La táctica de Cambiemos para no hablar de educación en un conflicto educativo

La táctica de Cambiemos para no hablar de educación en un conflicto educativo
27 marzo, 2017 por Redacción La tinta

Por Mariano Eloy

Una educación de calidad es la mejor arma de un pueblo para defenderse de cualquier injusticia y es una de las tareas más importantes para una sociedad: nos enseña a pensar. Pero es un arma de doble filo, ya que también puede servir para que aprendamos a naturalizar la injusticia: una persona alienada frente al aula enseñará a ver esa alienación como algo normal. Una persona que la cuestiona, enseñará a enfrentarla.

Por esto la negociación docente es fundamental. Está en juego el porcentaje de los recursos que el gobierno dedica al sistema educativo y el poder adquisitivo del bolsillo docente y su familia. Los gobiernos suelen ver a la educación como un costo y no como una inversión. Estarían felices de no tener que pagar un peso más y que se jodan quienes no puedan ir a un colegio privado.

Pero ahí no termina la cosa. Al ser la negociación docente la primera del año, marca la pauta para el resto de las negociaciones colectivas. El porcentaje que se logre ayuda o complica el resto de las pujas salariales con las patronales. Con este ajuste el gobierno busca reducir por un lado la inversión en educación, y por otro abaratar el costo salarial del país. Todo salario desde su óptica es un costo, pero desde la nuestra es comida, vivienda, ropa, etc. y ¿como no? Placer. Tenemos derecho al placer también, no alcanza solo con sobrevivir.

En este contexto de ajuste y aumento de servicios, transporte, comida, inflación, endeudamiento y demás, el conflicto actual entre gobierno y docentes es clave. Si ganamos los y las docentes queda claro cómo se enfrenta al ajuste y se conquistan derechos: en la calle con paro y movilización -y que entendamos esto les da mucho miedo-. En cambio una derrota sería dura para toda la clase trabajadora ¿y qué más quieren que una fuerza de trabajo dócil, dividida, cabizbaja y sumisa?

Para ello cada año, la estrategia utilizada por los gobiernos es poner en contra a la opinión pública apelando a mentiras y lugares comunes para generar una guerra de pobres contra pobres. Me interesa aquí analizar la táctica de Cambiemos para no hablar de educación en un conflicto educativo.

“¿Alguien quiere pensar en los niños?”

Como suele pasar con cualquier gobierno y en cualquier conflicto, este apela a que “se jode a la sociedad”, en este caso concreto a los y las niñas. Se nos acusa de perjudicarles ya que pierden días de clases, pero la culpa de que pierdan esos días no es nuestra. Nos encantaría no tener que hacer paro, ni movilizarnos, ni tener que estar defendiéndonos de las mentiras que dicen sobre nuestra profesión, pero sino tomamos medidas de fuerza la educación pública va a terminar mucho peor de lo que ya está.

La responsabilidad de los días perdidos la tiene el gobierno, ya que las aulas con 40 pibes, las malas condiciones edilicias, la falta de vacantes, y nuestros magros salarios, se deben a su acción o inacción y no a nuestros días de paro.

No les interesa la educación. No es casualidad que el resto del año sólo hay silencio de su parte. El colmo de esta hipocresía fue la promesa de campaña de la gobernadora Vidal. Cínicamente aseguraba que si ganaba las elecciones lo primero que haría sería llamar a los gremios para empezar a discutir lo antes posible. Adivinen el final de la historia…. sí, nunca nos llamó.

#BastaBaradel

Para no discutir esas cosas el gobierno le habla a Baradel. Su estrategia es hablar de la persona del dirigente o de “los gremios” para así invisibilizar a quienes realmente padecen el conflicto y enfrentan esta situación todos los días en las aulas: docentes y alumnos.

Así se corre la discusión. No se discuten las condiciones del sistema educativo, no se discuten la cantidad de chicos por aula ni el salario docente. Se discute Baradel o los gremios. Y bienvenida esa discusión, es muy necesaria, pero no para desviar el foco o ponernos a la gente en contra. Alguien cualquiera decía el otro día: “ok estoy de acuerdo con el reclamo, pero cambien a los dirigentes” ¿y qué más quisieramos que cambiar a quienes hace años que tranzan por migajas?

Si algo tenemos claro es que si fuera por la dirigencia sindical no habría ninguna medida de fuerza. El motor de la lucha es la presión de las bases que fuerzan a la dirección a que se ponga firme, no Baradel. La lucha es a pesar suyo. Lamentablemente, en la mayoría de los sindicatos pasa igual. Necesitamos otra dirigencia, claro que sí, pero el gobierno quiere otra cosa.

La conspiración Kirchnerista

La otra táctica del gobierno es presentar todo el conflicto como una conspiración K por las elecciones, como si en años anteriores no hubiera habido paros docentes y no hubiéramos tenido que enfrentar las mismas mentiras por parte del gobierno anterior.

Cambiemos busca polarizar. Dicen que la culpa de todo es de los gremios y de los docentes que abusan de sus condiciones laborales y joden al resto. Lo mismo decía la ex presidenta Cristina Fernández por cadena nacional, nada nuevo. La diferencia es que Cristina no podía decir que eramos de Cambiemos (aunque por lo bajo decían que le hacíamos el juego a la derecha, así que…).

En fin, la cosa es que nos presentan como militantes kirchneristas y así apelan al núcleo duro anti K que sigue viendo blanco/negro. Claro que hay sectores kirchneristas con el paro, y me alegra que estén, aunque me hubiera alegrado que estuvieran también cuando eran gobierno -en lugar de sacarse fotos con carteles de “yo no paro”-, pero no es eso lo que hablamos aquí.

“Hacen un paro político” dice el poder político hasta el cansancio. ¡Claro que es político el paro! Si estamos hablando de educación pública, sea con el gobierno que sea, el paro será político, y está bien que así sea: basta de fomentar analfabetismo político.

Con estas estrategias el gobierno busca desprestigiar los reclamos docentes. Cuenta con un ejército de periodistas, trolls y medios de comunicación funcionales. Nos amenazan con descontar días de sueldo, sanciones y prometen incentivar a quienes traicionen la huelga.

Ante todo esto, seamos o no docentes nuestra respuesta tiene que ser la misma: apoyo y más lucha.

*Por Mariano Eloy / Fotos: Emergentes y Carlos Cermeles

Palabras claves: Docentes, Paro docente

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