¿Qué es el Ordenamiento Territorial Participativo?
Por Daniel Díaz Romero para Sala de Prensa Ambiental
El crecimiento desmedido de grandes urbes argentinas debido al desarrollo demográfico y económico de algunos sectores pone al desnudo un problema de consecuencias humanas y sociales que el Estado debe comenzar a atender.
Para que el ordenamiento de un territorio sea eficiente, debe ser participativo, que los pobladores se pongan de acuerdo para definir el destino que le van a dar a sus recursos y bienes naturales, buscando el bienestar de todos. Esto tiene que ver con el espíritu democrático y con el uso apropiado del territorio.
De nada sirve, aseguran los especialistas, hacer un relevamiento del territorio si luego son los funcionarios de turno o las corporaciones inmobiliarias, las que deciden como usar el espacio ciudadano.
Metrópolis autoritarias
Ciudades como Córdoba, se han transformado en verdaderas megalópolis colapsadas. La bióloga Liliana Argüello, docente de la cátedra de Problemática Ambiental de la Universidad Nacional de Córdoba afirmó: “Hay connivencia del Estado con algunos emprendedores ya que tienen el capital para cambiar voluntades y si así lo deciden, modificar la identidad de todo un área, de un espacio”. ¿Por qué tiene que ser esto así? – preguntó la especialista de la UNC- “ni siquiera se somete a discusión el destino de un territorio, porque cuando te das vuelta ya pasó la topadora con la hormigonera por detrás”, sentencia la bióloga Argüello.
“Lo peor de todo, es que nos estamos acostumbrando a una forma muy autoritaria de construcción”, dice la docente de la cátedra de Problemática Ambiental.
Gabriel Saal, ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional de Córdoba, opinó que “cuando hablamos de Ordenamiento Territorial, planteamos que los actores -que participamos de un determinado territorio y de la vida de ese lugar- debemos hacer un diagnóstico de nuestro espacio, pensar una visión a futuro teniendo en cuenta quiénes somos, cómo es nuestra región, asumiendo aspectos sociales, culturales, ambientales y nuestras expectativas como comunidad que habita ese espacio. El proceso de Ordenamiento Territorial parte de un diagnóstico del territorio, definiendo cómo queremos que sea nuestra casa”.
“Cuando planteamos el Ordenamiento Territorial -dice Carlos Bazán, técnico en Administración de Aéreas Protegidas – debemos considerar varias capas a tener en cuenta: la geografía, la cuestión ambiental, la conformación de los bosques, la producción y qué queremos producir. También hay que valorar cuántos somos, cuántos vamos a ser, adónde vamos a vivir, qué vamos a comer, cómo garantizamos que todos coman, la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria, es decir, producir para dar de comer y vivir en un entorno amigable”, explicó el especialista.
El orden nativo
Carlos Bazán contó que “ la colonización eliminó los procesos ordenados de las comunidades de Pueblos Originarios, acotados a 20 o 30 casas por cada pueblo. Cada comunidad tenía suficiente distanciamiento y no crecían mucho más que eso. Cuando comenzó el proceso de la conquista de América, borraron el ordenamiento existente y comenzaron a poblar con más de 30 mil habitantes la provincia de Córdoba, según los primeros relevamientos de 1573. Junto a ese crecimiento demográfico comenzaron a darse las mercedes reales, otorgaron tierras y crearon los asentamientos jesuitas. Por ello, el proceso de ocupación del territorio es distinto al de otros lugares, ya que establecieron estancias jesuíticas, dando origen a las grandes ciudades mientras continuaban subdividiendo el territorio”.
El técnico en Áreas Protegidas dijo a Sala de Prensa Ambiental que “pasados más de 400 años desde entonces, trabajamos con pobladores de la zona noroeste de la provincia y todos tienen el mismo problema: no pueden tener títulos de sus propiedades en condiciones porque es muy costoso, los abogados llegan, prometen y se quedan con parte del terreno. Esa cuestión estructural viene dada desde las mercedes reales y sus subdivisiones”.
Bazán opinó que “si esto se combina con la aparición del capital financiero de las corporaciones abocadas a la producción agropecuaria vemos que empieza el desordenamiento ambiental de los últimos 20 años que implica la desaparición del bosque productivo, de los sistemas productivos y culturales que llevan aún más depresión sobre los recursos, por la deforestación”. Carlos Bazán agregó que “por estos días sufrimos tormentas de tierra que tiempo atrás no conocíamos y cosas como estas tienen que ver con lo anterior, porque todo está relacionado en un mismo sistema natural”.
Caos en la ciudad
En sus inicios, las ciudades se definieron con un diseño germinal pero las administraciones posteriores no respetaron esa definición, de esa manera comenzaron a presentarse numerosos focos de conflicto. “No se puede urbanizar en cualquier lugar. Los espacios deben estar claramente definidos”, expresó la bióloga Argüello. En el caso de los basurales, por ejemplo, el Estado debe comprar tierras para ese uso definido, “un lugar seguro que no debe tener urbanizaciones cercanas ni por broma”, sostuvo Argüello. “Lo mismo debería suceder con los agroquímicos que impactan sobre las ciudades, sobre asentamientos marginales y barrios populares”, agregó la especialista de la UNC.
Liliana Argüello, señaló que “existe una lógica obtusa que hace que -en vez de conservar los pocos bosques que tenemos- demos vía libre a los desmontes para realizar luego costosos planes de reforestación; que en lugar de proteger nuestras cuencas, permitamos la contaminación de los ríos y la alteración de los cursos de agua para luego plantearnos traer agua desde el río Paraná, que por supuesto, un proyecto de esa envergadura, va a encarecer el valor del vital líquido unas 60 veces más que su costo actual”.
El terreno de lo absurdo
“Hubo y hay políticas absurdas y, en este tema, los ejemplos abundan”, sostuvo Carlos Bazán que continuó diciendo “el trasvasamiento de la cuenca del canal Los Molinos-Córdoba para seguir el desarrollo urbanístico hacia el sur de la ciudad mediterránea, la decisión – tiempo atrás- de abrir una mina de uranio en el Cerro Los Gigantes, donde se privatizaron las ganancias y se estatizaron las pérdidas por las remediaciones ambientales, son solo dos ejemplos de esto”.
“En la actualidad, la decisión de ponerle la cota al dique San Roque para que no tenga más capacidad y de esa manera favorecer a algunos emprendimientos privados que están en la orilla del lago es paradigmático, también” y agregó “no regularizar los desmontes con una ley sensata y, en la ciudad de Córdoba, no resolver el traslado hacia otro lugar de la Planta de Procesamiento de Uranio, Dioxitek, constituyen verdaderas bombas de tiempo y es que, en definitiva, no hay en absoluto, una Política de Estado que se encamine hacia el Ordenamiento Territorial Participativo… como técnicos hemos elaborado planes estratégicos, los proponemos pero quedan como papel muerto, archivados en el escritorio de algún funcionario”, concluyó Carlos Bazán.
El paradigma del tercer cuerpo
La provincia de Córdoba tiene un ejemplo tan paradigmático como reciente en términos de Ordenamiento Territorial Participativo: el inmenso predio que ocupa el Tercer Cuerpo de Ejército: “¿Cuál es el diagnóstico de ese Campo en aspectos ambientales y culturales, qué función cumple ese espacio natural con relación a todas las ciudades que están rodeándolo y cuál es su futuro? -se interroga Saal- Un probable escenario era que vendieran el predio -como se está haciendo con la tierra pública- para ser destinado a la especulación inmobiliaria. Todavía ese riesgo está… ¿y si pasa eso? asfaltarán todo, sacarán los árboles y en vez de tener un pulmón, un lugar de captación de agua o de oxigenación del aire de la ciudad de Córdoba y del Gran Córdoba, tendremos otra ciudad en ese espacio. Todos perderíamos los servicios ambientales que genera ese espacio”, opinó el agrónomo de la UNC.
El Ordenamiento consiste en plantear qué queremos para ese territorio: por un lado, preservarlo como Espacio Natural Protegido para nosotros y para el futuro de la gente. Esa zona será el Área Metropolitana de Córdoba y si se logra que ese Parque Nacional o Reserva se mantenga a perpetuidad en ese espacio, es posible que el destino de la población de Córdoba actual y futura, sea mejor. Será uno de los lugares con la relación espacio verde por habitante más alta del planeta.
Para la bióloga Argüello, “el proceso de ordenamiento territorial debe ser participativo y por ende, colectivo”, y agregó que “el Plan General del Instituto de Planificación del Área Metropolitana de Córdoba (IPLAM), va a segmentar ambientes tras el objetivo de cerrar anillos de circunvalación, como propuesta vial: hablamos de una traza que afecta la Reserva Natural más grande que tiene la ciudad de Córdoba y nos preguntamos por qué justo tiene que pasar por ese lugar y no por otro, ¿A quiénes consultaron para hacer eso? Esto sucede con los sistemas de ordenamiento territorial que se gestan en las oficinas y donde no hay lugar para que los ciudadanos participen activamente, pudiendo decidir dónde va cada cosa”.
*Por Daniel Díaz Romero para Sala de Prensa Ambiental