Nietes de una misma historia
El encuentro y el poder de lo colectivo. Las banderas y la reactualización de las luchas. Una organización que nace con la fuerza de una historia que se escribe todos los días. Jóvenes que son presente construyendo futuro con el espejo retrovisor en foco. Los legados y las postas: Abuelas, Madres, HIJOS y Nietes. ¿Qué escribe en la pared la banda de tu calle?
Por Tomás Viú para Enredando
Diez jóvenes miran fijo a cámara. Algunos charcos en el piso dan el marco de lluvia que se completa con las camperas impermeables y varios paraguas abiertos detrás de la línea humana que posa para la ocasión. Sobre el fondo, el mástil es inconfundible: el escenario es la plaza 25 de Mayo de Rosario, espacio icónico de la lucha por los derechos humanos. El 15 de septiembre hicieron el primer posteo en redes sociales. De esta manera, daban a conocer públicamente el nacimiento de la organización: Nietes Rosario.
—Fue muy lindo cómo el espacio se fue agrandando, agrandando, agrandando.
Martí Labrador Marucco tiene 17 años y pasó a quinto en la escuela Bernardino Rivadavia, donde este año fue electo vicepresidente del Centro de Estudiantes. Además de militar para Nietes, también participa en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) y en la FECER (Federación de Centros de Estudiantes de Rosario). “Empezamos a juntarnos y cada vez se fue sumando más gente. Fue muy lindo la primera vez que nos juntamos porque fue en una Ronda de las Madres”.
La organización empezó con un grupo de Whatsapp. Las diez personas que salieron en la primera foto rápidamente se multiplicaron. Hoy ya son un plantel completo que se organiza alrededor del fuego de la militancia por los derechos humanos de ayer y de hoy.
—Somos veintitrés– dice Lúa Conechny, que hace un ratito se fijó en la lista de compañerxs para tener el dato preciso. “Yo soy Lúa, actualmente estoy militando en Nietes Rosario. También milité un tiempo en la UES y en el Movimiento Evita. Además de los derechos humanos, la militancia estudiantil es algo que me interesa”.
Suenan nítidos los bajos y el redoblante seco de la canción que Charly García lanzó en 1984 y que da inicio al álbum Piano Bar.
«Yo que crecí con Videla,
Yo que nací sin poder,
Yo que luché por la libertad pero ahora la puedo tener».
La música es la banda sonora del video publicado el 16 de septiembre pasado, cuando los nietos y las nietas rondaban en la Plaza en una nueva conmemoración de la Noche de los Lápices, aquella jornada de 1976 en la que miembros de la Policía de Provincia de Buenos Aires secuestraron a un grupo de militantes de la UES en la ciudad de La Plata. Cuarenta y cinco años después, lxs jóvenes continúan el movimiento circular en sentido anti horario que comenzaron las Madres en 1977, cuando el estado de sitio no les permitía permanecer sentadas en la plaza. En esos círculos se fueron pasando la posta las distintas generaciones. En 2021, se sumaron les nietes de desaparecides de Rosario.
—Yo soy Renata Labrador, hermana de Martí. Tengo veinte años. Ahora solamente estoy militando en Nietes, pero me sumé a la UES cuando tenía catorce. Ahora nos encontramos en este espacio que organizamos hace poquito. Algo que tenemos en común es creer en la militancia como una herramienta transformadora-.
Identidad en construcción
Para muchos nietos y nietas, la práctica de la militancia era algo que formaba parte del ecosistema familiar. Así pasó con las infancias de Lúa, Renata y Martí. “La militancia de nuestros padres también nos formó a nosotros. Y fue un carácter más que tenían nuestras vidas”, dice Renata, mientras recuerda que iban a las reuniones y se ponían a jugar. “Nosotres nos conocemos desde que somos chicos, nuestro ambiente siempre fue ese. La militancia que logró formar HIJOS fue muy familiar”. Renata plantea que ellxs también fueron absorbiendo la campaña de «Todos somos hijos de una misma historia».
Lúa rebobina la cinta de la historia, allá cuando se conocieron lxs hijxs de lxs hijxs. “Participamos de las marchas de los 24 de marzo desde que somos muy chicos. Es desde ahí, desde salir a marchar con la mirada de cuando sos chico, cuando salís cantando y corriendo”. Después de una elipsis, la mirada de niña se actualiza en una Lúa joven. “Ahora llegó un momento en el que dijimos que estaría bueno empezar a participar de esos espacios, de esas marchas, como organización en lucha por los derechos humanos de ayer y de hoy. Y empezar a formarnos desde ahí”.
Martí también hace referencia al hecho de crecer al calor de la militancia de HIJOS. “Cuando el 3 de marzo falleció el compañero Juane Basso, que para nosotros era un padre más y un ser muy querido, nos dio el empujoncito para empezar a cranear algo y poder continuar con cierto legado de años de lucha que nos dejaron las Madres, las Abuelas, HIJOS y que nosotros como Nietos queremos seguir reivindicando”. Si bien la muerte de Juane es algo que los marcó colectivamente, Martí se encarga de aclarar que son muchos los motivos que los volvieron a juntar para plantear un espacio nuevo de militancia. “Es en nombre de todas las personas que sufrieron la dictadura y todo lo que vino después. Tenemos reuniones entre nosotres y diversas actividades como ir a hablar a alguna escuela. Nos encanta militar. Nos divertimos, la pasamos bien. Es algo muy lindo porque no en cualquier espacio se puede lograr eso”.
Las edades de las personas que integran el espacio son bien diversas. La más grande tiene veinticinco años y la más chica tiene trece y recién terminó séptimo grado. En algunas reuniones, incluso, se sumó Pedro que tiene diez años. “Está muy bueno que hay muchos más nietos y nietas en Rosario que estamos conociendo, y también muchas personas que adhieren y que llevan adelante esta lucha sin ser nietos ni nietas”. Lo que plantea Renata es a lo que apuntan desde la militancia, la tarea de multiplicar. “Todavía nos falta mucho, este es el camino: organizarnos, seguir adelante e interpelar a un sector de la sociedad que somos los más jóvenes”.
Si bien una parte importante del grupo se conoce desde antes, con muchas otras personas el vínculo empezó a partir de organizarse como espacio. Para Martí, el hecho de conectar rápidamente con esas personas que se suman tiene que ver con “el compañerismo y la amistad que te da la militancia”. “Creo que es lo más lindo de militar en el espacio, de haberlo creado y que funcione: poder conectar y conocer gente nueva”. En su caso, siempre supo su identidad y la de su familia, pero le pasó que un día en la escuela se le acercó una amiga y le contó que la madre tenía dudas sobre su identidad y sospechaba que la familia se la había ocultado. A Martí lo primero que le salió decirle fue «sumate a Nietes». “Me salió eso para contenerla y que sepa que no está sola”. Desde ese momento, su amiga se sumó al espacio y la madre se hizo el test de ADN. Aunque el trámite es complejo y lleva tiempo –hay que cotejar la muestra con muchas personas para comparar si es compatible o no-, el proceso está iniciado y la pregunta ya está en el aire. “Lo malo del caso es que, nos guste o no, hay muchas fosas comunes con personas fallecidas a las cuales es muy complicado poder encontrar y saber su identidad”. Por esta cuestión, Martí destaca la labor de los diferentes cuerpos de derechos humanos que trabajan en esas reconstrucciones. “Fueron treinta mil y pudieron haber sido más”.
Lúa plantea que, al margen del resultado del trámite que indicará si es una nieta restituida o no, va a seguir estando invitada y si quiere va a seguir militando en Nietes. “Su madre ya dudó de su identidad y eso es muy fuerte”. Recuerda que hay más de 300 personas, nietos y nietas que se están buscando, y al mismo tiempo amplía la mirada: “Todes somos nietes de alguien. Podemos pensarnos como nietes de esa militancia, nietes que adhieren a esa militancia y a esos ideales”. Para Martí, el resultado tampoco condiciona lo que suceda después. “No importa qué tipo de noticia sea. Lo importante es que le guste el espacio y que se sienta cómoda. Lo otro no es tan relevante como sentirse parte. La identidad es algo que vamos construyendo con el tiempo entre todes”. Por eso, se siente muy contento de haberla invitado y de que su amiga se haya sumado. En una frase resume lo que a su entender es la mejor manera de mantener viva la memoria: “Poder sumar a las personas que tengas al lado que duden sobre su identidad o que sientan que tienen que hacer algo por el colectivo en general”.
Juntarse a pensar, a charlar, a compartir, a indagar: ir construyendo la identidad de manera colectiva ahí donde también lo personal es político. El valor del encuentro, el tiempo y el espacio. La identidad en presente continuo.
El espacio histórico y el valor simbólico son palabras que usa Renata Labrador cuando habla de la Plaza, de la ronda de los jueves, a la que invitan semanalmente desde Nietes. Ver también en la ronda un espacio de aprendizaje. “Ir descubriendo la historia de nuestras familias. La otra vez, una señora me dice: ‘Ah, vos sos la nieta de Palmiro, yo fui la novia de tu tío Miguel Ángel que también está desaparecido’”. Ese tipo de recuerdos y anécdotas van reponiendo algunas piezas del rompecabezas. “Poder conocer a nuestros abuelos sin pensarlos como próceres porque tenían muchos gustos mundanos que nosotros también tenemos. Eso es parte de conocer nuestra historia, quiénes fueron las personas que desaparecieron en la dictadura. Se buscó adoctrinar a una sociedad entera porque eran personas con pensamiento crítico, tenían su ideología marcada y estaban haciendo algo por eso”.
Las frases «por algo será» o «algo habrán hecho» formaban parte de los discursos que circulaban socialmente en la década del setenta. El llamado sentido común como el menos común de los sentidos y el silencio que el terrorismo de Estado buscó imponer. A Lúa le contaron que, cuando desaparecieron a su abuelo, la familia decía «esto pasó porque se metió en política». Las y los jóvenes hoy también se metieron en política y desde ese lugar vienen caminando. “Queremos militar por un mundo mejor y para que las cosas que pasaron en la dictadura no sigan pasando”. Si como muestra sobra un botón, desde Nietes adhieren y forman parte de la lucha por memoria, verdad y justicia en el caso de Franco Casco, acompañando y articulando con la Multisectorial Contra la Violencia Institucional. Lúa se refiere a todos los demás pibes que como Franco sufrieron la violencia institucional. “Nos estamos organizando y viendo cómo encarar todas estas luchas. También estamos participando en el espacio Juicio y Castigo”. A esas luchas, Renata suma al feminismo como otra de las banderas que vienen levantando. Habla de la necesidad de entender las cosas como parte de un proceso histórico. “La dictadura tiene mucho que ver con cómo está conformada la sociedad, con el avance del neoliberalismo. Es fundamental en el momento en el que alguien empieza a militar conocer el contexto, de dónde venimos y por qué estamos acá”, dice.
La memoria colectiva
Se juntan todos los jueves a las ocho de la noche después de rondar en la plaza. Es el momento en que pudieron hacer coincidir las múltiples agendas. Al tener edades tan variadas, deben combinar entre los horarios de las escuelas, las facultades y los trabajos. Renata destaca que la diversidad etaria hace que cada quien ocupe lugares diferentes y que esa característica enriquece al colectivo. “En eso queríamos hacer hincapié desde Nietes, charlar todo lo que sea parte de nuestra realidad y lo que queramos cambiar”.
Que es muy importante que se hable en las escuelas sobre el tema dictadura, memoria e identidad. Que se recuerde, que se hagan actos, que vayan a hablar militantes de derechos humanos. Que la memoria no es algo que se apaga muy fácil. Que se agarran de eso y lo trasladan para mantener la llama viva. Todo eso dice Martí Labrador Marucco cuando piensa en la militancia estudiantil y los derechos humanos. Habla desde la cotidianeidad, desde el lugar que ocupa. “Entro a un aula y pregunto si saben qué se conmemora el 24 de marzo o el 16 de septiembre, y responden, si bien les cuesta poner el tema en palabras, saben bien y tienen en claro que la democracia no es solamente ejercer nuestro derecho civil y político de votar, sino poder ser libres y vivir en paz”.
En la escuela N° 432 Bernardino Rivadavia, que en ese entonces era el Liceo de Señoritas, estudió María Cristina Márquez, quien fue víctima del terrorismo de Estado. El 17 de octubre de 1976, fue fusilada en lo que se conoce como la masacre de Los Surgentes. Dentro de las acciones que han hecho lxs estudiantes para recordarla, pintaron murales, colgaron una placa en homenaje, invitaron a los familiares. Martí repara en que los de hoy son los mismos bancos que ocuparon otras personas años atrás “en una época donde no estaba permitido leer libros ni poder pensar libremente”. Piensa en el derecho a la libertad. “Son cosas que no nos pueden volver a arrebatar”. Según su visión, si bien hay grupos negacionistas y gente que dice que la dictadura es parte del pasado, cree que el pueblo lo tiene más presente que nunca. “Pasan los años y se sigue fortaleciendo la idea de memoria. Es lo que hace mantener vivo el recuerdo de quienes ya no están”. El 16 de septiembre estuvieron participando en distintas actividades escolares. “Nos gusta mucho eso de poder conversar con distintas personas porque nos interpela a todos. La memoria es colectiva”, dice Martí.
En la antesala del vigésimo aniversario del 19 y 20 de diciembre de 2001, Renata cuenta cómo les interpela la fecha. “Yo nací en el 2000, Lúa en 2002 y Martí en 2004. El 2001 es algo que nos llega de lleno. Nuestros viejos eran amigos de Pocho Lepratti y tenían a los servicios de investigación en las puertas de nuestras casas cuando nosotros éramos bebés. Son historias con las que convivimos”. Uno de los proyectos a futuro que tienen en el espacio es generar instancias de formación con talleres, pensando desde el arte, la escritura o la foto. “Poder empezar a armar algo y generar registro de eso que estamos haciendo”, cuenta Renata.
Otro de los objetivos más cercanos es la creación de una bandera con la cual puedan encolumnarse en las marchas junto a las demás organizaciones. “Para nosotros que recién arrancamos, tener bandera significa mucho. Poder mostrar nuestras ideas y mostrarle al mundo qué es lo que queremos es muy importante”, dice Martí, mientras anticipa que, después de cerrar este año, van a prepararse para participar en las fechas importantes del primer tramo de 2022, con el faro puesto en el 8 y el 24 de marzo. “Pero también fomentar el espacio, poder crecer, sumar nuevas ideas y construir(nos) políticamente”.
Renata marca la desventaja que implica no poder contar con lxs treinta mil. “Treinta mil compañeros menos es una generación entera de pensadores, militantes, cuadros políticos que hoy nos faltan”. Sin embargo, vuelve la mirada grande y el foco queda puesto en la potencia de lo que está por venir. “En Nietes, tenemos mucha discusión. Queremos armar una organización con una lógica diferente a lo que vemos siempre. Poder construir algo desde lo colectivo, hermanados. Cambiar las lógicas que venimos acarreando desde hace años y pensarlo de otra manera”.
*Por Tomás Viú para Enredando / Imagen de portada: Nora Lía Pastorini.