Viene bien que te abracen
Susy Shock se define como artista trans sudaca. Y desde allí dialoga. En el Espacio Comunitario La Ronca, de la localidad de Los Hornillos, Traslasierra, el sábado 23 de junio se realizó el “Enjambre de Mostres”, un encuentro que nos permitió escuchar y dialogar con Susy Shock. Compartimos algunos fragmentos de sus palabras.
Por Redacción La tinta
“Artista trans sudaca, desde ahí yo dialogo. Para no perder tiempo. Es como decir ‘soy antimacrista y antipatriarcal’. Eso no está en discusión, no hay debate. Sigamos”.
Susy Shock
Las travas en la ola verde
En ninguna parte del mundo se utiliza trava como se utiliza en Argentina. La palabra trava tan manipulada y bastardeada, se le dio un sentido enorme y desde allí se construyó una política trava. Las uruguayas, les hizo como ruido al principio, cuando aparecía “trava”. De repente empezaron a sentir que esa es la historia sudaca, es la historia de las nuestras.
El feminismo no nace pensándonos. Todas batallas culturales que das cuando estás en las rondas feministas hay que decir “y otras feminidades”; estás marchando en el “Ni una menos” y te dicen “gracias por venir”. Y no es que estamos dialogando con el episcopado, ni Macri, ni Mirtha Legrand. Me lo dicen pares. Nos lo dicen pares.
La sentencia del juicio de Diana Sacayán fue un momento en el que sentimos que por un rato en esta época, en esta coyuntura, en estos últimos años, un ratito dejamos de explicar que también somos parte de esa ola verde, que la venimos también empujando las travas. Históricamente las travas le han aportado a todo este movimiento feminista desde el regreso de la democracia para acá. La sentencia nos terminó abrazando a nosotras en un poder horrible como es el judicial, tan machista, tan patriarcal. Que ese poder reconozca algo, si no hubiera sido así, estaríamos pensando “otra vez las travas fuera de todo”.
Decíamos “no importa lo que diga la justicia para nosotros es un travesticidio”. Te fundás en tu certeza y te empacás más allá de los resultados. Finalmente cuando nos dan esa caricia, que sobre todo la tenía la familia de Diana y la ha tenido Diana, pero también un colectivo, porque este ha sido un juicio de las travas.
El abrazo a otras ideas, una que viene deconstruida, también ayuda a deconstruir. Hay una idea de mujer que hay que deconstruir y ustedes lo saben como yo. El feminismo nos dio esa herramienta de pensar que somos algo construyéndonos y no porque la naturaleza nos asigna tal o cual genital se supone que somos eso.
El fracaso heterosexual
No tiene que ver con transformarse ni en putos ni en tortas. Tiene que ver con entender que la heterosexualidad es un sistema cultural también. Que todas somos un sistema cultural. Porque pareciera que la heterosexualidad no cree que es un sistema cultural, sino que es lo normal. La igualdad es un eslogan que ustedes inventaron y nosotras repetimos y que nos hicieron creer. Lohana decía que “cuando una trava entra a la universidad le va a cambiar la vida a esa trava, pero cuando un motón de travas entren a la universidad va a cambiar el mundo”.
Cuando entrás a la escuela te encontrás con la heterosexualidad. Y un sistema que no discute lo binario. Entonces eso es muy doloroso para estos y estas. Si hay varones trans futuros, si hay mujeres trans futuras, si hay tortitas y putitos van a sufrir pero van a saber dentro de 15, 20 años te van a decir “yo soy” y eso es un empoderamiento gigante. No todo el nenito, nenita que entra a escolarizarse en este sistema puede hacerlo.
Nosotras somos el colectivo más empobrecido de todos los colectivos. No solo somos pobres, somos travas. Marlene diría “necesitamos un tiempo de paz para pensar cuál es nuestra agenda. Sólo resistimos”. Contra papá y mamá, que no te quiere, contra el Estado que no te da lugar, contra la policía que te persigue. Digo, ¿cuál sería nuestra agenda?
Si yo digo “no quiero ser mamá”, cagaste, ya estás estafando ese sistema cultural. Eso tiene un castigo, un disciplinamiento y eso lo sabe tu cuerpo. Nosotras venimos a discutir un mundo. Y queremos pregonar en estos momentos de crisis, de coyunturas horribles que hay que hacer una nueva fuga que no la estamos encontrando. Nosotras estamos en estas rondas pensando en esas fugas. Hay que tener más audacia, más creatividad.
Cuando empezó el macrismo y desde la colectiva inventamos el canto “Macri no es puto, es liberal, hacete cargo él es heterosexual”. Porque estábamos marchando con los pares, los compañeros, y sentías “puto de mierda” y estaba lleno de putos. “Ey, sindicalista, tu hijo va a crecer en un país mejor porque estuvieron los putos y las travas como nadie ahí peleando esos horizontes”. Discutiendo eso que hay que ser. No porque queremos un mundo de putos y tortas, porque sería muy aburrido, sino porque queremos que sea la propia aventura.
Un hogar que abrace
Mirá que privilegio: que me quiso mi mamá y mi papá. Mirá qué gigante. Porque lo primero es que tengo una autoestima gigante, que yo puedo estar parada mirándolos a ustedes, la trava soberbia que soy porque me quisieron. Yo no le ando pidiendo a este mundo que me quiera. Yo intento otros vínculos desde la amorocidad. Necesito otros vínculos, ahora como adulta. Eso es otra cosa. Pero no está mi niñito acá reclamando lo que no le dieron. Ese es un enorme privilegio que además tiene que ver con que yo a los 14 años, haya conocido la belleza, el arte. Eso tiene que ver con que terminé el secundario. Tiene que ver con que no estuve parada en la calle siendo niña en un mundo cínico donde ahora está el debate de la pedofilia. Un debate de pedofilia hipócrita de ese mundo del que no quiero ser. Porque no estamos las travas pensadas ahí, que somos entre los 9 y los 11 años expulsadas de los hogares heterosexuales. No es que tenemos 18 años y decimos “hola, quiero ser travesti”. No: somos niñas que entre los 9 y los 11 años fueron expulsadas de la casa o se fugaron de la casa. Porque es un hogar que no puede abrazar, que no está preparado para abrazar eso. Entonces terminás parada en la calle y la única negociación es la de tu cuerpecito.
Es necesario redoblar ese abrazo. Mi viejo obrero textil y mi vieja portera de un colegio. Quiero decir que no estaba Judith Butler, ni Foucault en el medio. Yo no sé si mi viejo que es el único de los dos que lo tengo vivo, tiene ya 83 años, mi viejo está en medio de las travas, y él no sé… es hincha de San Lorenzo, y qué se yo. Yo no sé si ese mundo él lo quería, pero él no dejó de abrazar.
La pacha es trans
La pachamama es un concepto que a mí me rige, y hay que descolonizarlo también. Porque la pacha es la proveedora, la madre, la teta, la mamita. La virgen María lo mismo.
Ahí está la iglesia incidiendo en la mirada que nosotras tenemos finalmente de la Pacha. La Pacha es furiosa, es rabiosa, es sucia. Es torta también. La Pacha es masculina. La pacha es trans.
Sanarnos
Hay una sabiduría que te la da el cuerpo. Yo creo que el sanar es una cosa que también hay que poner en el medio de las organizaciones, de los partidos, de quienes militamos y activamos, tiene que haber un tiempo para sanar porque todas y todos venimos de lugares lastimadísimos. Y si no sanamos, nos fagocitamos, las doloridas con las doloridas, y termina saliendo para cualquier lado. Cómo una palabra tan new age y de repente es muy poderoso y está buenísimo y tiene que estar en la mesa de discusión.
Como si tuviéramos que hacer una mesa de negociación nueva y decidir por dónde va… ¿cómo sanamos? Porque sí es verdad que cuando salta un conflicto, estamos más atentas a que hay que verlo. Pero ya el conflicto está estallado y el conflicto estallado produce que se dividan partes digo. Como si no hubiera que adelantar a tener en cuenta, hacer un proceso junto con lo otro. Somos generaciones lastimadas.
No hay cuerpo equivocado
Nos permitamos ser. Somos un gerundio permanente, vamos siendo. No sé que soy, chicas, qué se yo. Viste a mí cuando me preguntan… porque hay una idea que es también la que nos patologiza “en qué momento vos… te levantaste y dijiste soy Susy” como si no pudiera ser un proceso. Esa es la fantasía del cuerpo equivocado que ustedes nos dieron.
Nos hemos muerto también como colectivo, inyectándonos cosas para tener el culo que ustedes necesitan porque, no es el culo de la travesti. Porque hay un deseo clandestino que hay que satisfacer. Hay una idea de cuerpo que ustedes también lo reciben como disciplinamiento. Yo no tengo que demostrar que soy femenina porque yo no soy mujer. O ustedes piensan que hay una vagina acá adentro. No hay.
En este momento de rebrote del feminismo biologicista que el pene es el culpable de todo ¿qué sería de nosotras las travestis? Porque no es un problema de operarse, porque si decimos esto “el cuerpo equivocado” las pendejas van a caer a los quirófanos. Y la verdad que lo mejor que hay es el empoderamiento del propio cuerpo. Que ningún cuerpo es igual al otro. Si hay un cuerpo travesti tiene que ver con un llenarlo de cosas que le castigan, que le abruman a ese cuerpo para llegar al ojo de ustedes, de la vecina cuando voy a comprar medio kilo de pan, que vea que hay una forma ahí. Ese es el sistema del que hay que escapar, porque eso no nos permite ser gordas tampoco. Entonces en un tiempo de paz tendríamos que discutir ¿cuál es nuestro cuerpo? ¿Cuál es nuestro deseo?
Que tu hijo esté preparado para amar a una persona trans. Para tener amigues trans. Para no cagarle la vida a una persona trans. Recurrir a otro concepto que nos alivie la vida. Porque es disciplinador todo, no solo la policía que te reprime. El cura. Ya no voy más a la iglesia, no me disciplina más. Es re fácil. Me disciplina la mirada de todos los días de toda la gente. Y uno tiene que hacer modificaciones en su cuerpo para pasar tranqui por el barrio. Si todo el mundo sabe que sos trava. Pero esa idea de autoestima, volvemos al agujero primero, no está lleno. Obviamente a mí me podés decir lo que quieras que está todo re bien. Pero a mí, mamá y papá me quisieron.
Hay que desandar muchas cosas. Pero sí hay que ser insistentes. Territorios de los que no moverse. Y el resto que se curta. Obviamente te tiene que costar. Obviamente que hay contradicciones. Y estar en los espacios donde nos banquemos las contradicciones. Yo muchas cosas que por ahí digo y hay muchas cosas que no sé, que dudo un montón. Pero permitámonos grupalmente eso y que no sea un juicio, un castigo, porque es una época poderosa. ¿O ustedes no están de acuerdo que es una época poderosa?
Yo creo que no hay que armonizar con lo viejo. Yo no quiero ser más esta humanidad.
*Por Redacción La tinta.