Donación de órganos y aborto: los antiderechos
El 4 de julio se aprobó por unanimidad en Diputados la Ley Justina con el propósito de aumentar las donaciones de órganos. Muchos de los que se oponen a esta normativa, también lo hacen al aborto legal. Frente a argumentos contradictorios referidos a la autonomía para decidir sobre nuestros cuerpos, la cuestión es si están a favor de la vida o su oposición tiene que ver con la posibilidad de elegir.
Por Redacción La tinta
La semana pasada, por unanimidad en ambas cámaras se aprobó la Ley Justina. Un homenaje a la niña de 12 años que murió el año pasado esperando un trasplante de corazón. Luego de este suceso que conmovió tanto, hubo un récord histórico en en el país de donación de órganos.
Todas las personas mayores de 18 años seremos donante de órganos y/o tejidos (piel, córnea, hueso) a menos que manifestemos lo contrario. Para quienes no quieran serlo, existe un registro.
Según un trabajo publicado por la Sociedad Argentina de Pediatría, actualmente las familias tienen un rol importante en la donación de órganos, el INCUCAI (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante) reveló que el 40% de los potenciales donantes se pierden por la oposición de sus familiares. “Lo que sucede, es que muchas veces la familia no testimonia la voluntad del fallecido, sino la propia”, señala el doctor Pablo Rafaelle, jefe de nefrología de la Fundación Favaloro. A partir de esta nueva ley sólo importará la decisión de la persona pero no las de sus allegados.
La oposición
Durante los últimos días, en las redes sociales se intensificó la discusión sobre la Ley Justina. Llama la atención que quienes se oponen a esta normativa, coinciden en manifestarse en contra de la legalización del aborto. Expresan que esta iniciativa tal como está planteada, es un atropello por parte del Estado sobre el cuerpo de las personas. Resulta hasta inverosímil.
Sin embargo, está claro que quienes no quieren ser donantes lo pueden dejar sentado en un registro para tal fin. Al igual que quienes no quieren realizarse un aborto, tendrán la posibilidad de no hacerlo. Pero la intención es que se habilite la opción para quienes así lo deseen.
También hay quienes cuestionan si los argentinos estamos preparados para una figura de donante presunto duro, en la que si una persona no expresó su negativa a ser donante, automáticamente pasará a serlo. Suena tan parecido a la discusión de si como sociedad estamos preparados y tenemos la suficiente madurez para dar el debate sobre aborto.
Además, los sectores antiderechos reclaman que las familias tienen derecho a decidir sobre los cuerpos de sus hijos, hijas. Pero en discusiones como las del aborto prevalece la decisión de las personas sobre su propio cuerpo. No necesitamos el tutelaje para decidir sobre nuestras vidas.
Finalmente el ojo también está puesto sobre los menores de edad. La Ley Justina dice que sólo los mayores de 18 años pueden expresar su voluntad de donar o no órganos. Antes de esa edad queda criterio de los padres o representante legal, basta la oposición de uno de ellos para que el procedimiento no se realice. La abogada Ursula Basset, de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral, considera que no se respeta la autonomía progresiva de los menores: “El nuevo Código Civil y Comercial establece que una personas de 16 años es equivalente a un adulto en cuanto a decidir sobre tratamientos vitales e invasivos. ¿Por qué no podrían manifestarse sobre la donación de órganos?”. Esta misma discusión se presenta en la ley que se debate, en este momento, sobre la interrupción voluntaria del embarazo, en la que se explicita que antes de los 16 años las familias de las jóvenes deberán dar su consentimiento pero debe respetarse el interés superior de niñas y adolescentes y su derecho a ser oídas.
Evidentemente decidir sobre nuestro cuerpo y proyectos de vidas es lo que incomoda a los antiderechos. Se les hace imposible entender que la religiosidad debe quedar por fuera de la política pública. La salud es un derecho y elegir una práctica de salud también. La autonomía es nuestra herramienta para la vida y la muerte. Los antiderechos dicen defender “la vida”, pero surge la duda de a qué vida hacen referencia, ¿bajo qué preceptos? Si la donación de órganos es un claro ejemplo de defensa de la vida, una sola persona puede ayudar hasta a siete más, ¿será que su objetivo no es salvar vidas sino tener el control sobre sus cuerpos y los de otros?
*Por Redacción La tinta.