Trump, el nazionalismo-obrerista y la guerra racial
La clase obrera se toma revancha de los que los tomaron por idiotas los últimos treinta años. Un esclavista que confiesa que nunca pagó los impuestos, un violador serial. Ese es el nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Por Franco ‘Bifo’ Berardi.
Intentemos comprender qué pasó. Como en 1933, la clase trabajadora votó por él porque han sido traicionados por la izquierda. Tanto en Estados Unidos como en Europa.
Trump ganó porque representa un arma en las manos de los trabajadores empobrecidos, considerando que la izquierda los ha entregado desarmados a los pies del capital financiero.
Lo que faltaría ahora es lincharlos porque son ellos quienes le abrieron el camino al fascismo al trabajar al servicio del capital financiero y de la reforma neoliberal: son los Bill Clinton y Tony Blair; los Massimo d’Alema y Matteo Renzi, los Giorgio Napolitano, François Hollande, Manuel Valls y Sigmar Gabriel. Y tantos otros… digámoslo sin tapujos: una escoria que por cinismo e imbecilidad le entregó a las grandes corporaciones financieras el gobierno de nuestras vidas, y le abrió la puerta al fascismo rampante que ahora impulsa la guerra civil global y ante la cual no podemos construir diques.
En el Reino Unido, en Polonia, en Hungría, en Rusia y ahora en Estados Unidos ha ganado el Nacional-Obrerismo. La clase obrera blanca, humillada los últimos 30 años, engañada con las promesas reformistas de sus representantes, empobrecida con las agresiones financieras, es la que pone en la Casa Blanca a un esclavista violador.Dado que la izquierda le quitó a los trabajadores las armas de las manos para defenderse, ahora tenemos ante nosotros la versión fascista y racista de la lucha de clases: Wall Street hizo lo imposible para sacarse de encima a Bernie Sanders en las primarias, y ahora un fulano del Ku Klux Klan derrota a la candidata del Wall Street.
Los próximos diez años serán tremendos. Y hay que saberlo. El fracaso de la globalización capitalista es el inicio de una guerra en la cual muy poco de lo que llamamos civilización está destinado a sobrevivir. El periódico Zero Hedge donde escriben los intelectuales trumperistas publicó hace unos días un artículo que sintetiza a la perfección lo que está sucediendo, y anticipa lo que vendrá:
“La clase media desmoralizada y desilusionada es la que ha perdido más, depredada por la Reserva Federal, con salarios que languidecen desde los años 80. Los intereses bancarios en torno a cero han castigado a los pensionados y ahorristas mientras beneficiaban a los millonarios de las finanzas. El próximo colapso financiero que está agazapado en una esquina provocará una guerra».
Trump ganó porque representa un arma en las manos de los trabajadores empobrecidos, considerando que la izquierda los ha entregado desarmados a los pies del capital financiero. Pero esta arma muy pronto apuntará contra los propios trabajadores y los conducirá a una guerra racial. La otra cara del obrerismo trumperista es, en verdad, el nacionalismo blanco. Dice Zero Hedge: “En las elecciones las personas blancas, casadas, rurales y religiosas enfrentarán a los negros, los huérfanos, los ateos”.
La amenaza de una guerra racial está a la vista en las posturas del Nacional-obrerismo norteamericano. Derrotados en el plano social por el capitalismo financiero, los trabajadores blancos se asumen como la raza de los exterminadores y esclavistas.
“El movimiento Black Lives Matter auspiciado por George Soros creó el caos en las ciudades americanas, impulsando a los jóvenes negros a matar policías, llevando al límite el programa reparatorio inspirado por Obama. Pero si intentan salir de sus propios guetos urbanos creados por los demócratas y si intentan ir a las zonas de la Norteamérica rural se encontrarán con los propietarios legales de armas que los esperarán atrincherados. La guerra racial terminará rápido y con un vencedor claro. Los blancos moderados y los conservadores están hartos del programa liberal y de los negros victimizados. La respuesta será: basta de tener hijos extramatrimoniales, vayan a trabajar. Edúquense. La vida es dura. Apréndanlo. ¡No les debemos nada!”
Mientras espero la segunda guerra civil norteamericana, en estos días estoy en Moscú para una conferencia. Mientras daba una charla en una galería de arte, el pueblo ruso con un gélido clima festejaba. ¿Acaso el inicio del mes de noviembre recordando la revolución soviética de 1917? No. Festejaba una cacería de polacos en 1612. El fascismo ruso de ayer se celebraba con una estatua de 18 metros a Vladimir El Sabio, cristianizador de la patria en el siglo X.
Muchísimas mujeres y criaturas, vestidos con uniformes militares alabando a los peores asesinos de la historia, desde Iván el Terrible a Stalin, el asesino de comunistas.
La raza blanca en armas prepara un final horripilante para la horripilante historia del colonialismo moderno.
Me pregunto ¿lograremos escapar a este libreto ya escrito en los libros del Armageddon que el capitalismo financiero ha preparado y en el cual la izquierda reformista y socialdemócrata hizo su trabajo de abrir todos los caminos?
* Nota publicada en Lobo Suelto.