“La Universidad es una institución machista y patriarcal”
En noviembre de 2018 se creó en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC el Programa de Género, Sexualidades y Educación Sexual Integral. Su coordinador, Javier López, habla del machismo en la Universidad y de los desafíos que supone ser capaces de interpelar e involucrar a todas las personas en la construcción de una sociedad más justa, democrática y libre de discriminación y violencias.
Por Irina Morán para Alfilo
Aprobado a fines de noviembre por el Consejo Directivo de la FFyH, se trata de un espacio abierto e institucional que trabajará de manera transversal con todos los claustros de esta unidad académica y otros espacios de las Escuelas, Departamentos y otras Facultades. Mediante diferentes líneas de acción, el Programa abordará problemáticas de género, sexualidades y Educación Sexual Integral (ESI), desde una perspectiva crítica y con enfoque de derechos.
El coordinador del Programa es Javier López. Tiene 47 años, es licenciado en Psicología, docente e investigador universitario, actor y activista por los derechos de las mujeres y las comunidades LGTB+. Es integrante del Área Feminismos, Género y Sexualidades (FemGeS) del CIFFyH desde hace más de una década. En ese ámbito, ha sido parte, como representante del área, del equipo de trabajo que elaboró el “Plan de acciones y herramientas para prevenir sancionar y erradicar las violencias de género en el ámbito de la UNC”, aprobado en octubre de 2015.
A su vez, desde FemGeS, ha dictado cursos y trabajado en proyectos de investigación ligados a sexualidad y violencias de género. Pero, sobre todo, Javier es una persona sensible y conocedor de estas temáticas desde su propia historia. “Yo mismo he sufrido la homofobia en carne propia”, comenta Javier después de haber compartido un diálogo extenso y franco, mediado por un café, con más preguntas que certezas. Consciente de que hoy, después de años de activismo y como profesional universitario, asume la responsabilidad de coordinar un Programa que se dispone a trabajar de manera colectiva para afrontar y transformar el conjunto de problemáticas que abarca este nuevo espacio universitario.
En un contexto, remarca Javier, “donde los sectores conservadores organizados y la derecha como matriz sociocultural emergen y se instalan con sus intereses, discursos y prácticas en las distintas instituciones sociales, en los discursos mediáticos y en la comunidad en su conjunto”.
—¿La creación de este Programa salda un reclamo de la Facultad?
—Considero que la creación de este Programa es el resultado de un largo camino, de experiencias e investigaciones que viene recorriendo esta Facultad. Al mismo tiempo, es una decisión política de las autoridades, Juan Pablo Abratte y Flavia Dezzuto, al dar cumplimiento a una propuesta de gestión. Partiendo de ahí, el Programa surge como un ancho sendero para seguir transitando. Porque lo que no puede suceder es que el Programa se convierta en un espacio generado sólo para la “foto”. Este espacio debe trabajarse desde un convencimiento político. En este sentido, creo que sería muy interesante pensar cómo se lo habita. Desde ahí construir, tejer redes y llevar a cabo estrategias forjadas desde el compromiso de todes les actores institucionales involucrades. ¿Qué quiero decir con esto? Debemos corrernos de esa idea de que al crearse un Programa, ése espacio sea el que se “ocupe” de los temas de violencia de género, sexualidades, educación sexual integral, –por nombrar sólo algunos de sus puntos– y entonces cada uno de nosotres se desligue y deposite en ese espacio, convirtiendo el mismo en un lugar para que “lleguen las soluciones o respuestas”. El principal desafío que tenemos con la creación de este Programa en Filo es comprender que resulta necesaria la implicación subjetiva con estos temas y problemáticas. Son asuntos que nos interpelan y es imprescindible sentirnos involucrados.
—¿Si tuvieras que definir el feminismo, cómo lo harías?
—Una respuesta corta sería que decir que si defino “el feminismo” considero que no estaría siendo coherente con los planteos feministas. Y esto lo digo es por varias razones. La más evidente es porque considero que no hay “un fenimismo”. Lo segundo, porque definir el feminismo implicaría dar una respuesta óntica que cerraría sentidos enmarcados en una sola definición. Y justamente, si hay algo que contienen estos planteos es la permanente apertura y construcción incesante hacia nuevas preguntas y cuestionamientos. Ante nuevos interrogantes sobre las problemáticas abordadas desde perspectivas feministas, lo que no implica caer en un relativismo, pero sí mantener cierta tensión, sostenida desde la lucha por trasformaciones que buscan contrarrestar y contribuir a la construcción de una sociedad menos segregacionista. Una sociedad que analice las múltiples aristas que constituyen un entramado de problemáticas sociales inscriptas en una estructura social patriarcal, en un sistema capitalista, que aún lee los cuerpos desde una matriz heteronormada.
De todas maneras, se podría decir que a partir de cierta recuperación histórica de las llamadas olas feministas, –la primera, segunda, tercera ola y ahora ya se habla del inicio de una cuarta ola– estamos en un momento bisagra, donde los movimientos feministas vienen a cuestionarlo todo. Desde las prácticas cotidianas, íntimas, hasta las estructuras políticas, sociales, económicas e institucionales. Desde esa perspectiva crítica y con un enfoque de ampliación de derechos vamos a trabajar en este Programa.
—¿Dentro del estado de situación en la universidad, en un listado de prioridades, qué acciones tomarías como las más urgentes?
—Podría enumerar un listado interminable de medidas, pero considero que si no existe una decisión y voluntad política para involucrarnos con las problemáticas de género, con el objetivo de lograr verdaderas transformaciones, las prioridades y urgencias corren el riesgo de caer o perder fuerza. En este sentido y tal como lo dice Marcela Lagarde no hay que olvidar que reclamamos a un Estado patriarcal y la Universidad Nacional de Córdoba, como institución social, es una institución machista y patriarcal. Por eso, como dije al comienzo, la voluntad política de transformación es primordial. Debemos avanzar desde la construcción en red y de manera colectiva para cambiar ciertos contenidos, situaciones o formas, que son comunes y atraviesan a todas las escuelas, departamentos y facultades, contemplando su particularidad. En la Universidad existen desigualdades en relaciones de jerarquías y puestos de poder. Entre estudiantes y docentes, entre estudiantes, en el claustro no docente y el personal contratado. También en las conducciones y de manera interna en cada claustro. Existen muchas situaciones de violencias género, de acoso, de discriminación, de invisibilización, de privilegios. Hay carreras o especializaciones donde algunos docentes todavía consideran que las mujeres no están preparadas para ocupar ciertos cargos. Hay muchas situaciones donde aún no se respeta las identidades de géneros. Existe misoginia, homofobia. Demasiadas resistencias a dar los cambios. Existe carencia y escasa perspectiva de género en la formación de grado y en los contenidos de las carreras. Argentina incluso tiene un marco legal e institucional bastante avanzado, sin embargo muchas de esas nuevas leyes se ignoran o no se cumplen. La Universidad es una institución que es parte del Estado y como tal, debemos darnos a la tarea de generar estos cambios.
—¿Te llamó la atención que siendo varón, te convocaran para ocupar la dirección de este Programa?
—Dado mi compromiso, mi recorrido de trabajo barrial, académico, de investigación con mis compañeres del Área “Feminismos, Géneros y Sexualidades” (FemGeS) y mi propio activismo en estos temas, no me llamo a atención. Y en los casos que mi designación haya generado cierta inquietud por esta condición, devuelvo la pregunta ¿Y por qué no?
—¿Considerás que ser feminista excede al género?
—Lo que sí considero es que abordar este tipo de problemáticas implica asumir un compromiso, un conocimiento y una posición clara. Una posición epistemológica, ontológica y sobre todo ético política. Considero que no alcanza saber sólo “quien habla” sino que resulta necesario conocer también desde que “posición se habla”. Y tiene que ver con un proceso y recorrido subjetivo, personal, donde llega un momento en que te hace un clic y te cae la ficha y comenzás a mirar todo de otra manera. Comenzás a revisar mandatos. Masculinidades. Conceptos. Pautas o estereotipos culturales. Cuando entramos en ese proceso, todos los mandatos y las expectativas sociales empiezan a interpelarse, a desnaturalizarse y ése es un proceso subjetivo que se elabora y construye en base a una red de sostén con otres.
—Desde ese lugar entonces, ¿Que sentís que podés aportar vos, en la coordinación de este Programa?
—Una modalidad de trabajo que se sustente en la idea de una construcción colectiva, de acompañamiento, de escucha. De articulación permanente con otros, otras, otres. Aportar todo lo que aprendí y aprendo continuamente. Siento que pertenezco a una red que no sólo implica transitar discusiones, elaborar estrategias, programas, o acciones conjuntas. Implica un sostén afectivo. De manera personal, he tenido la suerte de transitar caminos con compañeras referentes en los que he aprendido esa modalidad, ya que no sólo han sido y son referentes teóricas, sino referentes activistas, académicas, docentes investigadoras y personas muy queridas. Me gustaría nombrar a las más cercanas: Maite Rodigou, Alejandra Martin, Alejandra Domínguez, Cecilia Ré, Marina Tomasini. En un tiempo más recientemente a Eduardo Mattio e incluso a compañeras contemporáneas que en mis inicios de trabajo barrial con mujeres, como son Paola Blanes, Soledad Pérez integrantes del grupo “Las habitadxs”, que fueron una referencia imprescindible, como Omar Barrauld de la cátedra de Estrategias de intervención comunitaria y las propias mujeres de los barrios. Sin dejar de incluir a muchos otres compañeres, de otros espacios y del área del FemGeS, espacio que cuido respeto y creo profundamente.
Objetivos y líneas de acción del Programa de Género, Sexualidades y Educación Sexual Integral de la FFyH
Será un espacio institucional que procure de una vida libre de violencias de género y discriminación de cualquier tipo, por razones de género y/o identidad o expresión sexo-genérica. Dentro de este marco, se atenderán cuestiones relacionadas a las violencias de género; las identidades sexo-genéricas, se trabajará en todos los claustros temáticas de educación con perspectiva de género y así como salud sexual integral y (no) reproductiva.
Composición y funcionamiento
El Programa tendrá un/a Coordinador/a que será nombrado por el Consejo Directivo a propuesta del/a decano/a de la Facultad. Estará acompañado por un Consejo Asesor integrado por tres miembros docentes, un/a nodocente, dos estudiantes y un/a egresado/a propuestos por el/la coordinador/a en consulta con las Secretarías de Asuntos Académicos, Extensión, Asuntos Estudiantiles, el Centro de Investigaciones, el Museo de Antropología y la Oficina de Graduados. Este Consejo definirá las prioridades para cada año, el cronograma de actividades, las articulaciones entre el Programa y otras iniciativas desarrolladas en este campo dentro de la FFyH, la UNC y el medio local.
Líneas de trabajo y temas que se propone el Programa:
– Difundir investigaciones, actividades de docencia y extensión que se articulen con los objetivos generales de este Programa.
– Sistematizar y articular información disponible en la Facultad de Filosofía y Humanidades vinculada a género y sexualidades. o Desarrollar estrategias de sensibilización y acompañamiento de la diversidad sexo-genérica, en vistas al cumplimiento de la ordenanza 9/11 de la UNC y de la Ley nacional de Identidad de Género.
– Propiciar y organizar instancias de sensibilización y capacitación para estudiantes docentes y no docentes sobre distintas problemáticas vinculadas a género y sexualidades.
– Generar espacios de participación, con diversos actores institucionales, que posibiliten la construcción de estrategias, para el acompañamiento de situaciones de violencias de género que pudieran darse en nuestra Facultad.
– Facilitar la articulación de situaciones de violencias de género con el Plan de Acciones de la UNC.
– Promover la incorporación de la perspectiva de género en la formación de grado, atendiendo a la implementación de la Ley de Educación Sexual integral.
– Participar en la organización de acciones que en nuestro contexto pudieran producirse que tiendan a reivindicaciones y ampliación de derechos en materia de género, sexualidades y educación sexual integral.
*Por Irina Morán para Alfilo / Foto portada: Irina Morán