Feminismo cisexista: debates urgentes
El 8 de agosto por diversas circunstancias estuve en Buenos Aires vivenciando ese momento histórico. Llegué sola al Congreso. Con la certeza de que a alguien conocide me iba a cruzar. Paseé, recorrí, y me crucé con gente conocida. Me quedé ahí. Pero la incomodidad general era cada vez más grande. Porque parece que sólo LAS MUJERES abortan. Parece que sólo las mujeres están bancando esta lucha. Parece que sólo es importante nombrar, visibilizar y politizar a la sujeta mujer.
Por Anker para La tinta
En el senado quedó evidenciado una vez más que quienes están ahí, se representan a sí mismes y a sus intereses políticos y económicos. Pero en las calles quedó claro el avance cualitativo y cuantitativo que está viviendo la lucha feminista.
Pero durante el debate parlamentario (y afuera, claro), sistemáticamente se hizo alusión a la cantidad de MUJERES que abortan, a la cantidad de MUJERES que mueren en abortos clandestinos, a lAs pibAs que se nos mueren, a lAs pibAs que luchan a diario.
¿Qué pasa con nosotres? En ese debate, les lesbianas, tortilleras, trans hemos sido sistemáticamente invisibilizades, no sólo discursivamente, sino también en términos de participación. Fueron pocas las personas que se acordaron de que no solamente abortan las mujeres; y la mayoría de les que se acordaron, fueron generoses incluyendo un «y personas/cuerpos gestantes» en su discurso. Pocas veces se habló de nosotres nombrándonos, visibilizando nuestras identidades. Reducirnos a cuerpos gestantes es despolitizarnos, y es, además en cierto punto, tratar de no incomodar mucho. Pero acá estamos, existimos, somos transmasculinidades, somos trans no binaries, somos marikas, somos putos, somos tortilleres, nuestras identidades son, además de identidades de género, identidades políticas.
Así como sistemáticamente se insistió -y se sigue insistiendo- en la necesidad de nombrar a las mujeres, y en la importancia de reconocer a las mujeres como sujetas políticas, es imprescindible entender que lo mismo sucede con nosotres.
En este -y en todo- debate tenemos mucho que aportar, no en calidad de «cuerpos gestantes», sino en tanto disidencias con una larga trayectoria en una lucha por la autonomía corporal, y en esto no sólo incluyo a quienes no somos mujeres pero tenemos la capacidad de gestar, sino que también incluyo a otres sujetes disidentes que no la tienen, pero comparten esta trayectoria. Más allá del debate puntual de aborto, esta situación de invisibilización y exclusión se da en los espacios feministas en general.
En ese sentido, hay debates urgentes a darnos sobre las maneras particulares en las que el cis-hetero-patriarcado opera sobre nuestras cuerpas. Pero lo mismo de lo que históricamente han renegado las mujeres, hoy se nos pide a nosotres: que “eduquemos” a las personas cis. Hay incluso espacios feministas en los cuales estos debates ni siquiera están planteados.
Usar artículos femeninos para generalizar es invisibilizarnos a quienes no utilizamos estos pronombres (y no, no estamos preocupades por si los chongos se sienten o no incluídos, estamos insistiendo en que habemos sujetes que no somos mujeres, y tampoco somos machos). Para muchas compañeras, el no generalizar en femenino implica nuevamente invisibilizar un colectivo que históricamente lucha por visibilizarse. Si bien eso es cierto, la respuesta no puede ser “visibilizarse a costa de invisibilizar otros colectivos que están dando esa misma batalla”. En todo caso, la solución debe ser pensada de conjunto, buscando que nunca sea en detrimento de otres.
Pero además, no se trata solo de nombrarnos, no se trata solo de agregar a las reivindicaciones algún puntito que sea ‘para nosotres’. Se trata de incluirnos en todos los procesos de debate que se dan, para cambiar la perspectiva desde la que se lee la realidad y cómo se piensa la transformación de la misma.
Aborto legal, ¿en el hospital?
Un claro ejemplo de la necesidad de cambiar de perspectiva es la diferencia sobre dónde abortar. Mientras la consigna que se viralizó plantea ‘aborto legal en el hospital’, para muches de nosotres eso no debe ser excluyente de otras estrategias de acceso a un aborto seguro.
Los espacios de salud suelen ser espacios transodiantes, violentos y excluyentes, con lo cual muches de nosotres no elegiríamos un hospital para abortar (sea o no legal) -ni hablar de clínicas privadas a las cuales, además, se nos hace económicamente imposible acceder- y queremos, aún así, que se nos garantice el acceso a abortos seguros y acompañados.
Por otro lado, es necesario un compromiso genuino y concreto en las luchas de tortes, trans y travestis. A menudo escuchamos o leemos el apoyo de distintos sectores hacia ‘nuestras’ luchas, pero a la hora de estar en las calles podemos reconocernos y saber que, una vez más, estamos soles. Salvo contadas excepciones, las luchas que damos específicamente les tortes, trans y travestis suelen tener convocatoria sólo entre nosotres mismes.
Por esto, es necesario apostar a construir un transfeminismo que sea capaz de ver más allá de les sujetes binaries y a esquemas puros de opresión, para empezar a entender las complejidades del mundo que habitamos y poder dar respuestas concretas para transformar el sistema de raíz.
*Por Anker para La tinta.