Buenas Prácticas Agrícolas, un peligro inminente
Argentina avanza en las discusiones sobre las llamadas “Buenas Prácticas Agrícolas”. El Grupo de Trabajo Interministerial sobre buenas prácticas en materia de aplicaciones fitosanitarias está conformado por los Ministerios de Agroindustria, Ambiente, Salud y Ciencia, Tecnología e Innovación y tiene por objetivo discutir el uso de agrotóxicos en el país, pero, sobre todo, validarlo.
Por Vanessa Dourado para Periódico Virgina Bolten
Para el Grupo de Trabajo Interministerial que discute las formas de aplicación de las exigencias fitosanitarias, éstas deben ser armónicas en el sentido de expresar su máxima capacidad y tratar de disminuir los posibles riesgos a la salud y el ambiente.
El intento de cambiar el eje del debate llevado a cabo por varias organizaciones socio-ambientales, abogado/as, científicos/as y las personas directamente afectadas con el uso de los venenos es nítido. Es decir, el objeto de discusión sería el conjunto de prácticas inadecuadas respecto del uso y no los agrotóxicos per se.
Así, el grupo de trabajo del Ejecutivo Nacional propone un paquete de medidas que van desde la negación de que los agroquímicos son nocivos a la salud humana y los ecosistemas, como también prevé un conjunto de estrategias técnicas, comunicaciones y hasta científicas para fundamentar y validar el uso de los agrotóxicos.
La propuesta del grupo para la incorporación de buenas prácticas agrícolas y la gestión fitosanitaria al programa curricular de las carreras agronómicas demuestra la intencionalidad de invalidar las investigaciones que evidencian que el uso de agroquímicos es incompatible con la búsqueda de una agricultura que sea sostenible.
Están previstas campañas a nivel nacional para sensibilizar acerca del llamado mal uso de los agrotóxicos y un osado proyecto para involucrar a las poblaciones en la difusión, consolidación y validación de lo que serían las Buenas Prácticas. También están previstas capacitaciones obligatorias y programas de financiamiento de inversión para la transición hacia esas prácticas.
En la Argentina, el monocultivo de soja ocupa un 60% de la superficie cultivable y si agregamos a esto a los monocultivos de maíz y algodón, hay un incremento del 15%, llegando a un 75%. Sin embargo, los ministros sostienen que las medidas son esfuerzos del gobierno argentino en producir alimentos y en alimentar el mundo.
El artículo 41 de la Constitución Nacional sostiene: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo”.
Según Damián Marino –investigador del CONICET y la UNLP–, en los últimos diez años se aplicaron más de 1.000 millones de litros sólo del agroquímico Glifosato en la Argentina. La cantidad de uso de agroquímicos es de 10 litros por habitante/año.
La problemática de los pueblos fumigados –hoy en Argentina,14 millones de personas son expuestas a los efectos de las fumigaciones con agrotóxicos– y de los casos de cáncer, malformaciones, abortos espontáneos y una gama de enfermedades está denunciada en la ONU.
Una vasta literatura científica da cuenta, en todo el mundo, de las consecuencias del uso de agrotóxicos a salud humana, de los animales y en los ecosistemas. Incentivar, desde del Estado, el uso de agroquímicos en lugar de sostener campañas para prohibirlos –como hicieron las autoridades responsables en Europa y EE.UU.– es exponer toda la población a riesgos y daños irreparables, con respaldo institucional.
* Por Vanessa Dourado para Periódico Virgina Bolten / Imágenes: Colectivo Manifiesto