Entre faltazos y alertas de Tercera Guerra Mundial
Finalizó la Cumbre de las Américas y dejó mucha tela para cortar. Sin ninguna duda, se trató de la más «politizada» en muchas ediciones, quizás, desde aquella famosa Cumbre que terminó con el ya histórico NO al ALCA en Mar del Plata de 2005. En este caso, el encuentro estuvo signado por el telón de fondo de la invasión rusa a Ucrania, sus consecuencias económicas, políticas y de seguridad internacional, y por la exclusión de Venezuela, Cuba y Nicaragua por parte de los Estados Unidos.
Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta
Más allá de las ausencias anunciadas, las notas de color de rigor y algunas intervenciones memorables como las de Gabriel Boric o Alberto Fernández, la Cumbre de las Américas transcurrió con relativa normalidad hasta el último día, donde una sombría advertencia de Joe Biden dejó preocupados a los miembros de todas las delegaciones presentes.
Washington se mostró muy interesado en retomar y fortalecer sus vínculos con los países de América Latina, en un contexto de probable inseguridad alimentaria, escasez y suba del precio de energías como el petróleo o el gas, y una importante problemática migratoria que preocupa particularmente a la Casa Blanca en un año de elecciones parlamentarias de medio término, donde los demócratas pueden perder la mayoría en ambas cámaras frente al trumpismo republicano. Las advertencias de Joe Biden a sus pares americanos, durante un almuerzo reservado en lo que fue el último encuentro de la Cumbre, acerca de una “Tercera Guerra Mundial”, dejó muchas preocupaciones y dudas respecto de lo que vendrá. Allí estaban presentes Fernández, Bolsonaro, Boric y Trudeau, entre otros presidentes. El actual inquilino de la Casa Blanca expresó que cuenta con “información clasificada que no puedo contar”, pero que le hace suponer que “el riesgo de una Tercera Guerra Mundial es muy grande”. Y que “ninguno de los acá presentes se puede imaginar las consecuencias de dicha guerra”. A su vez, se mostró muy crítico respecto de su par ruso, Vladimir Putin: “Estamos en un mundo muy lastimado. Tengo una mirada muy pesimista de Putin. Yo lo conozco mucho. Sé que no puedo esperar mucho de él. Tengo pocas expectativas”. En ese mismo almuerzo, Biden comentó que actualmente Washington distribuye billones de dólares en Asia y Europa para balancear la influencia china y contener el avance ruso. En ese marco, reconoció que se podría hacer lo mismo con América Latina, que hoy queda excluida de los aportes financieros debido a que es considerada por la Casa Blanca como su zona de influencia. Biden aseguró que eso “hay que cambiarlo”, probablemente preocupado debido al también avance chino en la región.
El faltazo más relevante de los “autoexcluidos”, sin dudas, fue el del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El mandatario mexicano se mostró decidido al respecto de las razones que esgrimió para no asistir: “No se invita a todos a la Cumbre porque se les considera dictaduras o porque no son buenas las relaciones que tienen con esos países. ¿Quién autoriza a una nación a excluir a otra? ¿Hay gobierno mundial? No”. AMLO intenta mostrarse como un líder regional en una América Latina compleja, en un momento particularmente extraño, difuso y de distintos vaivenes para el progresismo en la región. Sin liderazgos claros como fueron Chávez, Lula o Evo Morales, México está ante una oportunidad interesante para ocupar un lugar que se encuentra más o menos vacante. Sin embargo, al no asistir a la Cumbre, ese espacio fue ocupado, de alguna manera, por el gobierno argentino. Por supuesto, la interdependencia estructural que tiene México con los Estados Unidos es un aliciente más para la dificultad del país azteca a la hora de enfrentar a la Casa Blanca. AMLO sabe, no obstante, que Washington hoy necesita de su país, particularmente, debido al problema migratorio. Desde ese lugar, se posiciona como una figura importante en América Latina, por ejemplo, como hizo previo a la cumbre, hablando con sus pares Alberto Fernández, Luis Arce o Nayib Bukele de El Salvador, entre otros.
La posibilidad de la Tercera Guerra Mundial será analizada en la próxima cumbre que reúna a los países del G7, donde estará como invitada Argentina. Se celebrará en Alemania y, allí, los países asistentes discutirán, además, la cuestión de la inseguridad alimentaria que afecta al planeta tras la guerra. El presidente argentino propondrá un acuerdo para proveer de alimentos y energía a todo el mundo. En eso también se inscribe la sorpresiva reunión informal de media hora que mantuvo Fernández con Bolsonaro durante la Cumbre en Los Ángeles. Ante la atenta mirada de su colega brasileño, afirmó durante el almuerzo que: “Entre Brasil y Argentina, hacemos el 45% de las proteínas de América y, si a eso le sumamos Estados Unidos, estaríamos en condiciones de suministrar alimentos a nivel global. Contando, además, que Argentina tiene la energía que el mundo va a demandar”. Faltan pocos meses para las elecciones brasileñas y Bolsonaro sabe que la Casa Blanca se sentiría más cómoda con Lula que con él, a quien consideran una especie de Trump latinoamericano. Por ello, ya comenzó su acercamiento a Biden, buscando apoyos en su elección e intentando convencer a Washington del supuesto peligro que acarrearía una victoria de la izquierda brasileña en los comicios de octubre.
La intervención del mandatario argentino Alberto Fernández, como representante de los ausentes y hablando en su carácter de presidente de la CELAC, estuvo muy atinada a la hora de hacer hincapié en los grandes asuntos que atañen a los países asistentes a la Cumbre. A su vez, el argentino ofició de una especie de voz de los excluidos al defender el derecho de Caracas, La Habana y Managua de asistir a estos encuentros. Si bien mantendrá una reunión bilateral con Joe Biden recién en julio, en el encuentro informal que mantuvo con su par estadounidense, Fernández le adelantó su intención de invitarlo a la cumbre de los miembros de la CELAC que se celebrará en Buenos Aires a finales de este año. La respuesta del demócrata fue que se encuentra “ansioso” por venir, lo cual es alentador no solo para la Argentina, sino para todos los miembros del bloque. Pero, al mismo tiempo, sería una prueba de fuego compleja para Biden que tiene muy presente en la cabeza el NO al ALCA. Se encontraría “de visitante” con gobiernos que Estados Unidos considera hostiles. Estará por verse si Biden finalmente viaja a la Argentina, pero la invitación fue, cuanto menos, un muy buen primer paso.
*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta / Imagen de portada: Télam.