Vida Morant: «Nadie puede imponer a ninguna persona, la irrevocable soberanía de su propia identidad»
La historia de la lucha por el reconocimiento y respeto hacia el colectivo trans está marcada a fuego por represión policial, criminalización y judicialización, discriminación, patologización y unos cuantos “ción” más que se vuelven incontables. Cada uno implicó en Córdoba y en el mundo, consecuencias únicas y particulares sobre los cuerpos atravesados por las violencias.
Intentamos acercarnos a algunos debates urgentes y necesarios a partir de disparadores que tuvieron lugar en un conversatorio con Vida Morant, organizado por Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA) filial Córdoba en el marco del Día de la Promoción de los Derechos de las Personas Trans.
Criminalización y judicialización
Una de los principales prácticas que han atravesado a personas trans, ha sido la criminalización de sus cuerpos e identidades. La persecución policial en Córdoba, tanto durante la última dictadura como durante el posterior período democrático, ha estado justificada por el Código de Faltas -hoy llamado Código de Convivencia, mediante figuras contravencionales aplicadas a historias de cuerpos violentados, lo que ha implicado la prohibición/limitación de circular libremente por la calle. Poseer “vestimenta indecorosa” o “incitar al hecho carnal” ha sido el motivo de centenares de detenciones arbitrarias.
En el documental “Los maricones” (Daniel Tortosa), numerosos testimonios narran la persecución por parte de la policía de Córdoba a homosexuales y trans desde los años 70’ hasta la actualidad. Marcando una continuidad que no se vio interrumpida por el paso de la dictadura hacia la democracia.
Patologización y salud integral
A mediados de 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un comunicado calificó a las personas transgéneros como “enfermas mentales”, incluyéndolas en la misma categoría que pedófilos y cleptómanos. La OMS indicó que los trastornos mentales están “asociados a un malestar mental y problemas que impiden un funcionamiento adecuado del razonamiento”.
En 2012 el Senado argentino sancionó la Ley de Identidad de Género. Aún hoy, cinco años después, las personas trans que desean ejercer su derecho a través de esta ley padecen tratos vejatorios en los centros de salud pública, como así también el paso por una instancia de tratamiento psicológico, que la ley no exige.
Al respecto, Vida Morant explicó en el conversartorio que tuvimos que existe la Ley de Educación Sexual Integral donde las personas trans no fueron incluidas en la construcción de la misma: “No estamos presentes como capacitadores y capacitadoras en esos espacios y sigue siendo una producción de discursos referidos”. Sumado a los “discursos referidos de la ciencia y la medicina a través del DSM4, de los manuales de psiquiatría y las referencias que se realizaron en los papers, las tesis que se han hecho en materia de identidad y las cátedras y las producciones académicas sobre nosotras sin nuestra participación, sin la inclusión de nuestro relato como fuente de conocimientos”.
Los colectivos trans siguen peleando por la reglamentación de la Ley 26.743. En Córdoba de hecho, una de las peores deudas es el incumplimiento de la atención sanitaria. Si bien hay profesionales, en el ámbito público y privado, dispuestos a trabajar con la población trans, no hay avances en las políticas públicas.
Discriminación y educación digna
Por otro lado, en el ámbito de la educación la situación de discriminación tienen dos caras. En muchos casos las personas trans son desplazadas de las instituciones educativas. Los distintos niveles y sectores de la comunidad educativa (tanto docentes, como directivas/os, familiares, estudiantes) se encargan de o bien, negar su autopercibimiento o bien directamente, expulsarlas de la escuela. A su vez, en la mayoría de los casos cuando la educación intenta contemplar los diversos géneros y sexualidades, las personas trans no participan de las discusiones sobre qué contenidos son acordes.
Si bien existe una Ley de Educación Sexual Integral, que contempla la diversidad de identidad de géneros, las personas trans no han sido incluidas como formadores, facilitadores y/o dinamizadores de procesos de formación y educación.
Binarización y el lado estético de la diversidad
En el plano de las luchas, una de las principales críticas que realizan desde las organizaciones trans al modo en que es problematizada y combatida la violencia de género, es la cuestión de que muchas veces se cae en una lógica binaria, la de ser hombre o mujer sin contemplar que esta afecta también a los varones y mujeres trans.
Y esa lógica binaria también afecta lo estético de cómo debe verse un varón y una mujer trans. Muchos sectores del colectivo trans luchan para salir del encasillamiento y aceptar que no hay una sola construcción estética de la feminidad o la masculinidad. Por ejemplo, en el caso de la mujer trans, siempre se espera que sea una mujer hiper feminizada. Los estereotipos de belleza construidos mediática y culturalmente, se reflejan en la estetización tanto de las y los cisgénero, como de las y los transgénero, lo que provoca sometimientos a tratamientos que suelen ser dañinos para los cuerpos. Así mismo, la invisibilización de la diversidad se produce cuando se reivindican ciertos estereotipos de belleza.
Cómo nos nombran, cómo nos nombramos
En el Conversatorio con Vida Morant, ella explicó que “vivimos en una cultura que civil, penal y jurídicamente, está organizada de forma binaria. Nuestro DNI todavía no refleja esa diversidad de género, o esa diversidad que existe tangiblemente en la realidad, en cómo apropiarse de la identidad. Sigue expresando masculino y femenino porque es lo que está inscripto en nuestra cultura”. En ese sentido, tanto el Estado como las instituciones siguen teniendo una deuda pendiente con los géneros trans pese a la ley de Identidad de Género.
Por otro lado, Vida Morant reflexionó acerca de las formas en que se nombran a sí mismas las personas trans y afirmó: «Yo soy una de las personas que defiende el término travesti a la par que defiende el término de transexual, transgénero, mujer trans, hombre trans, ETC, porque nadie, absolutamente nadie, ningún discurso hegemónico, ni el de las ciencias, ni el de las religiones ortodoxas, ni el discurso jurídico, puede imponer a ninguna persona la irrevocable soberanía de su propia identidad”.
Infancias trans
Otro eje transversal que es parte de un debate urgente y necesario, es el de las infancias trans. En general, los testimonios narran infancias complejas, atravesadas por privaciones, ocultamientos, discriminaciones. Por supuesto también un acceso restringido a los derechos, sumado a la necesidad de muchas veces migrar de sus casas o ciudades de origen para evitar situaciones de violencia. Es en los primeros años de la infancia, nos dice Vida Morant, donde están depositados los recuerdos “de cómo fueron esas vivencias identificatorias”.
Ella reconoce que hay cierta transformación en la visibilidad de las infancias trans, y en la posibilidad de inscribir en el lenguaje social y cultural otras expresiones de géneros que exceden al concepto de mujer y varón. Al respecto, Vida afirma que esto contribuye deconstruir la hegemonía y el guión cultural tan feroz y tan violento en materia de género.
Leer nuestras corporalidades
ATTTA, en un comunicado lanzado el 28 de marzo de este año, manifestó su preocupación acerca de las dificultades que actualmente atraviesa el cotidiano de las personas trans: “Hoy por hoy, a casi cinco años de aprobada la ley de Identidad de Género -una de las más avanzadas en su tipo en todo el mundo- más de 10 mil mujeres y varones trans han accedido al derecho a la identidad en todo el país, por medio de un trámite administrativo sencillo y rápido. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para que la obtención de un DNI con nombre y género autopercibidos se transforme en igualdad real de oportunidades en el acceso a la salud, la educación y el trabajo”.
Después de muchos años de resistir y organizarse para enfrentar todos los “ción” que nombramos al comienzo, se sigue dando una batalla en torno a los ejes que fuimos marcando. Y también se continúa avanzando en derechos, disputando nuevos espacios y dando cuenta de las invisibilidades que operan en torno a lo que implica ser “trans” en relación a otras luchas por la diversidad.
Todos estos debates urgentes y necesarios que reconocemos y queremos profundizar, implican situarnos en la reflexión sobre nuestras propias corporalidades, actuando desde y para el reconocimiento y celebración de la diversidad. Después de todo, ¿quién no quiso o imaginó alguna vez estar en otro cuerpo?