¿Y los 43?
Entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre en Iguala, estado Guerrero en México, 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron a manos de la policía municipal. Luego de que las fuerzas tirotearon los colectivos en que los jóvenes se trasladaban, los subieron en los patrulleros y nunca más se supo de ellos. La violencia, la impunidad y el horror de este hecho conmovió y atravesó a la sociedad civil de México y se hizo eco distintos lugares del mundo.
En ese contexto el fotógrafo Pablo Ortiz Monasterio se siente punzado por el hecho y realiza su ensayo fotográfico Desaparecidos?, en el que trabaja con imágenes de su archivo que interviene escribiendo el número 43. Este trabajo se materializó en formato de libro y luego en una muestra que pudo verse en el Festival de la La Luz de 2016 en Buenos Aires.
Con respecto al ensayo Ortiz Monasterio dice “Utilice la foto directa, con lenguaje foto documental, en un plano simbólico, utilizando elementos para hablar de algo que no tiene nada que ver con eso. Estoy haciendo esta mezcla de imágenes que vienen de distintos lados, todo construido en un documento que son cerca de 43 fotos, para decir esta barbaridad que nos pasó y que no puede volver a pasar”.
Como dice el fotógrafo, si bien son imágenes realizadas en distintos contextos, se nota una construcción discursiva clara y unísona que habla del dolor que produce semejante violación a los derechos humanos. Justamente el título es una pregunta ante la angustia que producen circunstancias de tal dimensión.
“Decidí hacer una reflexión sobre ¿por qué me duele? Haciéndome preguntas a propósito de la angustia, del dolor, de la rabia. Así fue que opté por revisar mi archivo, en lugar de mirar la calle y los hechos allá afuera, ahí hago una búsqueda entre decenas de miles de imágenes de todo tipo de origen. Pero siempre en ese universo, fotos que yo haya realizado y que tienen un eco con estos sentimientos que estoy teniendo” describe Pablo.
Materialidad
Pablo Ortiz Monasterio es uno de los fotógrafos más reconocidos de México. En sus distintos trabajos ha captado la cultura de sus país, tanto la cotidianidad de los pueblos originarios como el pulso de esa megaurbe que es el DF mexicano. Si bien estudió economía, luego de trabajar de fotógrafo decidió volcarse por completo a esa profesión y a mediados de los años 70 se fue a Londres a estudiar.
Además se ha convertido en un gestor del círculo fotográfico de su país, fundando revistas (Luna Cornea) y diferentes instituciones (Consejo Mexicano de Fotografía), también se confiesa como un apasionado por los libros de fotografía.
Es por ello que este proyecto se concretó en un libro cuya materialidad debía ser la más austera, en principio porque la idea era regalarlo y además porque completaba el concepto de la obra. “Es tan modesto como los estudiantes, grapas de ruedas, papel mate simple, y mono-tonos de tinta y de precio para ser accesible en México”, afirma una de las descripciones del libro.
Otro de los elementos que aporta al concepto de la obra es la intervención caligráfica que se hace sobre las imágenes con el número 43. El autor dice que fue lo primero que le surgió pero que con el devenir se dio cuenta que se tornaba repetitivo, por lo que opto por otras búsquedas.
“Hice muchas de enumerar del 1 al 43. Ahora que ya no escribimos a mano, llegas cansado al escribir uno, dos, cinco, siete, cuarenta y tres. Ahí se veía físicamente que no era solo un número, eran individuos y aquello era importante. Luego conforme fui avanzando empecé a detectar que el 43 tenía que ver con aquello que hablan los matemáticos de la belleza de los números. Este es un número primo (que no se divide más que por uno y sí mismo) y es un número muy extraño, me di cuenta para mi sorpresa. Empecé a detectar en muchas imágenes su presencia”, dice Pablo respecto al desarrollo de la intervención.
Las fotografías de Ortiz Monasterio sacan al espectador de la simple acción del mirar y lo involucra en el experimentar la desesperación, el dolor y la angustia que causa la desaparición de un ser querido. En el pensar como a esta altura de los tiempos el Estado pueda realizar tal atrocidad con total impunidad, ayuda a pensar lo impensable.
Sobre las motivaciones que llevaron a realizar el trabajo Pablo dice “decidí que era mejor hacer una reflexión sobre un individuo común y corriente, parte de la sociedad civil, que está padeciendo de esta especie de trauma. Porque no es posible que en la segunda década del siglo XXI, en un país como México tengamos estas prácticas, que son un atentado muy grave contra los derechos humanos y que nos deja a todos heridos. No eran mis familiares, yo no los conocía y no conozco a la gente de Guerrero. Pero todos estamos heridos por este atentado tan grave y lo que puede seguir”.