Mapurbe. Venganza a raíz
David Aniñir Guilitraro presentó su libro de mapuchemas en Córdoba en el marco del I Encuentro Internacional de Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos. El poeta, que es parte de la generación de mapuches nacidos en la ciudad, habla de lo mapurbe para nombrar a lxs hijxs del despojo y la usurpación. Desde los barrios, la poesía y el punk rock, recupera la historia de su pueblo y cuestiona la llegada del rey a nuestra ciudad en un contexto donde la colonización sigue vigente.
Por Guadalupe Scotta para La tinta
Somos los hijos de los hijos de los hijos
Somos los nietos de Lautaro tomando la micro
Para servirle a los ricos
Somos parientes del sol y del trueno
Lloviendo sobre tierra apuñalada
David Aniñir Guilitraro (fragmento del poema Mapurbe)
Mapurbe es una palabra que late. No puede contenerla una traducción lineal, tampoco está herida de muerte como para ir a parar al cementerio de la lengua “real”. Explotó en un poema de David Aniñir Guilitraro que dice: “Somos mapuches de hormigón”. Una aproximación chata sería: mapuche urbano, pero no alcanza. Es poesía y está en la mapuchada. Vive en los barrios desde el océano Pacífico al Atlántico, como el Wallmapu.
David nació en Santiago de Chile en 1971, creció en “Cerro Navia”, un barrio de los llamados periféricos. Trabajó como enfierrador en la construcción y sus poemas incendian las postales de pueblos originarios habitando reservas naturales, ideales para veranear en el sur del sur. Mapurbe. Venganza a raíz es una de sus obras poéticas, que salió en papel por primera vez en el 2005 y, ahora, la editorial Borde Perdido publicó su primera edición de este lado de la cordillera.
La semana pasada, David llegó a Córdoba para presentar su libro en Córdoba durante el I Encuentro Internacional de Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos, organizado por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC y realizado en paralelo al VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE). La presentación de Mapurbe. Venganza a raíz estuvo a cargo de Daniela Catrileo, Mariela Laudencina y Fernanda Libro. En ese marco, el poeta dialogó con La tinta.
-¿Qué es mapurbe? ¿Cómo volcaste esa idea en palabra?
-Hablo de lo mapurbe. Salió natural: se dijo. Luego, viene lo demás. Digo mapurbe porque somos hijos del despojo, de la usurpación y de un éxodo. Del arrinconamiento al que nos llevó el Estado cuando consolidan la llamada Pacificación de la Araucanía. Soy de la primera y segunda generación de mapuches que nacieron en la ciudad. Somos esa manga de marginados que no tenemos voz y sólo llegamos a la escuela primaria, somos laburantes de la “constru”. De todo eso, se desprende que no es solamente poesía.
-¿Fue un proceso reconocer tu identidad mapuche en la ciudad?
-Siempre estuvo el sentido de pertenencia a la identidad mapuche. El tema era cuando nos enfrentábamos con otro. En una sociedad racista, hace 20 o 30 años atrás, era un choque brutal.
Me imagino lo que han sufrido nuestros padres al llegar a la ciudad, yo no podía ni decir mi apellido en clases o ir al médico, porque era un burlyng constante y naturalizado. Yo era un indio de mierda, estaba siempre esa huevada naturalizada. Nuestros padres eran todos hablantes de nuestra lengua y ese choque hizo que no quisieran enseñárnosla, para que no se burlen de nosotros.
Es difícil y complejo decir que se les quitó el Mapundungun (idioma Mapuche). Por eso, estamos hoy aquí, con mayor ahínco por la llegada del Rey a esta ciudad.
“El Rey no viene a revitalizar la lengua, viene hacer negocios”
Desde el I Encuentro Internacional de Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos realizado la semana pasada en Córdoba, se hizo un manifiesto ante el CILE, en el que se visibiliza la “política lingüística de la Corona Española, la Real Academia Española y el Instituto Cervantes que, junto a empresas multinacionales de capitales españoles -Banco Santander, Telefónica, Iberia, BBVA, Repsol, RTV, Agencia EFE, CNN en español- (…) regulan y normativizan la lengua, que queda así principalmente comprometida en su rasgo instrumental, como dispositivo técnico de penetración económica, por una parte, y, a la vez, como fórmula de colonización y propagación cultural”.
-¿Alguna palabra para el Rey?
-Sí, que se vaya a la concha de su madre.
David se agarra la cara y pierde su mirada en el horizonte. En el bar de la Ciudad Universitaria de Córdoba en que nos encontramos, casi no hay estudiantes: se decretó un asueto por el CILE 2019. En la ciudad, está el Rey, Macri y hay tres detenidos que no llegaron a la única protesta a la que se convocó para repudiar su presencia en las calles, la piquetera. David mira una loma seca, esa curva que guarda algo de la geografía de antes y dice:
-En un contexto de colonización profunda, ¡estos trayendo al Rey! Nuestra presencia es activa, nuestras voces no están calladas. Es venganza raíz o no es. Es así, y no solo por el Rey, sino por todos los poderes. El Rey no viene a revitalizar la lengua, viene hacer negocios. Están vendiendo todo, eso paso allá con las forestales, las mineras y la pesca.
Mientras hablamos, en Córdoba se despliega un operativo de seguridad proporcional al mareo orgulloso de las elites, políticos, periodistas y otras categorizaciones que conectan con las ideas y prácticas de las familias reales (de aquí y de allá). Mauricio Macri Blanco Villegas está en la comarca: él ya ha hablado con la realeza sobre la “angustia” de los próceres de la Independencia por separarse de España.
Imagino que las familias de bien, esas que ya tuvieron un cóctel con Macri o algún tatarabuelo de la nobleza, están buscando un palco. El Rey está acá: Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia es hijo de Juan Carlos I de España y Sofía de Grecia y Dinamarca. Sus antepasados fueron Federica de Hannover, Pablo I de Grecia, María de las Mercedes de Borbón y Orleans, y Juan de Borbón y Battenberg. Las casas reales de España, Grecia, Alemania y la monarquía británica se nombran en su majestad, junto a la colonización y el saqueo.
David Aniñir Guilitraro es hijo de Pedro Aniñir Millahual, originario de Cholchol, y María Guilitraro Puralef, proveniente de Fresia, provincia de Llanquihue. Aniñir Guilitraro puede traducirse como: zorro sentado, uñas de pájaro. El tuwün (la raíz, el origen) no se escribe, es poesía, dice David y me pregunta:
-¿Sabes lo que es Huala? (en referencia a Facundo Jones Huala). Huala es un ave, un patito que está en los lagos.
A siete meses de la fundación de Santiago de Chile, la resistencia mapuche, de la mano de Michimalonko, dirigió una acción contra el ejército español. Ahora, es a los Estados Nación a los que el pueblo Mapuche demanda el reconocimiento de derechos.
-¿Cómo surge el “despertar” de tu generación?
-Nosotros participamos de todo el proceso contra la dictadura, fuimos carne de cañón, como en todas las luchas sociales. Algo interesante surgió entrando los años ´90: la emancipación de la lucha por los derechos y la reivindicación territorial y política. Hubo un levantamiento popular indígena a nivel político de confrontación más directa, que fue el de los peñi (hermanos) y lamien (hermanas) en Chiapas (EZLN) y eso salpicó a toda Latinoamérica.
Nos tocó a nosotros, los jovencitos, casi todos los que ahora hacemos voz (que tenemos casi 50 años). Los “viejovenes” salimos del clóset, pero nosotros no estábamos escondidos, estábamos contenidos por nosotros mismos. También empezó a estimularnos el alcance del movimiento de las y los negros por sus derechos en los ´60 en USA, Black is beautiful.
Poesía y punk rock
Ir al hueso
Sin asco, con ajo
Puñalada certera
A la médula
A la hiel
(Fragmento del poema Hacela cortita)
–Hacela cortita es harcord. Escucho música y sale solito. En los ´90, me llegó un disco de unos Siuxs que hacían Punk Rock, y comenzó toda esa hibridez. Dentro del despertar, estaba lo andino, que mostraba todo muy romántico y yo dije: ¡oye huevón! cuando despertás, no tenés tierra, no tenés laburo, nuestras familias están disgregadas y hay negación. Mi frente es la creación, la literatura, pero no estoy ajeno a lo que pasa. Mi poética y trabajo se anclan en la tensión y conflicto con los Estados y cómo se apropiaron de nuestro territorio.
Cuando David recita, vibra como en un recital. Los golpes secos del punk gritan poemas y vos querés salir y hacer todo de nuevo, ahora y con fuerza.
-El libro Mapurbe. Venganza a raíz tiene poco más de una década y ahora, acá en Córdoba, la editorial Borde Perdido publica la cuarta edición. Esto es nuevo, nuestro pueblo no había desarrollado la escritura, pero teníamos poetas orales. Esta es la parte épica, la figura del fogón y la de contar historias. Yo no evoco el pasado, no estamos para folklore, para que nos momifiquen en un museo.
David agarra el libro y nos muestra la estrella que ilustra la tapa, es la conjunción entre Wuñelfe, símbolo del pueblo mapuche en tiempos de Guerra de Arauco, y el disco Black Star de David Bowie: la estrella Negra de la venganza funde su policromía vital. En la dedicatoria, dice: «A nuestros muertos».
-Yo voy a las escuelas y les digo: no creo en la envidia sana, yo los envidio mucho, porque lo que están viviendo ustedes nosotros no lo vivimos, eso de danzar, de salir con nuestra ropa y asumirse Mapuche públicamente. Y esa historia que tenemos por contar nos ha costado una lista de muertos, y no hablo de la dictadura, sino de los gobiernos actuales.
Durante las presidencias de Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera en Chile fueron criminalizados y asesinados jóvenes y ancianos de la comunidad. Sus nombres, su tuwün: Camilo Catrillanca, Agustina Huenupe Pavian y José Mauricio Huenupe Pavian, Jorge Antonio Suárez Marihuan, Alex Lemun Saavedra, Alberto Huentecura Llancaleo, Zenén Alfonso Díaz Nécul, José Gerardo Huenante, Juan Collihuin Catril, Matías Catrileo Quezada, Johnny Cariqueo Yañez, Jaime Facundo Mendoza Collío, Rodrigo Melinao Lican, José Mauricio Quintriqueo Huaiquimil, Víctor Manuel Mendoza Collo.
-Además, tenemos presos políticos -dice David-. Y allí se ponen de acuerdo los dos Estados (Chile y Argentina) para hacer la caricaturización de terrorismo. Sacaron al peñi Huala y lo pasearon: ellos podían cruzar a Chile desde la Patagonia, pero lo vinieron a pasear desde Mendoza a Santiago. También dolió mucho lo de Rafael Nahuel y Santiago Maldonado.
Frente a tanto dolor y violencia, no quiero quedarme en el dolor. Hay que sacar las telarañas de la historia colonizadora, proponer desde la creación. Mi poesía los trata con sarcasmo: ante la situación de atropello, dejar esa sonrisa y reírnos como gesto de rebeldía fresca. Lo que no podrán arrebatar será la sonrisa, la ternura.
Desde el barrio, David sacude los huesos. Expropia la lengua de la opresión y la venganza raíz se acuña en la urgencia del decir. Tiene tanta carne que no puede dejarse en las hojas de papel. Se dice en español, en mapudungun, en inglés y los idiomas se mezclan en una misma palabra.
La fuerza de la raíz es ese lugar donde el mapundung y el mapurbe dicen aquello que el español y el inglés no pueden pronunciar porque no les pertenece: Marichiweu.
*Por Guadalupe Scotta para La tinta. Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.