En 239 años de existencia de los EEUU, 218 han sido de guerra
Dos lemas orientan el centro de poder del estado norteamericano con sus innumerables órganos de seguridad interna y externa: “un mundo y un solo imperio” o “un solo proyecto y el espectro de la dominación total (full-spectrum dominance/superiority)”. Es decir, la política externa norteamericana se inspira en el (ilusorio) “excepcionalismo” del viejo “destino manifiesto”, una variante “del pueblo elegido por Dios, raza superior”, llamada a difundir en todo el mundo la democracia, la libertad y los derechos (siempre según la interpretación imperial que prestan a estos términos) y a considerarse (pretendidamente) “la nación indispensable y necesaria”, “ancla de la seguridad global” o el “único poder” (lonely power).
Ya en el siglo XVIII Edmund Burke (1729-1797) y en el siglo XIX el francés Alexis Tocqueville (1805-1859) presentían que el presidente norteamericano tenía más poderes que un monarca absolutista y que eso degeneraría en una military democracy. Efectivamente, con George W. Bush a raíz de los atentados a las Torres Gemelas, se instauró una verdadera democracia militar , con la declaración de la war on terror y la publicación del patriotic act que suspendió los derechos civiles básicos hasta el habeas corpus y dio permiso para las torturas. Esto, ciertamente, configura un estado terrorista.
Como varios científicos norteamericanos, citados por Moniz Bandeira, afirmaron: “ya no hay una democracia sino una economic élite domination a la cual debe someterse el presidente. Las decisiones son tomadas por el complejo industrial-militar (la máquina de guerra), por Wall Street (las finanzas), por poderosas organizaciones de negocios y por un pequeño número de norteamericanos muy influyentes. Para garantizar el “espectro de la dominación total” mantienen 800 instalaciones militares en el mundo, la mayoría con ojivas nucleares y 16 agencias de seguridad con 107.035 agentes civiles y militares. Como afirmó H. Kissinger: “la misión de América es llevar la democracia, si es necesario mediante el uso de la fuerza”. En esta lógica, de 1776 a 2015, o sea, en los 239 años de existencia de los EUA, 218 han sido años de guerra y sólo 21 años de paz.
Se esperaba que Barack Obama diese otro rumbo a esta historia violenta. Ilusiones. Cambió solo los nombres, pero mantuvo todo el espíritu excepcionalista y las torturas en Guantánamo y en otros lugares fuera de Estados Unidos como en tiempos de Bush. A la perpetual war le dio el nombre de Oversee Contingency Operation. Por decisión personal (penal), autorizó cientos de ataques con drones y con aviones no pilotados, matando a los principales líderes árabes.
Con cierta decepción, Bill Clinton constató: “Los Estados Unidos no han vencido ninguna guerra desde 1945”. De Irak huyeron en silencio en la oscuridad de la noche.
El libro de Moniz Bandeira entra en detalles mínimos sobre la Guerra en Ucrania, en Crimea y en el Estado Islámico en Siria, con nombres de los actores principales y fechas.
La conclusión es avasalladora: “Dondequiera que intervienen Estados Unidos con el specific goal of bringing democracy, el objetivo específico de llevar la democracia, esta se compone de bombardeos, destrucción, terror, masacres, caos y catástrofes humanitarias… entran para defender sus necesidades e intereses económicos y geopolíticos, sus intereses imperiales” .
La cantidad de informaciones presentadas sustentan esta afirmación, no obstante las limitaciones que siempre podrán ser aducidas.
*Por Leonardo Boff para Kontrainfo