Irrumpe la sociedad civil en la Ciudad de México y organiza el acopio

Irrumpe la sociedad civil en la Ciudad de México y organiza el acopio
22 septiembre, 2017 por Redacción La tinta

Jóvenes hombres y mujeres tomaron las calles afectadas por el sismo de 7.1 grados Richter que dejó más de mil inmuebles seriamente afectados en la Ciudad de México, Morelos y Puebla, con un saldo de 225 personas fallecidas hasta el momento.

Por Gloria Muñoz Ramírez para Desinformémonos

La juventud chilanga viaja en bicicleta, motocicleta y a pie e inunda las calles repartiendo víveres y agua, poniéndose a las órdenes en las tareas de rescate, comprando palas y picos, lámparas y pilas. Prácticamente no hay sitio devastado que no cuente con el apoyo de la sociedad organizada. No se trata de actos de caridad sino de expresiones de auténtica solidaridad y responsabilidad civil. En el cruce de Medellín y Viaducto, en la colonia Roma, hay cientos de personas de a pie que organizan a la gente que llega con acopio y conforman las brigadas de rescate. Grupos de soldados, policías y de personal del gobierno de la Ciudad de México están rebasados y observan la organización atrasito de las amas de casa que preparan alimentos y hacen botiquines de medicamentos, y de los hombres que organizan el reparto de palas y picos.

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Las calles de la colonia Roma amanecieron con gente recorriéndolas brindado apoyo. De hecho en muchos centros de acopio se logró reunir comida y agua suficiente, pero esto no detiene la ayuda. Personas caminan de un lado a otro cargando garrafones de agua, palas, lonas, latas de atún, lámparas y medicamentos, mientras los establecimientos comerciales abren sus puertas para lo que haga falta.


Un salón de belleza que cuenta con luz se ofrece a cargar celulares y llegan ahí decenas de personas; una tlapalería ofrece toda su mercancía gratis, una pastelería regala sus pasteles y ofrece café a todos los transeúntes. La gente se hace cargo de la emergencia con autonomía, sin esperar a que alguien le diga qué hacer.


La lenta recuperación de su ciudad afectada, en definitiva, está en manos de los chilangos. Camiones de carga llevan brigadas de 10, 20 o 30 personas en la caja de atrás, son jóvenes con palas y cascos naranjas con actitud de rescatistas. No hay protagonismos, sobran ganas y no faltan personas.

“Faltan vendas”, grita una señora frente a la fábrica textil ubicada en las calles de Bolívar y Chimalpopoca, en la colonia Obrera, y de pronto brotan quién sabe de dónde decenas de paquetitos amarillos con vendas nuevas. “Se necesitan cajas”, dice otra. Y aparecen las cajas como por arte de magia. “Veinte voluntarios por acá”, y se juntan 200 en cuestión de minutos. En ese punto la policía acordonó la zona y no hay paso a más civiles.

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Bajo los escombros de la fábrica rescataron a 14 personas, la mayoría costureras. Otra vez, como en el sismo de hace 32 años, son trabajadoras de la industria textil las afectadas. Ayer por la mañana rescataron a una más y aún se busca vida.


Los cientos de rescatistas que palean los escombros se detienen de pronto y alzan los brazos encima al mismo tiempo. ¡Silencio!, gritan. Y en unos segundos la muchedumbre se calla. Es la señal de que escucharon voces y pueden venir de abajo de las piedras.


El México profundo se asoma en cada esquina, mientras pequeños grupos de soldados y uno que otro camión se hacen visibles en las calles. La novedad hoy es el derrumbe de edificios que quedaron afectados ayer y que en cualquier momento pueden venirse abajo. Han sido evacuados pues el peligro es latente.

El temblor en tiempos de redes. La gente responde a las convocatorias y solicitudes de ayuda (no todas fidedignas), ofrecen sus servicios médicos, ingenieros, enfermeras y arquitectos. También empresas ponen a disposición excavadoras y demás maquinaria para el rescate. Si el Facebook hubiera existido en 1985, otra historia se hubiera contado.

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Cientos de jóvenes se organizan para limpiar los escombros de la escuela Renacimiento, en la calle de Orizaba, en la Roma. Hombres y mujeres de menos de 20 años cargan pesados cargamentos de piedras y organizan cadenas humanas para sacar las cubetas y costales rellenos en cuestión de minutos.

No hay tregua mientras se acerca la segunda noche en la que decenas de familias volverán a dormir en sus carros o a la intemperie.

*Por Gloria Muñoz Ramírez para Desinformémonos.

 

Palabras claves: México, Solidaridad, terremoto

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