Río Tercero tiene Escuela Popular de Género
Tres organizaciones de Río Tercero impulsan un espacio de formación destinado a identidades feminizadas y disidentes para reflexionar de manera colectiva la agenda feminista a nivel local. Conversamos con compañeras del espacio sobre la iniciativa y lo que habilita después de los años de pandemia.
Por Redacción La tinta
“No sé exactamente en qué momento empecé a pensarnos como manada. Puede haber sido todo este cúmulo de conocimientos, ese rayo de luz que me dijo que somos fuertes en nuestra unidades, pero no somos islas. Y que somos mucho más fuertes en esta conjunción que no anula, sino que potencia”.
Cecilia Solá
Por septiembre del 2020, en pleno aislamiento por la pandemia, conversamos con Las Nietas de las Brujas, una organización feminista de la ciudad de Río Tercero nacida al calor de los intensos años de la marea violeta. Nos contaban entonces que, desafiando la inmovilidad de la cuarentena, estaban armando, junto a otras organizaciones, una propuesta para presentar en el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de Nación, para armar la Escuela Popular de Género Comunicando Igualdad. Hoy, dos años después, el proyecto está en marcha.
La Asociación Permanente por los Derechos Humanos de Río Tercero y la Fundación Juntas a la Par, que sostiene el proyecto Luciérnaga, el Proyecto Madres y otras iniciativas culturales y sociales en la localidad son las otras agrupaciones que promueven este espacio de reflexión y formación colectiva. Hoy, están justo en la mitad del proceso que consta de ocho encuentros realizados los días sábado en el Centro Integrador Comunitario (CIC) de barrio Sarmiento.
“Hicimos una convocatoria muy amplia, invitamos a vecines del barrio, a instituciones culturales, de salud, a algunes trabajadores del Estado de diferentes áreas, en particular,k del Punto Mujer y una invitación general a vecines de Río Tercero -cuenta Katrina Salguero Myers, integrante del proyecto, en diálogo con La tinta-. El objetivo es construir un espacio desde la lógica de la educación popular que nos permita hablar de ciertos temas, un espacio de encuentro entre nosotras y nosotres para pensarnos, para compartir distintos puntos de vista”.
Pensar colectivamente la lucha feminista supone, para la activista, “pensarnos en una larga trama de mujeres e identidades disidentes que han luchado por conquistar espacios de vida, conquistar derechos, conquistar nuevos horizontes, felicidad y libertad para todes”. Además de una currícula nutrida, con temas como estereotipos de género, diversidad y violencia, el espacio está sujeto a los intereses e inquietudes de quienes participan. “Ponerle tiempo, que es un montón en la sociedad actual, al encuentro de los cuerpos, de las sensibilidades, de las historias que nos ponemos en juego y que nos atraviesan, nos movilizan y nos permiten pensarnos y pensar en un espacio muy cuidado y de confianza. La experiencia viene siendo positiva y desafiante”, refiere.
La Escuela lleva el nombre de Comunicar Igualdad, ya que, complementaria a la formación de género, la propuesta es compartir herramientas técnicas de comunicación, como fotografía, registros sonoros, confección de fanzines, entre otros productos comunicacionales que materialicen el proceso. Planean continuar hasta el 10 de diciembre, cerrando el ciclo con un festival en el barrio. “Estamos teniendo una participación sostenida de mujeres y disidencias con muchas ganas de encontrarnos, con recorridos muy distintos, con grandes diferencias generacionales. Hay personas de veinte, cuarenta, sesenta y setenta años, la verdad que ese intercambio y ese cruce están siendo muy ricos”, agrega.
“Esta manada que habito es polifónica, heterogénea, diversa, desordenada, mutante. Reconoce a otrxs como miembro, lxs protege, se deja proteger. Cambia constantemente. Es una manada que crece todo el tiempo. Saber que cada unx pone lo mejor que tiene y descansa en la certeza de que la hermana pone lo mejor que tiene. Seguimos creciendo y aprendiendo, estamos despiertas y estamos juntas, hermanadas y en manada”.
Cecilia Solá
Tramar feminismos en localidades más pequeñas tiene otras complejidades. «En Río Tercero, hay muchos estereotipos y prejuicios que tenemos que continuar dando batalla desde el encuentro y la organización -explica Natalia Comello, integrante de Las Nietas de las Brujas-. En sociedades más pequeñas, se pone en discusión qué es ser feminista y qué no, el estereotipo de la buena feminista y de la mala feminista».
La Escuela habilita el debate, visibiliza y permite compartir herramientas útiles para, por ejemplo, situaciones de violencia de género: «Del encuentro y de las vivencias de otras personas, salen cuestiones compartidas y colectivas que nos pueden servir, es un espacio que a Río Tercero le hacía falta -sigue Natalia-. Sirve para poner en discusión algunas cosas que, desde los feminismos, estamos reviendo luego del parate de la pandemia y de algunas conquistas o conquistas a medias que tuvimos, como fue la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo».
Katrina concluye: “Siempre quisiéramos ser más, siempre quisiéramos que, de alguna forma, estas redes que se van tejiendo se sostengan después con agendas propias, con horizontes comunes a nivel local. Creo que de acá vamos a salir entretejidas, distintas, multiplicadas y con nuevos desafíos”.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: FB Las Nietas de las Brujas.