Google, los gigantes tecnológicos y las leyes antimonopolio
Por Jacinta Gorriti para La tinta
El miércoles de la semana pasada una noticia sacudió al gigante estadounidense Google. La Comisión Europea decidió sancionar a la compañía con una multa récord por abuso de su posición dominante con Android, su sistema operativo, que es usado por el 85,9 % de los teléfonos móviles en todo el mundo. Tras varios años de investigación, en Bruselas concluyeron que la firma tecnológica exige a los fabricantes de celulares (de más de 1.300 marcas diferentes, exceptuando Apple) que emplean este sistema la instalación por defecto de aplicaciones propias, lo que le otorga una ventaja inalcanzable que socava la posibilidad de una competencia justa.
Específicamente, la práctica principal de la compañía, que fue multada por 4.300 millones de euros, es exigir a los fabricantes de dispositivos móviles que incluyan su motor de búsqueda y el navegador Chrome para tener acceso a la tienda Play Store y a otras aplicaciones y servicios de Google (correo electrónico, mapas, almacenamiento en la nube, etc.).
No es la primera vez que Google es castigada en Europa por sus comportamientos monopólicos. El año pasado ya había recibido una multa de 2.424 millones de euros por favorecer de forma sistemática su servicio de comparación de precios, Google Shopping, sin que los usuarios tuvieran conocimiento de ese sesgo. En este caso la multa es considerablemente mayor (es incluso el monto más alto que la Comisión Europea ha impuesto sobre una compañía) debido al dominio absoluto de Android a nivel regional, donde concentra casi el 90 % de los dispositivos móviles.
Si bien el núcleo del software Android (más conocido como Android Open-Source Project o AOSP) es de código abierto y, por lo tanto, los fabricantes de celulares pueden instalar las aplicaciones y los servicios que quieran antes de lanzarlos a la venta, fuera de China la mayoría de los fabricantes no venden sus dispositivos solamente con AOSP porque prefieren que estos tengan acceso a Google Play Store (la tienda de Google necesaria para descargar prácticamente todas las aplicaciones más populares, desde Spotify y Airbnb hasta Twitter y Uber). Sin embargo, para tener acceso a la tienda de aplicaciones, Google demanda a los fabricantes seguir sus propias reglas, entre ellas, la instalación de 11 aplicaciones de la firma (que incluyen a Google Search, Chrome, YouTube, Gmail y Google Maps). Es decir que, si los fabricantes pretenden ofrecer a sus clientes las aplicaciones que se espera que tenga un smartphone, tienen que integrar también, obligatoriamente, los productos de Google.
El fallo de la Comisión Europea busca desarticular esas prácticas, que perjudican la libre competencia y consolidan el monopolio de esta compañía en el mercado informacional. Recordemos que Google tiene el 90 % de la cuota del mercado global de motores de búsqueda; que Android domina más del 85 % de la totalidad del mercado de los teléfonos móviles; que 1000 millones de personas usan Gmail cada mes y que YouTube es el principal canal de consumo de videos en Internet. Más que la multa en sí misma (que representa casi dos semanas de la recaudación anual de Google), las mayores repercusiones para la compañía están vinculadas con las modificaciones que la Comisión Europa le puede exigir para cumplir, desde ahora, sus leyes de libre competencia.
Google tiene 90 días para cumplir con los requerimientos de la Comisión Europea, que suponen el pago de la multa millonaria, dejar de forzar a los fabricantes a preinstalar Chrome y su motor de búsqueda para poder ofrecer Google Play Store, y dejar de impedir a los fabricantes crear dispositivos con versiones basadas en Android (como es el caso del sistema operativo Fire, de Amazon). Si Google efectivamente cumple con estos requisitos (pues sus directivos aseguraron que van a apelar el fallo), esto podría suponer cambios drásticos en el funcionamiento de Android a futuro. Sundar Pichai, el CEO de la compañía, advirtió en una entrada del blog de Google que Android podría dejar de ser gratis en respuesta a la decisión de la Comisión Europea Ver: https://www.blog.google/around-the-globe/google-europe/android-has-created-more-choice-not-less/. Aunque desde Bruselas no se especificó exactamente cómo debería solucionar Google las infracciones mencionadas, está claro que la libertad de los fabricantes para instalar otros buscadores y navegadores que no sean de Google afecta directamente su modelo de negocios, que se basa en los ingresos publicitarios por el uso de sus plataformas.
Ahora bien, es preciso preguntarse en qué medida son efectivas este tipo de batallas contra los gigantes tecnológicos que actualmente controlan nuestra experiencia en la Red –y, por lo tanto, también nuestro propio modo de existencia en el capitalismo informacional contemporáneo–. Si se tiene presente la transformación de Google en estos últimos años, parece evidente que la multa llega con retraso (al punto tal que ni siquiera tuvo impacto en la cotización de sus acciones). Por un lado, la adquisición en 2005 de Android Inc. le permitió a Google establecer sus aplicaciones y servicios como esenciales para los consumidores en buena parte del mundo. La gratuidad de estos servicios y su capacidad para resolver problemas cotidianos hizo que se volvieran indispensables para miles de millones de usuarios que, incluso sabiendo que el negocio de la compañía se basa en la extracción y comercialización de sus datos, los prefieren con respecto a otros. Más aún después de una década de uso de sus servicios, que están por defecto en casi la totalidad de los celulares.
En este sentido, aunque la resolución de la Comisión Europea puede incentivar la competencia a largo plazo, en lo inmediato los fabricantes de celulares van a seguir ofreciendo los productos de Google para responder a la demanda de los consumidores. La fortaleza de Google radica en que ya no tiene una necesidad de forzar el uso de sus aplicaciones porque los usuarios mismos las desean y requieren. Incluso en iOS, el sistema operativo móvil de Apple, las aplicaciones de Google se encuentran en el top 20 de la lista de descargas. De modo que el monopolio de Google no parece desmoronarse en lo inmediato por la aplicación de la multa. Por otro lado, con la fundación en 2015 de Alphabet, la corporación que concentra el conglomerado de compañías adquiridas y creadas por Google, este se ha diversificado de tal manera que resultaría sumamente complejo desarrollar políticas efectivas de libre competencia.
Desde la biotecnología y la domótica hasta la investigación médica, Alphabet está abarcando cada vez más sectores y nuevos mercados. La semana pasada, una de las noticias más relevantes del sector tecnoeconómico fue la creación por parte de Google/Alphabet de dos empresas (Wing y Loon) que, habiendo comenzado como proyectos tecnológicos de su laboratorio X, se transformaron en compañías independientes. Wing se perfila como líder del tráfico aéreo no-tripulado, con un sistema de drones comerciales para hacer entregas (en competencia directa con Amazon), mientras que Loon se aboca al negocio de las conexiones a través de globos que vuelan por la estratósfera con la ambición de llevar Internet a lugares sin conexión, particularmente en países en desarrollo. América Latina, en especial, es uno de los puntos estratégicos donde se implementaría este sistema de globos proveedores de Internet: ya ha sido probado en Perú y en Puerto Rico, con el objetivo de dar conectividad luego de desastres naturales, y en nuestro país, donde los globos de Loon surcan los cielos de zonas rurales desde 2013, cuando comenzó su fase de prueba. Esto se debe a que nuestra región es la tercera en el mundo en número de usuarios de Internet y tiene un gran potencial de escalabilidad, puesto que millones de usuarios potenciales aún tienen dificultades para acceder a Internet, por la gran brecha de conectividad existente.
De acuerdo con Adriana Noreña, la vicepresidenta de Google para Hispanoamérica, los mil millones de usuarios que definirán el futuro de Internet una vez solucionados los obstáculos para su acceso y su uso van a venir de las economías emergentes y en desarrollo, como las de nuestros países latinoamericanos². Si Google, además de proveer la mayor parte de los servicios y aplicaciones que se utilizan en América Latina y en el mundo para acceder a Internet, y de desarrollar el hardware que facilita el uso de esas herramientas (como el Chromecast, las Chromebooks y Google Home), también provee la conexión misma a Internet, se hace cada vez más difícil constreñir el poder del gigante estadounidense.
Iniciativas como las de la Comisión Europa sin duda son valorables, pero no suficientes para hacerle frente a los monopolios tecnológicos como Google, Facebook y Amazon, que han crecido a un ritmo acelerado sobre todo después de la crisis de 2008, con la que se vieron favorecidos por la eliminación de la competencia. ¿Qué estrategias podrían implementarse, entonces, para desarmar su dominio en todos aquellos ámbitos de nuestras vidas? Y ¿es posible planificar desde América Latina un desarrollo tecnoproductivo que no quede sujeto a las condiciones que forzosamente imponen esas compañías? Son algunos de los interrogantes que abren estos acontecimientos.
Si van a ser los organismos y las instituciones supranacionales (como la Comisión Europea), los Estados-Nación, la organización de los usuarios de Internet o de los trabajadores de esas mismas compañías (como probó el conflicto en Google por el Proyecto Maven)³, quienes pongan límites al crecimiento prácticamente ilimitado de estas corporaciones, está por verse. Pero algo es seguro: no podemos regalarle el futuro de Internet y de nuestras formaciones sociales a estas compañías nacidas en el seno del capitalismo financiero e informacional estadounidense.
* Por Jacinta Gorriti para La tinta. Lic. en Filosofía (FFyH – UNC). Contacto: jasgorriti@gmail.com
¹ Ver: https://www.blog.google/around-the-globe/google-europe/android-has-created-more-choice-not-less/
² Ver: https://www.forbes.com.mx/asi-ayuda-google-a-impulsar-a-america-latina/
³ Ver: https://jacobinmag.com/2018/06/google-project-maven-military-tech-workers