Artesanxs: sostén y resistencia como forma de vida
Mañana, 19 de marzo, se celebra el día internacional del artesanx. Si bien es una fecha de raíz católica -ya que homenajea a José, el carpintero-, se extiende a reconocer toda una tradición mundial de personas que trabajan con sus manos elaborando objetos únicos y contribuyendo a las economías populares, a la vez que mantienen vivas las tradiciones.
Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta
Artesanxs, hacedores de objetos originales, únicos, con la huella de la mano que los hizo impresa, impregnada, visible, tangible. Objetos que cuentan tradiciones, saberes ancestrales, aprendidos y transmitidos de generación en generación.
Herrerxs, tejedorxs, cesterxs, ebanistas, carpinterxs, luthiers, ceramistas, alfarerxs, es inmenso el abanico, nacidxs en el interior, en territorios indígenas o bien de las grandes ciudades, artesanxs de tradición y artesanxs que incursionan en nuevas materialidades.
Cada 19 de marzo se conmemora su día en memoria de José, el padre de Jesús, para las creencias católicas, que era carpintero. Más allá de las tradiciones religiosas, sirve esta fecha para homenajear a estxs trabajadorxs y pensar en políticas públicas que garanticen mejores condiciones de circulación y comercialización de sus productos, ya que es sabido que son parte primordial en las economías familiares y populares como también de la cultura.
En el 2003, la UNESCO reconoció a las técnicas y procedimientos de la artesanía tradicional como uno de los ámbitos del patrimonio cultural inmaterial caracterizado por la transmisión del oficio de generación en generación.
Las artesanías cuentan historias importantes para nuestra identidad y constituyen un rol principal en la transmisión de la cultura conectando pasado y presente, actualizándose permanentemente, renovando usos y escenarios.
Parafraseando a la investigadora María Alba Bovisio, la artesanía opera como soporte material de la memoria, medio a través del cual se manifiestan valores culturales concretados en objetos donde se relacionan lo simbólico, la tradición y lo utilitario.
El modo de producción artesanal de objetos tiene características propias relacionadas a su carácter de objetos únicos, fuera de serie, donde quien los realiza genera su propio trabajo y fuente de riqueza en vínculo directo con materiales nobles y amigables con el ambiente, es decir, son sustentables y resistentes al paso del tiempo.
En nuestra ciudad, existen muchos espacios para conocer artesanxs y artesanías, desde el tradicional Paseo de las Artes en Güemes con su Museo Iberoamericano de Artesanías o el camino de Lxs artesanxs que une Villa Giardino con La Cumbre, hasta ferias barriales, cooperativas, acompañadas por el Estado o independientes.
Desde La tinta, estuvimos en comunicación con tres artesanxs cordobesxs que reflexionan sobre lo que implica su oficio y nos cuentan cómo lo comparten.
Laura García, la artesanía como sostén
Lo primero que me cuenta Laura es que trabaja con su mamá, que sus creaciones son diseñadas por ambas y que constituyen un fuerte ingreso para su familia, ya que es único sostén.
“Todo lo que hacemos en familia”, dice mientras explica que podemos encontrarla en El paseo de la República de San Vicente, tradicional barrio de nuestra ciudad, todos los domingos de 9 a 15 horas en la San Jerónimo, entre sargento Cabral y Ambrosio Funes.
Laura y su mamá son parte de esta feria de economía social desde hace 20 años, confeccionando blanquería. Así reflexiona sobre su oficio: “Ser artesano es dar una parte de uno mismo, porque uno le pone el corazón, sueña con esa artesanía para que sea única. La diferencia entre una artesanía y un producto común es que uno le pone mucho amor, busca que sea algo único, exclusivo, porque cada artesanía lleva su tiempo desde el momento que buscás los materiales para realizarlo hasta que quede perfectamente confeccionado. Es un arte que se trabaja fundamentalmente con las manos y también es un trabajo, me ayuda mucho, ya que soy sostén de familia; también me ayuda emocionalmente, es mi cable a tierra, mi lugar, mi espacio. La artesanía contribuye en la economía, abre puertas de trabajo”.
Martín Ávila Donzino, la artesanía como forma de vida
Bajorrelieve es una pequeña empresa radicada en la ciudad de Saldán, creada en el año 2008 por el artesano y artista Martín Ávila Donzino. Ofrece libros hechos a mano, además de muebles en general, otros objetos en papel, cuero y madera. Estos productos están atravesados por su estilo particular, el cuidado del medioambiente y la atención a los detalles.
“Soy artesano de toda la vida, vivo de la artesanía desde hace 13 años, se ha convertido en el trabajo más estable y duradero que he tenido. Es un modo de vida, una forma de vivir y resolver cuestiones cotidianas de una manera práctica y muy independiente, es poner la creatividad al servicio de la vida”, dice Martín que describe a la artesanía como actividad y producto, donde se conjugan varios factores: “Hecho a mano, saberes populares transmitidos de generación en generación y con la impronta de la mano, la creatividad que la persona le deja a los productos. La artesanía se diferencia de un producto industrial por la calidad y la conciencia que se le pone en la terminación del producto. En la gran mayoría de los casos, la artesanía va a ser de una mayor calidad que un producto industrializado”.
El artesano fue parte de la Feria Laprida durante muchos años y en la actualidad comercializa sus obras por internet y en las ferias grandes que se desarrollan durante el año en diversas latitudes de nuestro país. Estas experiencias le llevan a reflexionar sobre cómo la artesanía construye cultura, da sentido de pertenencia: “La artesanía, sobre todo yendo más al interior del país, saliendo del ámbito más urbano, hace una ligazón muy fuerte entre saberes ancestrales, la comunidad y su lugar geográfico”, dice mientras relata experiencias en ferias de Santiago del Estero y Catamarca, donde “los artesanos muestran lo que hacen, dan a conocer su lugar”, afirmando que construyen cultura con su trabajo diario.
Jose Ugrín, artesanía como resistencia
Amanita es la marca de Jose Ugrin, una joven ceramista radicada en Villa Allende, quien confiesa que aprendió el oficio en el encuentro con otrxs y que las artesanías tienen como característica principal la calidez que se logra en “lo hecho a mano”, a la vez que dice que no es necesario tener un conocimiento académico, sino más bien observación y práctica en el hacer. “Te vas armando en el camino y en conjunto con esas personas que te rodean. Lo que me vuelve artesana es esta conjunción de saberes que traigo de otres”, explica y comparte que piensa su oficio como resistencia desde el taller, desde las ferias, desde una forma elegida de vivir en este mundo.
“Cada une en sus talleres está resistiendo a un sistema que nos exige inmediatez, rapidez, productividad, repetición. Pienso en esa resistencia y en ese sostener que tienen los talleres artesanales, la artesanía, las ferias, que pasan los años y las ferias siguen estando vigentes, y son sustento económico de familias enteras. Gestos de sostener algo en lo que creemos, un modo de trabajar y habitar el mundo en el que confiamos, más amigable con nuestros tiempos, con el cuerpo y que no siguen ninguna lógica del mundo actual, podrían desaparecer y el mundo capaz no se entera. Al mundo actual no le sirven, pero terminan siendo vitales. Sostenemos esto”, reflexiona Ugrín.
Artesanía como sostén económico, como resistencia, como manera de ser y estar en el mundo. Artesanxs de todo el mundo manteniendo vivas las tradiciones, cultivando nuevas, transformando realidades.
*Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta / Imagen de portada: Ana Medero para La tinta.