Propiedad de vientres
Por Ignacio Pizzo para Agencia Pelota de Trapo
La clase, el género y la condición de ser piba son inseparables a la hora de padecer y resistir los pisoteos de un entramado sólido, impiadoso. El ente llamado sistema, se hace carne al ver publicistas de alma fría, donde farándula y política son confluyentes y dan condena firme a la adolescencia devenida en niña madre. Los dichos de la integrante mujer del dúo pimpinela que hizo de la discusión marital un culto, no son diferentes al pensamiento y al accionar hegemónico que incesantemente mantiene y propugna el “esa gente” en contradicción a la “gente como uno”.
Al igual que el diputado radical de Cambiemos y ex ministro de salud de Corrientes Julián Dindart, quien en 2016 renunció a la presidencia de la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, después de haber defendido su teoría -declarada en 2012-de que la AUH, es un incentivo estatal al embarazo porque –dice que es obvio– las mujeres de bajos recursos quieren tener hijos para cobrarla. Ni Lucía Galán ni el ex ministro encontrarán jamás la combinatoria para llegar a “esa gente”, para establecer un vínculo, un sueño, una utopía, un nosotros. Porque el amor es cosa de canciones y discusiones con Joaquín en una especie de parodia incestuosa del matrimonio.
La convicción de que una mujer se embaraza para cobrar 1.246 pesos, no responde únicamente a un mero dicho mediático. Encierra el poder, y la más descarnada expresión del aniquilamiento del otro, en lo económico, en la dominancia de género. Y desde luego en lo elemental y cultural, por miedo a perder el plato bajo sus pies.
No obstante, la hipocresía toma carácter de doble moral clasista, al observar en el revistero cómo las figuras del ensueño televisivo, son tapa y “ejemplos de vida, lucha y coraje”, como es el caso de Luciana Salazar o Marley. Haciendo alarde de sus deseos, a juzgar por ellos más valiosos que los de cualquiera, creen tener la sapiencia por medio de tumultuosas cuentas bancarias para poder ungirse con el título de madres o padres y alquilar vientres en países del exterior. Así como eligen dónde habitar y qué comer y qué vestir y qué vehículo manejar, eligen dónde, cuándo, de qué manera y hasta qué color de piel tendrá la futura crianza con la que adornarán las marquesinas.
Mientras, en el otro extremo de la línea de la desigualdad donde, entre el segundo y el tercer trimestre de 2016, el 10% más rico aumentó de 23 a 25,6 la diferencia de ingresos con el 10% más pobre- deterioro iniciado en 2014-, la niña madre de algún arrabal de nuestra patria con “p” de patriarcal, tendrá que tirar quizá su única moneda y sortear su cuerpo y alma a la suerte de un aborto clandestino y tal vez sumarse a las 55 mujeres fallecidas por la interrupción de un embarazo de un total de 298 que perdieron la vida. O esperar las 9 lunas para presentar las planillas en ANSES y recibir la limosna estatal, que Pimpinela , Dindart, Marley o Luciana Salazar, apenas subalternos de la escala millonaria, usarán como propina de estacionamiento.
La subjetividad hecha objeto del pecado capitalista, otorga títulos de nobleza a los elegidos del sistema y, tributando sumas de dinero que van desde 35 mil a 150 mil dólares estadounidenses, se puede ser madre o padre usando de envase a otra mujer, ya sea en Ucrania o en Miami, o bien se puede elegir en dónde interrumpir un embarazo de manera clandestina pero segura.
Por otro lado – o por el mismo- los tocados con la varita mágica y los funcionarios magos, amparados en la constitución adoptante del culto Católico, Apostólico y Romano, rechazan la interrupción legal del embarazo. Siendo un hecho la principal causa directa de mortalidad materna, la clandestinidad del aborto (18 por ciento de las muertes maternas).
Como ejemplo, el imitador de pastores evangélicos Esteban Bulrrich, defensor del ni una menos intraútero y de la educación religiosa en las escuelas laicas, a la par que desarticuló en CABA el plan de educación sexual como parte de la currícula, expresa de qué modo se extrae la subjetividad. Coincidiendo sin grieta con su contrincante electoral CFK en mantener la penalización para quienes interrumpan un embarazo.
Las pibas entonces irán sorteando la negación a la información y se encontrarán en las antípodas de la planificación familiar, no abortando o abortando en las mazmorras del olvido y en el mejor de los casos lograrán esquivar la muerte, o se convertirán en madres siendo aún niñas y tramitarán dádivas que se irán luego en impuestos al valor agregado, serán actrices involuntarias de la historia, personajes imitadores del sujeto de derecho, de ese “como si” .
Así sobreviven pibas y pibes, lúcidos/as y rebosantes de realidad, para los cuales la religión católica no es más que la cruz de sus días, los apóstoles son compañeras y compañeros de birra y Roma les parece muy lejos.
Por más que el Estado se apropie de los vientres, y los ricos con tristeza alquilen úteros offshore, enhorabuena: no hay sufragio universal ni obligatorio que reemplace a las hacedoras de sueños, ni que alcance a la alfombra mágica que trae velozmente a miles de niñas y niños con novedades.
*Por Ignacio Pizzo para Agencia Pelota de Trapo.