputamos poder, pero no aquel poder de dominar con la voz y la palabra, de jerarquías y mandatos. El poder de nuestra historia, de nuestras luchas y de nuestra convicción: no hay revolución posible sin nosotres.
¡Feliz día de lucha, compañeres!
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.