Cabana, una comunidad sin agua que se suma al grito de una provincia en crisis hídrica
Lxs vecinxs de este barrio de Unquillo llevan más de una semana sin agua en medio de la ola de calor, mientras un solo camión abastece cada día a solo 12 familias de las 370 que habitan el lugar. Una postal que alerta la emergencia de parte del territorio cordobés y la falta de respuestas gubernamentales ante un derecho esencial.
Por Lucía Maina Waisman para La tinta
“¿Quién tiene hoy el tanque vacío?”, grita una vecina en medio de una reunión de urgencia convocada este miércoles en la plaza de Cabana, Unquillo, bajo el título “¿Qué está pasando con el agua?”. La participación es inédita, más de cien familias se hicieron presentes para debatir esta grave problemática y reclamar soluciones. Nunca tantxs vecinxs se habían reunido para hablar sobre la situación del agua, y la causa es tan clara como la emergencia: ante la pregunta de la vecina, decenas de manos se levantan.
Cada una de esas manos son familias que llevan dos, siete o hasta 15 días sin poder bañarse, cocinar, lavarse los dientes, tirar la cadena; vivir con una mínima normalidad en medio de un contexto que es, de por sí, anormal, con temperaturas que llegan a los 40 grados y un pico de contagios por COVID-19 en la provincia.
Los tanques vacíos, las canillas sin uso, se repiten hoy en diferentes zonas de Córdoba, especialmente en Sierras Chicas -donde la problemática se agravó por la rotura del acueducto de La Calera días atrás- y el Valle de Punilla. Salsipuedes y Cosquín son algunos de los pueblos y ciudades que comenzaron el año 2022 en una situación similar a esta zona de Unquillo, además de otros barrios de esa misma localidad. La crisis hídrica, cuyas raíces más profundas e históricas se hunden en la destrucción socio-ambiental y la falta de planificación que caracteriza a la provincia, tiene hoy un impacto directo en miles de personas.
El caso del barrio de Cabana es por estos días uno de los más graves e ilustrativos, con decenas de familias sin acceso al servicio. A la sequía se suma la escasa respuesta que hubo hasta ahora por parte de los gobiernos para responder a la emergencia. Ante ello, la comunidad reclama de manera urgente al gobierno provincial y municipal que garantice camiones suficientes y que brinde los recursos necesarios para arreglar la infraestructura que permitiría reabrir la red de distribución.
Arroyos secos, vecinxs unidxs
Esta región de Unquillo se abastece históricamente del arroyo que atraviesa la reserva natural Los Quebrachitos -donde se ubica el barrio- mediante la Cooperativa de Obras y Servicios Públicos de Cabana, entidad autogestionada por los propios vecinos y vecinas. Sin embargo, en las últimas semanas esa fuente de agua se fue secando, lo que sumado a los problemas de infraestructura que llevan años sin poder resolverse por falta de recursos y subsidios estatales, generó una situación de emergencia extrema.
Así, la entrega de agua de red comenzó a reducirse desde las fiestas, cuando aumentó el consumo, hasta que, el 7 de enero pasado, dejó de llegar a los hogares. Ante la falta de respuestas de la Provincia y los limitados recursos que envíaron hasta ahora desde Unquillo, actualmente la cooperativa distribuye el agua con un camión del estado municipal que solo tiene la capacidad de entregar 500 litros por día a 12 familias. Ello quiere decir que, si esta situación continúa, cada hogar debe esperar 15 días hasta volver a recibir agua, cuando, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, esa cantidad de litros solo alcanzaría para uno o dos días en una familia promedio de cuatro personas. Ello sin tener en cuenta que se trata de agua sin tratar y no potable. A su vez, hay varias viviendas que ni siquiera pueden recibir agua de camión porque el mismo no logra llegar a sus tanques.
“Hoy la situación es peor que nunca. La bomba está rota, el arroyo está seco, los bomberos tienen los camiones rotos… Estamos ante un imposible”, expresaron en la reunión del pasado miércoles desde la comisión de vecinos y vecinas que integran la Cooperativa de Obras y Servicios Públicos de Cabana, quienes llevan semanas trabajando día y noche en el arroyo, entre el barro, tocando la puerta de oficinas públicas o acompañando camiones casa por casa para dar respuesta a la alta demanda de la comunidad. Las manos volvieron a alzarse, esta vez para ofrecer ayuda. La organización vecinal, la autogestión y la solidaridad crece por estos días ante la escasez y la desesperación. Pero no alcanza.
La falta de infraestructura, de recursos y de planificación es uno de los mayores impedimentos para superar esta emergencia. Aunque el municipio de Unquillo se comprometió a colaborar, hasta ahora las soluciones han sido insuficientes. Mientras tanto, la Provincia lleva dos semanas sin ofrecer una respuesta para garantizar el derecho al agua de la población. Ante esta situación, la comunidad reclama con urgencia la realización de las obras necesarias para poder normalizar el servicio y la disposición inmediata de camiones que hagan entrega del agua suficiente para abastecer a todas las familias de la zona.
Si a esto se le suma la emergencia por COVID-19, el cuidado de la salud y la higiene en ese contexto se vuelve todavía más crítico en todas las zonas y localidades afectadas a nivel provincial. ¿Cómo sobreviven las familias contagiadas de COVID-19 y aisladas en hogares cordobeses en los que no pueden ni siquiera bañarse, con temperaturas que alcanzan los 40 grados?
Más allá de la emergencia, el calor extremo y la falta de lluvias son sólo una parte de un problema socio-ambiental que está lejos de ser una catástrofe: un río seco, un arroyo vacío arrastra años de desmontes, incendios, decisiones políticas y económicas, así como un cambio climático desoído y en ascenso. La temperatura y la sequía hoy tienen historia, alertan límites, señalan responsabilidades, desnudan la realidad de un territorio.
*Por Lucía Maina Waisman para La tinta / Imagen de portada: Iván Roqué.