María Sabina, la mujer espíritu

María Sabina, la mujer espíritu
24 julio, 2018 por Redacción La tinta

Mazateca, curandera, poeta, maestra, “mujer que flota sobre las aguas, mujer que vuela por los aires”, bruja no cazada. Mujer estrella. Considerada por algunas la mejor poeta latinoamericana del siglo XX, sin jamás haber escrito español, María Sabina Magdalena García tendría 124 años.

Por Redacción La tinta

“Soy la mujer que sólo nací. Soy la mujer que sola caí. Soy la mujer que espera. Soy la mujer que examina. Soy la mujer que mira hacia adentro. Soy la mujer que mira debajo del agua. Soy la nadadora sagrada porque puedo nadar en lo grandioso. Soy la mujer luna. Soy la mujer que vuela. Soy la mujer aerolito. Soy la mujer constelación huarache. Soy la mujer constelación bastón. Soy la mujer estrella, Dios porque vengo recorriendo los lugares desde su origen. Soy la mujer de la brisa. Soy la mujer rocío fresco. Soy la mujer del alba. Soy la mujer del crepúsculo. Soy la mujer que brota. Soy la mujer arrancada. Soy la mujer que llora. Soy la mujer que chifla. Soy la mujer que hace sonar. Soy la mujer tamborista. Soy la mujer trompetista. Soy la mujer violinista. Soy la mujer que alegra porque soy la payasa sagrada. Soy la mujer piedra del sol. Soy la mujer luz de día. Soy la mujer que hace girar. Soy la mujer del cielo. Soy la mujer de bien. Soy la mujer espíritu porque puedo entrar y puedo salir en el reino de la muerte”.

María Sabina Magdalena García nació en Huautla de Jiménez el 22 de julio de 1894 y murió el 23 de noviembre de 1985. Su arte fue curar con el canto, el lenguaje y la botánica de los hongos sagrados, con la medicina ancestral de los pueblos que resisten al capitalismo, convocando a los antepasados a curar y a hacerse presente en sus ceremonias.


Vivió en tierras oaxaqueñas a lo largo de su vida, donde desarrolló su extenso conocimiento ceremonial en hongos alucinógenos. Esto atrajo a turistas, jipis y curiosos que se acercaros hasta ese pueblo perdido en la sierra mazateca de México, a escuchar los rezos y los cantos de Sabina, sacerdotiza de los hongos, abuela que compartía sus saberes y sus rituales para ayudar a sanar.


María Sabina vendía leña, lo comercial no era su fuerte. Descubrió los hongos a los siete años de edad y se dedicó a sanar. Curó primero a su hermana. Los “niños santos”, como llamaba ella a los hongos con propiedades alucinógenas que crecían en su territorio, se convirtieron en un rumor que se extendió más allá de las fronteras de México. Hasta allí llegaron banqueros, artistas, poetas, escritores, antropólogos, cineastas. Desde Jonh Lennon, pasando por Adolf Huxley, el químico físico del LCD Hofmann, Huxley, Walt Disney, el creador de una de las industrias de entretenimiento más grandes del mundo, hasta los músicos Mick Jagger, Bob Dylan, Peter Townsend y Jim Morrison.

Eran los años sesenta, fue un banquero estadounidense quien difundió la fama de “sacerdotiza” de María Sabina. Miles de peregrinos se acercaron a su tierra, a sus niños santos. Sin embargo, su muerte fue solitaria en una cama de hospital, con cirrosis y bronconeumonía.

María Sabina es de esas mujeres que nos enseñan un tipo de resistencia pocas veces reivindicada por las feministas. La resistencia de las formas comunitarias de vida, la ética del cuidado y la sanación, donde mantener prácticas populares, prohibidas por la reestructuración económica y social capitalista, significan también resistir.

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*Por Redacción La tinta.

Palabras claves: Brujas, María Sabina, Medicina, México

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