“Cuando las mujeres se juntan, pasan cosas”: Encuentro de Feministas Diversas en Uruguay
Entrevistamos a María José Olivera Mazzini, una de las organizadoras del EFD realizado el sábado 9 de setiembre en Montevideo, Uruguay, y que reunió alrededor de 150 mujeres. “Feministas, porque hemos elegido esa bandera, y la defenderemos como trinchera. Diversas, porque hay tantos feminismos como feministas, porque queremos preservar la heterogeneidad del colectivo, porque somos mujeres en permanente deconstrucción que no se constituyen a partir de ninguna identidad o esencia predeterminada”, explicó.
Por Redacción La tinta
—¿Cómo y entre quiénes surge la idea del Encuentro de Feministas Desorganizadas?
—El Encuentro surge no como idea sino como necesidad.
Se creó un grupo de mujeres en Telegram que previamente se habían anotado en una propuesta de Las Histéricas (podcast conducido por Amalia Amarillo y Lía Miranda) en Twitter. Rápidamente, ese grupo pequeño comenzó a intercambiar sobre temas variados aunque siempre muy vinculados a cuestiones de identidad de género. Con el tiempo el chat fue creciendo y generando ideas y proyectos al tiempo que nos encontrábamos en Alertas (se realizan luego de un feminicidio y las convoca la Coordinadora de Feminismos Uy), marchas, charlas y bares. Cuando llegábamos a las 100, tomamos conciencia de que era hora de darle cuerpo a tantas ganas y convicción sin por ello perder algo que para nosotras es esencial: la horizontalidad.
Así surge la necesidad de concretar el primer Encuentro. La pusimos a andar a través de chats que funcionaron como comisiones. Paralelamente se fueron gestando otros proyectos en otros chats que aún están en etapa de desarrollo.
Lo primero que acordamos fue el diagnóstico prácticamente obvio de nuestra heterogeneidad. Así que decidimos planificar un encuentro que constara de dos bloques: de mañana tres charlas de formación, información y preguntas, y a la tarde un plenario fundacional.
Las charlas pensadas se vincularon directamente con la naturaleza de nuestro colectivo: Feminismos en Uruguay, Ciberactivismo y la presentación por parte de Economía Femini(s)ta de Argentina de la campaña #Menstruacción. Es decir, elaboramos un hilo que tuviera en cuenta cómo nos conocimos y nos vinculamos (redes y feminismo) y luego tuvimos el honor de poder compartir junto a Violeta Guitart una experiencia como la de #Menstruacción en Argentina, que de alguna forma une los dos temas anteriores.
—En un año donde está previsto que se realicen otros dos encuentros más destinados a mujeres y a mujeres feministas también en Montevideo ¿cuáles crees que son los rasgos distintivos del EFD?
—En primer lugar, y ante todo, me gustaría resaltar una idea que si bien no la hemos afinado, está en el espíritu de nuestro incipiente colectivo: celebramos que las mujeres se junten cualquiera sea su forma. Y es una celebración a conciencia. Porque cuando las mujeres se juntan, pasan cosas.
No podría afirmar cuáles son nuestros rasgos distintivos ya que ello implicaría considerar y esbozar diferencias con respecto a muchos colectivos y feministas sin espacio de militancia o pertenencia.
Sí puedo contarte que éramos un montón de mujeres muy distintas y mayoritariamente desorganizadas. Que llegamos desde territorios simbólicos y materiales muy diferentes. Que no nos planteamos jamás ninguna condición para acercar a una compañera y menos aún para sumarla. Hemos ido conociéndonos y lo seguimos haciendo, desde nuestras diferencias pero poniendo el acento en lo que nos une.
—¿Cómo gestionaron el Encuentro?
—Junto con la idea de horizontalidad, está la de autogestión. Nuestro encuentro fue realidad gracias a la venta de remeras y la a colaboración voluntaria y sin mínimo, impulsada solamente por la interna de nuestro grupo. Contamos con la generosidad de la facultad de Ingeniería que nos cedió el espacio durante todo el sábado. El trabajo de logística y diseño estuvo en manos de las compañeras que integran cada una de las comisiones con dichos nombres.
Fue realmente impactante y gratificador ver cómo cada cosa que habíamos pensado e incluso cronometrado, funcionó a la perfección. Construimos un equipo de trabajo sólido y respetuoso con entera confianza en el compromiso de la que estaba al lado. Mujeres trabajando, generando y creando para su propio encuentro. No podía salir mal.
—¿Cómo estás, como organizadora, después de la amplia convocatoria? ¿Cumplieron los objetivos que se habían propuesto?
—Con algunas compañeras nos propusimos trabajar de manera concreta para encontrarnos. Materializar la idea y las ganas. Fueron dos meses de reuniones, correos, mensajes y trabajo muy arduos. Buscábamos hacerlo y hacerlo lo mejor posible. La convocatoria es correlato del trabajo y la dedicación. Dejamos suspendida buena parte de nuestras vidas cotidianas para dedicarnos a pensar y desarrollar la jornada. Creo que justamente ese trabajo, esa disposición y sobre todo el compromiso, hicieron que la convocatoria no fuera algo que nos preocupara. Estábamos trabajando para todas y esas todas nos estaban cuidando la espalda y el corazón.
El tema de los objetivos es complejo. Si tengo que responderte con claridad analítica debo decirte que no. Más de la mitad de los objetivos específicos que nos planteamos – como discutir la organización horizontal atravesada por comisiones de trabajo coordinadas o la discusión de proyectos que ya están en proceso de desarrollo – no pudieron ser saldados. Teníamos un tiempo acotado y un plenario de 140 participantes de principio a fin. Cuando comenzamos a intercambiar respecto a nuestros principios, un montón de mujeres que era la primera vez que se veían empezaron a intervenir. La palabra se hizo presente y con ella la discusión, la puesta en marcha de la construcción. Así que finalmente logramos votar nuestro nombre (Encuentro de Feministas Diversas) y aprobar una futura y próxima instancia de trabajo para seguir conformándonos como colectivo.
Ahora bien, si puedo responderte en función a lo que sucedió en una jornada que para algunas empezó a las 7 de la mañana y terminó con la limpieza a las 19:30 bajo una noche de lluvia, no dudaría en decirte que los objetivos fueron más que cumplidos. Participaron mujeres de muchos puntos del país, pibas que viajaron en la madrugada o que armaron el plan familiar (que sabemos suele ser tarea de mujeres) o que pidieron el día libre en el trabajo. Mujeres que se acercaron solas, sin conocer a nadie, que cocinaron la noche anterior para regalar sus manos en el almuerzo compartido, mujeres que se abrazaban con la mirada y con el alma y explicitaban en cada una de sus intervenciones que era necesario un espacio así.
No voy a cometer el exceso y mucho menos el atrevimiento de hablar por 140 mujeres diversas, pero si de algo estoy convencida, es de que el objetivo principal, el que no está escrito, se cumplió con creces.
Yo a los 20 años subestimaba al feminismo. Estudiaba mucha teoría y la idea del subalterno cada dos minutos en las construcciones discursivas me empezó a generar rechazo. Luego la vida y el tiempo. La toma de conciencia, la desilusión política y militante, el día a día, me hicieron comenzar una transformación radical. Hoy no podría pensar el mundo sin todo lo que me ha dado el feminismo. Estoy, luego de la jornada del sábado, profundamente conmovida de ver pibas de 20 años tan concientes, tan enteras, tan capaces de emanciparse sin rendir cuentas, tan honestas hasta en sus pedidos de ayuda o de lecturas. En eso estoy, asimilando lo sucedido y reflexionando sobre la importancia de hacernos cargo de nuestra historia para tender la mano. No voy a mentirte, también tengo miedo. Pero no siento verguenza.
—¿Cuáles crees que son los desafíos de los feminismos en Uruguay hoy?
—El feminismo es en sí mismo un desafío. Es tan múltiple como las discusiones que provoca. Y esas discusiones hay que llevarlas a los territorios dominados por el silencio o por la palabra sagrada. Creo que ese es uno de los principales desafíos de los feminismos. El desafío somos quienes hemos elegido serlo. Ya no desde una posición privilegiada y reducida a espacios de pares, académicos e incluso te diría político partidarios, sino transitando dialécticamente por el decir, el pensar y el hacer.
Una compañera muy querida me dijo una vez “hay que llevar el feminismo al barrio” y yo vengo de ese mismo barrio de la periferia de Montevideo. El desafío de los feminismos es pensarnos en lugares dominados por la opresión simbólica y la violencia real, ir a los territorios de la soledad. Hablamos mucho de esto al inicio de nuestro plenario. Discutimos en torno a las formas de discriminación y violencias que sufren las mujeres. Nos une la lucha por la igualdad, pero no nos olvidamos de las urgencias cotidianas.
—¿Podés contarnos qué es Encuentro de Feministas Diversas?
—Encuentro de Feministas Diversas es el punto de llegada y de partida que nos excede. Un colectivo en formación, ahora con algunas certezas compartidas y discutidas. Cuando votamos los nombres, por cierto habían muchas y bellas propuestas, quienes los presentaron leyeron una pequeña justificación. Pondré en palabras de mis compañeras la respuesta a tu pregunta:
“El EFD nos acunó y como tal decidimos resignificarlo, transformarlo, porque que estemos hoy aquí es el devenir de las transformaciones de todas. Encuentro, porque convergemos. Porque desde la sororidad sabemos que lo que nos une no son afinidades, sino una opresión. Nos une la emancipación de nuestros cuerpos, de nuestros discursos: allí somos, allí nos encontramos, juntas, todas. Feministas, porque hemos elegido esa bandera, y la defenderemos como trinchera. Diversas, porque hay tantos feminismos como feministas, porque queremos preservar la heterogeneidad del colectivo, porque somos mujeres en permanente deconstrucción que no se constituyen a partir de ninguna identidad o esencia predeterminada. Porque nos enriquece y emociona estar juntas en nuestras diferencias. Queremos que este colectivo sea ese encuentro, en el que no nos une un estado de indignación, cansancio o hartazgo, nos une el querer cambiarlo, y para ello juntamos la diversidad de nuestras voces y las unimos en un mismo grito de libertad”.
Sin credenciales y sin carnet de feminista. Nos estamos conociendo a nosotras mismas y a quienes están junto a nosotras. Es un colectivo en plena formación que funciona sólo porque la horizontalidad no es un discurso sino un ejercicio cotidiano. En formación significa que tenemos por delante una segunda instancia donde buscaremos conocernos más entre nosotras, discutiremos objetivos específicos, algunos temas de agenda prioritarios y sentaremos de manera explícita nuestra forma de funcionamiento.
Tal vez nunca dejemos de ser “en formación”, porque el feminismo nos ha enseñado que si hay algo que debemos evitar es creer que ya llegamos. Más bien, siempre estamos yendo.
—¿Qué crees que se llevaron las participantes del EFD?
—Que la transformación social que buscamos es necesaria y urgente y que para ello es condición fundamental reconstruirnos y repensarnos. Que la práctica cotidiana de la generosidad, la escucha, la ayuda y el respeto cambia de manera significativa nuestras propias vidas y las de las demás. Que encontrarnos es una forma de resistencia y de libertad. Que hacer visibles nuestras voces y nuestros cuerpos, es darle batalla al silencio y a la opresión sistémica y naturalizada.
Saben que es verdad. Que aún en la discrepancia y en la diferencia, juntas somos poderosas. Y amigas.
—¿Podés contarnos sobre próximas metas u objetivos, a nivel colectivo y personal?
—Como te decía, nuestra meta a corto plazo es generar una segunda instancia que nos reúna a todas. Sabemos que va a ser complejo. De hecho, una de las cosas que más nos han resaltado luego de la instancia del encuentro, es el alto número de participantes (sin mencionar el hecho de que muchas no pudieron asistir y otras tantas ni inscribirse ya que contábamos con un espacio acotado). Pero si te soy honesta, tengo plena confianza en que se logrará, seguramente con otros equipos y otras compañeras trabajando, porque es de todas.
Hemos venido intercambiado con muchas temas a trabajar. Las instancias de formación y debate son una de las metas que venimos elaborando. Tenemos en el deber discutir los proyectos que se están desarrollando así como la construcción de mapas colaborativos y las formas de seguir potenciando la acción directa y en las redes.
A nivel personal: me gustaría que no nos gane ni la ansiedad, ni la burocracia, ni la liviandad, ni el nombre propio, ni la agenda impuesta por otros. Y que el feminismo deje de ser una cuestión de pedir permiso, de urgencias, de muertes. Que sea teoría política de la vida.
*Por Redacción La tinta / Fotos: Natalia Vera.