Del gasolinazo a la indignación popular
El primero de enero de 2017 entró en vigor el incremento al precio de la gasolina en México. Esta acción se dio a pesar de que el presidente Enrique Peña Nieto dijo no se generarían más incrementos, pues había realizado una serie de reformas, como la reforma energética, con la cual anunció bajaría el precio de la gasolina y de la luz. La realidad es otra.
Por Atziri Avila para Emergente
“El gasolinazo” –como se conoce popularmente en México- es una de las acciones que aglutinó a la población ante el malestar de lo que eso representa: el incremento en el precio del transporte y en general, el alza de precios en una sociedad donde el nivel de pobreza incrementa de manera preocupante.
En algunas zonas del país, de 10 pesos ahora los mototaxis cuestan 15 pesos, de 40 pesos ahora la tarifa mínima de un taxi particular es de 50 pesos y los taxis colectivos de 10 pesos ahora cuestan 12. Tan solo en el transporte, estas cifras afectan en la economía de las familias mexicanas, además del impacto en el incremento de la canasta básica.
A un mes del anuncio del “gasolinazo” continúa la toma de gasolineras, casetas, bloqueos carreteros, marchas, caravanas vehiculares y otro tipo de manifestaciones en todos los sectores: sociedad civil, organizaciones gremiales y sociales, taxistas, partidos políticos, entre otros.
Con el lema “No al gasolinazo”, las manifestaciones se realizan en comunidades rurales y en grandes ciudades como Baja California, lugar que causó conmoción al volcarse a las calles por la misma causa.
A pesar de que a unos días de anunciar el incremento al combustible, se implementó una estrategia para sembrar terror que consistió en el envío de personas contratadas para “saquear centros comerciales” y aparentar supuestas “compras de pánico” que culminaban en la aparente detención de quienes “saqueaban”, pronto salió a la luz la confabulación de estas personas con cuerpos de seguridad, así como la implementación a través de redes sociales que alentaba a la población en general a no salir de sus casas y por ende a no manifestarse, dejando como mensaje implícito -que hacerlo- traería consecuencias.
La indignación popular responde también al reconocimiento de que las políticas gubernamentales velan primordialmente por los intereses económicos y empresariales nacionales y extranjeros. El hecho de que la gasolina es más barata en Estados Unidos que en el país que la produce causa un gran enojo y repudio.
Si bien la toma de posesión de Donald Trump, como presidente de Estados Unidos, y las decisiones ejecutivas que ha realizado, significa una gran preocupación en la ciudadanía mexicana, el “gasolinazo” y las políticas “trumpistas” replantean la relación bilateral y la política exterior entre ambos países. La necesidad de depender cada vez menos del país vecino es urgente, así como lo es la toma de acuerdos entre los mandatarios de ambos países (en un contexto de transparencia y cero corrupción).
La alerta ante las violaciones a los derechos humanos frente a quienes se manifiestan contra el “gasolinazo” es una alerta máxima ante una exigencia que sigue vigente y que tiene como una de sus principales puntos de encuentro el Monumento a la Revolución.
*Por Atziri Avila para Emergente / Fotos: Atziri Avila y Cuartoscuro
Periodista y miembro de la Red Nacional de Defensoras de DH México