Una obrera del balón
En la cancha me creo el Gringo Heinze, pero eso habla más de mi actitud que de mi aptitud. Soy tosca, torpe, rústica. Me considero una obrera del balón. En el reparto inequitativo de la riqueza de talentos, sólo recibí mi fuerza de trabajo. Con eso me alcanza para poner el cuerpo, la garra, la vida en defender.
Por Stephanie Simonetta para La tinta
En la cancha me creo el Gringo Heinze, pero eso habla más de mi actitud que de mi aptitud. Soy tosca, torpe, rústica. Me gustan esos adjetivos porque suenan a lo que ellos mismos describen, como si fueran onomatopeyas. Me gusta el intercambio lúdico entre significantes y significados. Me gustan las palabras: elegirlas, ordenarlas, jerarquizarlas, convertirlas en un medio para transformar la realidad. Tal vez por eso estudié Comunicación social. Quizás por eso, también, en mi equipo me dieron este rol. No sé exactamente en qué momento fue pero lo llevo con responsabilidad: hablo, grito, organizo desde el fondo para que no sea todo caos. Un papel similar al que ocupo en el colectivo de educadores populares del que formo parte. Me paro un poco más atrás y con esa distancia intento canalizar las energías de la horizontalidad militante para que no se dispersen por doquier.
Me considero una obrera del balón. En el reparto inequitativo de la riqueza de talentos, sólo recibí mi fuerza de trabajo. Con eso me alcanza para poner el cuerpo, la garra, la vida en defender. Con los años aprendí, por suerte, que también puedo animarme a ayudar en el ataque. Con el mismo pie derecho que hasta hace poco sólo lucía para mostrar un ridículo tatuaje de Newell’s Old Boys, hoy también meto algún que otro gol cada tanto.
No le tengo miedo a la pelota ni al roce, soy firme abanderada de la idea de que el fútbol es un deporte de contacto. Eso me costó dos fracturas. Una de ellas la interpreté como una llamada de atención de la vida para que baje uno o dos cambios. Este deporte, aprendí, puede traer muchas alegrías pero también tapar otras tantas angustias.
Siempre me consideré feminista, pero el fútbol me dio -más que ninguna otra cosa- la oportunidad de poner la sororidad en acción. Sé que no vamos a hacer la revolución jugando a la pelota, pero mi vocación proletaria a veces sueña lo contrario
*Por Stephanie Simonetta / Texto del taller sobre escritura y lectura de fútbol «La música de los domingos» / Imagen de portada: Oliver Kornbliht Mídia NINJA.