Comienza el juicio por la Masacre de Wilde
«El juicio es una carrera que debe finalizar con la prisión perpetua para todos los policías». El lunes 17, comenzó el juicio oral por la Masacre de Wilde, ocurrida hace más de 28 años. Raquel Gazzanego, viuda de Edgardo Cicutín, una de las cuatro personas asesinadas en enero de 1994 por una Brigada de la Policía Bonaerense, ratificó que «la justa Justicia» que reclama «solo se concretará con la perpetua» para los nueve policías imputados.
Por Carlos Rodríguez para Colectivo de Medios Populares
El 10 de enero de 1994, en un operativo de la Brigada de Investigaciones de Lanús, cuatro personas fueron asesinadas y una quinta sobrevivió de pura casualidad a la balacera policial desatada —al mediodía— en las calles de Wilde. Los policías hicieron más de 270 disparos contra dos autos en los que iban las víctimas.
El primer informe oficial señaló que había sido «un operativo de prevención del delito» contra «un grupo armado» que había asaltado una sucursal bancaria y se había «enfrentado a tiros» con la policía. Las pericias demostraron que las únicas armas eran las que llevaban y las que utilizaron los policías. Los jefes de los involucrados admitieron que el cuádruple homicidio fue «un lamentable error», pero el entramado del caso hace sospechar de un acto intencional y premeditado.
Edgardo Cicutín, vendedor de libros, iba en un Dodge 1500 que conducía su compañero de trabajo, Claudio Díaz, único sobreviviente. En el otro vehículo, un Peugeot 505, iban el remisero Norberto Corbo y sus dos pasajeros, Claudio Mendoza y Enrique Bielsa. Los tres murieron fusilados, igual que Cicutín.
La primera audiencia llega “después de 10.507 días”, rememora Raquel Gazzanego, en diálogo con el Colectivo de Medios Populares, que hará la cobertura del juicio, que tiene una duración prevista de dos semanas. En la primera jornada, darán su testimonio Raquel; Patricia Corbo, la viuda del remisero; y Claudio Díaz, el sobreviviente. Luego, declararán los policías a cargo de la instrucción inicial del caso. Raquel dijo que tiene un resfrío que atribuye “al clima cambiante, a la ansiedad y a los nervios”. Pasaron 10.507 días del asesinato de su esposo y ella llevó la cuenta, hora por hora. Una larga espera para llegar al juicio oral contra 9 de los 11 policías que, vestidos de civil, en una emboscada, le quitaron la vida a Edgardo y a otras tres personas. “Llegamos finalmente al juicio oral y lo que veo, al final del túnel, es la bandera de llegada”, señaló Raquel. Aclaró que, para su familia, “la carrera tiene que finalizar con la prisión perpetua para todos los policías y, si los jueces nos dan esa satisfacción, los defensores van a apelar, de manera que allí va a empezar una nueva carrera”. Parece un cuento de terror que no tiene fin.
Las familias de las víctimas de la Masacre de Wilde ya sufrieron sobreseimientos, chicanas y juicios orales manipulados por la policía, el Poder Judicial y políticos de turno. Raquel lo sabe más que nadie, porque nunca bajó los brazos, sosteniéndose como pudo, junto con sus hijos, Natalia y Gonzalo, que tenían 8 años y apenas 8 meses cuando su padre fue asesinado. Raquel insistió en que la meta que divisa hoy es apenas “el punto de llegada de esta carrera que se inicia, pero seguramente vamos a tener más carreras, una, dos, tres…”.
De ser favorable el fallo para los familiares de las víctimas, apelarán las defensas y, de lo contrario, lo harán los querellantes. Ciro Annicchiarico y Pedro Serra representan a Raquel y a Claudio Díaz. La viuda de Corbo tiene como abogado a Gustavo Romano Duffau. El Tribunal Oral 3 de Lomas de Zamora está integrado por los jueces Martina Celone, Luis Gabián y Marcelo Dellature. La fiscal del juicio será Viviana Simón. Al comienzo, se dijo que fueron 13 los policías involucrados en el virtual fusilamiento. Luego, el número se redujo a 11, pero llegan 9 al juicio oral, porque a dos de ellos les llegó la muerte como postrero guiño de impunidad. Los que llegan al juicio son Roberto Mantel, Osvaldo Lorenzón, Eduardo Gómez, Pablo Dudek, Marcelo Valenga, Marciano González, Julio Gatto, Hugo Reyes y Marcos Ariel Rodríguez. Los dos fallecidos: César Córdoba y Carlos Saladino.
Raquel Gazzanego recordó que, cuando se hizo la reconstrucción del hecho, dos oficiales de la Brigada le dijeron que el fusilamiento fue «un lamentable error» y que su marido tuvo la desgracia de estar «en el lugar y en el momento inoportunos».
Un dato que corrobora la impunidad de la que han gozado los policías acusados es la fuga de uno de ellos, Marcos Ariel Rodríguez. Se escapó de la comisaría en la que estaba detenido, en la misma noche del 10 de enero de 1994. Estuvo 20 años prófugo, hasta que fue detenido en La Falda, Córdoba, en septiembre de 2014. Fue Raquel la que lo pudo ubicar en esa provincia, luego de encontrar el nombre del policía en el padrón electoral del lugar. Estuvo preso un tiempo, por la fuga, no por el cuádruple crimen, pero llega al juicio en libertad, como todos los imputados. Sin perder su sentido del humor, Gazzanego sostuvo que pudo seguir luchando contra la impunidad por su “estigma rompepelotas” que no la deja claudicar. Tuvo que luchar contra la “maldita policía”. En 1994, uno de los jefes de la Brigada de Lanús era Juan José Ribelli, quien estuvo imputado en el fallido juicio oral por el atentado contra la AMIA.
El juicio tendría que revelar aspectos oscuros del caso. Está citada a declarar la familia de Enrique Bielsa, una de las víctimas. Hay sospechas de que la Brigada había salido a buscar a Bielsa y a Mendoza, con el supuesto propósito de impedir que revelaran un hecho de corrupción policial.
*Por Carlos Rodríguez para Colectivo de Medios Populares / Imagen de portada: A/D.
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