Aprendizajes: qué lecciones deja el caso de abuso en el Colegio Nacional Buenos Aires
lavaca reunió a cuatro estudiantes del Nacional de Buenos Aires, Carlos Pellegrini y Lenguas Vivas para reflexionar sobre el caso de abuso en el marco de las tomas. Cómo reaccionar a la agenda del gobierno y de los medios, y a la vez hacerse cargo. Los reclamos que eran parte de las tomas y dan en el blanco al asunto: un protocolo contra la violencia machista y la aplicación de la Ley de Educación Integral. Y cómo no perder el eje del “no” a la reforma educativa: “Es patético que las prácticas laborales sean obligatorias y la educación sexual, no”.
Por Sebastián Andrade para lavaca.org
La puerta del Colegio Nacional de Buenos Aires está llena de cámaras de tevé, periodistas y transeúntes que pasan y preguntan a los periodistas por qué están allí.
-Hubo un caso de abuso – explica uno, sin especificar mucho más.
Adentro, los jóvenes se lamentan dos cosas: que nunca estos medios llegaron para visibilizar la medida de fuerza contra la reforma educativa; y que, mientras reclamaban la aplicación de un protocolo contra la violencia machista y por la Ley de Educación Integral, un caso de abuso en el propio colegio les pateó el tablero.
Ahora, hay que atravesar la puerta.
Lo que pasó
Puertas adentro de este colegio con 150 años de historia, los estudiantes debaten cómo seguir. Cómo no dejarse llevar por la agenda mediática. Cómo seguir resistiendo la implementación de la reforma. Pero también enfrentar lo que significa un caso de abuso.
Arrancan con delay: fue el propio rector del Nacional de Buenos Aires, Gustavo Zorzoli, quien convocó a los medios a una conferencia de prensa después de hacer pública su postura sobre al abuso a través de un comunicado. Las cartas del rector son de carácter público, porque se suben a la web del Colegio, y también porque muchos padres del colegio son periodistas.
Sebastián Mark, miembro del centro de estudiantes del Nacional, pone el ojo en las noticias publicadas, pero no pierde el eje: “Se aprovecharon de la situación para hablar mal de las tomas. Esto es recriminable, ya sabemos cómo actúan, pero tenemos que pensar en lo que pasó”.
Sebastián es consejero de convivencia y resolutivo, y relata desde adentro cómo fue el día en que el caso se hizo público: tenían una reunión de la comisión de géneros para encauzar lo que había pasado en formaciones, debates y actividades de concientización. “Cuando terminó la reunión de la comisión nos enteramos que lo habían publicado, y que lo habían hecho sin preocuparse por los sentimientos de la víctima, de sus familiares, de sus amigos”, relata. El centro de estudiantes insiste en que, mientras acompañaba a la víctima, esperaban a que se animara a denunciar. Es decir, a hacerlo público ella misma.
En el medio, los medios.
Victimarios
En ese sentido apuntan de nuevo al rector: “El problema es que rompió todos los protocolos. Aunque nosotros no tenemos uno para el colegio, sí hay uno de la UBA. El rector lo rompió por violar la voluntad de la víctima, que no quería que se hiciera público. Romper la confianza fue un problema enorme”.
Ofelia Fernández es la presidenta del Centro de Estudiantes del colegio Carlos Pellegrini, más famosa por dejar mudo a un panel de periodistas de un canal de aire en pleno debate sobre el por qué de las tomas. Ofelia piensa más allá: “Esto deja en evidencia el nivel de información que hay en la escuela. Si no conocés lo básico de cómo moverte en estos casos, queda comprobado que no existe la aplicación de la Educación Sexual Integral”. ¿Son los jóvenes los que deben saber qué hacer, o es la institución? “No solo pasó por encima de los mecanismos que existen, sino que fue hacia lo peor: exponerlo a los medios de comunicación. Eso es una salida explícita a la revictimización. Cuando se mediatiza, la sociedad puede ser muy violenta. Cuestiona la veracidad del testimonio, y ningunea”.
Los jóvenes cuentan también que hay más casos de abuso que, por ser inútiles a los intereses de los medios, no se hacen públicos, pero sí se viralizan por redes sociales.
¿Qué hacemos, entonces, con el victimario?
Ofelia: “La escuela se tiene que hacer cargo como institución. El protocolo no puede echarlo de la escuela, porque no resolvería nada. Eso no garantiza que no lo haga en un nuevo espacio. Hay que tratar la problemática general”.
Sebastián: “En el Colegio se generó mucho debate sobre punitivismo. En Facebook, Twitter y hasta algunos periodistas nos decían que lo echaran del colegio, que lo cagáramos a trompadas. Se busca que sufra y tenga su merecido, pero no se piensa la posibilidad de militar el feminismo, militar a esa persona para que no lo vuelva a hacer. Es más complejo”.
Las propuestas
Finalmente el rectorado de la UBA le prohibió al Zorzoli hablar con la prensa, y dejó la potestad de la comunicación a cargo de la Subsecretaría de Prensa de la Universidad de Buenos Aires. La circulación de información fue menguando.
En ese contexto más desintoxicado, los jóvenes se decidieron a hablar.
Sebastián y Julieta (Nacional Buenos Aires)m Ofelia ( Pellegrini) y Manuel Ovando (Lenguas Vivas), están sentados en el cruce de Callao y Corrientes en una medida de reclamo contra la reforma educativa, aunque lo que pasó les cambió el eje.
Venían reclamando contra la aplicación de la reforma llamada Secundaria del Futuro, por obligarlos a trabajar gratuitamente durante un año escolar, por agrupar las materias en áreas, por no estar pensada desde la comunidad educativa, por no haber precisiones y por no ser realmente aplicable.
Ahora, sentados en la calle, debaten sobre cómo debería ser el protocolo contra la violencia machista, cómo conseguirlo y cuánto lograr para la implementación real de la ley de Educación Sexual Integral.
El caso testigo es el colegio Pellegrini, donde se logró institucionalizar un protocolo después de tomar la escuela en 2015, en 2016 y en 2017, como reacción a una serie de abusos cometidos por un preceptor que fue sumariado por golpear a dos alumnas en 2007 y había vuelto a la escuela.
Julieta, del Nacional Buenos Aires, explica que la pelea para evitar cualquier tipo de violencia machista tiene dos enfoques: el protocolo, para que todos sepan cómo actuar si pasa algo; y, para que no sucedan situaciones, la aplicación de la ley de Educación Sexual Integral. En su curso hubo debates en los que hablaron fundamentalmente de cómo se trató el asunto, incluyendo mea culpas. “Esperamos que el protocolo ayude a prevenir casos de abuso y machismo cotidiano”.
Qué (no) es la ley de Educación Sexual Integral
En la reunión que mantuvo con representantes de estudiantes, la ministra de Educación porteña Soledad Acuña dijo que se está aplicando la ley y citó como ejemplo las jornadas que se realizan cada tres meses. Manuel aclara: “Eso no afecta la cabeza de los pibes para no reproducir las dinámicas machistas de la sociedad. Es verdad que es difícil de aplicar, pero es responsabilidad del Gobierno hacer de la ley de Educaci´ón Sexual Integral una herramienta eficiente, desde el momento en que el Congreso la sancionó”.
Pese a que la educación sexual tiene que ser transversal en todas las materias, las pocas jornadas que existieron fueron de carácter específico, y versaron sobre el uso de métodos anticonceptivos o los noviazgos violentos.
Ofelia aporta algo más: “Algunos colegios trajeron a colación que las jornadas eran organizadas por instituciones de sexualidad relacionadas con la Iglesia Católica. Eso no es integral. La Iglesia Católica tiene más restricciones que libertades y no es eso lo que queremos que crezca en las escuelas: queremos transversalidad”.
Manuel concluye: “Por un lado, lo que se viene haciendo surge de los docentes o los centros de estudiantes; por otro, los talleres son a contraturno, opcionales, y no justifican las faltas. Es patético que un docente o un alumno se haga cargo de aplicar lo que el Estado sancionó en 2006. Es patético que las prácticas laborales sean obligatorias y la educación sexual, no”.
*Por Sebastián Andrade para lavaca.org.